Un fantasma
recorre Asia: los desafíos del presidente marxista de Sri Lanka:
“Bajo el
sistema capitalista determinista globalizado/hegemónico no hay destino para la
humanidad”. “La filosofía y la ciencia marxista, el marxismo, no es solo una filosofía
de nuestro tiempo, es su sentido”...
En medio de un contexto mundial de auge de la extrema
derecha/fascista, la victoria en Sri Lanka del líder izquierdista Lic.
Anura Kumara Dissanayaka, con estética y discurso marxista, obliga a
analizar qué está pasando en este país azotado por las políticas del FMI.
El presidente de Sri Lanka, Anura Kumara Dissanayake,
preside la reunión del Gabinete de Gobierno el 9 de octubre.
La iconografía de los festejos tras las elecciones en Sri
Lanka parecía sacada de otra época. Un mar de banderas rojas entremezcladas con
pancartas gigantes con los rostros de Marx y Lenin decoraban la celebración del
triunfo de Anura Kumara Dissanayaka, líder de izquierda coronado nuevo
presidente de esta isla del sur asiático que despertó la curiosidad
internacional en un mundo atravesado por el auge de la extrema derecha/fascista.
La última vez que las noticias de este país insular se colaron en la prensa
global había sido en julio de 2022 para mostrar un peculiar rebelión social,
que incluyó la ocupación masiva del palacio presidencial y las imágenes de
miles de manifestantes bañándose en la piscina, tocando el piano o
sacándose selfies en el sillón del mandatario mientras éste huía a
Singapur.
Dos años después de la revuelta que depuso al Gobierno, el
tsunami político del 22 de septiembre le dio el triunfo a Dissanayaka, del
Frente de Liberación del Pueblo (JVP), con el 42,3% de los votos
Sobrevino un gobierno interino que buscó revertir el colapso
económico acordando un préstamo con el FMI y su recetario ajustador, que
lógicamente también fracasó. Ahora, dos años después de aquella rebelión,
el malestar es capitalizado por una coalición conducida por un partido que se
reivindica marxista.
El tsunami político del 22 de septiembre le dio el triunfo a
Dissanayaka, del Frente de Liberación del Pueblo (JVP), con el 42,3% de los
votos. La elección significó un duro golpe para la élite tradicional y la
implosión de las dos fuerzas que se alternaron el poder en las últimas décadas:
el SLFP del presidente saliente Ranil Wickremesinghe (sacó el 17,2%) y el UNP
del clan Rajapaksa, que presentó al sobrino del mandatario depuesto en 2022 y
apenas logró el 2,5%.
“La lágrima de la
India”
Conocida como “la lágrima de la India” por su forma y
ubicación geográfica, casi colgando en el mapa del subcontinente indio, la isla
de Ceilán se independizó de Gran Bretaña en 1948, y en 1972 cambió su nombre
por Sri Lanka y se convirtió en república. Pequeña pero densamente poblada, con
poco más de 22 millones de habitantes, se destaca por sus bellas playas
tropicales y por ser un paso comercial clave en las rutas marítimas del Océano
Índico.
Además de las turbulencias económicas, Sri Lanka arrastra
fuertes tensiones étnicas que desataron una guerra civil en 1983, y posteriores
disputas esporádicas, entre una mayoría cingalesa (principalmente budista) y
las minorías tamil y musulmana.
Consciente del desafío, Dissanayake se comprometió a
empoderar a las marginadas poblaciones tamiles: “No puede haber progreso real
si seguimos ignorando a una parte del país. Necesitamos unirnos".
La hora de la
izquierda; la del Pueblo de Sri Lanka
Dissanayake —conocido como AKD por la siglas de su nombre
completo— nació hace 55 años en un hogar de pequeños agricultores rurales. En
los 80 se afilió al JVP y participó activamente en su ala estudiantil en una
universidad pública, donde se recibió de licenciado en Ciencias Físicas. Desde
el 2000 es legislador y en 2014 se convirtió en el máximo dirigente de este
pequeño partido que se reivindica marxista-leninista, que participó en
insurrecciones armadas en las décadas de 1970 y 1980, fue prohibido y se
reintegró a la política institucional en 1994.
