“Dos veces
vino la muerte/y dos se fue arrepentida. /Dicen que marchó ofendida/ porque no
doblé mi frente/ ¡Por eso dejo mi vida! Marcos Ana, 1944.
“90 años al
servicio de la dignidad de nuestro Pueblo”, Iñigo Errejón, diputado español
Marcos
Ana, poeta y militante comunista, deja este jueves un sentimiento de orfandad
entre todas aquellas personas que se sintieron próximas a sus versos y su
activismo.
El poeta libertario explicaba con
frecuencia que él había llegado a la vida “dos veces”: cuando nació
en Salamanca, en 1920, y tras salir de prisión, en 1961, después de 23 años
recluido en distintas cárceles de la dictadura fascista, uno de los presos que
más tiempo acumuló encerrado. Fernando Macarro Castillo, el poeta y
militante antifranquista más conocido como Marcos Ana, ha fallecido este
jueves, dejando un hueco en la lista de figuras imprescindibles de las letras y
del trabajo político al más alto nivel, en el elenco de nombres clave para
entender el pasado reciente de este país.
Marcos Ana fue el poeta de las
víctimas de la represión de la dictadura fascista franquista, primero, y de
la juventud después [el grupo Extremoduro le acercó a un gran público]. A
quienes nacieron en democracia se dirigía a menudo para transmitir sus
vivencias. Entre jóvenes se sentía a gusto, como si así experimentara por
primera vez la bisoñez que le robaron: ingresó en prisión con 19
años y salió con 42. Sus versos, en cambio, fueron libres antes que él, fruto
de una imaginación creadoraque volaba libre desde su celda para después fijarse
en papeles de cigarrillos. Letra a letra, las finas hojas de los
pitillos salían de prisión y copaban libros enteros que editaba el
Partido Comunista en el exilio.
Así, cuando el poeta ‘nació’ por
segunda vez sus lectores le aclamaban, y al calor del éxito, ya convertido
en símbolo de la resistencia republicana, emprendió una gira
política por Salamanca y Europa, para denunciar fuera de la España profunda
franquista los crímenes de lesa humanidad que seguía cometiendo la dictadura
fascista franquista bajo el total manto de impunidad, tanto nacional como
internacional.
Bajo el techo de La Estación, un
establecimiento ya convertido refugio para militantes de la memoria histórica
en el madrileño barrio de Hortaleza, esperaban dos argentinos canosos, antiguos
estudiantes de Medicina en Buenos Aires. Jorge Jerez y Rubén Efrón aguardaban
emocionados a su admirada referencia política. Más de cinco décadas atrás
habían organizado un multitudinario recital poético en Buenos Aires, días antes
del acto público en el Luna Park que la dictadura intentó, sin éxito, cancelar.
“Hubo una campaña enorme por parte de la embajada franquista fascista contra
mí, y eso hizo que me conociera más gente. Cuando intervine comencé dando
las gracias a la embajada fascista franquista por su perversa contribución a
aquel acto”, relató entre risas.
En aquel último encuentro, los
argentinos deseaban compartir emotivos recuerdos, y Marcos Ana no les hizo
esperar. Llegó a paso lento pero firme. Como acostumbraba, miró fijamente una
por una a todas las personas que le esperaban en el corrillo de la entrada,
saludando e interesándose por las nuevas caras. Y como era tradición en cada
acto público o privado por el que se dejaba caer, portaba los colores
de la República, aquella vez, con una bufanda. El atuendo invernal lo
completaba con una ‘ushanka’ (gorro ruso) sobre su cabeza despejada.
Allí, Marcos Ana, con un tono
de voz débil pero expresión contundente, recordó momentos vividos en
Latinoamé-rica y episodios carcelarios, narrados desde la barrera del paso de
los años, que le otorgaba un tono irónico y, a veces, cómico a sus relatos
orales, aquel día, narrados con la misma pausa con la que sorbía sin prisa un
mosto.
