COMPAÑERO PRESIDENTE DR. SALVADOR
ALLENDE GOSSENS.
¡PRESENTE!: NO EN VANO EVOCAMOS SU NOMBRE Y SU LEGADO
“La historia es nuestra y la hacen los pueblos” ...
“Los pueblos sin memoria histórica nada significan
ni nada valen” ...
“El Partido socialista de Chile adopta
como método de interpretación de la realidad, el marxismo, enriquecido y
mejorado por todos los aportes científicos del constante devenir social”
... Declaración de principios: 19 de abril 1933...
“Nunca, jamás hemos dejado de decir, que no
aceptamos ningún tipo de imperialismo y que no somos colonos mentales de
ninguna tendencia foránea: somos socialistas marxistas,
anticapitalistas, antiimperialistas, chilenos y latinoamericanos”...
Compañero Presidente Dr.
Salvador allende Gossens, ¡Presente¡ Vive en la inmortalidad de la historia, en
el olimpo de los seres humanos que nunca mueren. El eco de su nombre, de su
ejemplo heroico libertario estará siempre presente y resonará en lo más digno,
leal, honesto y agradecido de nuestro ser...
Ningún ser humano muere en vano, sus sacrificios en
el ir y venir en el tiempo se traduce en la forma más elevada del desarrollo
humano, en las formas más sociales, más justas, en el pensamiento más avanzado
que pone atajo a la corrupción, la impunidad, la barbarie, la violencia
explotadora, enajenante e inmoral del sistema capitalista salvaje...
“El Partido socialista de Chile lo representan aquéllos que afirman sus principios, su tronco histórico, no quienes lo niegan, lo traicionan” Camarada Alejandro Chelén Rojas/ CNUB/PSCH/ México.
Con esperanza y memoria recordamos hoy 26 de
junio, como cada día al compañero Presidente Dr. Salvador Allende
Gossens: de hijo, bien nacido, mientras la juventud y la Clase
trabajadora sigan luchando por recuperar nuestro Chile digno, soberano,
respetuoso de los Derechos Humanos y el Entorno Ecológico, su heroico y
libertario ejemplo estará presente y resonará en lo más viril y honrado de las
entrañas del Pueblo Chileno, que tanto amó, junto a su vida...
Prof. Hugo Moreno Peralta / IWA
Secretario Ejecutivo Addhee. Ong
TRES SERES HUMANOS, SOCIALISTAS, MARXISTAS REVOLUCIONARIOS.
Por Alejandro Chelén Rojas, escritor, periodista e historiador de la Clase Trabajadora Chilena/CNUB/PSCH/ México. 1983.
En los cuarenta y seis años de vida del Partido Socialista se destacan tres seres humanos que influyeron profundamente en el nacimiento y el desarrollo de este destacamento vanguardia de los trabajadores: Marmaduque Grove Vallejos, Oscar Schnake Vergara y Eugenio González Rojas. Los tres fueron fundadores Desde antes de la fundación del Partido Socialista, el 19 de abril de 1933, “la fascinante personalidad de Marmaduque Grove Vallejos se impuso arrolladora en los ámbitos del socialismo y llego a introducirse hondamente en las vastas muchedumbres no politizadas”, dice Julio Cesar Jobet, prestigioso historiador. “ Para millones de ciudadanos”, - el socialismo se confundió con su persona y su palabra… Grove, en su calidad de líder del Partido Socialista, representó un valor decisivo en la expansión del socialismo en Chile y en la democratización nacional de los años 1932-1942”.
En realidad Marmaduque Grove Vallejos, desde el golpe
militar de 1925- fecha de su incorporación a la vida política-, se caracterizó
por su valor personal, espíritu audaz. Lealtad para sus camaradas, activa
inquietud revolucionaria y entrañable devoción por los desamparados. La llamada
– “aventura del avión rojo”-, que pretendió derribar la dictadura de Ibáñez,
revela su temperamento valeroso. De
igual manera. El golpe encabezado por el que derriba al General Luis
Altamirano, cuyo gobierno gestado por la juventud militar se había puesto al
servicio de la oligarquía, la caída de
la República Socialista, los destierros
y encarcelamientos, uno tras otro, dan prueba de su entereza y espíritu batallador.
