Sombras color marrón: Los tres “alemanes” que quieren ser presidente de
Chile. ¡hEIL HITLEr!
Prolegómenos:
¿Otros 50 años de experiencia cívico militar fascista pinochetista, en el
Chile impuesto/ocupado por la clase empresarial oligarca/bancaria, agiotista, agrícola
monopolista, CMPC/SOFOFA?. Bueno, alguien dijo, que cada Pueblo se da el
gobierno/régimen que merece. No es el caso del Pueblo Chileno marginado, sin
voz ni justicia, sumido en las drogas del narcotráfico, la corrupción la degeneración,
el saqueo de las arcas fiscales y la impunidad.
El Pueblo Chileno del general libertador Bernardo O’Higgins Riquelme debe
saber, “Que solo merecen la libertad y la vida, quienes cada día las conquistan”...
Prof. Moreno Peralta/IWA
Además de su origen alemán, todos ellos comparten un hilo común de radicalismo y de afrenta no solo contra las libertades políticas, sino —más grave aún— contra los derechos humanos.
A prácticamente 13.000 kilómetros de Berlín,
en uno de los países sudamericanos de mayor estabilidad política en lo que va
del siglo XXI, se constata una de las contiendas electorales más llamativas del
último tiempo. Chile, tradicionalmente gobernado por coaliciones de
centroizquierda desde el fin de la dictadura de Pinochet en 1990,
enfrenta hoy un giro cargado de elementos tan insólitos como reveladores: tres
de los principales aspirantes a la presidencia comparten no solo una visión
política alineada con la derecha más radical —con particular nostalgia por el
régimen militar—, sino también una misma raíz alemana. La ascendencia de estos
candidatos se remonta a las tres principales olas migratorias desde Alemania a
Chile: los colonos del siglo XIX, llegados para afianzar la soberanía del
entonces joven Estado chileno; los exiliados que escaparon del ascenso del
nazismo en los años treinta; y los propios nazis que huyeron tras la Segunda
Guerra Mundial, intentando eludir la justicia. En un contexto de creciente
polarización e incertidumbre global, estos candidatos aspiran a convertirse en
una especie de Milei con acento alemán: entre kuchen,
café y discursos encendidos, vuelven a sacar a la palestra un historial de sombras
de color marrón —esas que no se quitan ni con azúcar glas.
Evelyn Matthei: La sobrina política del régimen
militar
La candidata que hasta hace poco lideraba las
encuestas, Evelyn Matthei, es descendiente de los alemanes que llegaron a
Chile en el siglo XIX —en el caso de su familia, desde la ciudad
de Kassel—, asentándose principalmente en el sur del país. Matthei se
postula por segunda vez a la presidencia, buscando canalizar la fuerza de una
centroderecha que, si bien ha intentado tomar distancia del legado de la
dictadura militar —de la cual fue parte activa—, por lo general termina
reivindicándola de una u otra forma. La más reciente de esas reivindicaciones
provino de la propia Matthei, quien sostuvo hace algunas semanas que tanto el
Golpe de Estado de 1973 como las muertes ocurridas durante los primeros dos
años de instaurada la dictadura —con más de 1.500 personas asesinadas— habrían
sido “inevitables”. En su caso, esta defensa adquiere además un tinte personal:
Matthei no solo participó activamente en la campaña del plebiscito de 1988, que
consultaba por la continuidad de Pinochet en el poder, sino que además su
padre, Fernando Matthei, fue comandante en jefe de la Fuerza
Aérea y miembro de la Junta Militar desde 1978 —aquella Junta
que hizo y deshizo en plena impunidad.
