Organización de Cooperación de Shanghái: Camino a la derrota de Occidente/USA, Unión Europea, Inglaterra, Canadá, Japón, y el patio trasero yanqui latinoamericano.
Por Pablo
Jofre Leal/Escritor, periodista y analista internacional/ADDHEE.ONG:
La Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái
(OCS), celebrada en la ciudad China de Tianjin, fue analizada por Estados
Unidos y sus cervatillos con atención y temor respecto a los procesos políticos
y alianzas estratégicas, en amplios ámbitos de las relaciones internacionales,
que se han tejido y se llevaron a cabo en el marco de ese foro, especialmente
entre la República Popular China, la Federación de Rusia y la República
Islámica de Irán.
Un encuentro, el número 25 de su corta pero fructífera
historia, que ha despertado enorme interés y grandes expectativas, sobre todo
para el denominado Sur Global (1) en el sentido de marcar un
derrotero claro, concreto y firme que permita ultimar al agonizante pero
siempre peligroso poder hegemónico y arrogante occidental, impuesto a partir
del año 1991 tras el descalabro de la ex Unión Soviética.
Un camino que nos debe conducir, inexorablemente, a un Nuevo
Orden Mundial, donde el tema de la gobernanza mundial adquiere importancia
primordial. Esto, a mi parecer, no para conformar una autoridad única
omniabarcante, arbitraria, que se mueva al compás del inquilino de turno en la
Casa Blanca, sino que, construir un mundo distinto, en el marco de relaciones
amistosas, transversales y democráticas.
Hablo de un sistema mundial amplio y efectivamente
multilateral, de coherencias e interacciones entre los distintos actores de la
sociedad mundial, alejado de imposiciones, presiones, mecanismos sancionatorios
ilegales que observamos día a día con impotencia por una parte y anhelos de
romper con ese modelo, de una vez por todas.
Doy cuenta de las ansias de avanzar en la construcción de un
mundo donde no existan derecho a vetos paralizantes, ni políticas de chantajes,
sancionatorias o donde el poder de las armas define el rumbo a seguir. Este
objetivo no es una utopía, no es una quimera a la cual aferrarse como la última
tabla de salvación tras un naufragio en medio del Océano Pacífico. Es algo
perfectamente realizable, es una necesidad para la sobrevivencia del planeta y
lógicamente aquellos que la poblamos.
En Tainjin, China, entre el 31 de agosto y el 1 de
septiembre de este 2025, se llevó a cabo la cumbre de la Organización de
la OCS, encuentro donde se hicieron presentes 26 Estados entre países miembros,
como es el caso de China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán,
Uzbekistán, India, Pakistán, Irán y Bielorrusia. También los denominados socios
de diálogo, entre los que se cuentan Turquía, Arabia Saudí, Egipto, Indonesia y
Myanmar. Participaron además como invitados diplomáticos el secretario general
de Naciones Unidas, António Guterres y el de la Asociación de Naciones del
Sudeste Asiático (ASEAN), Kao Kim Hourn, parte de los 10 organismos
internacionales invitados.
La unión de los países del Sur Global, a través de la OCS,
es el hecho más importante en materia internacional en busca de una nueva forma
de relacionarnos como países. De los cinco miembros originales el año 2001,
cada vez más naciones buscan la membresía. El mundo entero observó con atención
esta cumbre. Unos con esperanzas y otros dirigidos por Gobiernos con mentalidad
hegemónica y arrogante. Y hubo un hecho que, no siendo parte de la OCS, tuvo un
signo de preciso de mensaje a Occidente. Me refiero al desfile militar en
Beijing para conmemorar los 80 años del triunfo sobre el nazismo y el
militarismo japonés, que fue la guinda de la torta en abierto desafío al
negacionismo occidental. (2)
Los temas centrales de la cumbre fueron los que han animado
a la OCS desde su fundación: la lucha contra el terrorismo, el extremismo y el
separatismo, y la búsqueda de una mayor cooperación y unidad con Occidente. Gaza
y el genocidio perpetrado por el régimen judío sionista israelí estuvo en la
palestra, al igual que las críticas a las medidas coercitivas económicas de
Occidente y las políticas de máxima presión vividas, fundamentalmente, por
Rusia y la República Islámica de Irán.
