Conferencia
del Dr. Salvador Allende Gossens, Presidente de Chile en la Gran Logia de
Colombia.
Prolegómenos
Ante la
complejidad de los problemas políticos, económicos y sociales a vencer en el
mal llamado período de “crisis” – una anomalía semántica-, a nivel nacional e
internacional, que se echan unos a otros los políticos, que no están a la
altura de las circunstancias y obligaciones, parafraseando al maestro
libertador José Martí Pérez, de la Patria Continente América Latina
y el Caribe, les decimos, a los trabajadores, a los jóvenes y a las personas
conscientes “la libertad es el derecho
que toda persona, ser humano, tiene a ser honrado, a pensar por sí mismo y
hablar sin hipocresía. Una persona que obedece a un mal gobierno sin luchar
para cambiarlo, no es una persona honrada, honesta, etc. El niño, el joven que
no piensa en lo que sucede a su alrededor y se contenta con sobrevivir sin
saber si vive honradamente, es como un individuo, que vive del trabajo de un
bribón y está en camino de ser bribón…”
A los trabajadores, a la juventud, a nuestros asociados,
le hacemos llegar adjunto la clase magistral de un ser humano leal, honesto,
digno y consecuente que hizo historia, el Presidente de Chile Dr. Salvador
Allende Gossens, dada en la Gran Logia de Colombia, mirífica,
didáctica, orientadora y muy vigente que nos precisa que “el pasado no está
olvidado, muerto, ni siquiera ha pasado”. “En tiempos infames como el actual en
que reina la mentira, la corrupción y la impunidad, decir la verdad es un acto
revolucionario…” “Rompan el aislamiento, vuelvan a sentir la satisfacción de un
acto de dignidad, de libertad, divulguen este testimonio histórico de un
luchador social, que amó su vida y su
patria por sobre todas las cosas”
“…LAS PERSONAS SIN IDEAS ARRAIGADAS Y SIN PRINCIPIOS, SON
COMO LAS EMBARCACIONES, QUE PERDIDO EL TIMÓN, ENCALLAN EN LOS ARRECIFES”
Plan: pronunciada por el Q :. H:. Salvador Allende,
presidente de Chile, durante la Ten:. del Gran Ori :. de la Gran Log:. de
Colombia, con sede en Santafé de Bogotá, el día 28 de agosto de 1971.
Conferencia del Dr. Salvador Allende Gossens, Presidente de Chile en la
Gran Logia de Colombia, Bogotá 28/8/1971
Serenísimo Gran Maes
:. de la Gran Log
:. de
Colombia, QQ:HH:. Integrantes del Sup
:. Con
:. Altos
Dig
:. de la Orden, QQ:.HH:. todos:
Pienso, mirando hacia el comienzo de mi vida, y aún
joven, que no recibí con facilidad el derecho de ser miembro de la Gran
Logia de Chile, porque había sido un estudiante rebelde. Y si golpeé las
puertas de la Resp:. Log:. Progreso # 4 de Valparaíso,
lo hice con la profunda convicción y teniendo el acervo de los principios
masónicos inculcados en mi hogar y en el hogar de mi padre.
El Q:.H:. Ramón Allende Padin, fue Serenísimo
Gran Maestro de la Gran Logia de Chile y fundador de la Logia cuyas puertas se
abrieron para mí en Valparaíso, siendo la segunda Logia en el país. Tenía plena
conciencia de que la Orden no es ni una secta, ni es un partido. Que al
desbastar el hombre la piedra bruta, se preparará para actuar en el mundo
profano y es obligación de los masones actuar en él sobre las bases de los
principios permanentes de la masonería. Por eso no diré para agradecer, porque
me parece que ese es un término impropio entre HH:., sino para testimoniar el
contenido generoso de las palabras del Soberano Gran Comendador y del
Serenísimo Gran Maestro para un hermano que tengo que recordar también la noche
de mi Iniciación, cuando oí por vez primera, en el ritual, que los hombres sin principios y sin ideas arraigadas, son como las
embarcaciones que roto su timón, se estrellan contra los arrecifes. También
supe que en nuestra Orden no había ni jerarquías sociales ni fortunas. Por eso
desde el primer instante se fortaleció mi convicción de que los principios de
la Orden, proyectados al mundo profano, podían y debían significar una
contribución al gran proceso renovador y bullente, que buscan los pueblos en
todo el orbe y, sobre todo, los pueblos de este Continente Americano cuya
dependencia política y económica acentúa la tragedia dolorosa de los países en
vía de desarrollo.