Su infatigable actitud organizadora y organizativa, recorriendo el país y
dando vertebración nacional al
Partido, sus intervenciones en el
senado, exponiendo los objetivos del socialismo y defendiéndose de sus detractores que pretendían ridiculizarlo
negándole condiciones de líder y su
apostura de hombre fogueado en duras jornadas conspirativas procurando abrirle
camino al pueblo, hicieron de él un verdadero símbolo de las aspiraciones
sociales y económicas de los trabajadores.
Pocos hombres, con el carácter de
líderes políticos, despertaron una adhesión tan ardorosa y casi idolátrica de
las multitudes ansiosas de un destino
mejor, como lo hizo Grove en los primeros siete años de vida del Partido
Socialista.
El surco de esperanzas que Grove siembra en la
consciencia del hombre explotado,
diseñándole el futuro de un régimen socialista, reafirma las bases del
Movimiento Popular que asegura la victoria de
Pedro Aguirre Cerda. Si bien es
verdad que el Partido Socialista cuenta
en la etapa del 33 al 38 con
valores de primera jerarquía intelectual y de noveles pero ardorosos dirigentes
obreros, su crecimiento se debe en primer término a Grove,
a la atracción emocional ejercida sobre el Pueblo y a su extraordinaria
simpatía humana.
Con la presencia de Grove
y su incansable actividad desde
1932 a 1938, el Partido Socialista fue
dueño de una mística y de la fervorosa adhesión popular como ninguna otra organización
política ha llegado a poseer.
La designación por
el Partido como su abanderado de su elección presidencial de 1938, constituyó
la más justa y correcta interpretación del sentimiento popular existente
entonces. Sin embargo, estos anhelos del
pueblo, aún que primarios, en el sentido clasista, fueron truncados al aceptar el partido que una Convención del Frente Popular designara al
candidato presidencial, liquidando las
perspectivas de crear una amplia y
sólida organización revolucionaria, comandada por el partido. Así se perdió, también, la fuerza de
atracción aglutinadora, emanada de la
personalidad de Grove.
Aquella medida
impuesta a las bases por la dirección nacional y aceptada,
desgraciadamente por Grove, sirvió de
acicate destructor sobre cuanto se había construido y alejó, de manera definitiva, la posibilidad de
forjar una consciencia de auténtico contenido socialista entre las
gentes que se movilizaban al calor del
“grovismo”.
El Partido Socialista,
proyectado como Vanguardia del Proletariado y de la Revolución, inició su
decadencia por causa de sus propias
directivas. Incapaz de clarificar una política audaz, creadora,
consecuente con sus principios,
se prestó conscientemente a labrar
el derrumbe de Grove, al no defender su prestigio de líder cuando su
conducta y nombre simbolizaban las esperanzas populares.
Grove fue designado secretario General en el Congreso del
Partido Socialista en Diciembre de 1939,
al cumplir un año de participación ministerial, mientras el descontento de las
bases contra los dirigentes pedía a gritos el retiro del gobierno. Pudiendo entonces rehabilitarse y recobrar la
confianza de los trabajadores, aquellos dirigentes prefirieron continuar en una
colaboración gubernativa sin destino,
sabiendo que alentaban la
división del Socialismo, como fatalmente ocurrió en marzo de 1940. Ninguno de los dirigentes – exceptuando a los
“inconformistas”- ni el propio Grove, fueron capaces de reaccionar en favor de
la línea doctrinaria que nos habría devuelto la combatividad, evitándonos, también, los descalabros
posteriores que nos encenegaron en la
charca del oportunismo por más de un
lustro.
El destino de Grove, desde 1940 fue el reflejo exacto de
la dirección impuesta al Partido por su burocracia dirigente y parlamentaria.
Sin embargo, es innegable en la historia del socialismo chileno el aporte que
dio Grove al Parido Socialista en los 6 años iniciales de su gestación. Ningún
otro dirigente puede comparársele.
