martes, 24 de enero de 2012

Benito Juárez: Historia y mito


“Benito Juárez: Historia y mito”

“Yo te saludo, Juárez,
Luchador por la libertad del mundo y la
Dignidad Humana”. Garibaldi.

“La democracia es el destino de la Humanidad futura,
La libertad su indestructible arma, la perfección posible,
El fin donde se dirige”.
Benito Juárez. Maestro de la verdad,
 la Democracia Plena y la Justicia Plena.
(Maestro, para Gabriela Mistral y
 José Martí Pérez, es el formador del Ser Humano integral).

            El 24 de octubre de 1847, hace más de un mes, la infantería de los Estados Unidos había entrado en México. El país estaba desangrado, desgarrado. El General sátrapa regente Antonio López de Santa Anna y Jefe del Ejército, había traicionado a la Patria Mexicana. El jurista Benito Juárez, elegido Gobernador del Estado de Oaxaca, con reflexiva serenidad, severo realismo y austera convicción, se dirigió a los diputados en la toma de posesión del mando: “Señores diputados, somos llamados a presenciar las angustias de la Patria, ella reclama nuestro socorro, hagamos los últimos esfuerzos, aún es tiempo que la salvemos. Si estuviere determinado que ella desapareciera, por uno de los decretos incomprensibles de la divina providencia, de la lista de naciones libres, luchemos de manera que al perecer bajo sus ruinas dejemos a la posteridad gratos recuerdos que honren nuestra memoria”. Los diputados impresionados guardaron silencio, no por las palabras de Benito Juárez, sino por la manera en que las expresó.

            La historia de la Patria Continente, Latinoamérica, está harta, hasta la coronilla de los políticos de vía estrecha, pragmáticos contemporizadores y militares cipayos, que juran defender la soberanía y el bienestar del Pueblo, pero siempre terminan vendiéndolo al mejor postor. A esta mengua hay que sumarle los historiadores oficiales, los académicos, los leguleyos, los periodistas, etc. al servicio de los dueños de la celestina universal, quienes patrocinados por el Colegio de México, pervulgaron “Juárez: Historia y mito”, saltándose la etapa del cuento: “Convertir la historia en cuento y el cuento en mito”. Aunque estos individuos no lo entiendan, “la historia, si es verdadera, la hacen los pueblos, con sus líderes consecuentes”. El maestro Benito Juárez hizo historia. Así lo reconoce la mayoría de su Pueblo, la opinión pública mundial y el paso de los años. Los “académicos investigadores e historiadores oficiales” seguirán denostándole para financiar su vidorria. Estos señores no terminan de entender “la reticencia que mostró el Gobierno Federal para celebrar el bicentenario del nacimiento de Benito Juárez”: Ignorancia u oportunismo.

            En México, un Ser Humano, un indígena zapoteca, que nació en la miseria, que había perdido a sus padres en la mas tierna infancia, sin educación ninguna, a quien parecían cerradas, todas las posibilidades de abrirse camino en la vida, con una energía sobrehumana, logró construir su destino, llegando a gobernar su amada patria, por 15 años y transformarse en una de las figuras históricas de la Patria Continente, Latinoamérica. Los retratos que se le hicieron por entonces, se le ve la fisonomía de indígena puro –indio es el aborigen de la India. Indígena es el aborigen de un Pueblo, según la Academia de la Lengua Española- pelo lacio, mirada inteligente, una cara impasible que le daba una fuerza moral extraordinaria. Era una persona menuda, que siempre vestía un traje negro y camisa blanca.

            En 1857, Benito Juárez, el brillante jurisconsulto, asume la presidencia de la república, como la figura más destacada de un período de la historia de México denominado “de la reforma revolucionaria”.

            El genial jurista Benito Juárez, junto con llevar a cabo los cambios de fondo en la estructura política económica, social y religiosa del país, había de enfrentar la oposición de la oligarquía conservadora aliada incondicional de la Iglesia católica. Súmese a esto, el desembarco de tropas extranjeras en Veracruz: española,  inglesa y francesa, reclamando el pago de algunas deudas. Pero, detrás de esto, había otros propósitos. El emperador Napoleón III de Francia, había visto la posibilidad de transformar a México en una especie de Estado asociado, tipo Puerto Rico. A esto, agréguese a lo anterior, que en el clima permanente de disturbios, motines y revueltas, se le presentó la ocasión al vecino del norte, Estados Unidos -siempre dispuesto a pescar a río revuelto-, de apoderarse de un enorme territorio mexicano, hoy llamado Texas.