Por eso, teniendo la seguridad de que la tolerancia es
una de las virtudes más profundas y sólidas, a lo largo de mi vida masónica,
que alcanza ya a los 33 años, planteé en las planchas masónicas en las diversas
Logias de mi patria la seguridad, cierta para mí, de que podía coexistir dentro
de los Templos con mis HH:. , a pesar de que para muchos era difícil imaginar
que lo pudiera hacer una persona que en la vida profana públicamente dice que
es marxista. Este hecho, comprendido dentro de las logias, fue muchas veces
incomprendido en mi propio partido. Más de una vez en los congresos del partido
que fundara nada menos que un Ex Serenísimo Gran Maestro de la Orden Masónica
de Chile, Eugenio Matte Hurtado, se planteó la incompatibilidad
entre ser masón y ser socialista. Es más dura la intolerancia en los partidos
políticos. Yo sostuve mi derecho a ser masón y ser socialista. Manifesté
públicamente en esos Congresos, que si se planteaba esa incompatibilidad,
dejaría de ser militante del partido socialista, aunque jamás dejaría de ser
socialista en cuanto a ideas y principios; de la misma manera, sostuve
que el día que en la Orden se planteara, cosa que no me podía imaginar, la
incompatibilidad entre mi ideario y mi doctrina Marxista y ser masón, dejaría
los Talleres, convencido de que la tolerancia no era una virtud practicada. He
podido sortear esta realidad y creo que tan solo puedo ofrecer a los HH:. de la
Gran Logia de Colombia una vida leal a los principios de la Orden, dentro de la
Orden, y en el Mundo Profano.
Durante muchos años, desde estudiante, que supe de la
cárcel y de la exclusión de la Universidad y de la relegación, hasta hoy, he
sido consecuente con mis convicciones. Mis batallas en un mundo político
convulsionado, pero en un país que políticamente ha alcanzado altos niveles, a
veces sin ninguna posibilidad y seguro de ello, de llegar al solio de los
presidentes de Chile.
Me interesaba abrir un surco, sembrar una semilla,
regarla con el ejemplo de una vida esforzada para que algún día diera su fruto
esta siembra, no para mí, sino para mi pueblo, para el de mi patria, que
necesita una existencia distinta. Chile, si bien es cierto que es un país que
políticamente ha alcanzado -como lo dijera hace un instante- niveles más altos
en el desarrollo político que otros países de este Continente Americano; si
bien es cierto que Chile, es un país donde la democracia burguesa capitalista ha
permitido el desarrollo de todas las ideas; si bien es cierto -repito- que esto
es así, ello se ha alcanzado por la lucha de los sectores populares, a fin de
que se respete el derecho del ciudadano y las conquistas alcanzadas por el
pueblo y que han sido logradas en heroicas batallas por la dignidad, por el pan
y por el trabajo. Si bien es cierto que Chile ha logrado en lo político ser un
país independiente, desde el punto de vista económico no lo es; y nosotros
pensamos que es fundamental alcanzar esa independencia económica para que sea
nuestro país auténticamente libre en lo político. Y pensamos que es fundamental
que ello se logre, como pueblo, nación o país; así como es fundamental que el
ciudadano de mi tierra pierda el temor a la vida, rompa con la sumisión, tenga
derecho al trabajo, a la educación, a la cultura, a la vivienda, a la salud y a
la recreación.
Pensamos que el ser humano de Chile tiene que vivir el
contenido de palabras tan significativas y que constituyen la tríada de los
fundamentos masónicos: FRATERNIDAD, IGUALDAD Y LIBERTAD. Hemos sostenido que no
puede haber igualdad cuando unos pocos lo tienen todo y tantos no tiene nada.
