La tenacidad Cubana.
“Una agresión contra Cuba, es una agresión a la tierra, a la sangre, y a la historia de Latinoamérica” Dr. Salvador Allende Gossens, Senador de la República de Chile, Julio 1960.
Por Prof. Dr.
Atilio A. Borón/ Académico Universidad de Buenos Aires,
Argentina/ADDHEE.ONG/Picacubarte:
Cada nuevo año
invita a realizar balances de logros y frustraciones, alentar renovadas
esperanzas y, en Nuestra América, conmemorar una gesta histórica: el triunfo de
la Revolución Cubana. Como lo he dicho en reiteradas oportunidades la
recordación y el homenaje a esa gran victoria popular y la interminable derrota
del imperialismo estadounidense que acumula sesenta y un años mordiendo
furioso el polvo de la derrota –cosa que jamás le ocurrió en ningún otro rincón
del planeta- prevalecen por encima de cualquier otro tipo de consideración. Sin
menospreciar a nada ni a nadie, nuestras pequeñas historias personales e
inclusive grandes acontecimientos de índole colectiva quedan eclipsados por la
luz radiante de aquel amanecer del 1º de enero de 1959.
Ese día la
historia de esa “una sola gran nación”
de la que hablaba el General Libertador Simón Bolívar Palacios y
Blanco, quedó partida en dos: Fidel y los jóvenes del 26 de Julio
consumaron una hazaña que instaló un ineludible antes y después en nuestro
devenir histórico, destinado a durar para siempre y a resignificar nuestras
seculares luchas por la liberación nacional y social pero también a otorgar
nuevo sentido y un renovado horizonte a las batallas de nuestro tiempo. Pero no
fue tan sólo aquel acontecimiento liminar: el pueblo y el gobierno cubanos tuvieron
la virtud de sostener contra viento y marea durante más de seis décadas aquella
victoria homérica que hizo posible que Nuestra América saliera de la
prehistoria y comenzara a escribir su propia historia.
Una historia
durísima, de resistencia ante el mayor poder del planeta, y de ardua
construcción del socialismo. Lo primero, porque el imperialismo ni por un
segundo dejó de hostigar a la Revolución Cubana. Y ante ello el pueblo cubano
se ganó para siempre el adjetivo de “heroico”, porque resistió a pie firme
haciendo gala de una virtuosa tenacidad que no tiene parangón en la
historia universal.
Y construcción,
decíamos, porque bajo las peores condiciones imaginables Cuba comenzó a
construir el socialismo y al día de hoy continúa la tarea con ejemplar
tenacidad. El sabotaje del régimen estadounidense ha sido persistente, creciente
y brutal. Demócratas y republicanos se han alternado en la Casa Blanca pero
todos han coincidido en su enfermiza obsesión por aplastar a la Revolución
Cubana y borrar de la faz de la tierra un ejemplo que demuestra que aún bajo el
ataque “de amplio espectro” de la mayor superpotencia del planeta un país de la
periferia puede garantizar para toda la población salud, educación,
alimentación, seguridad social y una vida austera pero digna. Cosas que ningún
país capitalista puede hacer porque en ellos todos esos derechos que la
Revolución Cubana ofrece a su ciudadanía son meras mercancías u oportunidades
de negocios.
Esto explica el
rabioso empeño de la Casa Blanca por acabar con la Revolución Cubana. Su
sola supervivencia, bajo condiciones tan inmensamente adversas, es prueba
irrefutable de la superioridad del socialismo (sin negar sus problemas) sobre
el capitalismo. Si como dice Donald Trump aquél ha fracasado, ¿por qué no suprime
el bloqueo que atenaza a la isla y le exige inmensos esfuerzos para lograr lo
que en casi todo el mundo se obtiene sin el menor esfuerzo? Por ejemplo:
facilitar las exportaciones cubanas, permitir el libre tránsito de los
residentes en Estados Unidos para que puedan visitar la isla cuando se les
antoje, recibir remesas de los emigrantes cubanos radicados en ese país,
permitir que Cuba importe lo que necesite sin aplicar enormes sanciones
económicas a los terceros países o las empresas involucradas en esa actividad,
favorecer el turismo y poner fin a las innumerables restricciones de todo tipo
impuestas a la isla rebelde por su osadía.
Si de fracasos se habla Estados Unidos es un
lastimoso muestrario: un país carcomido por la violencia, con periódicos
asesinatos masivos e indiscriminados en escuelas, shoppings e iglesias
producidos por sujetos desquiciados por una sociedad alienada y alienante; un
país que alberga decenas de millones de adictos que consume cuanta droga letal
se produce en el planeta y fomenta el flagelo del narcotráfico [1]; un país
riquísimo, por lo propio y por lo que le ha robado al resto del mundo, y que
sin embargo no puede acabar con la pobreza que afecta a cerca de un 15 por
ciento de su población; un país que prostituyó su proceso político y que hoy no
es otra cosa que un régimen plutocrático en donde sólo prevalecen los intereses
de las clases plutocráticas empresariales dominantes, tema éste sobre el
cual hoy existe un sorprendente consenso dentro del establishment académico.[2]
Si el
socialismo ha fracasado, ¿por qué la Casa Blanca y el poder mafioso (en sus dos
variantes: corporativo y gangsteril) que aquella representa no dejan a Cuba en
paz? Respuesta: porque entonces el ejemplo de Cuba, importante como lo es hoy,
lo sería muchísimo más y los pueblos del mundo podrían sentir la tentación de
avanzar por esa vía, algo absolutamente inadmisible para el poder capitalista salvaje
a escala mundial. Por eso, ¡gracias Pueblo Cubano por tu
Revolución socialista y por nutrir nuestras esperanzas, y por haber
hecho de la justicia, el internacionalismo y la solidaridad las estrellas
polares que guían a los pueblos en la construcción de un mundo mejor!
Notas:
[1] El Addiction Center de Estados Unidos
informa que existen en ese país al menos 21 millones de adictos a diversas
drogas y que sólo un 10 % de ellos recibe tratamiento médico que, por supuesto,
es mayoritariamente privado y caro.
[2] Así lo
demuestra un reciente estudio realizado por las universidades de Princeton y
Northwestern. Ver https://m.washingtontimes.com/news/2014/apr/21/americas-oligarchy-not-democracy-or-republic-unive/?utm_source=GOOGLE&utm_medium=cpc&utm_id=chacka&utm_campaign=TWT+-+DSA
Lo subrayado
es nuestro.
Valparaíso,
1 Enero 2020.
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