Este último país, miembro ya de plenos derechos de la OCS,
fue representado por su presidente Masud Pezeshkian (acompañado por su
canciller Seyed Abás Araqchi), quien sostuvo importantísimas reuniones
bilaterales, de largas horas de duración, tanto con el presidente ruso Vladimir
Putin como con el anfitrión, el mandatario chino Xi Jinping.
Reuniones amistosas en las que se abordaron temas
estratégicos y el fortalecimiento de los lazos en ámbitos de enorme
importancia, tanto en el ámbito económico como de seguridad. A su llegada a
Irán, el mandatario persa señaló a los medios de su país “que la implementación
de los acuerdos alcanzados contribuirá a generar un panorama favorable para
Irán en sectores clave”. (3)
Consignó también que se firmó una carta conjunta para
rechazar la aplicación del llamado mecanismo de snapback por parte de la troika
europea conformada por Francia, Gran bretaña y Alemania, siguiendo estos las
instrucciones de Washington que —recordemos— se retiró del Plan Integral de
Acción Conjunta (PIAC) el año 2018. Mecanismo sancionatorio que reflota la
aplicación de medidas de máxima presión, violando todo género de compromisos,
acuerdos y promesas efectuadas por estos tres países europeos. Esta medida fue
rechazada en el seno de la Cumbre de la OCS.
Igualmente, en el contexto de una crisis de la ONU y en
general sistema de gobernanza mundial, se habló de trabajar por un camino nuevo
en este campo. Como ha sucedido muchas veces, pero en esta ocasión y sobre todo
en el desfile militar del día 3 de septiembre en la capital china. Un poder
real expresado en esos miles de soldados chinos y sus armas de última
generación. Con esas figuras políticas presentes, el Sur Global en pleno le dio
otro cariz a esta Cumbre y las palabras pronunciadas por el discurso central de
Xi Jinping.
Hablar de gobernanza mundial requiere, primero, convenir y
entendernos metodológicamente, que es referirse a la creación, a la fundación y
no la recreación de un nuevo sistema de gobernanza, pues el que hemos tenido a
lo largo de 80 años agoniza tristemente. Ha llegado a su fin. Es evidente que
no cumple su papel, su carta fundacional es estéril y no es capaz de poner
freno alguno a agresiones, genocidios, ambiciones de hegemonía mundial. No
sirve para contender con las dificultades y desafíos que nos demanda el mundo y
sus sociedades. Jamás se ha aplicado su capítulo VII desde su artículo N° 39 al
N°51 a aquellos países aliados y amigos del imperialismo y el sionismo. Siempre
ha sido un arma arrojadiza contra aquellos signados como enemigo por occidente:
Libia, Siria, Serbia, Irak, Yemen e Irán, entre otros.
Ese sistema de gobernanza mundial -surgido tras las cenizas
de la Segunda Guerra Mundial– de reglas, normas, procesos y actores que se
supone facilitarían la cooperación internacional y la toma de decisiones para
abordar problemas globales que trascienden las fronteras nacionales, agoniza en
el marco de la propia crisis del unilateralismo, el poder hegemónico y
arrogante ejemplificado con Estados Unidos y su papel nefasto en el concierto
internacional.
Un papel seguido servilmente por Europa y países como
Australia, Canadá, Japón, Taiwán Corea del Sur y regímenes monárquicos como
Arabia saudí, Marruecos, Emiratos Árabes Unidos y Gobiernos dictatoriales como
el de Egipto. Un grupo de regímenes que se resiste a morir y dar paso a nuevas
formas de entender las relaciones internacionales. Y me refiero a temas vitales
como el cambio climático o la economía global. Para Alfred Wu, profesor de
la Escuela de Políticas Públicas Lee Kuan Yew de la Universidad Nacional de
Singapur, Xi busca “proporcionar un
orden mundial alternativo, porque el orden mundial liderado por Estados Unidos
está en declive”.
