jueves, 24 de octubre de 2024

Un fantasma recorre Asia: los desafíos del presidente marxista de Sri Lanka:

 



Un fantasma recorre Asia: los desafíos del presidente marxista de Sri Lanka:

“Bajo el sistema capitalista determinista globalizado/hegemónico no hay destino para la humanidad”. “La filosofía y la ciencia marxista, el marxismo, no es solo una filosofía de nuestro tiempo, es su sentido”...



Por Gerardo Szalkowicz/ escritor, periodista, analista internacional/ADDHEE.ONG



En medio de un contexto mundial de auge de la extrema derecha/fascista, la victoria en Sri Lanka del líder izquierdista Lic. Anura Kumara Dissanayaka, con estética y discurso marxista, obliga a analizar qué está pasando en este país azotado por las políticas del FMI.

El presidente de Sri Lanka, Anura Kumara Dissanayake, preside la reunión del Gabinete de Gobierno el 9 de octubre.

La iconografía de los festejos tras las elecciones en Sri Lanka parecía sacada de otra época. Un mar de banderas rojas entremezcladas con pancartas gigantes con los rostros de Marx y Lenin decoraban la celebración del triunfo de Anura Kumara Dissanayaka, líder de izquierda coronado nuevo presidente de esta isla del sur asiático que despertó la curiosidad internacional en un mundo atravesado por el auge de la extrema derecha/fascista. La última vez que las noticias de este país insular se colaron en la prensa global había sido en julio de 2022 para mostrar un peculiar rebelión social, que incluyó la ocupación masiva del palacio presidencial y las imágenes de miles de manifestantes bañándose en la piscina, tocando el piano o sacándose selfies en el sillón del mandatario mientras éste huía a Singapur.

Dos años después de la revuelta que depuso al Gobierno, el tsunami político del 22 de septiembre le dio el triunfo a Dissanayaka, del Frente de Liberación del Pueblo (JVP), con el 42,3% de los votos

Sobrevino un gobierno interino que buscó revertir el colapso económico acordando un préstamo con el FMI y su recetario ajustador, que lógicamente también fracasó. Ahora, dos años después de aquella rebelión, el malestar es capitalizado por una coalición conducida por un partido que se reivindica marxista.

El tsunami político del 22 de septiembre le dio el triunfo a Dissanayaka, del Frente de Liberación del Pueblo (JVP), con el 42,3% de los votos. La elección significó un duro golpe para la élite tradicional y la implosión de las dos fuerzas que se alternaron el poder en las últimas décadas: el SLFP del presidente saliente Ranil Wickremesinghe (sacó el 17,2%) y el UNP del clan Rajapaksa, que presentó al sobrino del mandatario depuesto en 2022 y apenas logró el 2,5%.

“La lágrima de la India”

Conocida como “la lágrima de la India” por su forma y ubicación geográfica, casi colgando en el mapa del subcontinente indio, la isla de Ceilán se independizó de Gran Bretaña en 1948, y en 1972 cambió su nombre por Sri Lanka y se convirtió en república. Pequeña pero densamente poblada, con poco más de 22 millones de habitantes, se destaca por sus bellas playas tropicales y por ser un paso comercial clave en las rutas marítimas del Océano Índico.

Además de las turbulencias económicas, Sri Lanka arrastra fuertes tensiones étnicas que desataron una guerra civil en 1983, y posteriores disputas esporádicas, entre una mayoría cingalesa (principalmente budista) y las minorías tamil y musulmana.

Consciente del desafío, Dissanayake se comprometió a empoderar a las marginadas poblaciones tamiles: “No puede haber progreso real si seguimos ignorando a una parte del país. Necesitamos unirnos".

