DEL COMO VITALIZAR LA
FRAGILIDAD HUMANA:
DISUADIR LA LUCHA DE
PUEBLOS CONTRA PUEBLOS, NACIONES CONTRA NACIONES, DE LOS UNOS CONTRA LOS OTROS,
ES LA MISION, ES EL CAMINO DE LA VIDA, ES LA CONVIVENCIA PACIFICA ENTRE LOS
PUEBLOS.
El sentido justo y ordenado de
la política renace la fuerza y la vida de los pueblos priorizando su
existencia. La vida es de riegos, por ello resistir con rebeldía social es un
principio que busca siempre la razón y el entender con conciencia el sentir la
realidad que hace ver el engaño y la mentira que rodea el mundo. La resistencia
derrota las brechas que violan los derechos y desarticulan la democracia. Existe a nuestro entorno una vigilancia que
no percibimos pero que está allí que sostienen las relaciones interpersonales
dando firmeza al carácter y a la reflexiva critica del pensamiento comunitario
que avista la dinámica de la identidad y la privacidad.
De acuerdo a como se conduzcan
los actos humanos, así vamos proyectando las profecías del devenir histórico,
priorizando la existencia. Cada uno profetiza con su propia vida, con acciones
de comunidad, llamando al comportar correcto con testimonios de verdad y
responsabilidad ética, sin engaños ni fraudes. La vida proporciona experiencias
para decidir y actuar, denunciando injusticias sociales y los atropellos de
cualquier naturaleza de poder, donde la solidaridad social se impone por
contener una dimensión profunda de distribuir las riquezas humanas
solidariamente.
Se tiene patria, cuando se
tienen ideas con contexto de Justicia Plena contra las cadenas
esclavistas sin exclusión, bajo premisas del amor donde tome conciencia una pacífica
acción de cambio, donde la anarquía del amor social este acorde a la naturaleza
humana. La moral es la que cumple con la ley y su sentido de ser. Los Estados y
los movimientos sociales coadyuvantes de un cogobierno fungen dentro de un ejercicio de orden y
cumplimiento para cerrar todo tipo de brechas, con base a reformas sociales. Un
pensador ante los procesos de cambio, señalo que…La principal estrategia social
de la naturaleza humana tiene como punto de partida el amor a la humanidad con
su concepto de práctica objetiva....
Estamos en el país que no
parece ser. Somos el país como dícese, que tenemos que hacer, porque es tal los
hechos que nos invaden, porque nos carcome la corrupción y la impunidad
por todos los frentes y se hace estéril toda intención de cambio. Somos la
negación de la finitud, No sabemos para donde vamos en el mundo y en el
país ante la fragilidad. La lógica no
opera, todos los días aparecen contextos de país que hace que todo se rompa.
Convivimos en el absurdo, en las indiferencias, en las contradicciones, en
engaños y mentiras formados en el devenir histórico, donde todo parece
irreversible, donde lo único viable pareciera ser una desorientación tal, que
lo que vale es empezar de nuevo, suprimiendo todo lo existente de país. Los
hechos de cada día son la prueba reina para repensar que hay que suprimir de
tajo lo que tenemos de estructura política, de lo contrario estaríamos
gobernando en la nada, porque la democracia del voto también está llena de
fragilidad y entrampamientos coadyuvado por la ética de la vergüenza y la doble
moral.
Vivimos al amparo de empresas
criminales de toda naturaleza y en cada sector, dentro de una avidez desaforada
ante una hostilidad capitalista arrogante que no propone sino desgracias
sociales. Aun en medio de este infernal paisaje, existen ecuánimes personas y
asociaciones queriendo hacer algo. Trabajando con las uñas en un territorio de
tierra labrantía. En medio de razones desvalidas, de pobreza agónica y de
sistemas simbólicos donde no se practica la armonía entre los entes del estado
como lo señala la constitución, constitución que es letra muerta para gobernar.