A diferencia de un Gobierno global unipolar, con un poder
autoarrogado, centralizado incluso en lugares físicos como muestra de esa
unipolaridad: la ONU en la ciudad de Nueva York. Con sus organismos como la
Corte Internacional de Justicia en la ciudad de Haya, en los Países Bajos. La
Agencia Internacional de Energía Atómica en Austria, en su capital Viena. La
Organización Mundial de la Salud en Ginebra, Suiza, al igual que la OIT. La
UNESCO en Paris. La FAO en Roma. El FMI en Washington.
En ese contexto se
fundó la OCS en el año 2001, convertida hoy en la entidad regional más grande
del mundo en términos demográficos con un 48 % de la población del planeta, el
32 % de la superficie total de la tierra y con un PIB que se acerca al 30 % del
total mundial. Fundada en Shanghái en junio de aquel año, la OCS ha pasado
de tener seis miembros fundadores a convertirse en la organización regional más
grande del mundo, con una cooperación que abarca más de 50 áreas y una
producción económica combinada de casi 30 billones de dólares.
En Taijin, en el discurso ante los jefes de Estado presente
en la Cumbre de la OCS, el presidente Xi Jinping señaló “Tal como reza un proverbio chino, donde
prevalece la voluntad, no hay límites”. ¿Que tengamos bien presente la
misión fundacional de la OCS, asumamos las responsabilidades y emprendamos
acciones con ánimos más elevados y medidas más prácticas, a fin de promover a
la OCS a desarrollarse de forma estable y duradera y avanzar a pasos sólidos
hacia el futuro brillante de la construcción de la comunidad de futuro
compartido de la humanidad” ¿A qué
objetivos se refería el presidente Xi Jinping?
Fortalecimiento de la
confianza mutua y de buena vecindad entre los países miembros
La operación eficaz
en materia política, comercial, económica, técnica, científica, cultural, así
como de educación, energía, transporte, turismo, protección del medioambiente,
entre otras esferas.
En el marco
ideológico se propone trabajar por la creación de un nuevo orden político y
económico democrático, justo y racional.
Una plataforma de
relaciones y cooperación entre superpotencias y potencias emergentes que
contiende contra la hegemonía occidental.
El nuevo
sistema de gobernanza global más justo y equitativo.
Las palabras exactas respecto a esta IGG fueron: “La
historia nos enseña que en tiempos difíciles debemos mantener nuestro
compromiso original con la coexistencia pacífica, fortalecer nuestra confianza
en la cooperación mutuamente beneficiosa, avanzar en consonancia con la
tendencia histórica y prosperar a la par de los tiempos. Con este fin, deseo
proponer la Iniciativa de Gobernanza Global (IGG). Espero trabajar con todos
los países para lograr un sistema de gobernanza global más justo y equitativo y
avanzar hacia una comunidad de futuro compartido para la humanidad.
En primer lugar, debemos adherirnos a la igualdad
soberana, sostuvo Xi asegurando que todos los países, independientemente de su
tamaño, poder adquisitivo y riqueza, sean participantes, tomadores de
decisiones y beneficiarios en igualdad de condiciones en la gobernanza global.
El mandatario chino llamó a promover una mayor democracia en las relaciones
internacionales y aumentar la representación y la voz de los países en
desarrollo.
En segundo lugar, debemos acatar el estado de derecho
internacional afirmó el líder chino. Esto, con base en los propósitos y
principios de la Carta de las Naciones Unidas y otras normas básicas
universalmente reconocidas de las relaciones internacionales. La obligación es
observar esas normas de forma integral, plena y completa. “El derecho y las normas internacionales deben aplicarse de forma
igualitaria y uniforme. No debe haber dobles raseros, ni imponer las normas
internas de unos pocos países a otros”
En tercer lugar, declaró Xi, “debemos practicar el multilateralismo. Debemos defender la visión
de una gobernanza global basada en la consulta amplia y la contribución
conjunta para el beneficio compartido, fortalecer la solidaridad y la
coordinación, y oponernos al unilateralismo” Eso implica, indudablemente
salvaguardar tanto el estatus como la autoridad de la ONU que debería tener,
según el Presidente chino, un papel insustituible y clave en la gobernanza
global.
