miércoles, 11 de diciembre de 2024

Para Voltaire, Francais Marie Arouet, la obra de los Jesuitas en el Continente Americano en general, y en Sudamérica en especial, la calificó como “un triunfo de la Humanidad”.

 

Para  Voltaire, Francais Marie Arouet,  la obra de los Jesuitas  en el Continente  Americano en general,  y  en Sudamérica en especial, la calificó  como  “un triunfo de la Humanidad”.

Prolegómeno:

Con sinceros agradecimientos para mi querido y admirado Professor/maestro y Rector Carlos Aldunate Lyon S.J.:

El Prof. Aldunate Lyon de creencias y conducta firmes nos permite apreciar su excelencia académica y el carácter de su obra como rector: las admirables construcciones realizadas durante su rectorado, el Gimnasio de la sede de  Antofagasta, conjuntamente con el Prof. Dr. Luis Bisquertt Suzarte y sus con estudiantes, ésta magnífica obra contó con el apoyo solidario de la comunidad regional nortina de Arica hasta Coquimbo y en especial de los sindicatos del Cobre y del Salitre con un día de sueldo.

Los enemigos de siempre, los plutócratas empresarios, siempre, financieros/ bancarios/agiotistas, agrícolas monopolistas dueños de la celestina universal sus testaferros, los tránsfugas politicastros de hoy, quisieran que el ejemplo de delos grandes luchadores y las gestas colectivas que el Pueblo del norte chileno ha realizado por su liberación, fueran borradas de la memoria histórica de todos los pobres oprimidos, explotados y marginados las ansias de libertad. Sin embargo, las semillas de rebeldía y las ansias de libertad, de Justicia Plena, de democracia mayoritaria por y para el Pueblo/ Soberano con respeto por las minorías están latentes. Son una garantía de que los objeticos de dominación, explotación y enajenación del ser humano, por el sistema capitalista determinista hegemónico no se cumplirán.

Del querido y admirado Prof. Dr. Carlos Aldunate Lyon S.J aprendía que la educación y la libertad son valores permanentes, consustanciales con el ser humano. No se los puede menoscabar sin que resulte lesionado lo más noble y característico del ser humano. Ahora más que nunca, la lucha – “luchar es vivir” – que viene librándose en nuestro mundo, especialmente en Chile, habrá de afectar al desenlace de tan sustancial cuestión, ya que definirá si la libertad, como condición básica de la educación/cultura, sale victoriosa o perece para sumergirnos en las bestiales tinieblas engendradas por el perverso sistema capitalista determinista hegemónico...

La libertad Plena es indivisible, inimitable, e incondicionable, porque en cuanto se la restriegue o se la condiciona, deja de ser libertad plena. La indiferencia y la neutralidad hacia esta amenaza equivale a una traición a los valores humanos esenciales y a una abdicación del espíritu libre. El destino de la Humanidad depende de la respuesta que demos a este desafío.

“La defensa de la libertad y del espíritu exigen de todos soluciones nuevas y constructivas a los problemas de nuestro tiempo, que mortifican a nuestro pueblo”.

El Prof. Dr. Carlos Aldunate Lyon en su cátedra acentuaba estas sabias reflexiones que hoy público para Salvat y ampliar las libertades que representan el valor de la vida...

Prof. Hugo Moreno Peralta al asumir la representación de la Universidad del  Norte/Chile, en el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, 1970, después de una elección en la cual la Comunidad Universitaria, los académicos, los estudiantes, el personal administrativo y de servicio le otorgaron un 70% de respaldo, en una lección libre y secreta, de Arica a Coquimbo.