COLOMBIA vive represando escollos, tan solo ahora estos afloran, de allí que la
gobernanza se enfrenta a los mismos y a los del día a día, por lo tanto, se
hace complejo gobernar, pero aun así se está acudiendo con responsabilizar a resolver razonadamente
a atender todos los problemas, defendiendo a la comunidad, sus necesidades con
visualización universal.
Saber lo que ocurre, no es
conocer. Esto quiere decir que gobernar, es salir al campo donde se viven los
pecados sociales, donde brilla por su ausencia la solidaridad. Aquí en
nuestro país convivamos con una parte social que se aprovecha de las
situaciones catastróficas para abusar con precios abismales y con el
acaparamiento de productos. Esta es una sociedad inmoral que vive de las
desgracias sociales y los avatares del pueblo contra sí mismo ante el
desconcierto de aprovechar los conflictos para buscar sacar provecho de tales
circunstancias. Quien es el verdadero gobernante, el verdadero constructor del
amor social. ¿El político, el clérigo, el pastor, que sin ambages enseña a
conducir con la verdad, el que cumple sus compromisos, el que defiende y
pastorea con políticas de igualdad que trabaja en el espacio donde convive la
comunidad, el que busca al otro, al invisible, al prójimo conociendo sus
necesidades como lo exige los signos de los tiempos, compartiendo sus causas,
promoviendo el buen común y con la
naturaleza, pero no lo será aquel que vocifera discursos retóricos en festines,
en asambleas proféticas buscando aplausos al son de mentiras.
Nuestro cuerpo es un campo de
luchas entre el bien y el mal, entre la justicia y la injusticia, El
transcurrir de la vida genera obstáculos contra el mundo, y en esa contienda
nos acogemos al vitalismo desechando lo
viejo, lo caduco, enfrentando contiendas de cambio social donde el amor
humanista gravita para contener los antagonismos reaccionarios. La odisea trasciende hacia
ordenamientos de lo absurdo. Los discursos retóricos sin fuerza social ofenden,
disipan las esperanzas porque nos aleja del nosotros para ´poder asumir en
colectivo de ideales que otros nos quieren mutilar.
Es un clamor humano que la
libertad debe ser responsable, es la persona quien decide vivir bien o
no vivir. La vida tiene sentido en la verdad, en la voluntad, en el compromiso,
que no es otra cosa que hacer y actuar bien. El común humano nos enseña que la vida es todo lo que el ser humano
y sus instituciones tienen en común y no lo que cada uno quiere, que sería un
acto egoísta. Pueblo y Estado deben
ejecutar el bien vivir, basado en el amor social, la resistencia al mal, sin
dogmas ni credos ideológicos que procuran beneficios propios. Debemos llevar a la praxis con moral,
paradigmas de justicia. Es parte de la persona/del ciudadano buscar la
existencia de un gobierno probo y para ello debe saber elegir, saber que
debemos representarnos en la medida que la representación de terceros nunca se
ha dado, y eso es corrupción. La vida digital está llevando a la persona
a la soledad existencial, al vacío de espíritu.
Vivimos engañados por las
apariencias, por la desconfianza como si viviéramos en una sociedad distopica
construida bajo simientes arenosas, donde la solidez brilla por su ausencia.
Estamos en paz cuando convivimos con la paz de los otros, cuando hablamos el
lenguaje transparente de la política social y los jueces ejercen su justicia
diáfana al amparo de proferir sentencias sin impunidad. Las composturas
ideológicas están plagadas de enmiendas donde solo sobresale el interés
partidista cuyas visiones geopolíticas se apartan del espíritu solidario, al
unísono de oposiciones carentes de sentido donde puede más el odio, la
venganza, la vulnerabilidad, y la rivalidad social.
La persona se nutre de la unidad
social para alcanzar el bienestar, pero lo hace al margen de una fragilidad
bajo espectros de la nada social. La complejidad política y social cunde cuando
no aprendemos a vivirla en su contexto humano, ante los hechos donde el pueblo
se ve constreñido por insalvables afectaciones y agresiones ya sean humanas o
de la naturaleza. Quienes son responsables, se lavan las manos esgrimiendo
excusas cual pilatos lo hiciera ante Jesús en su injusto proceso. En otras
palabras, vivimos acuñando prejuicios por conveniencia sin pensar que estamos
ante una actuación de intolerancia. Somos dados a preconcebir juicios sin
corroborarlos y eso a la luz del respeto que nos debemos, es muy desgraciado.