En cuarto lugar, Xi señala que se debe promover un
enfoque centrado en las personas. “Debemos
reformar y mejorar el sistema de gobernanza global para garantizar que las
personas de cada nación sean actores y beneficiarios de la gobernanza global, a
fin de abordar mejor los desafíos comunes de la humanidad, reducir la brecha
Norte-Sur y salvaguardar mejor los intereses comunes de todos los países”
Finalmente, y, en quinto lugar, la máxima
autoridad de la República Popular China aseveró que “debemos centrarnos en tomar medidas concretas. Debemos adoptar un
enfoque sistemático e integral, coordinar acciones globales, movilizar plenamente
diversos recursos y esforzarnos por obtener resultados más visibles. Debemos
fortalecer la cooperación práctica para evitar que el sistema de gobernanza se
quede rezagado o se fragmente”
Palabras de fundamental importancia en momentos que la ONU
está de capa caída, desechada por Estados Unidos como un interlocutor válido y
elevado a invitado relevante por Xi Jinping en esta Cumbre de la OCS. Los
medios chinos recordaron que esta Iniciativa para la Gobernanza Global (IGG) es
parte componente de una serie de iniciativas que han surgido del liderazgo
chino. En este caso, la cuarta iniciativa de alcance histórico y global
propuesta por Xi en los últimos años. Las otras iniciativas serán componente de
la segunda parte de este trabajo.
Notas:
A pesar de su aún incerteza conceptual —un término en
formación— y además claramente representante de una variedad política,
cultural, geográfica sin un orden organizacional o estructura política que los
represente, como Sur Global podemos entender aquel grupo de países que no se
sienten representados en el actual orden internacional, donde la exclusión en
las definiciones globales ahondan las desigualdades en todo nivel y que solo
favorece, en general, a los intereses de las potencias occidentales.
Xi, secretario general del Comité Central del Partido
Comunista de China y presidente de la Comisión Militar Central, declaró en su
discurso en un acto celebrado en Beijing para conmemorar el 80º aniversario de
la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión
Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial, que la Humanidad se enfrenta
nuevamente a la disyuntiva de paz o guerra, diálogo o confrontación, resultados
de ganancias compartidas o juego de suma cero. El Pueblo Chino se mantendrá
firme en el lado correcto de la historia y del progreso humano, se adherirá al
camino del desarrollo pacífico y colaborará con el resto del mundo para
construir una comunidad de futuro compartido para la Humanidad. El Pueblo Chino
realizó una importante contribución a la salvación de la civilización humana y
a la defensa de la paz mundial con un inmenso sacrificio en la guerra de
resistencia contra la agresión japonesa, que formó una parte significativa de
la Guerra Antifascista Mundial. La guerra de resistencia contra la agresión
japonesa, una batalla ardua y grandiosa, marca la primera victoria total de
China contra la agresión extranjera en los tiempos modernos. La victoria en la
guerra se logró bajo un frente único nacional contra la agresión japonesa
promovido por el Partido Comunista de China (PCCh).
En la primera parte de este trabajo señalé que la Cumbre
N°25 de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), celebrada en China,
estaba siendo observada detenida y preocupadamente por parte de Washington y
los suyos frente a una organización de poder creciente y convertida hoy en un
actor internacional que no detendrá su paso hasta la conformación de un mundo
multilateral, con una nueva gobernanza internacional.
Un encuentro, el número 25 de su corta pero fructífera
historia, que ha despertado enorme interés y grandes expectativas, sobre todo
para el denominado Sur Global en el sentido de marcar un derrotero claro,
concreto y firme que permita ultimar al agonizante pero siempre peligroso poder
hegemónico y arrogante occidental, impuesto a partir del año 1991 tras el
descalabro de la ex Unión Soviética.