El partido político de Matthei, la Unión
Demócrata Independiente (UDI), fue fundado por el principal ideólogo
político-jurídico de la dictadura, Jaime Guzmán. Además de sostener
posturas ultraconservadoras y militaristas, la UDI mantuvo durante
años una inquietante cercanía con uno de los enclaves alemanes más siniestros
en Chile: la tristemente célebre “Colonia Dignidad”. Fundada por otro deutscher
Auswanderer, el exmilitar nazi Paul Schäfer —quien huyó a Chile a
comienzos de los años sesenta tras ser acusado de abuso sexual infantil—,
Colonia Dignidad funcionó como centro de detención, tortura y abuso, tanto
contra colonos alemanes como contra opositores a la dictadura, en colaboración
directa con la DINA –la policía secreta del régimen. La UDI sostuvo
vínculos activos con la colonia, organizando allí actividades de formación
política, reuniones y encuentros culturales, a los que asistieron figuras
insignes de la derecha chilena, entre ellas la propia Evelyn Matthei. El mismo
Pinochet eligió también a la UDI como su plataforma política una vez que dejó
la “presidencia” para asumir como senador vitalicio. Y fiel a esa línea,
Matthei fue una de sus más férreas defensoras cuando Pinochet fue arrestado
en Londres en 1998, acusado de violaciones a los derechos humanos,
crímenes de lesa humanidad y otros delitos cometidos durante su régimen.
José Antonio Kast: El hijo de un nacionalsocialista
El candidato que estuvo a punto de llegar a la
presidencia en la última elección presidencial, y que ahora se debate entre el
primer y segundo lugar en las encuestas, JoséAntonio Kast, también es
descendiente de alemanes, aunque de primera generación. Él es hijo
de Michael Kast Schindele —originario de Baviera—, quien fue
soldado de la Wehrmacht, desde 1942 miembro del Partido
Nacionalsocialista Alemán (NSDAP), y, usando una identidad falsa durante
el proceso de desnazificación, logró escapar de Alemania para instalarse en
Chile en 1950. Descolgado del partido UDI luego de dos décadas de militancia
–debido, entre otras cosas, a su excesiva “moderación”–, y defendiendo el
legado de su padre, pero también de su hermano, Miguel, quien fuera ex
ministro de la dictadura y asesor económico de la mencionada DINA, José Antonio
se muestra incólume ante la crítica por los vínculos familiares con el régimen.
Sin ir más lejos, su familia ha sido parte de una gran controversia, toda vez
que sus hermanos Christian y Miguel, así como su mismo padre Michael,
han sido asociados a una presunta colaboración con el asesinato y/o la
desaparición de 70 personas en la zona de Paine –lugar en el que se
asentara la familia Kast– en plena dictadura.
El actual partido político de Kast, el Partido
Republicano, fue fundado en 2019 por el mismo José Antonio, con el objetivo de
reunir a los defraudados de la conducción de la UDI. Desde sus inicios, el
Partido Republicano se ha opuesto al aborto en tres causales (salud de la
madre, inviabilidad del feto y violación), al matrimonio homosexual y a lo que
consideran una “persecución de la justicia” por los crímenes de derechos
humanos cometidos durante la dictadura militar –reclamando libertad para los
exmilitares condenados. De hecho, Kast ha declarado que, si Pinochet estuviera
vivo, “votaría por mí”, además de calificar al exmilitar Miguel Krassnoff,
condenado a más de mil años de prisión por crímenes de lesa humanidad, como una
“buena persona” y expresar que no cree en “lo que se dice de él”. Kast es
probablemente el único candidato que ha establecido algún tipo de vínculo con
el partido de ultraderecha alemán, “Alternativa para Alemania” (AfD), gracias a
una figura clave: Sven von Storch, otro chileno de origen alemán, cuya
familia se asentó en el sur de Chile después de la Segunda Guerra Mundial. Von
Storch, además de ser el esposo de Beatrix von Storch, diputada alemana de
la AfD y nieta del ministro de finanzas de Hitler, Lutz Graf
Schwerin von Krosigk, colaboró activamente en la última campaña presidencial de
Kast, así como en la de Jair Bolsonaro en Brasil.