Pensamos que no puede haber fraternidad cuando la explotación del hombre por el
hombre es la característica de un régimen o de un sistema. Porque la libertad abstracta debe dar paso a la Libertad Plena. Por
eso hemos luchado. Sabemos que es dura la tarea y tenemos conciencia de que
cada país tiene su propia realidad, su propia modalidad, su propia historia, su
propia idiosincrasia. Y respetamos por cierto las características que dan
perfil propio a cada nación del mundo y con mayor razón a las de este
Continente americano. Pero sabemos también, y a la plenitud de conciencia, que
estas naciones emergieron rompiendo el correaje por el esfuerzo solitario de
Seres humanos que nacieron en distintas tierras, que tenían banderas
diferentes, pero que se unieron bajo la misma bandera ideal, para hacer posible
una América independiente y unida. La historia nos enseña que
unas pocas Logias irregulares, como las Lautarianas, fueron la semilla y la
simiente de las luchas emancipadoras, y aquí, en la Gran Logia de Colombia,
puedo recordar con profunda satisfacción que Bolívar escribió
a O´Higgins directamente desde Sucre, y que su palabra
encontró eco en el Padre de la Patria Nuestra, que “entregara la lección de
tenacidad” cuando supo de las derrotas, pero supo también de la entereza para
resarcirse de ellas; y en tierra hermana argentina buscara junto a San
Martín, la posibilidad de la batalla decisiva que liberara a Chile; y tuvo
la visión en el Cono Sur de la América que tuvo Bolívar en su ansia justa, para
el resto del Continente Americano. Por eso, un día 20 de Agosto, desde la Rada
de Valparaíso despidió con estas palabras a los barcos de la expedición
libertadora del Perú: “De
estas cuatro tablas depende el porvenir de América”. Fueron soldados de
Chile y Argentina los que contribuyeron a la liberación del
Perú. Por eso, con modestia en la dimensión de la realidad, y sabiendo que en
el mundo contemporáneo, más que la persona, son los pueblos los que deben ser y
son los actores fundamentales de la historia, busqué la posibilidad de hacer
que este pueblo, el de Chile, tomara conciencia de su propia fuerza y supiera
encontrar su propio camino. No ha habido, por lo tanto, más que un aporte en lo
personal. Han sido las grandes mayorías populares chilenas, las mayorías
nacionales, integradas por campesinos y obreros, por estudiantes, empleados,
técnicos, profesionales, intelectuales y artistas; han sido ateos y creyentes,
masones y cristianos, laicos; han sido personas con definición política en
partidos centenarios, como el radical, o sin domicilio político, los que
convergieron en un programa que levantó la voluntad combatiente del Pueblo
Chileno, para enfrentar al reformismo de la democracia cristiana y
a la candidatura que representaba lo tradicional del capitalismo del
señor Jorge Alessandri. Chile, por lo tanto, vivió la etapa
prolongada y no estéril de los gobiernos típicamente capitalistas. Digo no
estéril, porque he sostenido que nuestro país ha sido o es uno de aquellos en
que la democracia burguesa ha funcionado propiamente como tal.