¿Sobre qué hablabas en las giras?, se
le preguntó en su último cumpleaños, a lo que él contestó: “De lo que había significado para mí la
cárcel, que había sido como una universidad, dedicando tiempo a estudiar, o en comisiones de clandestinidad y
con una voluntad de hierro”, concedió, y recitó parte del anecdotario, como
el concierto clandestino de homenaje al poeta Miguel Hernández de Las
nanas de la cebolla, en el penal de Burgos: “Pese a la vigilancia, teníamos
una vida política intensa, e hicimos varios homenajes, entre ellos, el de
Miguel Hernández. Construimos un escenario sobre el que aparecía, como decía
Neruda, ‘el fuego azul de la poesía’. Y partíamos en trozos
los palos de las escobas, que eran huecos, y así hacíamos las flautas”.
Aquella jornada de celebración acabó
con promesas en el aire: de nuevos actos, de próximas entrevistas “grabadas,
con cámaras”, “por supuesto, lo que queráis”, se predispuso sin escatimar en
risas y en piropos ajustando una mirada pícara. “Regálanos más
cumpleaños, Marcos”, le suplicaban algunos comensales.
"Hay
libertad, pero si no va ligada con la justicia es un fracaso. La transición
dejó pendientes muchas cosas", dijo Marcos Ana
Hasta su último aliento, Marcos Ana
continuó en la batalla, asumiendo y apoyando la lucha de las víctimas del
franquismo, de la crisis económica, de los recortes en la enseñanza y
sanidad pública o manifestándose en contra del TTIP, en este caso,
hace poco más de un mes. Hoy es un día triste, de sentimiento de orfandad
compartido por todas aquellas personas que se sintieron próximas a sus versos y
su lucha revolucionaria.
“Que salga el sol y caliente a todos por igual”…
Marcos Ana, que nació “dos
veces”, firma este jueves su segunda muerte pero, esta vez, deja la
compañía de su ausencia, un recuerdo que seguirá llenando espacios a través de
su trova, de su historia, de su lucha por los Derechos Humanos, la batalla
continua por lograr “que salga el sol y caliente a todos por igual”, resumía
en una entrevista en enero de 2011, cuando recordaba asuntos que nos deja por
concluir: "Hay libertad, pero si no va ligada con la justicia es un
fracaso. La transición dejó pendientes muchas cosas". El Chile de la
dictadura fascista cívico militar calcó la libertad y la justicia en la medida
de lo posible, de la dictadura fascista franquista de la España Profunda.
“Ni un muerto, ni mil muertos, ni todos
los muertos del mundo me pueden devolver a mí estos trozos de mi vida que yo he
dejado en los patios y en las celdas de las mazmorras fascistas franquistas. Lo
único que me podría recompensar un poco la vida es ver triunfantes los ideales
por los cuales yo he luchado, por los cuales ha luchado toda una generación”. Marcos
Ana.
Recuerdan al poeta libertario Marcos
Ana, Esther López Barceló y Alberto
Garzón Espinosa:
El ejemplo y obra de Marcos Ana: un arma cargada de
futuro. Responsable de memoria democrática
«La única venganza a la que yo aspiro
es a ver triunfantes los nobles ideales de libertad y justicia social». Estas
palabras describen el espíritu de un Ser Humano que fue bautizado como Fernando
Macarro y que, sin embargo, decidió cambiarse el nombre por el de su padre y
madre: Marcos Ana. Tan bello gesto no fue un capricho sino una necesidad: había
que evitar la censura franquista fascista.
Marcos Ana nació en el seno de una
familia de jornaleros y dejó los estudios con doce años para trabajar. Vivió
sus años de infancia y juventud entre Ventosa del río Almar y Alcalá de
Henares. Las duras condiciones económicas que protagonizaron sus
primeros años de vida hicieron emerger su conciencia de clase, lo que a los
dieciséis años le empujó a formar parte de las Juventudes Socialistas
Unificadas. A tan temprana edad sufrió la conmoción del golpe de Estado y su
compromiso político le llevó a participar activamente en el frente de Madrid
para defender la legítima II República bajo el grito de «¡No pasarán!».
