Periodista argentino en medios de prensa escrita y digital, radio y TV.
Escritor de varios libros de temas de política internacional. Director del
periódico Resumen Latinoamericano. Coordinador de Cátedras Bolivarianas, ámbito
de reflexión y debate sobre América Latina y el Tercer Mundo.
Nos solidarizamos con los dignos y valerosos jóvenes Chilenos/Mapuches que rechazan comulgar con la rueda de carreta del régimen plutocrático, déspota piñerista Echeñique.
Chile: “Hay olor a Revolución en el aire”.
“La juventud sin espíritu de rebeldía es servidumbre
precoz”. Claustro de Reforma de la Universidad el Norte Chile/ 1968-1969, desaparecida
por la dictadura cívico militar pinochetista.
Nadie hubiera vaticinado antes de aquella irrupción juvenil
colándose en el Metro chileno, que este fin de año iba a mostrar el mapa
de conflictividad que estamos viendo. Un escenario que no solo demuestra que
después de la retirada pactada de la dictadura cívico militar pinochetista
del régimen y la irrupción de una pseudo democracia vigilada por el
imperio (llamada Concertación/Nueva Mayoria) el sistema huele a podredumbre.
Eso precisamente es lo que gritan los muchachos y muchachas
(jóvenes de 13 a 25 años) cuando participan diariamente en las barricadas
llameantes y enfrentando la criminal represión de los pacos, ese cuerpo
policial militarizado que actúa como una máquina de hacer el mayor daño
posible.
Esa juventud
corajuda, porque hay que tener adrenalina y mucha conciencia política para
salir a las calles desarmados a enfrentar la maquinaria represiva del
odio impulsada por Piñera Echeñique, es la que ha puesto en marcha la
restauración de la dignidad chilena, la que hizo despertar al conjunto de la
sociedad y la que de paso, recordó que la solidaridad, el compañerismo y la
ternura son un bien que no se ha extinguido.
Esta Navidad ha sido pródiga en acciones que demuestran que “no hay
nada que festejar salvo la lucha”, como rezaba un cartel que vimos en una
de las calles de Santiago. Mientras un grupo de chicas con atuendo rojo y capuchas
del mismo color se colaban en uno de los grandes shopings capitalinos, para
cantar villancicos feministas y anti-gobierno, otro batallón de chicos
descolgaban en supermercados céntricos pancartas exhortando a respaldar el
levantamiento popular.
El plato fuerte fue en la emblemática Plaza de la Dignidad, en la
tarde-noche del 24 cuando familias enteras, y militantes de organizaciones
sociales y populares llegaron con platos de comida y algo de bebida para hacer
una vigilia improvisada precisamente en el escenario de tantas batallas contra
la represión desde que empezó esta gran movida. Sin embargo, la sádica actitud represiva
de los pacos, no pudo tolerar semejante desafío pacífico y volvió a hacer de
las suyas, reprimiendo a todo aquel o aquella que identificaba como
un “enemigo”. Sin embargo, fueron muchos que les hicieron frente,
caceroleando o maldiciéndoles por ser “miserables represores”. Horas
antes, otro grupo de uniformados había llevado detenido a un adolescente que
participaba en un parque de un cumpleaños infantil, solo porque les parecían
sospechosos ese grupo de vecinos allí reunidos. Y como aquí no se rinde
nadie, fueron las madres de los niños los que les repudiaron su actitud
autoritaria y brutal.
Todas estas muestras de dignidad se despliegan por todo el país, y a la
misma hora, muchos caceroleaban y marchaban en el extremo norte del país,
en Iquique, otros grupos de jóvenes combatían cuerpo a cuerpo con los
carabineros en Antofagasta, Concepción, Temuco, Puerto Montt, Punta Arenas y
Villa Portales, y todos/todas se preparan para la gran concentración y
vigilia del 31 de diciembre en la Plaza de la Dignidad. Ese día de fin de un
año que empezó difícil y termina en una mar de rebeldías y
nuevas insurgencia, será no solo para brindar entre hermanos y
hermanas, sino también para homenajear a esa potente “primera línea” que
integrada por los más jóvenes, armados de improvisados escudos, que defienden
al resto de los movilizados de las cargas feroces de los represores. Para que
el agradecimiento sea comunitario, cada organización y también muchos autoconvocados
llevarán insumos para hacer una mesa masiva y solidaria. ¿Habrá represión?
Nunca se sabe, pero eso no paraliza a nadie, porque esta lucha no es una más,
sino la que busca mostrar al mundo que entre la Cordillera de los Andes y el
Pacífico hay un pueblo que no cree más en los políticos burgueses corruptos,
y en sus partidos (incluidos los de una izquierda socialdemócrata y
democraciacristiana que no se arrima a las calles y menos a las protestas
contra el sistema capitalista salvaje, porque desde hace mucho
optaron por mantenerlo.
Asi termina este 2019 en este país al que el Presidente
Salvador Allende Gossens y Miguel Enríquez Espinosa brindaron su vida, así se piensa en que va a
seguir el 2020, y más allá se bajará un poco la continuidad de la bronca en la
calle, porque el verano es el verano, ya se están preparando protestas en el
famoso Festival de Viña del Mar y otros similares. Todo, para calentar el
ambiente de cara a marzo, donde si todo sigue así y se cumplen las
predicciones, podría producirse una gran sublevación nacional. ¿Y Piñera?
Mal, gracias. Su popularidad está por el piso, y no cae porque Trump aún no lo
ha dispuesto, pero ya eso no es lo más significativo, porque estas multitudes
peleonas saben que el gran desafía que se avecina para el movimiento insurgente
es construir, desde la calle y combatiendo, otra sociedad diferente. No será de
inmediato, pero ya se plantó la semilla para que esto que hoy vemos y nos
asombra (y que no es distinto a lo de Ecuador, Colombia o París) es un punto de
inflexión y no retorno. Como nos dijo un cabro de 17 años en la calle
santiaguina: “Hay olor a Revolución en el aire, y es más fuerte que el
ácido de los gases de los pacos”.
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