Las Instituciones chilenas tienen una firmeza más que
centenaria; y este año el congreso de mi patria, del cual formé parte
durante 27 años, dos años como Diputado y 25 como Senador, va a cumplir 160
años, casi en ininterrumpida labor. Yo diría de ininterrumpida labor. Por
eso no renegamos de lo que antes se hizo, pero comprendemos que el camino de ayer
no puede ser el mismo camino de mañana. Por eso en el proceso político al viejo
sistema sucedió la brillante esperanza, sembrada demagógicamente, de una
revolución y libertad caracterizadas por el reformismo de la democracia
cristiana. Tampoco niego que ese gobierno, al cual sucede el gobierno del
pueblo, no hiciera avances en el campo económico, social y político; pero
siempre están en pié los grandes déficit que caracteriza la existencia de
pueblos como los nuestros: vivienda, trabajo, salud, educación y cultura. No
hay ningún país en vía de desarrollo que haya logrado solucionar cualquiera
estos rubros esenciales y menos en este Continente Americano donde un vasto
sector humano ha sido negado y desconocido; sean los descendientes de Atahualpa o
los hijos de Lautaro en mi Patria del heroico Pueblo
mapuche, el indígena, el mestizo; han sido y, lamentablemente, a pesar de
que dieron la simiente de nuestra raza, preteridos, postergados y aún negados
en muchos países. Por eso nuestro combate y nuestra decisión tenían que ser no
un cambio político, no el traspaso del gobierno de un hombre a otro, sino la
entrega de un régimen a un pueblo que quiere la transformación profunda en lo
económico, en lo político y en lo social. Para abrir el camino dentro de su
legítimo derecho al socialismo, Chile -he dicho, Serenísimo Gran Maestro- tiene
su propia historia, como la tienen los otros pueblos con sus propias
características. Y Colombia sella como Chile su vocación
democrática y libertaria. Pero nosotros vivimos en 1938 una etapa distinta a
todos los pueblos de este Continente Americano y a la mayoría de los pueblos
de Europa y de otros Continentes. Chile fue uno de los tres
países del mundo en que hubo un “Frente Popular”. Y un ser humano masón y
radical, Pedro Aguirre Cerda, alcanzaba el poder político por las
fases políticas del entendimiento entre el partido radical, más que centenario,
y los partidos marxista, comunista, socialista y el partido democrático. En mi
Patria, y más allá de mi Patria, se combatió la posibilidad de la victoria
del Frente Popular. Se echaron a vuelo las campanas del terror y
del pánico. Se habló de los ” tontos útiles” para decir que los comunistas y
los socialistas se aprovecharían de los radicales para instaurar una dictadura.
Y Aguirre Cerda, radical liberal, se engrandeció en el ejercicio del poder
porque vitalizó el contacto con el pueblo y su lealtad hacia él. Y cuando un
día aciago, soldados que no respetaron el compromiso contraído con su
conciencia y con la Constitución política, se levantaron con el pretexto fútil
de que un trapo rojo ondeaba en La Moneda de Chile, porque un
pabellón partidario se había apoyado en su muralla, fue el pueblo el que rodeó
los cuarteles.
Fue el pueblo sin armas el que los obligó a rendirse, sin
que sus heroicos soldados dispararan un solo tiro frente a una multitud
dispuesta a defender a un radical masón, pero maestro y estadista. Por eso en
la raíz del proceso de la evolución política chilena, hay antecedentes que no
tienen otros paralelos, y por eso se hace difícil entender lo que hoy acontece
en mi Patria; y por eso es raro que hoy se tema la presencia de un masón o de
un marxista/socialista en el gobierno de Chile. La verdad es, Serenísimo Gran
Maestro, que nadie en mi Patria, ni más allá de las fronteras, puede llamarse a
engaño. Durante más de un año dimos a conocer el programa de la Unidad
Popular -repito- integrada por laicos, marxistas y cristianos, por
hombres de la pluma, del arado y del riel. Nadie que lo quiso, dejó de conocer
por qué luchábamos y para qué luchábamos. Siempre
sostuve que era difícil ganar en las elecciones, que era más difícil asumir el
gobierno, que aún era más difícil construir el socialismo. Siempre expresé
que esa era tarea que no la podía hacer una persona o un grupo de
partidos, sino un pueblo organizado, disciplinado, consciente,
responsable de su gran tarea histórica, y los hechos han comprobado lo que yo
sostuviera. Fuimos tan combatidos como en el año 38. Y yo, que he sido
varias veces candidato, tengo la experiencia de hasta qué métodos se recurre
para impedir el avance de los pueblos. Una impresionante cruzada se gestó en el
69 para diseminar el pánico de la persecución religiosa, el temor de que fueran
eliminadas las fuerzas armadas de Chile, de que fuese suprimido el Cuerpo
de Carabineros; argumentos sencillos, pero capaces con su maldad
encubierta, de ser asimilados para negarnos los votos que necesitábamos.
Siempre sostuve que cada país, de acuerdo con su propia realidad, debía buscar
el camino. Por lo tanto, agregué que, desde el punto de vista teórico,
para mí por lo menos, el foco guerrillero, la insurgencia armada, el pueblo en
armas o las elecciones, eran caminos que podrían elegir los pueblos dentro de
su propia realidad. Yo no tengo ambages en decirlo.