Vijay Prashad, historiador y periodista indio, cuenta a El
Salto que “a lo largo de dos décadas, el JVP ha intentado influir en el curso
de la política burguesa estableciendo alianzas con fuerzas de centro-izquierda
e intentando impulsar políticas que ayuden al pueblo. Gracias a ello,
Dissanayake estuvo un año como ministro en 2004, cuando impresionó a la gente
por su honradez e inteligencia”.
En esa búsqueda de alianzas y ampliación de base electoral,
el JVP conformó en 2019 la coalición Poder Popular Nacional (PPN) junto a
expresiones más moderadas, pero en aquellos comicios presidenciales AKD solo
cosechó el 3% de los votos. Por eso el carácter de proeza de su irrupción
actual, al conectar con las frustraciones populares con un fuerte discurso anti
corrupción.
El presidente dejó en claro que su principal reto es romper
con el ciclo de ajuste y endeudamiento externo: “No vamos a seguir siendo
esclavos del FMI, el pueblo ya no aguanta más miseria”
También sedujo al electorado prometiendo una batería de
programas sociales, aumentar el salario mínimo, fortalecer los derechos
laborales y sindicales, reducir impuestos a los servicios básicos y subir la
carga tributaria de los más ricos en un país donde el 1% posee el 31% de la
riqueza.
Pero sobre todo dejó en claro que su principal reto es
romper con el ciclo de ajuste y endeudamiento externo: “No vamos a seguir
siendo esclavos del FMI, el pueblo ya no aguanta más miseria”, aseguró en su
discurso de asunción, y unos días después recibió a una misión del Fondo para
renegociar el préstamo de casi 3.000 millones de dólares. Luego anunció la
reestructuración de la deuda con los tenedores de bonos soberanos y la
suavización de las condiciones que impone el organismo de crédito.
Como suele suceder,
el auxilio financiero del FMI y sus “políticas de austeridad” más que una
solución han sido parte del descalabro. En 2022, golpeada también por las
secuelas de la pandemia, Sri Lanka declaró el default de su deuda externa, que
se había quintuplicado en 15 años llegando a 56.000 millones de dólares. El gobierno
impuso ajustes en salud y educación, subida de impuestos y recortes varios que
empeoraron las condiciones de vida de las grandes mayorías, mientras la falta
de reservas para importar provocaron escasez de alimentos, medicinas y
combustibles.
El país se tornó inviable y el malestar social devino en la
rebelión que expulsó del poder a la familia Rajapaksa. El Parlamento, también
desacreditado, impuso al entonces primer ministro Wickremesinghe para completar
el mandato, en lo que terminó siendo una gestión marcada por el acuerdo con el
FMI y más ajustes.
Expectativas y
posibilidades PARA EL Gobierno Popular: dilemas
El nuevo Gobierno surge entonces de las ruinas de esa
hecatombe, con una pobreza del 25% y un tercio de la población con inseguridad
alimentaria, según el Programa Mundial de Alimentos. Con solo tres bancas
parlamentarias de su partido, el nuevo presidente disolvió el Congreso y
adelantó las elecciones legislativas para el 14 de noviembre.
Vijay Prashad resume los dilemas que enfrenta: “El primer reto será ampliar el bloque
parlamentario para poder implementar su agenda. En segundo lugar, surge la
pregunta de qué hará con los pagos de la deuda externa, teniendo en cuenta que
la cuarta parte de los ingresos de Sri Lanka se destina a los bonistas.
¿Dejará de pagar? ¿Pedirá más préstamos? Y en tercer lugar, ¿cuál será su
agenda de desarrollo? ¿Cubrirá las necesidades inmediatas de la población o
apostará a la inversión pensando en el mediano y largo plazo? La primera opción
podría tener réditos inmediatos, pero la segunda podría mantener a la izquierda
en el poder durante una generación”.