La hora de la izquierda; la del Pueblo de Sri Lanka

Dissanayake —conocido como AKD por la siglas de su nombre completo— nació hace 55 años en un hogar de pequeños agricultores rurales. En los 80 se afilió al JVP y participó activamente en su ala estudiantil en una universidad pública, donde se recibió de licenciado en Ciencias Físicas. Desde el 2000 es legislador y en 2014 se convirtió en el máximo dirigente de este pequeño partido que se reivindica marxista-leninista, que participó en insurrecciones armadas en las décadas de 1970 y 1980, fue prohibido y se reintegró a la política institucional en 1994.

Vijay Prashad, historiador y periodista indio, cuenta a El Salto que “a lo largo de dos décadas, el JVP ha intentado influir en el curso de la política burguesa estableciendo alianzas con fuerzas de centro-izquierda e intentando impulsar políticas que ayuden al pueblo. Gracias a ello, Dissanayake estuvo un año como ministro en 2004, cuando impresionó a la gente por su honradez e inteligencia”.

En esa búsqueda de alianzas y ampliación de base electoral, el JVP conformó en 2019 la coalición Poder Popular Nacional (PPN) junto a expresiones más moderadas, pero en aquellos comicios presidenciales AKD solo cosechó el 3% de los votos. Por eso el carácter de proeza de su irrupción actual, al conectar con las frustraciones populares con un fuerte discurso anti corrupción.

El presidente dejó en claro que su principal reto es romper con el ciclo de ajuste y endeudamiento externo: “No vamos a seguir siendo esclavos del FMI, el pueblo ya no aguanta más miseria”

También sedujo al electorado prometiendo una batería de programas sociales, aumentar el salario mínimo, fortalecer los derechos laborales y sindicales, reducir impuestos a los servicios básicos y subir la carga tributaria de los más ricos en un país donde el 1% posee el 31% de la riqueza.

Pero sobre todo dejó en claro que su principal reto es romper con el ciclo de ajuste y endeudamiento externo: “No vamos a seguir siendo esclavos del FMI, el pueblo ya no aguanta más miseria”, aseguró en su discurso de asunción, y unos días después recibió a una misión del Fondo para renegociar el préstamo de casi 3.000 millones de dólares. Luego anunció la reestructuración de la deuda con los tenedores de bonos soberanos y la suavización de las condiciones que impone el organismo de crédito.

Como suele suceder, el auxilio financiero del FMI y sus “políticas de austeridad” más que una solución han sido parte del descalabro. En 2022, golpeada también por las secuelas de la pandemia, Sri Lanka declaró el default de su deuda externa, que se había quintuplicado en 15 años llegando a 56.000 millones de dólares. El gobierno impuso ajustes en salud y educación, subida de impuestos y recortes varios que empeoraron las condiciones de vida de las grandes mayorías, mientras la falta de reservas para importar provocaron escasez de alimentos, medicinas y combustibles.

El país se tornó inviable y el malestar social devino en la rebelión que expulsó del poder a la familia Rajapaksa. El Parlamento, también desacreditado, impuso al entonces primer ministro Wickremesinghe para completar el mandato, en lo que terminó siendo una gestión marcada por el acuerdo con el FMI y más ajustes.

Expectativas y posibilidades PARA EL Gobierno Popular: dilemas

El nuevo Gobierno surge entonces de las ruinas de esa hecatombe, con una pobreza del 25% y un tercio de la población con inseguridad alimentaria, según el Programa Mundial de Alimentos. Con solo tres bancas parlamentarias de su partido, el nuevo presidente disolvió el Congreso y adelantó las elecciones legislativas para el 14 de noviembre.

Vijay Prashad resume los dilemas que enfrenta: “El primer reto será ampliar el bloque parlamentario para poder implementar su agenda. En segundo lugar, surge la pregunta de qué hará con los pagos de la deuda externa, teniendo en cuenta que la cuarta parte de los ingresos de Sri Lanka se destina a los bonistas. ¿Dejará de pagar? ¿Pedirá más préstamos? Y en tercer lugar, ¿cuál será su agenda de desarrollo? ¿Cubrirá las necesidades inmediatas de la población o apostará a la inversión pensando en el mediano y largo plazo? La primera opción podría tener réditos inmediatos, pero la segunda podría mantener a la izquierda en el poder durante una generación”.