            En el marco de la reforma revolucionaria de Benito Juárez, que se basan en el respeto de la soberanía y la vigencia de la ley, en el marco del Estado de Derecho, que garantiza la igualdad ante ella, para todos los ciudadanos, se termina con los fueros a los sacerdotes y militares. El Presidente Juárez, acentuará repetidas veces, “El poder espiritual sobre iguales en el espíritu. Este ideal corresponde al de un gran Estado en lo espiritual, que garantiza el futuro de México”.

            La reacción de la oligarquía Mexicana no se hizo esperar, chillaba: “Por amor a dios, este indio sucio nos está provocando. No respeta a la madre iglesia ni al ejército, como destruye la gloriosa obra del Virreinato, construida por las manos de nuestros antepasados”. ¿Cuándo acabará todo esto?

            En la reciente elección del Presidente Ignacio Comonfort, Octubre de 1857, se dirige a su Vicepresidente Benito Juárez, apesadumbrado ante las amenazas de la oligarquía conservadora vende patria. Benito Juárez, llama a la calma al Presidente. “El triunfo de la oligarquía mexicana es moralmente imposible. La función principal del ejército es defender la soberanía del país que reside en el Pueblo mexicano. El ejército debe ser fiel a la Constitución y no a la persona”.

            Así recuerda la historia a un Ser humano consecuente, el Presidente de México, el jurista Benito Juárez.

            El Presidente Comonfort, conservador, muy nervioso y excitado de sobremanera, se dirige a su Vicepresidente Benito Juárez: “No podemos luchar contra el Poder de la iglesia católica. ¿Cómo podré mirar a mi madre si destruimos la iglesia? Los mexicanos son muy católicos. Si es necesario que cambiemos de política, yo desearía que tu participaras y me acompañaras en las decisiones que voy a tomar”.

            Benito Juárez, con esa serenidad sobrenatural y respirando profundamente, le contestó al Presidente Comonfort: “La revolución, Ignacio, si es verdadera, y no un Golpe de Estado, perpetrado por aventureros traidores, ambiciosos, no se negocia ni se cambia por nada. Será lo que deba ser. Renunciar sería un error grave. Te aclaro que es posible que la mayoría del Pueblo mexicano sea católico. Te deseo muy buen éxito y muchas felicidades en el camino que vas a seguir, pero yo no te acompañaré en esta aventura”. Insiste el Presidente Comonfort: “Benito, piénsalo, debemos estar juntos”. El Vicepresidente Juárez, apesadumbrado, apenado, se despide de su amigo con un “ya lo he pensado, el político confía en los acontecimientos y escoge el camino entre ellos. El conspirador trata de quebrantarlos. Adiós Ignacio”.

            El 17 de diciembre de 1857, los militares golpistas se apoderan de México, encabezados por el General Félix Zuloaga. Al entrar Benito Juárez al palacio, para cumplir sus funciones de Vicepresidente, fue arrestado y encerrado en una pequeña habitación con dos centinelas. Benito Juárez sacó de su bolsillo su cuaderno de notas, que usaba a diario y escribió: “día 17 de diciembre, aprehendido en palacio”.

            Los conspiradores le entregaron para su firma, al Presidente Ignacio Comonfort, la maquinación maquiavélica, que llamaron Tacubaya: “Artículo 1: desde esta fecha cesará de regir en la República la Constitución de 1857. Artículo 2: acatando el voto del Pueblo Mexicano, el Señor Presidente don Ignacio Comonfort, continuará encargado del mando supremo, con facultades omnímodas, para pacificar la nación. Artículo 3: a los tres meses de adoptado este plan por los Estados en que se haya dividida la República, el encargado del Poder Ejecutivo, convocará a un Congreso extraordinario, sin más objeto que el de formar una Constitución que sea conforme con la voluntad nacional”.

            Antes de firmar el Presidente de facto Comonfort, pregunta a los militares traidores conspiradores ¿Ustedes hablaron con Benito? Sí, responden, pero él no quiso.

             El presidente Comonfort concluye “con mi firma acabo de cambiar mis títulos legales de Presidente, otorgado por el Pueblo Mexicano, por los de un miserable regente conspirador” ¿Cómo se ha repetido esta tragedia en los Pueblos Latinoamericanos a través de su historia? Por unas monedas más los militares han derrocado gobiernos democráticos y han asesinado a los hijos del Pueblo que juraron defender.

            En la hora de la Patria Continente, Latinoamérica, por lo tanto, la hora del querido Pueblo Mexicano, éste deberá asumir la responsabilidad por su destino, la primera medida que debe tomar será enviar a Miami a la oligarquía empresarial, agrícola y citadina, junto a su testaferra clase política y darse una nueva Constitución, sancionada soberanamente por el Pueblo, siguiendo los sabios consejos heredados del maestro Benito Juárez.

