viernes, 18 de octubre de 2024

La España profunda monárquica franquista y Latinoamérica en el mes del “descubrimiento”

 




La España profunda monárquica franquista y Latinoamérica en el mes del “descubrimiento”

En la España profunda, la monarquía franquista, “La madre patria”, el gobierno socialdemócrata y la oposición de derecha, mantienen un rechazo unánime a los gobiernos progresistas de Latinoamérica y siempre se han aliado a Washington. Tal como se planteó hace un tiempo en estas páginas, los países atlantistas tienen adjudicada la labor de conectar Europa con sus antiguas colonias y, en tal sentido, desde Madrid se opera con gran intensidad aprovechando, según sus análisis, ciertas ventajas que tendrían debido a una “hermandad” que se disfrutaría entre los antiguos colonialistas y quienes hoy habitan los antiguos territorios entonces dominados a sangre y fuego. De esta manera, ejerciendo un derecho  que no tienen, quienes constituyen la clase en el poder en España, intervienen en Latinoamérica de acuerdo con los intereses de los conglomerados financieros, así como de pujantes grupos económicos que financian la política ibérica, los que hoy adhieren a la corriente globalista.

No obstante, es cada vez mayor la resistencia que dichas maniobras tienen en la región, debido a que, en forma creciente, se ha consolidado la idea de promover proyectos que terminen con la dependencia y con las nuevas formas de colonialismo. Un proceso que se inscribe en la renovada resistencia al liberalismo eurocentrista, que junto a la falsedades de la Biblia sostuvieron la cruenta expansión capitalista en el nuevo continente.

La monarquía franquista de la España profunda y sus aliados socialdemócratas que hoy gobiernan, creen ingenuamente que se puede obviar o enmascarar el genocidio provocado por el “progreso” que vino a civilizar salvajes sin alma, que se negaban a ser salvados del infierno y rechazaban ser dominados.

Una colonización con varias etapas, ya que luego llegó la “buena nueva” que traía la Ilustración y la democracia como régimen, proveniente del esclavismo griego, una propuesta de sistema que partía considerando a los seres humanos como desiguales. Esa fue la matriz de ideas que los conquistadores españoles trajeron al Abya Yala y que impusieron por la vía armada. Hoy, el reyecito y sus aliados socialistas, desean que se conviva en la diversidad aceptando varias verdades, una fórmula ladina de encubrir el genocidio a nuestros abuelos que no se quiere reconocer. Por ello, nadie con un mínimo de sentido común puede aceptar tales argumentaciones, no es solo un problema político, es también civilizatorio.

Felipe VI llama a la unidad iberoamericana pero no reconoce el genocidio

“Lo esencial es tomar impulso en tanto que nos une, en nuestras afinidades, para a fin de cuentas alcanzar respuestas pragmáticas, útiles y equilibradas”. Estas fueron las palabras de respuesta del Rey de España, Felipe VI, a la controversia que se generó con el gobierno mexicano a raíz de la no invitación al monarca para la asunción de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo a la presidencia del país.

Sin embargo, la alocución del soberano español no alude al tema principal discordante, la ausencia de respuesta a la planteado por el entonces presidente Andrés López Obrador, pidiéndole “una disculpa por los agravios producidos a las pueblos indígenas durante la conquista”.

Con la rigidez de quien es solo instrumento de la clase dominante europea para conectar el viejo continente con Latinoamérica, Felipe VI expresa huecas palabras que solo pueden tener recepción en sectores del moderno yanaconaje empresarial, que muy fácilmente se obnubila con lo “europeo”, pero no llegan como mensaje creíble a la gran mayoría de la población que habita el subcontinente. Pero, sobre todo, es difícil la anuencia con una posición que insiste en tergiversar la historia bajo una pretendida noción de que existe una diversidad de opiniones y que todas son válidas. Una muy buena excusa del victimario que pretende convencer a las víctimas con una situación de relatividad que en definitiva justifica la impunidad. Nadie puede negar que el negacionismo fue impuesto primeramente por los españoles que se niegan a reconocer los masivos crímenes que cometieron, los que sucedieron en el marco de una conquista que arrasó con las civilizaciones originarias y de la cual también es responsable en gran medida la Iglesia Católica, la que justifica su perversa acción como una feliz etapa destinada a convencer a salvajes. En tal contexto, mucho más ingenuas son las expresiones de Josep Borrell, quien señaló la “absoluta disposición a superar la polémica” que existiría con las autoridades mexicanas. Una de tantas tonteras que acostumbra a expresar, ya que un tremendo suceso, que no podrá superarse, como fue el genocidio, lo reduce a una polémica. Es la concepción de quienes constituyen el poder español, los crímenes de lesa humanidad son casi una discusión semántica que se debería dejar atrás, una especie de malentendido. Respuesta que linda con la frescura, risible si no fuera por los muertos.

Lo subrayado interpolado es nuestro.

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