“La izquierda de la región está muy debilitada, sin embargo la victoria del PNP es una inyección de ánimo y, si logra cambiar la dinámica dominada por el FMI, tendrá buena repercusión: podría tener resultados inmediatos en la región”

Otra incógnita es cómo jugará AKD en la disputa geopolítica global. La semana pasada recibió al canciller de India, con quien acordó profundizar la cooperación bilateral. También será clave conseguir el apoyo de China.

Prashad explica que “la izquierda de la región está muy debilitada, sin embargo la victoria del PNP es una inyección de ánimo y, si logra cambiar la dinámica dominada por el FMI, tendrá buena repercusión: una política alternativa real podría tener resultados inmediatos en la región”.

La gran pregunta es si será el Gobierno Popular que aplique algunas reformas moderadas o si hará honor a su compromiso ideológico y se anime a avanzar en transformaciones de fondo. Cómo va a maniobrar entre las expectativas de cambio y los condicionamientos del FMI. Evidentemente, el reformismo oportunista, “los caminos intermedios corresponden a la antesala de la traición”.

La doctora Rosa Luxemburgo, la mente más genial entre los herederos científicos del Dr. Marx, “La historia Humana tiene un final abierto, no predeterminado por el progreso de las fuerzas productivas. Por lo tanto, el futuro solo puede ser resuelto por el resultado de la lucha de clases: podemos ir hacia una sociedad desalienada y una convivencia más humana, con el socialismo marxista, “Un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes, y totalmente libre, o podemos continuar hundiéndonos en la barbarie capitalista determinista globalizada/hegemónica, con sus malditas guerras imperialistas, la explotación, la masificación, enajenación y el narcotráfico para transmutar a la persona en un guarismo orwelliano.

¡El dilema aun no resuelto: socialismo marxista o capitalismo salvaje globalizado, determinista/hegemónico!. El desafío del siglo veintiuno, el presente es de lucha, solo merecen la libertad y la vida quienes cada día las conquistan.

Prof. Moreno Peralta/IWA.

Secretario Ejecutivo ADDHEE.ONG

Sri Lanka, triunfo electoral de la izquierda socialista marxista, ¡El pueblo trabajador exige cambios de fondo!.

Por Miguel Ramos/lucha internacionalista

En las elecciones presidenciales de Sri Lanka, del 22 de septiembre, fue electo Anura Kumara Dissanayake, quien se define como marxista, como nuevo presidente. Representa a la alianza Poder Popular Nacional, que incluye a su partido de izquierda, del cual es presidente desde el 2014, Frente de Liberación del Pueblo (JVP). Obtuvo el 42,3% de los votos contra el 32,8% de un candidato de centroderecha y un 17% del actual presidente que pretendía reelegirse.   

Miles de personas, muchas muy jóvenes, trabajadoras y trabajadores, salieron a festejar este triunfo electoral con banderas rojas y retratos de Marx y Lenin. Una sorpresa internacional. Las columnas masivas con sus banderas y pancartas, mostraron las expectativas por cambios de fondo en Sri Lanka.

La rebelión popular del 2022

Esta expresión electoral está directamente conectada con la insurrección del pueblo trabajador de hace dos años, de julio del 2022, cuando después de tres meses de grandes movilizaciones, centenares de miles de personas tomaron la casa de gobierno y el anterior presidente hasta ese momento tuvo que escaparse del país.

Esa insurrección del 2022 fue una reacción popular ante el desastre económico. La crisis capitalista internacional encareció los alimentos y el combustible, la deuda externa con China, Europa y Estados Unidos se hizo impagable, y los capitalistas, que ganan con las exportaciones, se llevan sus dólares fuera del país, el Estado quedó sin divisas. Y estuvieron meses sin comprar combustibles ni otros productos de importación, dejaron de funcionar transportes, y se cortaba la electricidad y el gas, y se dejó de importar medicamentos básicos. Decenas de miles de trabajadores fueron despedidos o suspendidos sin salario.