La Iniciativa para la Gobernanza Global (IGG), la cuarta
iniciativa de alcance histórico que fue parte del análisis anterior es parte
componente de una serie de empujes e ideas políticas, que surgen del liderazgo
chino. En este caso, la IGG es la cuarta iniciativa de alcance histórico y
global propuesta por Xi en los últimos años.
Para dar a conocer las propuestas y trabajos en virtud de
ellas, previas a la IGG, me baso en un interesante discurso pronunciado por el
embajador de China en Papúa Nueva Guinea, Yang Xiaoguang, en el Simposio “La
iniciativa global de China y la cooperación entre China y Papúa Nueva
Guinea” (2). En dicho encuentro Yang Xiaoguang señala que esas iniciativas
son:
Iniciativa para el Desarrollo Global. Propuesta el 2021.
Busca acelerar la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible de las Naciones Unidas, manteniendo su compromiso con seis
principios fundamentales: desarrollo como prioridad, un enfoque centrado en las
personas, beneficios para todos, desarrollo impulsado por la innovación,
armonía entre el ser humano y la naturaleza, y acciones orientadas a
resultados. Su objetivo es promover la cooperación internacional en ocho áreas
clave: alivio de la pobreza, seguridad alimentaria, respuesta a pandemias y
vacunas, financiación para el desarrollo, cambio climático y desarrollo verde,
industrialización, economía digital y conectividad. La iniciativa prioriza el
desarrollo y la revitalización del Sur Global.
Iniciativa para la Seguridad Global. Propuesta el 2022.
Idea destinada a dar empuje a ideas que apoyen la multilateralidad, en el plano
de la defensa del espíritu de la Carta de las Naciones Unidas, pero adaptándose
a los tiempos y sus cambios, sobre todo en el panorama internacional a través
de la solidaridad, abordando riesgos y desafíos de seguridad tradicionales y no
tradicionales con un enfoque de beneficio mutuo.
Los principios fundamentales de esta iniciativa, mencionados
por Xiaoguang son seis: Mantener la visión de una seguridad común, integral,
cooperativa y sostenible. En segundo lugar; respetar la soberanía y la
integridad territorial de todos los países. A continuación, acatar los
propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas. La cuarta, en
correspondencia con lo exigido por Rusia e Irán en los últimos años, es tomar
en serio las legítimas preocupaciones de seguridad de todos los países. En
quinto lugar, acciones destinadas a resolver pacíficamente las diferencias y
disputas entre países mediante el diálogo y la consulta. Y, finalmente mantener
la seguridad tanto en los ámbitos tradicionales como no tradicionales.
La Iniciativa para la Civilización Global. Propuesta el
2023. A través de esta proposición, China llama a defender conjuntamente el
respeto a la diversidad de civilizaciones, defender conjuntamente los valores
comunes de la humanidad, defender conjuntamente la importancia de la
continuidad y evolución de las civilizaciones y defender conjuntamente
intercambios y cooperación internacionales más estrechos entre los pueblos.
En contraste con las afirmaciones del llamado “choque de
civilizaciones” o la “superioridad de ciertas civilizaciones”, la Iniciativa de
Civilización Global según afirma Yang Xiaoguang, como interlocutor fiable de
aquello que transmite el gobierno de Beijing es que China defiende firmemente
los principios de igualdad, aprendizaje mutuo, diálogo e inclusión entre
civilizaciones. Enfatiza la importancia de los intercambios culturales que
trascienden el distanciamiento, el aprendizaje mutuo que trasciende los
enfrentamientos y la coexistencia que trasciende los sentimientos de
superioridad.
En el caso específico de la IGG el presidente chino destacó
cinco principios para este plan de desarrollo, de cambio mundial:
Adherirse a la igualdad soberana.
Respetar el Estado de derecho internacional.
Práctica del multilateralismo.
Enfoque de trabajo centrado en las personas
Enfoque positivo que permita emprender acciones reales y no
populismo.