“La izquierda de la región está muy debilitada, sin embargo
la victoria del PNP es una inyección de ánimo y, si logra cambiar la dinámica
dominada por el FMI, tendrá buena repercusión: podría tener resultados
inmediatos en la región”
Otra incógnita es cómo jugará AKD en la disputa geopolítica
global. La semana pasada recibió al canciller de India, con quien acordó
profundizar la cooperación bilateral. También será clave conseguir el apoyo de
China.
Prashad explica que “la izquierda de la región está muy
debilitada, sin embargo la victoria del PNP es una inyección de ánimo y, si
logra cambiar la dinámica dominada por el FMI, tendrá buena repercusión: una
política alternativa real podría tener resultados inmediatos en la región”.
La gran pregunta es si será el Gobierno Popular que
aplique algunas reformas moderadas o si hará honor a su compromiso
ideológico y se anime a avanzar en transformaciones de fondo. Cómo va a
maniobrar entre las expectativas de cambio y los condicionamientos del FMI. Evidentemente,
el reformismo oportunista, “los caminos intermedios corresponden a la antesala
de la traición”.
La doctora Rosa Luxemburgo, la mente más genial entre los
herederos científicos del Dr. Marx, “La historia Humana tiene un final abierto,
no predeterminado por el progreso de las fuerzas productivas. Por lo tanto, el futuro solo puede ser
resuelto por el resultado de la lucha de clases: podemos ir hacia una sociedad
desalienada y una convivencia más humana, con el socialismo marxista, “Un mundo donde seamos socialmente iguales,
humanamente diferentes, y totalmente libre, o podemos continuar hundiéndonos en
la barbarie capitalista determinista globalizada/hegemónica, con sus malditas
guerras imperialistas, la explotación, la masificación, enajenación y el narcotráfico
para transmutar a la persona en un guarismo orwelliano.
¡El dilema aun no resuelto:
socialismo marxista o capitalismo salvaje globalizado, determinista/hegemónico!.
El desafío del siglo veintiuno, el presente es de lucha, solo
merecen la libertad y la vida quienes cada día las conquistan.
Prof. Moreno Peralta/IWA.
Secretario Ejecutivo ADDHEE.ONG
Sri Lanka, triunfo electoral de la izquierda socialista marxista, ¡El pueblo trabajador exige cambios de fondo!.
Por Miguel
Ramos/lucha internacionalista
En las elecciones presidenciales de Sri Lanka, del 22 de
septiembre, fue electo Anura Kumara Dissanayake, quien
se define como marxista, como nuevo presidente. Representa a la alianza Poder
Popular Nacional, que incluye a su partido de izquierda, del cual es presidente
desde el 2014, Frente de Liberación del Pueblo (JVP). Obtuvo el 42,3% de los
votos contra el 32,8% de un candidato de centroderecha y un 17% del actual
presidente que pretendía reelegirse.
Miles de personas, muchas muy jóvenes, trabajadoras y
trabajadores, salieron a festejar este triunfo electoral con banderas rojas y
retratos de Marx y Lenin. Una sorpresa internacional. Las columnas masivas con
sus banderas y pancartas, mostraron las expectativas por cambios de fondo en
Sri Lanka.
La rebelión popular del 2022
Esta expresión electoral está directamente conectada con la
insurrección del pueblo trabajador de hace dos años, de julio del 2022, cuando
después de tres meses de grandes movilizaciones, centenares de miles de
personas tomaron la casa de gobierno y el anterior presidente hasta ese momento
tuvo que escaparse del país.
Esa insurrección del 2022 fue una reacción popular ante el
desastre económico. La crisis capitalista internacional encareció los alimentos
y el combustible, la deuda externa con China, Europa y Estados Unidos se hizo
impagable, y los capitalistas, que ganan con las exportaciones, se llevan sus
dólares fuera del país, el Estado quedó sin divisas. Y estuvieron meses sin
comprar combustibles ni otros productos de importación, dejaron de funcionar
transportes, y se cortaba la electricidad y el gas, y se dejó de importar
medicamentos básicos. Decenas de miles de trabajadores fueron despedidos o
suspendidos sin salario.