Ya en 1919 figura
como agitador siendo estudiante de medicina. Adhiere, entones, a la
I.W.W. , en la cual participan los mejores valores universitarios de la generación del año 20. La solidaridad del
estudiantado para los grupos anarquistas
sirvió, en gran medida, al desarrollo de
la lucha social y el conocimiento de la Revolución Rusa que hacía llegar sus
primeros fulgores de la liberación
proletaria. La divulgación de las ideas anarquistas, socialistas y comunistas
se realizaban en centros de estudios y tribunas públicas, fundiéndose en una solo haz obreros e intelectuales. En
ese ambiente inició Oscar Schnake su
vida política.
En dicho período de bullente agitación social, fue elegido
presidente de la FECH, declinando
el cargo por lealtad a sus convicciones anarquistas. Desterrado del país, tomó el contacto con los grupos revolucionarios
de Argentina y Uruguay y los más destacados impulsores de la Reforma
Universitaria. Cuando regresa, prosigue
sus estudios de Medicina y actúa con
mayor madurez y decisión en la lucha en favor de los explotados.
Schnake fue uno de los
propiciadores de la “ Unión Social
Republicana de Asalariados de Chile”(USRACH), que sirvió de base para la candidatura presidencial de José Santos Salas. La USRACH, inspirada en
ideas anarquistas a las cuales no era ajeno Schnake, tuvo bastante gravitación
política hasta que fue perseguida por la dictadura del general Carlos Ibáñez.
Es en este período de tiranía- no
obstante persecuciones y miserias que le rodean-, cuando profundiza en el
análisis del proyecto político social y económico del país, extrayendo claras conclusiones
acerca de la necesidad de volcar sus esfuerzos hacia la creación de un partido
de inspiración marxista.
Schnake, junto a Grove y
Matte Hurtado fue ardiente impulsor de la Revolución del 4 de Junio de
1932.
Secretario general de la Junta de Gobierno, “ es uno de
los elementos más puros que actúan en la Revolución, lleva su aporte de extraordinaria inteligencia, su
temperamento sereno, razonador, su profundo sentido humano y su juicio certero
de la realidad nacional al movimiento”, dice rene Frías Ojeda, quien
actuó junto a él en su folleto “Ubicación histórica del 4 de junio”,
editado en 1939.
Desde la fundación del Partido Socialista, Oscar Schnake
fue su Secretario general ejecutivo hasta septiembre de 1939, cuando es designado Ministro de Fomento del
Gobierno de Pedro Aguirre Cerda, hasta entonces demostró condiciones relevantes como conductor popular
y organizador partidario, con profundo y
creador sentido de la disciplina. En
esos años, como jefe máximo del partido
– desde la fundación hasta el proceso “inconformista”-, formó los mejores y más aguerridos dirigentes
políticos y sindicales.
Tuve oportunidad de conocerlo y conversar, por primera
vez, en los apasionantes días de la Convención Presidencial de Izquierda y del
Primer Congreso extraordinario del Partido Socialista, en abril de 1938.
Escuché entonces y después sus discursos partidarios y públicos. En el V
Congreso – Diciembre del mismo año-, conversamos una vez más en dos
oportunidades y siempre estuve atento a sus
intervenciones como Ministro o Parlamentario. Para mí su figura se me
grabó como una de las personalidades más vigorosas del Socialismo Chileno de
esos años. No obstante mi juventud, veía en Schnake un líder con todos los
perfiles señeros de un revolucionario. Sencillo en su trato con los camaradas,
sus discursos tenían el sello de los grandes creadores: vibrantes, emotivos, de
una sencilla y elocuente contextura didáctica, lógico en sus argumentaciones.
Sabía llegar al corazón de las gentes, pulsando sus inquietudes, porque unía a
su oratoria ardorosa y convincente una emoción natural, que se hacía más atrayente por su estampa
varonil, como esos conductores de multitudes forjados en las entrañas del pueblo.
¡ Cuanta capacidad e inteligencia de primer rango
finalmente perdida en las fangosas aguas del proceso reformista en que
se desenvolvió el Partido en esos años¡
Schnake, sin embargo, pudo rehabilitar al partido de sus errores en dos oportunidades
importantes durante la etapa
colaboracionista y que favorecían un cambio fundamental de rumbos. La primera
fue en el VI Congreso General Ordinario del Socialismo, cuando la corriente
“inconformista” exigió el retiro del Partido de
tareas ministeriales por su ineficacia realizadora, corriente casi mayoritaria y que agrupaba a
los más capacitados cuadros de la organización.