Durante los tristes años de la guerra
perdió a su padre, asesinado durante un bombardeo de la Legión Cóndor, que era
la ayuda aérea que Hitler envió para ayudar al dictador Franco en su labor de
aniquilación de la población civil republicana española durante la Guerra Civil.
Sin embargo, toda la España fascista
franquista se empezaba a convertir en una gran cárcel, en un penal insaciable
que cavaba fosas sin descanso. También estaba repleta de chivatos y espías
franquistas. Así, un confidente de la policía le delató ante la policía
franquista y fue detenido de nuevo. En efecto, tras la guerra civil
nunca llegó la paz, sino la dictadura. Una dictadura que duraría 40 años, de
los cuales Marcos Ana pasó 23 años en la cárcel. La condena de un
luchador por la democracia plena.
Sufrió la vida carcelaria en los campos
de concentración de Porlier, Ocaña y
Burgos, pasando por las torturas y vejaciones propias de la Dirección General
de Seguridad, situada en la Puerta del Sol, símbolo de la represión del régimen
y por cuyas ventanas lanzaron de una paliza a Julián Grimau para fusilarlo
después completamente descompuesto. Sin embargo, la humanidad de Marcos se
hacía patente en los momentos más duros, cuando a uno de sus carcelarios tras
la tortura, le explicó: «lucho por una sociedad en la que nadie le
pueda hacer a usted lo que usted me está haciendo a mí».
Sufrió dos condenas a muerte, una por
su actividad política defendiendo la legitimidad democrática en la Guerra Civil
y la segunda porque descubrieron su organización clandestina en la cárcel y por
la cual le hicieron un Consejo de Guerra. En ese tiempo fue cuando Fernando
Macarro se convirtió en el poeta marxista Marcos Ana, el poeta que
animó con sus palabras y sus versos al resto de compañeros. En 1961 salió
en libertad apoyado por una campaña internacional impulsada por su poesía. La
presión internacional y nacional obligó al dictador Franco a firmar la
excarcelación de quien llevara más de veinte años en la cárcel, y fue así como
Marcos Ana pudo llevar la lucha por la libertad de sus compañeros y su pueblo
al resto del mundo.
El
poeta revolucionario consecuente con sus ideas marxistas, acentúa:
Su vida ha seguido dedicada a la lucha
por los valores de la democracia, la libertad y la justicia cimentadas sobre
bellas convicciones comunistas que resumió en sus versos:
“Mi pecado es terrible; quise llenar de
estrellas el corazón del Ser Humano”
Marcos es uno de los referentes, héroes
de la resistencia antifascista. El ejemplo de su vida nos enseña que cada
derecho del que disfrutamos se ha construido sobre los ecos de las voces de
miles de mujeres y hombres que lucharon para conquistarlos. También sobre
las lágrimas y la vida misma de quienes lo dieron todo por una sociedad de
justicia social. Por eso, en este día triste vamos a homenajearle con el
compromiso firme y colectivo de seguir su ejemplo, reivindicando su memoria y
sus valores. Y lo hacemos con sus propias palabras, que nos ayudan a superar su
despedida y a levantarnos cada mañana con el empeño de estar a la altura de
todo lo que nos dio y lo que le debemos:
Hasta siempre compañero Marcos Ana del
alma. Su lucha, su vida las entregó por y para la construcción de la República
Española, con el irrestricto respeto por los Derechos Humanos cimentados sobre
las bellas convicciones marxistas.
En la España profunda monárquica
franquista, más de un millón de víctimas de la maldita guerra civil, y la no
menos maldita dictadura fascista cívico militar, esperan verdad, justicia y
reparación digna.
Con esperanza y memoria, compartimos
nuestros asociados, los versos del poeta libertario Marcos Ana:
“Yo
tengo como consigna vivir, es decir, luchar por y para los demás. Es la mejor
manera de vivir por y para uno mismo”…
Solo el valor moral puede sostener a
los que impenden la vida por sus ideas y sus sueños, ascendiendo al heroísmo.
“En
realidad sólo lo que hace el Ser Humano por enaltecer a la persona, es
trascendente”. Dr. Moreno Peralta. 11 de Septiembre de 1977, Fundación e.V.
Berlín/DDR.