Hay países en que nadie se puede imaginar que puede haber
elecciones porque no hay congreso, ni partidos ni organizaciones sindicales.
Por eso pisamos ese sendero dentro de las leyes de la democracia burguesa
capitalista, comprometidos a respetarlas, pero al mismo tiempo a
transformarlas, para hacer posible que el ciudadano de Chile tenga una
existencia distinta y que Chile sea auténticamente una Patria para todos los
chilenos. Hemos planteado una revolución auténticamente chilena, hecha
por chilenos, para Chile. No exportamos la revolución chilena, por razones muy
sencillas: porque algo sabemos de las características de cada país. Para
exportar democracia y libertad tiene que haber algunas condiciones que no
tienen la inmensa mayoría de los pueblos latinoamericanos. Por eso es que entre
Hermanos, en la Gran Logia de Colombia, pueden darse cuenta ahora de la
sinceridad de nuestra postura de no intervención. Es la entrega franca del
planteamiento de un Hermano, frente a Hermanos. La batalla nuestra es muy dura
y muy difícil porque, indiscutiblemente, para elevar las condiciones de vida de
nuestro pueblo, necesitamos hacer las grandes transformaciones revolucionarias
que hieren intereses: intereses foráneos, el capital extranjero, intereses
imperialistas, intereses nacionales de los monopolios y de la alta banca.
Estamos convencidos de que no podremos derrotar el retraso y la ignorancia, y
la miseria, moral y fisiológica, si no utilizamos los excedentes que produce
nuestra propia economía para sembrarlos en escuelas, universidades, hospitales,
caminos, haciendas trabajadas con técnica moderna, para hacer posible -repito-
el rendimiento en nuestra propia patria, de lo que legítimamente nos pertenece.
Solo puedo ilustrar, para que se entienda nuestra posición, el caso de
Chile, con el cobre, por ejemplo: riqueza fundamental,
pilar de nuestra economía, representa el 82% del presupuesto de divisas del
país, y nos da el 24% del ingreso fiscal, Serenísimo Gran Maestro. Y
esto ha estado manejado por manos que no son chilenas. La inversión
inicial de las compañías estadounidenses del cobre no superó hace 50 años los
13 millones de dólares; y a lo largo de estos años han salido de Chile 3.200
millones de dólares para ir a fortalecer a los grandes imperios industriales.
En estas condiciones, ¿cómo podemos
progresar? ¿Cómo un pueblo que tiene las más grandes reservas de cobre del
mundo y la más grande mina del mundo que es Chuquicamata, no puede controlar ni los precios, ni los niveles de
producción, ni los mercados, cuando la variación en un centavo en el precio de
la libra de cobre representa un mayor y nuevo ingreso para Chile de 12 millones
de dólares? ¿Cómo es posible, que ese que yo he llamado con razón el sueldo de
Chile, sea manejado por manos que no son chilenas? Yo declaro que en esta
actitud nuestra de rescate de nuestras riquezas fundamentales no hay, QQ:.
HH:., una actitud ni discriminatoria ni contraria a los pueblos.
Respetamos a los Estados Unidos como
nación; sabemos su historia y comprendemos perfectamente bien la frase de Lincoln cuando
dijo: “Esta nación -refiriéndose a su patria- es mitad esclava y mitad libre”.