Schnake formaba parte del gabinete conjuntamente con Salvador
Allende y Rolando Merino, y era el verdadero jefe del Partido, prefirió
continuar en el gobierno provocando la división socialista cuatro meses más tarde.
La segunda oportunidad se presentó el 15 de diciembre de
1940, cuando Schnake planteó la ruptura
del Frente Popular, sin extraer las
conclusiones naturales que se desprendían de este hecho político: el retiro del Partido del Gobierno. Es el
período del Pacto celebrado entre la Alemania nazista y la Unión soviética en
vísperas de la Segunda Guerra Mundial que desencadenara una nueva controversia
entre socialistas y comunistas en Chile.
A estas dos
últimas oportunidades desaprovechadas para una rectificación de rumbos, se vino a agregar el fallecimiento del
Presidente Aguirre Cerda en Noviembre de
1941 y la designación de Schnake como candidato presidencial. En efecto, en
el Tercer Congreso extraordinario realizado para analizar ese
problema, Schnake fue proclamado por unanimidad, con el
apoyo del propio Grove. Solo la Federación de la Juventud socialista / FJS se
opuso, por considerar que ésta candidatura se levantaba para transarla después
con el Partido Radical y demás fuerzas de izquierda.
Schnake fue Ministro de gobierno de Juan Antonio Ríos, después asumió la embajada en México y enseguida la de Francia. Desde entonces dejó de participar en la
política interna y en cargos direccionales del Partido Socialista.
No deja de ser dramática en la vida del Partido Socialista
que sus más altos valores, aquellos que
lo fundaron y lo pusieron en la órbita de las grandes organizaciones
políticas, hayan sido, también, los
responsables de sus peores descalabros.
Schnake el más completo y brillante de sus conductores durante el primer
decenio de su existencia, careció de la entereza necesaria en los momentos más
cruciales para rectificar los rumbos equivocados, que consciente o inconscientemente él mismo le había impuesto al Partido.
Fue necesario soportar
todo un proceso de descomposición, para
que los más jóvenes y algunos de
la vieja generación lograsen alcanzar
los mandos partidarios con la firme voluntad de imponer nuevos rumbos. Esta nueva etapa iniciada en el XI Congreso celebrado en Concepción en 1946,
cuyo desarrollo fue heroico y dramático, destacó a un militante ya maduro que en
el primer decenio
Sin duda alguna,
Eugenio González ha sido el dirigente más responsable y culto del socialismo chileno y uno de
los intelectuales de mayor jerarquía intelectual y moral del país. Perteneció a
la generación de 1920 y siempre se
mantuvo dentro del campo de los ideales revolucionarios, contribuyendo con su
cultura y capacidad al desarrollo y esclarecimiento del pensamiento socialista.
Siendo apenas un adolescente, fue presidente de la Federación de
estudiantes en la década de 1920. Combatió la dictadura de Ibáñez y fue
relegado a la isla de “Más afuera”.
En plena juventud
participo en la revolución del 4 de
junio de 1932, ocupando el Ministerio de educación. Antes, de retornar de la isla “más afuera”, había fundado con un
grupo de ciudadanos llamada Acción Revolucionaria Socialista, a través de la
cual contribuyó al nacimiento del partido socialista en abril de 1933.
Connotado educador
y catedrático, fue Decano de la Facultad de Filosofía y Educación, eligiéndosele, en seguida, Rector de la Universidad de Chile. Escritor brillante de
penetrante fuerza expresiva y de dramaticidad, sus libros alcanzaron resonancia
no solo por la profundidad de los temas abordados, sino también por su estilo
vigoroso y atrayente. Su novela, “Hombres”, quizás la más lograda entre los 4
libros de su producción, propiamente literaria, describe toda una etapa vivida
de la lucha política y social con trazos
maestros.