Xi Jinping alertó, tanto en la Cumbre de la OCS, como en el
desfile de conmemoración de la Victoria sobre el militarismo japonés, sobre la
mentalidad de guerra fría que anima aún a los países occidentales,
principalmente Estados Unidos que frenan esas tendencias hacia la construcción
de un mundo en paz, que permita el desarrollo, la cooperación y el beneficio
mutuo entre los pueblos.
Realidad que se convierten en nuevas amenazas y desafíos que
están provocando turbulencias y transformaciones no deseadas. Y es en ese plano
donde “La gobernanza global ha llegado a una nueva encrucijada” señaló Xi en su
alocución, cuyo público estaba más allá de la multitud que se reunió entre
invitados y ciudadanos chinos en la conocida plaza de Tiananmén
En un año como este 2025 en que se conmemoraron hechos de
enorme trascendencia como es los 80 años de la creación de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) y la victoria sobre el nazismo y el militarismo
japonés, para China, en boca de su líder político, partidista y militar Xi Jing
Pin se requiere, como necesidad vital, el salvaguardar con firmeza el estatus y
la autoridad de la ONU, así como de garantizar su papel irremplazable y clave
en la gobernanza global. Una idea que, a mi entender, trasunta el no generar un
sistema de global acéfalo mientras se construye la estructura de cambios que
permitan avanzar en la senda mencionada por Xi.
Las ideas expresadas en la Cumbre de la OCS y en el desfile
militar en Beijing refieren a no aceptar la existencia de un doble rasero y que
el poder de un puñado de países imponga su voluntad en contra de la enorme
mayoría del planeta. Para China y el sur global en general, todos los países
independientes de su tamaño, riqueza, demografía, fuerza militar son decisores
y beneficiaros en la gobernanza global. Y, lo mencionado implica reducir la
brecha insoportable entre el norte y el sur.
Eso para Xi y sin duda para lideres políticos como Vladimir
Putin, los líderes de la revolución islámica, entre otros, implica “en el
ámbito de la OCS impulsar la cooperación abierta en todo el mundo. Derribar
muros, no erigirlos; buscar la integración, no el desacoplamiento. Debemos
promover una cooperación de alta calidad en la iniciativa de la Franja y la
Ruta e impulsar una globalización económica beneficiosa e inclusiva
universal” (3).
Kin Phea, director general del Instituto de Relaciones
Internacionales de Camboya, sostuvo ante medios chinos que dijo que la Cumbre
de la Organización de Cooperación de Shanghái ofreció “una alternativa
convincente al pensamiento de suma cero en el sentido de escuchar en lugar de
dictar, la solidaridad en lugar de la supremacía y el crecimiento compartido en
lugar de las ganancias aisladas” (5)
La Organización de Cooperación de Shanghái
(OCS) cerró su cumbre en la ciudad china de Tianjin con la aprobación de
la Declaración de Tianjin, un documento extenso que traza la línea
política y económica del bloque. En la centralidad de esta declaración se
rechazó la unipolaridad de Washington y sus socios europeos.
Declaración de Tianjin. El documento aprobado por los países
miembros aborda varios frentes estratégicos:
Defensa de los principios de no
injerencia y no uso de la fuerza en las relaciones
internacionales.
Llamado a una reforma profunda de la ONU para
adecuarla a los desafíos actuales.
Exigencia de un estricto cumplimiento del Tratado de No
Proliferación Nuclear (TNP).
Condena a los ataques de Estados unidos e Israel contra
Irán en junio, considerados una amenaza para la seguridad global.
Reafirmación de que la seguridad nuclear debe garantizarse
incluso en tiempos de guerra.
Respaldo a una solución justa para Palestina y
condena a la crisis humanitaria en Gaza.
Compromiso con el desarrollo de Afganistán como un
Estado neutral, pacífico e independiente.
Aprobación de la hoja de ruta energética hasta
2030 y de 24 documentos en materia de seguridad, economía y cultura.