Continúa la crisis y brutal explotación de las y los trabajadores

Sri Lanka es una isla, de 65.610 km2, ubicada al sur de la India, con 22 millones de habitantes. Además de sus tradicionales exportaciones agrarias de te, coco, aceite de coco y arroz, se convirtió en últimos 20 años, como otros países asiáticos, en un gran exportador de textiles, con empresas asociadas a las multinacionales japonesas, chinas, yanquis y europeas, con mano de obra baratísima. Hoy le llaman “la fábrica mundial de corpiños”. Antes de la crisis e inflación aguda y devaluación de la rupia (moneda local), las obreras y obreros textiles ganaban 62 dólares mensuales. Ahora es mucho menos, los textiles 44 dólares de mínimo, pero con enorme aumento en el costo de vida incluso medido en dólares. Pero además son esclavizados, tienen que trabajar entre 14 y 16 horas por día, los siete días de la semana. Se calcula que es el salario más bajo de la región de Asia Pacífico. El sector textil emplea directamente 400 mil trabajadores e indirectamente otros dos millones, la mayor parte son principalmente mujeres que provienen de zonas rurales.

En julio del 2022, después de la insurrección y huida de anterior presidente, Ranil Wickremesinghe prestó juramento como nuevo presidente. Logró nuevos acuerdos de préstamos con el FMI aumentando la deuda estatal que hoy es una de las mayores del mundo en relación a su PBI (la deuda supera al PIB anual). Y con eso una relativa estabilidad, pero aumentando impuestos y con eso el costo de la vida, y bajando salarios reales.

Lo que sucede en Sri Lanka, también ocurre en otros países asiáticos cercanos, también productores de textiles baratos, como Bangla Desh que también tuvo una reciente rebelión popular exigiendo un cambio de fondo. 

El nuevo gobierno de izquierda

El presidente electo Anura Kumara Dissanayake, quien era parlamentario desde el año 2000 y fue Ministro de Agricultura durante un año en el 2004 bajo el gobierno capitalista de Chandrika Kumaratunga, ha dicho en sus primeras declaraciones que no romperá el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Si afirmó que va a haber rebaja de impuestos (que están afectando directamente a las importaciones de productos que consume el pueblo) y que va a renegociar el pago de deuda de 25.000 millones con el FMI.

Esto indica que el nuevo presidente no se propone un cambio económico de fondo que necesita y reclama el pueblo trabajador para salir de su brutal miseria y explotación.

La alianza Poder Popular Nacional podríamos definirla como de centroizquierda, integrada por sectores de la izquierda reformista, que no se propone romper con el FMI y el capitalismo. Lo interesante ha sido que los marginados, que se rebelaron en 2022, canalizaron sus reclamos pendientes votando a la izquierda, a una alianza que se dice marxista.

En Sri Lanka los cambios de fondo deberían comenzar por el no pago de la deuda, la nacionalización con control de sus trabajadores de la industria textil y la protección de la producción agraria de pequeños campesinos. Por supuesto que este cambio de fondo que hoy no plantea el nuevo presidente, y que jamás aprobaría el actual parlamento burgués dominado por la derecha empresarial, solo podrá realizarse con la movilización masiva del pueblo trabajador, como ya se dio hace dos años.

 Desde la UIT-CI saludamos y nos solidarizamos totalmente con esta lucha del pueblo trabajador de Sri Lanka por un cambio de fondo, por un verdadero gobierno de la izquierda, de la clase trabajadora y los campesinos que abra el camino del socialismo marixista, como lo mostraron en sus marchas de festejo, que termine con la miseria y la explotación laboral.

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

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