Eugenio Gonzáles, en 1947, redactó el proyecto del Programa del Partido
socialista, que posteriormente fue aprobado
con algunas enmiendas y aportes en una
Conferencia Nacional convocada para este objeto, obra maciza por su claridad
expositiva y hondura en el análisis doctrinario. En Junio de 1948 fue designado Secretario
General del Partido Socialista Popular y en Marzo de 1949 es elegido Senador
por la provincia de Santiago. Como jefe del Socialismo, le correspondió
dirigirlo, enfrentando la más despiadada ofensiva reaccionaria desencadenada
por la “Ley Maldita” durante el gobierno del Presidente González Videla. De los secretarios generales que ha tenido el
Partido, muy pocos pueden igualárseles en espíritu de sacrificio y
responsabilidad. En el período en que se desempeñó como senador fue el más
brillante expositor del ideario socialista chileno.
Muchas diferencias interpretativas pueden existir entre la concepción
profundamente humanista de Eugenio González y la de otros compañeros, pero
pocos pueden del socialismo exhibir una consecuencia similar entre su pensamiento
y su acción, que él siempre demostró. Eugenio González jamás se prestó- por afanes demagógicos u oportunistas-, a
disimular el concepto que tuvo del marxismo: siempre afirmó, con la entereza y
responsabilidad que lo caracterizaba, “ que el socialismo marxista es revolucionario por sus objetivos.
Porque implica un cambio completo en la estructura de la sociedad capitalista,
pero no puede ser dictatorial por sus métodos, por cuanto procura el respeto a
valores de vida que exigen el régimen de libertad”.
Frente a las mediocridades liderezcas de íntima cuantía teórica e intelectual, que
deben su elevación política al fraude
demagógico sobre las gentes y a ingeniosas maniobras de grupos, Eugenio
González nunca presionó por destacarse ni en el Partido ni en la Universidad.
Si ocupó en ambos campos un sitial de
primera línea fue exclusivamente por su inteligencia y su cultura, por sus principios e integridad moral. En el Partido
tuvo el mérito singular de haber aportado en plena madurez a partir de
1946, su capacidad y experiencia a la
acción rectificadora de una dirección
joven surgida del XI Congreso General celebrado en Concepción.
El suyo ha sido un ejemplo fecundo que hoy siguen muchos veteranos en las
luchas sociales del Partido, que se ubican en las posiciones de vanguardia,
cuidando celosamente de que no se desarrollen nuevas tendencias reformistas,
que tanto daño continúan haciendo al
movimiento popular.
Este ensayo es del
ex Senador Socialista chileno Alejandro Chelén Rojas- Lo subrayado e
interpolado es nuestro con la anuencia del autor-. Nuestra Revista se complace
en tener entre sus colaboradores a éste consecuente, culto y ejemplar dirigente
del Socialismo Chileno. El compañero Chelén Rojas es además un destacado
escritor, historiador y periodista. Durante toda su vida se ha dedicado a
investigar y escribir sobre la lucha de la Clase Trabajadora Chilena, como
también del Movimiento Socialista Chileno. El compañero Chelén Rojas ha escrito
y ha participado activamente en la lucha de la Clase Trabajadora chilena
como militante y destacado dirigente del Partido Socialista Marxista Chileno como diputado y senador de la República de
Chile.
Creemos que no se puede hablar del Partido Socialista de Chile, del partido
del Compañero Presidente Dr. Salvador Allende Gossens sin hablar del compañero
Alejandro Chelén Rojas. Este combativo
dirigente del Socialismo Marxista Chileno ha entregado lo mejor de su vida a su
Partido, a su Pueblo. Hoy a pesar de su enfermedad sigue firme luchando contra la dictadura fascista cívico militar
pinochetista con la esperanza que más temprano que tarde su Pueblo se va a
sacudir de la tiranía y va a
construir el Chile socialista,
digno, fraternal, solidario, democrático y soberano, porque la historia la hacen los Pueblos chileno y
mapuche
Prof. Hugo Moreno
Peralta/ CNUB/ PS CH/ Berlín DDR. Señora Gerda Bottcher Directora de la Revista
Latinoamérica Un Pueblo Continente.
Traducción al
alemán, francés e inglés por la Señora Gerda Bottcher /Berlín/DDR.
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