Johannes Kaiser: el muchacho de las esvásticas y
los soldaditos nazis
El candidato que está en boca de todos por su
arremetida en las encuestas, Johannes Kaiser, es tercera generación en
Chile, nieto de Friedrich Kaiser —oriundo de Württemberg—, quien
escapó de la Alemania nazi en 1936 y se estableció en el sur de Chile. A pesar
de que su abuelo se consideraba una especie de socialdemócrata, Johannes adoptó
y radicalizó rápidamente la línea política de su padre, Hans Christian
Kaiser, quien fue miembro del partido UDI y candidato a diputado, aunque sin
mayor éxito. Después de deambular durante más de una década de estudio en
estudio en Alemania y Austria —sin lograr terminar ninguna carrera—,
Johannes se dedicó al activismo digital como Youtuber, destacándose
desde sus inicios como un férreo defensor de la dictadura militar. Además de
haber dirigido y publicado un documental en favor del ya mencionado Miguel
Krassnoff (Los cosacos y Miguel Krassnoff. La historia no contada),
Kaiser fue incluso condenado por discurso de odio, ya que, siendo ya diputado
de la República, afirmó, entre otras cosas, que la gente fusilada en el campo
de concentración de Pisagua, en el norte de Chile, “estaba bien fusilada”.
El partido político de Kaiser, el Partido
Nacional Libertario, es un partido fundado recién en 2024 por el mismo Kaiser,
y que apunta irónicamente a reunir a un grupo de defraudados, ya no de la UDI,
sino que del Partido Republicano de Kast. Con un estilo aún más
confrontacional, y buscando replicar el éxito del partido ‘libertario’ [La Libertad
Avanza] de Milei en Argentina, el partido de Kaiser se ha caracterizado
por un uso agresivo de redes sociales —incluyendo la difusión de fake
news—, proclamando la necesidad de reducir el Estado a cero, achicar el
plan de vacunación, oponerse a los movimientos progresistas, y así
sucesivamente con la receta ultraderechista. Quien de niño y luego adolescente
jugara —según él mismo ha declarado— con “soldaditos” nazis y repartiera
adhesivos con esvásticas entre sus compañeros de colegio, ha desarrollado su
carrera política fundamentalmente en torno a la desidia contra inmigrantes
–como lo fuera su propio abuelo Friedrich– y mujeres. En este último ámbito,
Kaiser ha llegado a cuestionar incluso el voto femenino, aseverando a su vez
que los violadores de mujeres “feas” “deberían recibir una medalla de honor” y
que, en cualquier caso, sería urgente eliminar el Ministerio de la Mujer.
***
Ciertamente, no toda la inmigración y/o ascendencia
alemana en Chile muestra un color marrón. Figuras como Karl
Anwandter, Rodolfo y Federico Philippi, Manfred
Max-Neef o Norbert Lechner muestran que ha habido aportes
relevantes y positivos al país. Sin embargo, en el ámbito político, la
tendencia revela una línea preocupante: los tres candidatos de derecha y
ultraderecha —Matthei, Kast y Kaiser—, aunque integrados al marco institucional
y maquillados al ritmo de los tiempos, se alzan en continuidad con la
ascendencia ideológico-cultural de figuras como la de sus propios padres, pero
también, aunque con matices, de Paul Schäfer, Rodolfo Stange (otro
general de la Junta Militar), así como Ingrid Olderock, Sergio Barra von
Kutschmann o Christoph Willeke Flöel, entre otros agentes de la DINA.
Además de su origen alemán, todos ellos comparten un hilo común de radicalismo
y de afrenta no solo contra las libertades políticas, sino —más grave aún—
contra los derechos humanos. Por eso, a pesar de la cómoda amnesia histórica
que aqueja a nuestros países, vale la pena recordar que la diáspora alemana en
Chile tiene una historia que sigue teniendo efectos hasta hoy. Y esa historia,
como muestra paradigmáticamente la actual elección presidencial, no está exenta
de sombras: aquellas que están atadas a un historial de conservadurismo,
autoritarismo, militarismo y, en su lado más oscuro, de persecución,
desaparición y crímenes de lesa humanidad.
*Rafael Alvear, doctor en sociología e investigador
postdoctoral en el Centro Interdisciplinario de Estudios
Europeos (ICES) de la Universidad Europea de Flensburg. Su libro
«¿Sociología sin personas? Esbozos de una antropología sociológica» fue
publicado por Transcript Verlag en 2020.
Leer también: https://www.sinpermiso.info/textos/chile-triunfo-del-pc-y-oportunidad-en-un-escenario-electoral-adverso




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