Este genial filósofo  discípulo de un maestro de la Compañía de Jesús junto con Jean Jacques Rousseau son considerados como los ideólogos más destacados del Movimiento  Social Revolucionario del Pueblo Francés y  figuras destacadas de la Ilustración-1694/1778-, anticlerical crítico de la jerarquía  de la Iglesia Católica- por el Tratado con las monarquías absolutistas- , admiraba profundamente  la obra de la Compañía de Jesús en el Continente Americano, y así lo escribía: “el asentamiento, realizado por los Jesuitas  le parecía en muchos aspectos un triunfo de la Humanidad. Parece expiar las crueldades  de los primeros conquistadores colonialistas españoles. Los  Jesuitas en Latinoamérica le dieron una nueva luz al mundo “... Conferencia/Seminario y Taller de cultura religiosa en la Universidad del Norte Chile, Sede Antofagasta.

“Ese triunfo de la Humanidad, en gran parte, lo constituían las misiones fundadas por los Jesuitas en la extensa zona del Paraná,  en el sur este del Continente Americano, conocidas como  reducciones”, que en el idioma español colonialista  de los siglos XVI y XVII significaban “comunidades”. Dejo muy en claro que Voltaire no fue ni ha sido el único en  destacar la  maravillosa obra de la Compañía de Jesús en el Continente Americano. Otros  destacados genios de la Ilustración como  el filósofo francés Montesquie - 1689- 1755-,  las definió como “la curación de una de las más terribles heridas infringidas por hombres colonialistas contra  hombres aborígenes”. Lo subrayado es mío.  Más tarde, el yerno del Dr. Karl Marx, Paul Lafargue- 1842/1911-, las declaró el primer Estado socialista de todos los siglos.

Cuando los Jesuitas llegaron a las tierras de los guaraníes,  que ya pertenecían  a la monarquía absolutista  colonialista española, había pasado un siglo que aquel desastroso colonialismo en toda su conquista y colonianaje.

A los  aborígenes  de esas tierras que hoy son parte de los pueblos de Paraguay, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay no les quedaban más que dos opciones:

-      Trabajar bajo el sistema de las encomiendas para los terratenientes colonialistas españoles, quienes los explotaban a cambio de “salvarlos” a través de la religión católica, “educarlos para que hablaran español y protegerlos de los enemigos.

-      Arriesgarse a ser presa de los  bandeirantes o cazadores de esclavos, también llamados “paulistas”, pues tenían su base en Sao Paulo,  la frontera en esa época organizaban incursiones para atrapar indígenas y venderlos como esclavos. Los miembros de la Compañía de Jesús, la orden más nueva en el Nuevo Mundo, al que habían llegado, traían otras ideas especialmente de la Ilustración Europea.

La Orden Jesuita había recibido la bendición formal del Papa Pablo III en 1540 y sus sacerdotes, y hermanos se fueron a los confines del mundo conocido a predicar el Evangelio  cristiano del Cristo Libertario: su admirado y leal guía.

A América del Sur llegaron en 1549 con la intención de implementar la bula de 1537, de ese mismo Papa,  “Sublimis Dei”, que prohibía expresamente la esclavitud de los pueblos indígenas y buscaba proteger su libertad y su derecho inalienable de su tierra. En este contexto,  asumido en 1604, se formó una nueva provincia jesuita llamada  Paraquaria, para comenzar la labor misionera entre los indígenas guaraníes, que habitaban en pequeños asentamientos bajo la autoridad del cacique.