Esa misma palabra, esa misma frase, puede aplicarse a nuestros pueblos
aparentemente libres pero esclavos en la realidad moderna. Por eso hemos
luchado y por eso somos combatidos. He puesto el ejemplo del cobre y podría
hablar del hierro, del acero, del carbón y del salitre, y podría hablar de la
tierra. En un país que puede alimentar a 20 millones de habitantes o más, se
tiene que importar todos los años carne, trigo, grasa, mantequilla y aceite,
por un valor superior a los 180 ó 200 millones de dólares. Si continuara el
proceso de aumento vegetativo de la población a razón del 2,9% al año, y no
aumentara la producción agrícola, en el año 2000 Chile tendría que importar mil
millones de dólares en alimentos. Y todo el comercio exterior de Chile en este
instante, Serenísimo Gran Maestro, son 1.200 millones de dólares, de los cuales
el cobre representa 1.030 millones. En estas condiciones tampoco podría estar
ausente de la mente nuestra, la
necesidad de una profunda reforma agraria, que es parte del proceso de
desarrollo económico de un país, y que no es sólo el cambio de propiedad de la
tierra sino la elevación del nivel intelectual y moral del trabajador de la
tierra. Nosotros hemos hecho nuestra la frase de Tupac-Amaru,
el cacique Inca del Perú, cuando dijo a sus hermanos de raza: “El patrón no
comerá más de tu hambre”. Hemos querido efectivamente que el trabajador de la
tierra sea el que tenga derecho también a comer lo que la tierra produce. Y yo,
que soy médico, y que he sido cinco años Presidente del Colegio Médico
de Chile, siendo combatiente senador socialista, que sé lo que es la vida
gremial, y que puedo decir con satisfacción a mis hermanos que los médicos de
mi Patria me respetaron y me respetan, puedo señalar con dolor chileno, lo que
seguramente también pasa en otros pueblos: 600.000 niños de mi patria,
Serenísimo Gran Maestro, que han alcanzado el nivel político que he mostrado
aquí, son retrasados mentales, porque no recibieron proteínas en los primeros
seis meses de su existencia. Frente a estas realidades no cabe el
conformismo. Frente a este panorama cabe la explicación en el mundo profano de
los principios que a mí me enseñaron y aprendí en la Orden. Por eso he
combatido, y por eso, no en lo personal, sino en función de vocero de un
pueblo, soy Presidente de mi Patria, para cumplir sin vacilaciones el programa
que levantara frente al pueblo; porque
tengo un compromiso ante mi conciencia, y es un compromiso de un masón frente a
la conciencia de un masón, y tengo un compromiso con la historia y tengo un
compromiso con mi Patria. Esto va a significar represalias. Herir intereses es
duro, y que esos intereses se defienden, lo sabemos y ya lo estamos viendo.
Pero, ¿hasta dónde los pueblos de este
Continente Americano van a aceptar que seamos manejados por control remoto? Durante
20 años se ha hablado del Fondo Monetario Internacional, de la
convertibilidad de la moneda en oro. Y de la noche a la mañana, cuando le
interesa al país hegemónico estadounidense, se cambian las reglas del juego y
se golpean nuestras débiles economías. Durante 15 ó 20 años hemos visto que a
las Naciones Unidas no puede ingresar la República
Popular China, país de 900 millones de habitantes. Pero cuando conviene al
problema interno de un país, en vísperas de elecciones, se puede decir que se
reconocerá a China y puede viajar el Presidente de los Estados Unidos a
conversar con Mao Tse Tung. Pero nosotros no podemos hacerlo antes. ¿Hasta cuándo no vamos a ver nosotros que
tenemos derecho a trazar nuestro propio camino, a recorrer nuestro propio
sendero, a tomar las banderas libertarias de los próceres de este Continente
americano para convertirlas en realidad, porque esa es la tarea que nos
entregaron? Si eso es ser revolucionario, yo lo soy, pero si eso es ser
masón, también sostengo que lo soy.
Por eso puedo decirles también a los QQ:. HH:. de la Gran
Logia de Colombia: en mi patria no hay un hombre encarcelado ni una mujer
encarcelada por motivos políticos; en mi patria se respetan todos los derechos.
Y esta noche he tenido el agrado de llegar a este Templo acompañado del
Embajador de Chile en Colombia, Q:.H:. Hernán Gutiérrez. Viene
también con nosotros el Director General de Carabineros, General José
María Sepúlveda que es también un Hermano nuestro, y él sabe
perfectamente bien, como lo sabe el Q:. H:. Gutiérrez, que es cierto lo que
estoy diciendo. Y si hubiere todavía que buscar un testimonio, aquí está
presente un H:. que vio aquí la luz masónica, porque es colombiano, que es
embajador de Colombia en Chile, que no ha olvidado que es masón y que yo tuve
el agrado y la suerte de estrechar su mano después de ser triunfante en las
urnas, dentro de un Templo Masónico, donde llegó siendo diplomático como llega
Gutiérrez a cumplir en las Logias con su obligación masónica. Por eso sostengo
que frente al clima artificial creado antes o durante la elección, seguirán
hechos mucho más duros, que tenemos que confrontar. Pero, si hay
gobernantes o gobiernos que creen que es legítimo defender los intereses de
unos pocos, por muy grandes que sean, yo sostengo el derecho a defender el
interés de mi pueblo y de mi Patria frente a los intereses de unos pocos.