El saber humano descansa en el
pináculo del ser social. Del pueblo que lucha buscando la armonía entre las
mismas conciencias de sus pares. Toda transformación deben ser impulsos
conscientes para afianzar el bien común que, por desaciertos avaros entrañan
barreras contra los que ambicionan la paz. La palabra y el lenguaje siempre nos
impactan, penetrando el interior del alma humana para dar vida a los más nobles
propósitos que discurren las complejidades políticas y sociales. El mayor
enemigo de la persona es el ego. Quienes se intoxican con el poder
recogen su propia miseria. El problema en la vida no es Dios, sino quienes le
siguen. Nuestros hermanos mayores son quienes más conocen a Dios y nos enseñan
su existencia porque están conectados con él, en el Edén de la naturaleza donde
la verdad existe dando vida plena al interior del vientre de la pacha mama.
Abroguemos por un Te Deum de
acción social que permita humanizarnos, dando acceso a la unidad, al desarrollo
y a la actividad permanente para rechazar los enfrentamientos y todo
divisionismo insensato que deteriora la armonía, apegándonos a proyectos de
justicia social y acciones morales, respetando la diversidad ideológica,
excluyendo todo prejuicio y toda contienda que está haciendo presencia en
nuestra sociedad con diatribas y llamamientos pugilistas y batidas a duelo
físicos y verbales en recintos donde solo debe predicarse la democracia y la
creación de las leyes de la paz social. Luchemos por el activismo del bien
común, respetando la producción, el comercio y el consumo. La compra y la venta
justa y la remuneración deben ser ajustada al orden legal. Donde toda
realización entre todos se ejerza sin abusos de precios y calidad, con amor
propio.
La historia de América Latina es
una historia de conflictos, para algunos de nuestros pueblos desde la colonia
se viven ideales de libertad, que al discurrir de los tiempos todo bandidaje y
terror no cesa- Y los estados colman con sus actos la barbarie que al decir de
un personaje que libero batallas de liberación llamado Biófilo Panclasta no
dudó en afirmar que el estado no es otra cosa que la violencia organizada. Y
también Eduardo Galeano preciso en su tiempo que… el problema de América latina es que la historia tiende a repetirse
como tragedia… Existir es recordar la historia.
La verdad social sube cual el
sueño de las escalinatas que precisan sobre la existencia con su lenguaje que imprime
acusaciones a la miseria humana dentro del contexto de una protesta social con
provocaciones retadoras. Hoy, Estados,
organismos sociales y políticos, fingen buscar soluciones a todo tipo de
conflictos, pero ese querer es un engaño al mundo con seducciones que van en la
línea contraria de combatir la rebeldía justa de los pueblos.
El mundo se globalizo y esto
atañe a imperios, gobiernos, sociedades y pueblos. De ello se desprende que los
gobiernos ante un pensar global de la historia, debe gobernar de igual manera,
ya que todos los hechos económicos, políticos, sociales, culturales, ecológicos
y de otros enfoques su naturaleza es universal y así se deben llevar a cabo las
soluciones. Ya no se debe pensar en gobiernos atávicos de cuatrienios,
quinquenios, etc., Se debe gobernar para el futuro. Los gobiernos del pasado
solo gobernaban para sus programas limitados y ello se demostró con sus
resultados. Nefastas actuaciones que postraron a los países en el ostracismo
más infernal. Un buen gobierno de visión social será aquel en el cual su
política de gestión permite ofrecer soluciones complejas, esto es, que se
tengan bases para generar conocimiento de país con dimensión universal y no
recurriendo a lo simple., con los saberes de los pueblos que quieren el
bienestar,
La historia nos ha enseñado
como los Estados han venido incurriendo en sendos equívocos, lo que nos lleva a
concluir que el Estado es una estructura en extinción, salvo radicales cambios
sometidos a análisis, a consensos y una socialización amplia. Un Estado debe
compartir el ejercicio solidario, la igualdad, cumpliendo el bien común constitucional
donde el amor social no sea una utopía, al unísono de la presencia de un
civismo integrador. Así mismo la corrupción no puede convertirse en el común
denominador salvo que haya una justicia que ponga freno. Se debe propiciar el
espíritu comunitario, mediante desafíos de gestión con una democracia que
cumpla sus postulados y la integración para cogobernar con los distintos
frentes sociales.