La organización  del asentamiento: dos Jesuitas y diez caciques

La primera incursión de los Jesuitas en la región selvática del Rio Paraná fue emprendida en diciembre de 1609 por dos sacerdotes,  Marcelo De Lorenzana – 1565/1632-,  el superior en Asunción y su joven asistente, Francisco de San Martín. Un cacique local, Arapizandú, que demostró estar bien dispuesto a aprender sobre  el Evangelio cristiano, invitó a los dos Jesuitas a celebrar sus misas en una rústica choza en su asentamiento. A los pocos días, nueve caciques más de la zona acudieron al lugar. Se habían enterado que los Jesuitas estaban a punto de fundar una  reducción, un paso que parecía ser una opción menos mala que las que imponían el colonialista español. Aunque  eso  no quiere decir  que todos los indígenas les dieron la bienvenida. El sacerdote jesuita, misionero y escritor peruano Antonio Ruiz de Montoya, autor de “Conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tape”, relata por ejemplo que : Los chamanes encabezaron la resistencia contra los Jesuitas. Los demonios nos han traído a estos hombres, decía uno de  estos dirigentes a su gente,  pues quieren con nuevas doctrinas sacarnos del antiguo y buen modo de vivir de nuestros antepasados, los cuales tuvieron muchas mujeres, muchas criadas y libertad en escogerlas a su gusto y ahora quieren  que nos atemos a una mujer solamente. No obstante, durante 1610, se desarrolló la primera reducción Jesuita en San Ignacio Guasu en territorio guaraní. El esfuerzo fue tan exitoso que los misioneros Jesuitas fundaron muchas más reducciones entre 1610 y 1707. De éstas, un total de 30 sobrevivieron finalmente a la extensa destrucción colonialista y la  causada por repetidas incursiones de  bandeirantes, que obligaron a algunas reducciones que tuvieron que cambiarse de ubicación varias veces.

Una reducción comprendía normalmente a dos Jesuitas hasta cinco mil indígenas con sus mujeres y niños guaraníes,  cuando una  de los existentes crecía demasiado se formaba un nuevo asentamiento. Aunque la mayoría de los guaraníes que vivían en las reducciones asumieron el bautismo cristiano, ninguno estaba obligado a hacerlo.

La genialidad de las reducciones radicaba en su desarrollo como empresa genuinamente mancomunada de  Jesuita- guaraní. Los Jesuitas nunca habrían tenido éxito en sus esfuerzos sin el conocimiento del idioma guaraní y por ende de  los guaraníes,  que podían identificar lugares adecuados  para nuevos asentamientos con abundante suministro de agua, abundante piedra para la construcción y tierra fértil para el cultivo, y los guaraníes no habrían podido  prosperar  materialmente sin la experiencia técnica y administrativa de los Jesuítas, que incluía el trabajo del hierro y la plata.

Únicamente los Jesuitas más capaces eran seleccionados para este trabajo misionero, y las solicitudes de puestos en Paraquaria excedieron con creces las plazas disponibles.

Los que eran enviados a Sudamérica aprendían rápidamente  el idioma guaraní  y, liderados  por seres humanos como el Padre Ruiz de Montoya, publicaron los primeros diccionarios guaraníes y les enseñaron a los indígenas a leer y escribir su idioma, anteriormente no escrito.

Además de alcanzar elevados índices de alfabetización en guaraní, según algunos historiadores, los pobladores de las reducciones tenían buenos  conocimiento del latín, español, alemán, aritmética y música.

Una comunidad autónoma/autosuficiente con una plaza en el centro

Aunque cada reducción tenía un diseño diferente, todas seguían un patrón común: el asentamiento siempre se basaba en una plaza mayor central, que tenía en un extremo una iglesia grande capaz de albergar a toda la comunidad, un cementerio comunal adyacente y un colegio donde se impartía educación y junto al cual vivían los Jesuitas. En los talleres próximos a la iglesia, cada reducción desarrollo sus propias áreas de especialización, que incluía trabajos en hierro y platería, carpintería, dorado, tejido y fabricación de instrumentos musicales.

En tres lados de la plaza había viviendas para familias guaraníes individuales. Cada reducción tenía un  koty guasu o albergue separado para  viudas, huérfanos y mujeres solteras.

Todo ello estaba construido al estilo  barroco guaraní, el único barroco autóctono del Continente Americano. El agua corriente y el saneamiento completo estaban disponibles para toda la comunidad y todas contaban con un hospital.

Prosperidad y  envidia

La justicia estaba  en manos del Cacique, que  ocupaba el cargo parokaitara o poro puaitara, o el que da órdenes/dirige en guaraní.