El poderío chino no sólo se expresó en servir de anfitrión
de una Cumbre de la OCS brillante, majestuosa pero no parafernalia insulsa,
sino que propia del estilo chino: preparada hasta el último detalle, solemne y
con elementos simbólicos que dan cuenta de los mensajes que se quieren dar al
mundo. Reitero la idea que el desfile militar fue la expresión máxima, el sumun
de tres días de intensas actividades para los invitados de alto nivel de los
países miembros, aquellos que fueron invitados, los que esperan su membresía y
autoridades de organizaciones internacionales.
Xi Jinping anunció que su país tiene a disposición
préstamos, subvenciones y un Banco de Desarrollo que permita ampliar la
influencia del gigante asiático y d ela OCS en lo particular. Xi
Jinping anunció un paquete de 1.700 millones de dólares en
subvenciones y préstamos para los países de la OCS en los próximos tres años,
de entrega inmediata y préstamos blandos: la propuesta de crear un banco de
Desarrollo destinado a financiar proyectos estratégicos, alineado con el
proyecto que avanza inexorable d ela nueva Ruta de la Seda que permite
consolidar la influencia de Beijing en Asia y el Sur Global.
Es así como la OCS se consolida como un contrapeso
geopolítico mundial, que equilibra el desbalance del poder que se ha tenido en
los últimos 34 años y al mismo tiempo se muestra como una organización en clara
oposición a la unipolaridad occidental. Para Derek Grossman, profesor de
relaciones internacionales en la Universidad del Sur de California respecto a
la OCS y sus objetivos “Incluso si el alcance y la influencia de la cumbre de
la OCS son limitados, una cosa está clara, China está en un repunte diplomático
y Estados Unidos se está autodestruyendo”. Al condenar la injerencia, promover
la multipolaridad y desplegar un plan financiero ambicioso, el bloque
envía una señal política y económica firme en plena era de tensiones
globales (4).
Xi también dijo que abriría el camino para que los Estados
miembros de la OCS usen el sistema de satélites BeiDou de China, una
alternativa al GPS, que está controlado por Estados Unidos. Putin expresó su
apoyo a las iniciativas de Xi, diciendo que cree que la OCS “podría asumir el
papel principal en los esfuerzos para formar un sistema de gobernanza global más
justo e igualitario en el mundo” (5)
La política de desarrollo ha sido una parte importante del
mensaje en los últimos días. En una entrevista publicada el sábado 30 de
agosto, previo a su viaje a China, por la agencia oficial de noticias china
Xinhua, Putin dijo que su país y China estaban “en contra de las sanciones
discriminatorias que perjudican el desarrollo socioeconómico del mundo en
general. Apoyamos la reforma del Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial. Es esencial poner fin al uso de las finanzas como un instrumento de
neocolonialismo, que va en contra de los intereses de la mayoría global”.
La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) ha trazado
un proyecto de desarrollo en su Cumbre de Tianjin el cual la conducirá a
desempeñar un mayor papel en el mantenimiento de la paz y estabilidad
regionales, así como en la promoción de la prosperidad multilateral. Recordemos
que durante la cumbre se firmaron y adoptaron documentos clave, incluyendo la
Declaración de Tianjin y una estrategia de desarrollo para la organización en
el período 2026-2035 (6).
Los resultados de la reunión también incluyen una
declaración de apoyo al sistema multilateral de comercio, una declaración sobre
el 80° aniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial y de la
fundación de la Organización de las Naciones Unidas, así como 24 documentos
finales sobre el fortalecimiento de la cooperación en sectores como seguridad,
economía y lazos entre pueblos. La Cumbre consolida el camino de construcción
de consenso de cambiar el actual estado de situación, desarrollar las
fortalezas de sus miembros y generar un nuevo impulso de cooperación en
diversos ámbitos y contribuido con sabiduría a la gobernanza global. Un camino
descrito desde la visión china a través de las palabras de su mandatario al
concluir su discurso en el desfile de conmemoración del triunfo sobre el
militarismo japonés “Prevalecerá la justicia prevalecerá la paz y prevalecerá
el pueblo”.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.






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