            Después de su  liberación, así se dirigía Benito Juárez a su querido Pueblo: “Levántate Pueblo mexicano. Un sólo esfuerzo y la antigua lucha entre la luz y las tinieblas, se decide a favor nuestro. Levántate y la explotación infame de los muchos para beneficio de unos cuantos (un 1%), quedará destruida. Levántate y la libertad plena y su condición indispensable, la Justicia Plena, el orden, se volverán entre nosotros una verdad tan fecunda como lo ha sido en todos los pueblos que marchan en su senda y la persona se volverá el querido hermano de la persona y en la naturaleza bruta continuarán las creaciones de la cultura y los Pueblos de toda la tierra envidiarán, en vez de compadecer despreciativamente nuestra suerte”.

            En los momentos de crisis económica que vive la República Mexicana, los políticos opinólogos pragmáticos contemporizadores, siempre dispuestos a subirse al carro de los ganadores, le aconsejaban a Benito Juárez “hay que establecer la más severa economía, reducir el número excesivo de funcionarios públicos, bajar los sueldos, subir los impuestos, etc.”. Benito Juárez reflexionaba “Pobres hombres, hablan de cosas que no están a su alcance. Piensan que pueden cambiar la vida económica del país sin tocar su sistema político: son ingenuos o malvados. Así hababa y actuaba un Ser Humano consecuente y ejemplar, un jurista inspirado en el amor por la Libertad y la Justicia Plena, Benito Juárez.

            Los conservadores, los ricos, exigían no tocar los bienes de la iglesia católica. “Entre nosotros, la iglesia está por encima de la cosa pública, es y tiene que ser el vínculo espiritual más importante de la sociedad. Ella responde únicamente ante Dios”. Benito Juárez, les contestó: “Mi primer decreto, al hacerme cargo del Ministerio de Justicia, 5 años atrás, fue el de la abolición de los privilegios de la iglesia católica y del ejército. Los siglos de privilegios pervirtieron tanto a nuestros religiosos, como a los militares, al extremo que estos se sintieran inalcanzables para ninguna ley. Esta gente decidía la forma de gobierno y determinaba el sistema económico. La iglesia católica y el ejército se transforman en un monstruo que arrasan con todo, con las almas de los ciudadanos, sus bienes y la tranquilidad social. Sobre los crímenes cometidos, los daños materiales al Estado, jamás han respondido”…

            El 20 de octubre de 1860 Benito Juárez puntualizaba “a un gobierno que tiene la obligación de dar el más cumplido ejemplo de moralidad, que debe en todo caso obedecer y hace que se obedezcan las leyes, no le toca más que juzgar conforme a estas a todo el que delinque, sea quien fuere. Así es que, sin embargo, de los servicios prestados por un funcionario, aunque sea una de las personas en quien el Estado tenía depositada su confianza y aún le había conferido gran parte de sus amplias facultades, hoy esa persona, por acción u omisión, se ha separado de la senda marcada por el espíritu de la actual revolución, y ha querido nulificar una ley, se le llama para que se le juzgue como es debido”.

            El 11 de enero de 1861, el Presidente de la República Mexicana, don Benito Juárez, vestido con un severo traje negro e impecable camisa blanca, entra en la capital. Tres años antes había salido a pie, de noche, vestido con ropas de campesino. Ahora, regresaba como vencedor, Benito Juárez miraba al gentío que alborotado en las aceras. A los soldados que le observaban extasiados a aquel, a quien estuvieron combatiendo durante tres años. Muchos de ellos veían por primera vez a este maravilloso Ser Humano, del que sabían: que mientras estaba en Veracruz y les emplazaba a no hay que rendirse, preparaba y dictaba nuevas sabias leyes, que ponían fin al diezmo, los fueros a sacerdotes y militares y proporcionaban tierra a todos los pobres, Juárez, arengaba a su Pueblo, “hay que luchar –evidentemente luchar es vivir, Dr. W. Goethe-, porque entonces la vida cambiará. La vida será maravillosa, en un México para todos y no sólo para la plutocracia y su testaferra y corrupta clase política”. ¡Viva Juárez! Gritaba el Pueblo emocionado, ¡Viva nuestro indígena chiquito! Que conoce nuestras almas y nuestras desgracias, ¡Viva Juárez!

            Mientras tanto, los generales traidores corruptos y vende patria, encabezados por el General Santa Anna, el Presidente Comonfort y la testaferra clase política, cobardemente huían hacia la costa oriental y Veracruz para abandonar México.