 La pena de muerte

Notablemente no existía  pena de muerte asi que es probable que haya sido  la primera  sociedad  occidental en abolirla, si se tiene en cuenta que el primero en hacerlo en Europa  fue  el ducado de Toscana  en 1786.

Bajo el caique o corregidor,  estaban los  alcaldes o virayuseu  que signfica el primero entre los que llevan vara, quienes  velaban por las buenas costumbres,  castigando a los  holgazanes y vagabundos. Se mantenía un cuidadoso equilibrio entre trabajo y ocio, con jornadas de trabajo comunal de seis horas, la mitad que en las encomiendas coloniales, pero mucho más productivas.

Para cumplir,  los indígenas tuvieron que marchar al ritmo de un  aparato traído de Europa. el reloj mecánico que dictaba lo que antes solo sus costumbres y la naturaleza les había indicado, desde cuando despertar hasta cuando volver a descansar, y todo entremedias. Cada reducción operaba con  una  economía de trueque y, con muchas posesiones en común, era una comunidad autónoma y autosuficiente. Existía la propiedad privada – parcelas que les  pertenecían a los indígenas y les proporcionaban su sustento familiar-, y la tierra de Dios – comunitaria, en la que todos trabajaban por turnos y cuyos beneficios se impartían en gastos, mejoras o el fomento de la economía de la reducción, a través de métodos de cultivo eficientes, la variedad y el volumen de productos cultivados en una reducción, incluía la yerba mate y la cantidad de ganado y caballos criados en ella a menudo  excedían las normas prevalecientes.

En tamaño y escala las edificaciones de muchas de las treinta reducciones, que en conjunto llegaron a albergar a más de 120.000 guaraníes,  igualaban a los grandes monasterios de la Europa medieval.

Tantos logros, que incluyeron la producción de magníficas esculturas, arte y música barroca guaranís, despertaron los celos de los colonialistas españoles que exigían la expulsión de los Jesuitas del Continente Americano y la imposición  el control colonial con la venia del Vaticano.

Como se reparten el territorio Americano los colonialistas españoles y portugueses.

Pero, por más obedientes y exitosos que fueran, el destino de los guaraníes que  vivían en las reducciones nunca estuvo en sus manos. Estaban amarrados al de los Jesuitas y a merced de la política colonial española.

La monarquía absolutista  española colonialista se benefició durante varias décadas de la existencia de las misiones que  le servían de barrera contra la expansión portuguesa, e incluso contribuyó a armar y entrenar una milicia guaraní para protegerse de las incursiones de los vecinos del norte.

No obstante, cuando llegó la hora  de poner las cosas en orden y regularizar las fronteras, España y Portugal firmaron el Tratado de Madrid de 1750, para repartirse el territorio que colonizaban.

Como se reparten españoles y portugueses colonialistas el Continente Americano

Siete reducciones al este del Rio Uruguay fueron  trasladadas a territorio portugués, sus 29.000 habitantes y los Jesuitas recibieron la orden de trasladarse a la orilla occidental. Los Jesuitas obedecieron, pero los guaraníes se sublevaron. Y esa milicia que la monarquía absolutista española  había patrocinado, tuvo que enfrentarse contra los ejércitos de ambos poderes coloniales. La sangrienta guerra culminó en 1756 con la batalla de Caiboaté en la que murieron más de  1.500 guaraníes incluido su carismático líder, Sepe Tiaraju.

Las demás reducciones en territorio español sobrevivían, sin embargo. Pero, nuevamente su destino se vio truncado por eventos ajenos a su voluntad.

Con el correr e los años, la Compañía de Jesús había sido desde el brazo derecho de los Papas en la lucha de la Iglesia contra el protestantismo hasta la fuente de brillantes eruditos y teólogos, así como misioneros que defendieron la fe en Asia y en el Continente Americano.