La ecuanimidad, la confianza y
dialogo con la comunidad necesita más permanencia. Ante los cambios que se
quieren hacer se necesita autoridad más firme, decisiones que generen
estabilidad para enfrentar las fuerzas opositoras que viven buscando errores
para crear mala imagen. Estas apreciaciones están captadas además de, por
aquellos radares que el sentir común divulga. No es posible que seamos
gobernados sin que recibamos del estado comunicación permanente sobre la
gestión pública, con rendición de cuentas, sobre los procesos de las distintas
reformas que se lleven a cabo. Es un imperativo del estado socializar la
gobernanza plena con quien es su mayor veedor, con quien debe compartir la
administración del estado. Con quien cogobierna, se discierne, se escucha, se
habla, se dialoga.
El saber humano se compenetra
con la realidad, la verdad, el amor social y en conciencia haciendo fuerzas que
inquieta la razón y la condición humana provocando la vitalidad del cambio. Con
un vitalismo los devenires de la historia motivan provocaciones, ideales
dispuestos a superar las condiciones de los pueblos que en medio de sus
necesidades sus anhelos son construir una nueva historia para la supervivencia.
Pensar la historia se convierte en esperanzas donde cada uno se atreve a
consolidar programas de solidaridad y de paz. La historia nos ha enseñado que
los Estados son el freno para convertir a la persona en un ser
domesticado donde las fuerzas capitalistas son cómplices de esta barbarie. Pero
también hay que decir que este mismo hombre hoy se hace génesis de la evolución
del hombre que se enfrenta a la libertad irracional y a dioses que lo oprimen.
Hay que advertir que aun ante
tantos infortunios y contradicciones. La persona no está vencida y no la
va a estar, por el contrario, se está levantando con su silencio rebelde
clamando paz. El espíritu de la persona surge ante cualquier vicisitud
dentro de las perspectivas de obtener lo que desea Haciendo eco de las
radicalidades que se plantea. La, perdida del rumbo hace de la persona
un ausente en las tragedias de su dimensión humana conduciéndolo hacia senderos
de la nada, al vacío que, por su dimensión en solitario y desinterés, le hace
perder la capacidad de asombro.
Ningún pueblo del mundo puede
permitir regímenes donde se impongan cambios bajo el manto de dictaduras,
totalitarismos, fascismos o algo por el estilo, donde se afecten derechos
adquiridos, se violen los derechos humanos o el bien común, por medio de
maltratos económicos o gravámenes, cuando se causen reformas o cambios
estructurales de tipo social o político.
Así mismo como se rechazan gobiernos de tendencias negativas para una
democracia social, también afirmamos que existen sociedades culpables para el
ejercicio de un desarrollo social, debido a su apatía, a su ferrosa y perversa
voluntad para el cambio y que distan de ser gestoras del bien común.
La costumbre del diario existir
es accionar como opositores, resaltando denuncias, juicios infundados,
contradiciendo hasta la nimiedad. Todo esto lleva un sello personal de ego,
poder, sobradez, mostrándonos como adalides de la justicia, sin embargo,
faltamos a la razón, al juicio justo pues la soberbia nos enceguece, el orgullo
nos atrofia, la arrogancia envilece, y todo está por encima de la sensatez y la
mesura, convirtiéndonos en carbones encendidos, que impiden pensar. Siendo
presas fáciles para enfilar en los ejércitos de la guerra sin sentido, para
hablar demasiado y eso nos lleva a determinar que el que mucho habla mucha
yerra.
Lo subrayado es nuestro