Aprobada la ley que criminaliza la protesta social Piñera Echeñique y aliados concertacionistas / nueva mayoría intentan resolver la “crisis” reduciendo derechos
El proyecto que restringe el derecho a
protestar consolida el abuso y la desigualdad en la sociedad chilena, ya que la
norma se aplicará a quienes no tengan redes e influencias para defenderse. Los
grandes empresarios sofofos y la élite política seguirán eludiendo la
justicia tal como sucede hasta hoy.
Con la aprobación definitiva culminó
el trámite del proyecto de ley que tipifica como delito distintos modos de
protestar, cuestión que busca mediante la coacción estatal, reducir el derecho
de los movimientos sociales a manifestarse. Paradojalmente muchos de los
legisladores que la aprobaron, han estado procesados por infringir la ley y lograron
zafarse de una condena gracias a que forman parte de los grupos dominantes. Esta
corta e ineficaz ofensiva del régimen tiene como propósito recuperar la
calle, intentando reducir la extensa protesta que se desarrolla en todos las
ciudades del país. Sin embargo, lo hace por el lado del síntoma y persistiendo
en aplicar medidas que originaron la rebelión. En este plano sólo hay dos
alternativas, o la protesta se termina ante el susto de los manifestantes por
la aplicación de tales medidas punitivas o las cárceles continuarán llenándose
de prisioneros políticos.
Tal como sucedió en la Cámara, no dejó
de llamar la atención el voto favorable de varios senadores concertacionistas,
en especial quienes han posado de progresistas, una de ellas la senadora Yasna
Provoste. De los otros y otras, nadie puede sorprenderse, el caso más patético
es el de José Insulza, personaje que, desde 1964, siempre se ha ligado al
poder, uno de los arquitectos de la vuelta del sátrapa Pinochet desde Londres
y mezclado con el alcalde de la comuna de San Ramón, acusado por sus propios
camaradas de estar ligado al narcotráfico. Justificando su voto contra los movimientos
sociales, Insulza declaró “había que dar una señal”. ¿A quién? Obviamente, al
poder político-empresarial sofofo del cual es un disciplinado
integrante.
Otra perlita de la operación es la
senadora DC Carolina Goic, quien nunca ha asistido a una marcha desde el pasado
18 de octubre. La parlamentaria señaló que la ley antibarricadas “es
fundamental para proteger precisamente la movilización pacífica”, señalando al
mismo tiempo que “si el gobierno piensa que con estos proyectos va a resolver
la crisis social está equivocado”. ¿Quién la entiende?.
En definitiva, sigue actuando un
bloque político-empresarial que aparentemente tiene diferencias pero que se une
férreamente cuando debe defender el modelo neoliberal capitalista salvaje y
no titubea en imponer las sanciones más ilógicas cuando este peligra.
No debe sorprender que se legisle
apresuradamente para restringir la legítima protesta, pero se es indiferente
con los atropellos. Por supuesto a Insulza, Harboe, Provoste, Lagos Weber,
Goic, Pizarro, Quintana, Girardi y otros, no se les ha ocurrido legislar para
sancionar a las y los carabineros y detectives que disparan directamente a la cabeza
y en especial a los ojos, de quienes se manifiestan pacíficamente. Tampoco han presentado
proyectos de ley para castigar a quienes atropellan intencionadamente a jóvenes
que participan en marchas o los verdaderos asaltos que fuerzas policiales efectúan
en las poblaciones llenando de gases lacrimógenos las viviendas de pobladores
humildes, sin atender la existencia de niños y adultos mayores.
La élite política-empresarial que
lucra en el Congreso, erróneamente, cree que con represión podrá detener una
crisis que no puede resolverse bajo el neoliberalismo del sistema
capitalista salvaje.
Luksic
y los aparatos de Inteligencia
El reconocimiento por parte del empresario
Andrónico Luksic de su participación en el informe de inteligencia llamado Big
Data, presentado como análisis-experto por la firma española Alto Data Analytics,
ratifica la existencia de un bloque político empresarial que actúa en las
sombras. Esta alianza opera abiertamente, aunque las personas comunes y corrientes
no imaginan sus recovecos.
¿Qué se sabe hasta el momento? Luksic
contrató a los españoles para levantar un dispositivo de inteligencia que
“protegiera a sus trabajadores”, al descubrirse una bomba en la oficina de
Rodrigo Hinzpeter, alto ejecutivo del grupo y ex ministro del Interior del primer
gobierno de Piñera.
Al irrumpir la rebelión social, el bloque
político empresarial priorizó el trabajo de inteligencia. El gobierno contrató
a Alto Data, Luksic hizo el contacto, Hinzpeter fue el operador y tuvo una
reunión en las oficinas de la ANI junto al ex ministro Andrés Chadwick y su subsecretario
Rodrigo Ubilla.
Luksic, al igual que Ponce Lerou, nunca
asume nada, dice que solo hizo los contactos, pero la facilidad con que participa
en sucios asuntos no debe sorprender. Estuvo involucrado en el famoso caso de los
“Vladivideos” en Perú, luego en el caso Caval junto a familiares de la ex
presidenta Bachelet y ahora en este
deplorable caso de inteligencia, entre otros.
Son los dueños del país que operan con
alta impunidad y que nadie se atreve, ni siquiera, a criticar.
Lo subrayado es nuestro.
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