Para mediados del siglo XVIII, los Jesuitas eran un formidable ejército espiritual que contaba con unos 23.000 miembros, que tenía 800 residencias, 700 colegios y universidades y supervisaba 300 misiones.  Además, eran los confesores de los  gobernantes  colonialistas católicos en toda Europa y educaban tanto a los hijos de los nobles y de la  creciente clase media, como  a los  de la clase  inferior, los marginados.

Dado su éxito, tenían muchos y poderosos enemigos, que los acusaban injustamente de toda clase de  fechorías.

Uno de los principales enemigos fue Sebastiao José de Carvalho e Melo, el Marqués de  Pombal en Portugal, quien culpo a los Jesuitas de la rebelión de los guaraníes del nuevo territorio portugués y empezó una campaña para acabar con ellos. Los acusó de estar detrás de un complot para asesinar al rey en 1758, los expulsó de Portugal, los acusó de haber establecido un reino independiente en  Sudamérica donde según él, habían esclavizado a “los indios” y  se habían enriquecido con su trabajo. Voltaire en su novela “Cándido”, denunció estas intrigas. Las acusaciones no cayeron en oídos sordos.  Otros individuos colonizadores de las ciudades aledañas a las reducciones amargados al verlas prosperar más, habían inventado rumores, intrigas similares. Varios gobiernos empezaron a tomar medidas activas contra la Compañía de Jesús, entre ellos el Rey Carlos III, quien la desterró de España y de sus colonias en el extranjero el 1567. A partir de entonces. Sin  el ímpetu de los Jesuitas, las reducciones fueron abandonadas gradualmente y algunos guaraníes comenzaron a trasladarse a las zonas urbanas.

Los Jesuitas y la independencia de los pueblos del Continente Americano

Con la expulsión de los Jesuitas en 1767, del Continente Americano por el rey Carlos III, tuvo lugar una  de las más graves y profundas grietas aún no reparadas. Los países perdieron la elite intelectual que había educado en sus colegios a la juventud en el contexto de ser ciudadanos de este territorio Americano al que los Jesuitas amaban y aman con devoción. Lo demostraron con sus escritos desde el exilio europeo y su lucha por regresar a su Continente Americano. La guerra por la independencia no fue  sino la consecuencia de un proceso de descomposición de la  estructura colonial imperante que llevaba décadas encubándose por la ineptitud e ignorancia del régimen colonialista español. El jesuita con su trabajo creador, libertario crea una consciencia de los pueblos Americanos, especialmente  en lo educacional que se puede vivir mejor independiente, libre de la tutela colonialista europeo o de cualquier imperio colonial. De mis profesores, maestros – el formador del ser humano en general y de su conciencia social en particular Jesuitas-, aprendí que la Patria es lo que se ama. Solo es patriota es que ama a sus conciudadanos, los educa, los alienta, los dignifica, los honra y lucha por el bienestar de su pueblo, sacrificándose  para emanciparlos de todo  los yugos. Nadie  tiene derecho de invocar la Patria mientras no pruebe que ha contribuido con obras a honrarla, dignificarla y engrandecerla...

A casi 50 años de la  expulsión de los Jesuitas de la  capitanía general del virreinato del Perú, “Chile”, España ocupada por el ejército de Napoleón y su rey Fernando VII preso en Francia, los administradores españoles y algunos criollos – hijos de españoles nacidos en el continente  Americano reunidos el 18 de septiembre de 1810,  en una  declaración reiteraron su lealtad  al Rey Fernando VII y por ende a la Monarquía absolutista. Hasta nuestros días la oligarquía  empresarial, financiera/ bancaria  agiotista, agrícola terrateniente y sus testaferra la clase burguesa politicastra/castrense celebran “las Fiestas Patrias por una declaración de Independencia”, en el contexto de “la Historia Oficial “que imponen los dueños  de la celestina universal antes señalados, con mucho cuento y poca historia.

