¿OTAN? ¿Para qué?
Por Antonio
Maíllo Cañadas* –
escritor y analista internacional/ADDHEE.ONG:
Desde los
orígenes del movimiento obrero en el siglo XIX la Paz fundada en la Justicia
Social, ha sido uno de sus objetivos, aunque en 1914 se produjo una
fractura entre los partidarios de aprobar créditos para la guerra y los
contrarios, lo que, entre otras consecuencias, trajo consigo el
surgimiento de los Partidos Comunistas.
Heredera de esa
tradición, Izquierda Unida nació tras la gran movilización contra la OTAN
producida a raíz del referéndum de 1986. Nuestra apuesta pacifista forma parte
de nuestra esencia y de nuestra historia, y también es base de alianzas
diversas del movimiento pacifista surgido tras la II Guerra Mundial: con
organizaciones políticas, sociales, feministas, ecologistas, o confesiones
religiosas, entre otras.
En el contexto
en que sobrevivimos, de abismo permanente a una guerra total, resultarán
lejanos y difíciles de entender otros momentos de la historia reciente de
Europa en que se construyeron lo que algunos expertos denominan “Periodos de
Oportunidad para la Paz”. Destaquemos tres de ellos: la Carta del Atlántico de
1941, que sirvió de base para la Carta Fundacional de Naciones Unidas; el Acta
de Helsinki y el concepto de seguridad compartida; y la Carta de París y el
intento de un sistema de seguridad europeo autónomo y cooperativo.
Todos estos
momentos coincidieron en la búsqueda de la resolución pacífica de conflictos,
respeto a la soberanía y a los derechos humanos o la cooperación internacional.
Todos ellos se frustraron por intereses económicos, políticos, militares,
culturales y sobre todo de dominación.
La OTAN nunca
fue una organización defensiva, pero justificó su existencia para la contención
del comunismo. Tras la disolución de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia,
buscó nuevos enemigos que siguieran justificando su existencia: la sustitución
del comunismo por el islamismo como nueva amenaza, que la llevó a violar el
derecho Internacional en Yugoslavia, Afganistán o Irak, con las famosas “armas
de destrucción masiva” que nunca se encontraron porque nunca existieron pero
que sirvió de justificación para una guerra que arrasó vidas, ciudades y sueños:
“El fin justifica los medios”…
La Carta de
París de 1990 y su apuesta por un sistema integral europeo se vio frustrada por
la Cumbre de la OTAN en Roma al año siguiente, que inauguró un
Concepto Estratégico que avalaba la intervención con o sin respaldo de la
ONU en los conflictos que consideraran perjudiciales para sus intereses.
EE.UU., consciente de los riesgos de las conclusiones de París, declaró que
nunca dejaría autonomía a Europa para desarrollar su seguridad continental y
menos aún en un sistema de seguridad compartida desde Lisboa a Moscú.
“La
OTAN 360°”…
La Cumbre de la
OTAN de hace tres años en Madrid supuso otro salto agresivo de esta
organización con la denominada OTAN 360º, en la que se autoadjudicaba el
derecho a intervenir en cualquier lugar del mundo sin necesidad o respaldo de
Naciones Unidas.
La
OTAN de Trump:
La de estos días
en La Haya se celebra con la exigencia de Trump y Rutte, Secretario General de
la OTAN, del gasto del 5% del PIB de los países miembros. Para hacernos una
idea de la dimensión del gasto debemos entender que una reivindicación
histórica y unánime desde 1978 en nuestro país, de un 5% del PIB para
educación, aún no se ha conseguido. El cumplimiento de ese porcentaje,
además de un disparate y una ruina presupuestaria para nuestro país, marcaría
un modelo social para España que nos dejaría fuera de cualquier pretensión de
ser la esperanza democrática de otras sociedades europeas sometidas a gobiernos
de derecha y/o de extrema derecha.
Pero sería
ingenuo circunscribirse a una debate de porcentajes de gasto. No es el
porcentaje de gasto el que satisface o no un sistema de seguridad y defensa.
Izquierda Unida, que tiene elaborado uno, defiende un carril diferente e
incompatible: el de seguridad compartida (Acta de Helsinki) como concepto que
garantiza la mejor defensa y vida en cada país. Un Estado es seguro en la
medida en que lo son también aquellos que lo rodean. Por consiguiente, si
hablamos de un sistema de seguridad tenemos que impugnar la política de rearmar
Europa y la exigencia mafiosa del 5% del PIB o de cualquier otro porcentaje que
suponga una escalada en el gasto militar.
Una decisión
política que tiene varios interrogantes en su construcción. Si la estrategia
denominada “Rearm Europe” surge de la necesidad de un sistema de seguridad
europeo ante la desconfianza a EEUU, ¿cómo es que esta no tiene como correlato
la lógica salida de la OTAN ante un aliado, que la dirige, cuyos intereses
estratégicos pueden empezar a ser no solo no coincidentes sino directamente
contrapuestos? Esta pregunta adquiere tintes trágicos si la trasladamos a las
bases estadounidenses en suelo europeo y español: ¿Qué sentido tiene que
sigan instaladas cuando pueden ser base de intereses bélicos contrarios al
propio suelo europeo donde se encuentran? Caballos de Troya por todo el
continente.
El exterminio al
Pueblo Palestino por Israel, las agresiones a Líbano, Siria y ahora Irán con la
participación de los EE.UU., así como la guerra de Ucrania, reflejan dos hechos
incontrovertibles:
1) El fracaso
del actual sistema de seguridad basado en la OTAN: ¿para qué sirve un sistema
de seguridad incapaz de impedir un genocidio o las agresiones de Israel y
EE.UU. a países soberanos vulnerando el derecho internacional?
2) El fracaso de
la Unión Europea como referente internacional en defensa de los derechos
humanos y el respeto a la Carta de las Naciones Unidas: la U.E., principal
proveedora de Israel, sigue sin aplicar la cláusula del acuerdo de Asociación
vinculada al cumplimiento de los derechos humanos y el derecho internacional.
La Cumbre de la
OTAN debe empujarnos a una pregunta clave: “¿para qué?”. Mientras exista no se
podrá abordar un sistema propio de seguridad europeo ni garantizar la paz
duradera que necesitamos. Será imposible avanzar hacia un proyecto soberano y
emancipador mientras el tutelaje de EE.UU. lo impida, tratando a Europa como un
peón. No lo dirán, pero nos prefieren sumisos mientras financiemos su industria
militar y sus guerras con la estrategia “Rearm Europe” de Von der Leyen.
La Cumbre
Internacional por la Paz, celebrada el 23 y 24 de junio en Bruselas, y su
capítulo nacional en Madrid los pasados 20 y 21, se enmarca dentro de una
movilización creciente de los pueblos de Europa contra el rearme y convoca a
una gran movilización simultánea en pueblos y ciudades en defensa de la paz y
la solidaridad entre los pueblos para el 21 de septiembre. Ya se ha empezado a
movilizar la sociedad en las calles por numerosas ciudades europeas. Porque si
hace más de un siglo fueron los conflictos bélicos los que reorganizaron la
izquierda internacional, será también la lucha por la paz la que defina la
construcción de un proyecto de esperanza basado en un orden internacional
alejado del rearme, de la OTAN y de la escalada bélica. Y pacífico deberá ser
también el camino para construirlo. Desde el diálogo y la cooperación para
resolver los conflictos.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.


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