Continúa la crisis y brutal explotación de las y los trabajadores
Sri Lanka es una isla, de 65.610 km2, ubicada al sur de la
India, con 22 millones de habitantes. Además de sus tradicionales exportaciones
agrarias de te, coco, aceite de coco y arroz, se convirtió en últimos 20 años,
como otros países asiáticos, en un gran exportador de textiles, con empresas
asociadas a las multinacionales japonesas, chinas, yanquis y europeas, con mano
de obra baratísima. Hoy le llaman “la fábrica mundial de corpiños”. Antes de la
crisis e inflación aguda y devaluación de la rupia (moneda local), las obreras
y obreros textiles ganaban 62 dólares mensuales. Ahora es mucho menos, los
textiles 44 dólares de mínimo, pero con enorme aumento en el costo de vida
incluso medido en dólares. Pero además son esclavizados, tienen que trabajar
entre 14 y 16 horas por día, los siete días de la semana. Se calcula que es el
salario más bajo de la región de Asia Pacífico. El sector textil emplea
directamente 400 mil trabajadores e indirectamente otros dos millones, la mayor
parte son principalmente mujeres que provienen de zonas rurales.
En julio del 2022, después de la insurrección y huida de
anterior presidente, Ranil Wickremesinghe prestó juramento como nuevo
presidente. Logró nuevos acuerdos de préstamos con el FMI aumentando la deuda
estatal que hoy es una de las mayores del mundo en relación a su PBI (la deuda
supera al PIB anual). Y con eso una relativa estabilidad, pero aumentando
impuestos y con eso el costo de la vida, y bajando salarios reales.
Lo que sucede en Sri Lanka, también ocurre en otros países
asiáticos cercanos, también productores de textiles baratos, como Bangla Desh
que también tuvo una reciente rebelión popular exigiendo un cambio de
fondo.
El nuevo gobierno de izquierda
El presidente electo Anura Kumara Dissanayake, quien era
parlamentario desde el año 2000 y fue Ministro de Agricultura durante un año en
el 2004 bajo el gobierno capitalista de Chandrika Kumaratunga, ha dicho en sus
primeras declaraciones que no romperá el acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional. Si afirmó que va a haber rebaja de impuestos (que están
afectando directamente a las importaciones de productos que consume el pueblo)
y que va a renegociar el pago de deuda de 25.000 millones con el FMI.
Esto indica que el nuevo presidente no se propone un cambio
económico de fondo que necesita y reclama el pueblo trabajador para salir de su
brutal miseria y explotación.
La alianza Poder Popular Nacional podríamos definirla como
de centroizquierda, integrada por sectores de la izquierda reformista, que no
se propone romper con el FMI y el capitalismo. Lo interesante ha sido que los
marginados, que se rebelaron en 2022, canalizaron sus reclamos pendientes
votando a la izquierda, a una alianza que se dice marxista.
En Sri Lanka los cambios de fondo deberían comenzar por el
no pago de la deuda, la nacionalización con control de sus trabajadores de la
industria textil y la protección de la producción agraria de pequeños
campesinos. Por supuesto que este cambio de fondo que hoy no plantea el nuevo
presidente, y que jamás aprobaría el actual parlamento burgués dominado
por la derecha empresarial, solo podrá realizarse con la movilización masiva
del pueblo trabajador, como ya se dio hace dos años.
Desde la UIT-CI
saludamos y nos solidarizamos totalmente con esta lucha del pueblo trabajador
de Sri Lanka por un cambio de fondo, por un verdadero gobierno de la izquierda,
de la clase trabajadora y los campesinos que abra el camino del socialismo
marixista, como lo mostraron en sus marchas de festejo, que termine con la
miseria y la explotación laboral.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.
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