Los Jesuitas le dieron a  los Pueblos latinoamericanos en su lucha por su libertad e independencia  una relación /una memoria/ una consciencia frente al despotismo ilustrado  para que hagan su propia historia, de la cual ellos  en el  Movimiento emancipador y libertario del Continente –Americano no eran ni son testigos, sino protagonistas. ¿En qué consiste ésta memoria/consciencia nacional y continental sin exclusiones, racismo ni  protectoria ni tutela, etc.?, en que cada país  tiene razones para sentirse diferente por la grandeza y el  prestigio de su identidad vernácula/ autóctona, con una  altísima valoración por la dignidad  del pueblo  y del territorio, de ésta tierra específica. Otros  tres elementos indisolubles que los Jesuitas proponen como la imagen de la Nación  a sus  discípulos con un suelo  digno de ser amado y con una educación /cultura libertarias dignas  de ser admiradas. Asumí que  Nación y Educación  constituyen una unión inseparable. La Nación  no alcanza su plena consciencia de si misma ni puede dar a sus ciudadanos y a extranjeros una imagen de su ser, sino por medio de la educación formadora, libertaria de calidad y gratita para todos sus ciudadanos.

 En este marco  conceptual, la Compañía de Jesús y la comunidad nortina chilena crearon la Universidad del Norte/Chile de Arica a Coquimbo con un libertario desafío “Unir la luz con el sudor”, en el contexto que se debe entender por educar al proceso no solo de transmitir conocimientos, sino también crear un ser humano crítico y solidario capacitado para la vida social precisado por el brillante rector Prof. Dr. Carlos Aldunate Lyon S.J. en el Claustro de Reforma de la Universidad Regional del Norte chileno 1968/1969.

El 31 de julio de 1773,  el Papa Clemente XIV suprimió a la Compañía de Jesús.

La expulsión y supresión de la Compañía de Jesús del Continente Americano por las monarquías absolutistas colonialistas imperialistas y el Vaticano, ¡un craso error!. Los ideales  de perfección  fundados en la  experiencia social  y evolutiva  como  ella misma constituyen  la íntima trabazón de una  doctrina de la  perfectibilidad indefinida,  propicia a todas las posibilidades de  enaltecimiento humano. El ideal no es  una formula muerta, sino  una hipótesis perfectible, para que sirva, debe ser concebido así, actuante en función de la vida social que  incesantemente deviene. Un ideal colectivo es la consciencia de muchos seres humanos en su afán de perfección. Sin ideales sería inexplicable la evolución humana. Son faros sucesivos  en la evolución mental de las personas y de las razas. Frente a la chatura común de mediocres, vulgares, etc., los caracteres dignos afirman con vehemencia su ideal. Cuando los pueblos se domestican y callan , los grandes forjadores de ideales, como los Jesuitas, levantan su voz en defensa de los marginados sin justicia.

Las fabulosas construcciones y obras de arte que los guaraníes habían creado en esas tierras parecían destinadas a no ser más despojos hasta que en el siglo XX se inició un esfuerzo de recuperación y conservación. Las impresionantes ruinas  de las reducciones de la  que fue Paraquaria son un recordatorio imperdurable de algo que , a pesar de los críticos de la crítica fue un triunfo de la Humanidad como reiteradamente lo señalo en sus obras en sus obras el genial filósofo Voltaire: la Unesco las declaró patrimonio de la Humanidad.

Con esperanza y memoria publicó una apretada síntesis de estos talleres que dirigía el inolvidable profesor y maestro de la asignatura de Cultura Religiosa José Donoso S.J. de la sede de Antofagasta de la Universidad del Norte/Chile. Una histórica reflexión de la profesora Gabriela Mistral me permite poner en su  lugar a “los críticos de la crítica” a la Compañía de Jesús, hay derecho a la crítica, pero  después de haber hecho con éxito lo criticado...

Prof. Hugo Moreno Peralta,

Representante de la Universidad del Norte/Chile ante el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas/1970.

No hay comentarios:

Publicar un comentario