Si alguien piensa que, a estas alturas de la vida, la amenaza material puede
doblegar a los pueblos, se equivoca. Estados Unidos tiene que aprender la
lección de Vietnam. Y la lección de Vietnam es una lección para
todos los países pequeños, porque es la lección del heroísmo y la dignidad. Y
nosotros debemos entender que hay países que gastan cien mil millones
de dólares al año en una guerra, en un continente que no es el suyo, para
impedir que un pueblo se dé el destino que quiera, frente a una América Latina
que tiene que estar con manos tendidas e implorantes, para conseguir
empréstitos pequeños, gotas de leche de la gran ubre del país más poderoso del
capitalismo; en circunstancias que de este Continente Americano, en la
última década, han salido muchos más millones por amortización de las
utilidades e intereses, que los que ingresan como aporte de capitales. América
Latina, continente pobre, es exportador de capitales, frente a la realidad del
país más poderoso del mundo, del capitalismo internacional. Es por eso
que ésta es nuestra lucha, y es por eso que uso este lenguaje que es un
lenguaje de claridad, como es la obligación de hacerlo frente a mis Hermanos.
Es una lucha frontal que no sólo será en Chile; que está dándose en todas
partes del mundo, porque vivimos el minuto trascendente en que los viejos
sistemas crujen, y es obligación nuestra mirar con ojos abiertos lo que va a
ocurrir mañana, para analizar si somos capaces de encontrar los cauces que
permitan a las grandes mayorías continuar un camino que no sea el de la violencia
innecesaria y del costo del capital elevado. Yo lo he dicho en mi país, y lo
repito aquí en el seno de los Hermanos de Colombia: yo no soy una
represa, pero sí soy el cauce para que el pueblo pueda caminar con la seguridad
de que sus derechos serán respetados. No pueden detenerse las avalanchas de la
historia. No pueden las leyes represivas calmar el hambre de los pueblos.
Transitoriamente podrán aplazarse algunos años; y quizá hasta una generación,
pero tarde o temprano se rompen los diques y la marea humana inunda, pero esta
vez con violencia -y a mi juicio justa- porque también su hambre y sufrimiento
son más que milenarios en algunas partes, y centenarios, por lo menos en
nuestro Continente americano. Si viejas Instituciones como la iglesia ven transformarse
el contenido de su propia existencia; si los obispos reunidos en Medellín hablan
un lenguaje que pudiera haber sido revolucionario hace 5 ó 10 años atrás, es
porque comprenden que el verbo de Cristo tienen que
recuperarlo para que la Iglesia católica se salve como institución,
porque si la ven siempre comprometida con los intereses de unos pocos, nadie va
a creer mañana en la verdad de la enseñanza del que la dio: el Maestro de
Galilea, considerado por mí, por lo menos como ser humano. Es por eso que
yo pienso y sueño. Sueño en la noche de la iniciación, cuando recordaba estas
palabras: que las personas sin ideas arraigadas y sin principios, son
como las embarcaciones, que perdido el timón, encallan en los arrecifes. Yo
quiero que los Hermanos de Colombia sepan que no voy a perder el timón de mis
principios masónicos. Es más difícil hacer una revolución en que no haya costo
social y es duro estrellarse contra poderosos intereses internacionales y
poderosos intereses nacionales. Pero lo único que quiero es llegar mañana,
cumplido mi mandato, y entrar por la puerta de mi Templo, como he entrado ahora
siendo Presidente de Chile.
Dr. Salvador Allende Gossens
Presidente de Chile
Colombia, Bogotá, 28 de agosto de 1971
Gentileza de Prof. Moreno Peralta, Secretario
Ejecutivo ADDHEE/ONG