            En Julio de 1872, don Benito Juárez fallecía físicamente de un ataque cardíaco. Así se cierran los ojos, como la parábola maravillosa de una vida extraordinaria de este Ser Humano, que no se contentó con ser uno de los más grandes juristas en la historia de los Pueblos de la Patria Continente, Latinoamérica, sino que se convirtió en un faro moral para los hijos de su Pueblo y de todos los Pueblos del continente americano, de todos los tiempos. Lo afirmó el maestro del gran Libertador Simón Bolívar Palacios y Blanco, Simón Rodríguez, “no se nace cuando se empieza a ver la luz, sino cuando se empieza a alumbrar por sí mismo”.

            Muerto físicamente Juárez, Porfirio Díaz a quien el maestro Juárez,  había derrotado en las elecciones presidenciales, se convertirá en un  dictador corrupto, asesino, cruel, durante 30 años, hasta que en medio de la sangre y el fuego de una gran revolución, el México de Juárez se impondrá frente al México de Díaz.

            Como colofón a este ensayo, con parafrases y citas de la lucha del gran maestro jurisconsulto Benito Juárez, permítame el querido y solidario Pueblo mexicano, sólo un par de reflexiones finales: Vivimos una época del menosprecio a la vida, en el marco de ella no hay cosa que deteste más que a los políticos corruptos y oportunistas con minúscula, pragmáticos contemporizadores de la cháchara eterna, especialistas en todo tipo de enjuagues, componendas y chanchullos, incapaces por su cobardía congénita de exigir el fin de las espantosas inútiles matanzas que lleva a cabo el imperialismo yankee globalizado en México, con la violencia del terror de los narcotraficantes y traficantes de armas, para sumar un Estado más a su filibustera oriflama. Total  dios lo quiere así. Dios in made in Usa.

            El espíritu del Maestro Benito Juárez, no tiene descanso al ver como se martiriza, destruye, enajena y asesina a su Pueblo con el narcotráfico y el tráfico de armas que controlan las multinacionales, el Pentágono y la DEA, desde el paraíso “del sueño americano y su american way of life”.

            Para los ricos sibaritas Yankees la guerra es el estado original y natural del individuo. Como animal irracional sobrevive asesinando. Teme y odia a quienes no son sus incondicionales, a su orweliano proyecto globalizado capitalista, o globalización del capital. La vida es, pues, la guerra.

            Los medios mediáticos de incomunicación globalizados, manejados por el sionismo judío, machacan diariamente con el narcotráfico, las fosas comunes de víctimas inocentes, pero nadie se pregunta: ¿Cómo ingresan las armas de USA a México? Y ¿Cómo ingresa la mayor cantidad de drogas a USA? ¿Por qué los regímenes de USA y de México no ponen fin al narcotráfico y al tráfico de armas? Por que la vigencia del patético y orweliano sistema capitalista salvaje, depende de las drogas y de las guerras.

            ¿Dónde están los hijos de Cuauhtemoc, de Benito Juárez, del General Emiliano Zapata, del General Francisco Villa, para detener el martirio del Pueblo mexicano, en esta noche negra que le impone el imperialismo yankee?

            Matamos al cerrar los ojos, ante la miseria, la mortandad de niños por el hambre, por las guerras, del imperio, para apoderarse de las materias primas de los países subdesarrollados, matamos cuando por comodidad, consentimos con indiferencia las matanzas del sionismo judío en Palestina y del imperialismo yankee en Irak, Afganistán, Egipto, Libia, Túnez, etc. Todo no reconocimiento de la vida, toda indiferencia no es mas que matar. Por consiguiente, no sólo podemos matar el presente, sino también el futuro. “Cuando muere una persona, muere una parte de todos los ciudadanos conscientes, por lo tanto, no preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti”. Es nuestro deber como personas conscientes el dar en nuestra vida, única y personal, un paso más en el camino del animal irracional al Ser Humano integral. En tiempos infames como es el actual, en que reina la mentira, decir la verdad es un acto revolucionario. Quien haya estudiado y haya entendido el legado del Maestro Benito Juárez tiene que concluir conmigo que la militancia cívica tiene sus exigencias, no se puede actuar a medias. Es preciso darse por entero, consagrarse sin reserva, algo así como una reviviscencia de la alternativa Hamletiana: ser o no ser.

            Recuerdo una frase del genio universal Dr. W. Goethe: “sólo son dignos de la vida y de la libertad plena lo que cada día saben ganarlas, luz más luz”.


Con esperanza y memoria,


Prof. Dr. Hugo Moreno Peralta
Secretario Ejecutivo ADDHEE/ONG