LA AGONIA DEL EROS EN EL MUNDO
Por Dr. Mariano Sierra S./ Escritor, jurista, filósofo y analista internacional/ADDHEE.ONG
Vivencia profunda de las crisis, los colapsos, las
desigualdades y las tensiones propias del devenir de nuestros pueblos que no se
acomodan a la historia ensangrentada por el horror de las venas abiertas y el
libro negro del hambre de amor, de tantos condenados por falsas independencias
cuya división es arrastrada por el enemigo de los lumpen que gozan de lo que no
les pertenece.
No solo de pan viven el hombre. No es retórica, es
el eco de voces que claman, pero que no viven porque han perdido el sentido de
la vida, que en su soledad declaman su existencia, que se halla en un vacío del
yo, del nosotros y no del ser por el ser. Pan y vida es acción de amor, lejos
de toda infelicidad que nos lleva a vivir el terror cósmico de la ausencia del
amar samaritano y la presencia indolente del capitalismo determinista, globalizado/hegemónico que, junto con el amor desfigurado, ocasiona
disfrutes seductores, consumismo, placeres hedonistas, endeudamientos a no dar y
cualquier otro ofrecimiento de Baco.
La agonía del Eros, para algunos la muerte del
amor ante un mundo que vive el asedio más catastrófico, sometido a los
formalismos estructurales más precarios del instinto humano y a un desprecio
como destino insalvable, lejos de lograr formas de regeneración. Contrario
sensu se intensificaron las tormentas cósmicas. Por quienes lideraran los conflictos
globales que el neoliberalismo monto como un imperativo político, engendro del
desorden mundial, exceso y erotismo, porno social de una supuesta cultura,
enemiga de la civilización, algo antinatural que desconoce el habla de la Humanidad.
El mundo dominado por pasiones tormentosas, no
ceden a la vertiente exorcista de la economía que lleva a los pueblos a la
praxis de su destrucción de la vida, como a cristo que aún lo seguimos
condenando. La miseria es espiritual y material. El desamor vaga dentro de un
negacionismo, como la derrota de Dios, pero quienes lo afirman son aquellos indecisos
profanos de cuerpo y alma. La juventud se arrastra indecisa hacia espacios o dimensiones
cósmicas huyéndole al amor o buscando un amor distinto, un eros a su acomodo,
que les oriente el destino, que no los atrape con ilusiones que irradien oscuridad a sus conjuros.
La muerte de Eros es el reconocer ante el mundo
que nos convertimos en una cosa que pronto desaparece en un vacío permitiendo
dejar que la vida nos venza alterando el espíritu, pasando de largo el Poro,
ese camino que se cruza buscando a quien nos necesita. No tenemos porque a avergonzarnos,
si antes del fin vencemos toda resistencia. La vergüenza es una acción
revolucionaria, humanista, es símbolo de cambio que retribuye el valor de la
vida cuando el amor como potencia cede a toda decadencia, ante puntos de
reflexión que nos afianza la rebeldía social.
La humanidad y la humanización de Dios premisas
falsas para el mundo díscolo que desconoce el pecado social, nos hace vivir con
obsesiones de libertad en medio de una sociedad que avanza con sus miserias,
sin darnos cuenta de que hacemos parte de ella. Es en la Eneida donde
comprendemos las penalidades de la vida, que todo tiene un peso específico que
llevar, donde toda tragedia es un saber didáctico de vivencias y enseñanzas, de
amistades, de resistencia, fuente de fidelidad. Tan difícil de obtener. Esta
ceguera humana lleva a muchos a vivir la vida cubierto de ropajes y mascaras
que le ocultan su personalismo ante el mundo real. Por ello, el ensayo nos
lleva a describir el ambiente pensando con sentido social, para no dejarnos
llevar por impresiones falsas de un carnaval perenne de la vida. De allí que
nos sentimos insatisfechos cuando verdad y realidad utópicas surgen como
apariencias en el historial humano.
Convivir samaritanamente, describe una acción de
amor de prójimo, exhortando al mundo a la práctica donde nos interconectemos
como prójimo solidario, conservando la vida humana y de la madre Pacha mama. El
espíritu del ser humano es misional, como seres de amor exhortamos a la transformación
de la conciencia, llamado en medio de las tormentas que socaban el desbarajuste
del orden mundial. El amor hace parte de un grupo de pasiones, los cuatro
gigantes del alma como la ira, el miedo, el amor y el deber. Siempre como seres
debemos ser objetivos, no hacerlo genera falta de credibilidad, desconfianza, síntoma
de legitimación fundado en lo verdadero.
Estamos en un periodo de los más violentos de la
historia donde el matar es un común denominador a nombre del amor, embarcando
al ser en paradojas conflictivas. Si hay amor hay paz, hay justicia, hay fe,
hay vida, hay verdad, pero así mismo surgen inflaciones de ideales de muerte,
de desenfrenos pasionales, espirituales
y románticos que confunden por su irónica incursión, llevando a pensar y
repensar los roles y la relación del amor en todo el sentir de la vida humana,
con sus tenciones y lo que se le pueda
atribuir a esta pasión ambivalente que insta, que inspira al
predominio del placer, disfrute, goce con sus
ocurrentes juegos de amar de nutrido asombro con la muerte abordo de diferentes formas, generadoras de estudio por
varias disciplinas del saber.
Un saber dice que la persona existe para
ser superada, pero la realidad nos enseña que la persona existe para ser
destruida. La misma persona debe alcanzar sus propósitos, pero se
encuentra atada a su destino póstumo, es un enemigo de sí mismo, aun en medio
de las relaciones de amor. Ama a tu prójimo, se tú en medio del mundo que juega
al desamor. Vulcanicemos los odios que discurren entre genocidios y dispersiones
negativas, con un reencuentro espiritual sólido. La fuerza del amor es tan
fuerte, que aun en medio de su agonía, vence lo que la dicha no alcanza.
No se puede existir volcado en placeres, en
pulsiones de muerte, sin ideas ni principios, donde todo termina en un hecho
condenatorio social. Quien aprende a conocer el sentido de su vida, será aquel
que trasciende en amor y solidaridad. En un mundo confeso nada puede
quedar suelto. Se precisa de una praxis de control de ideas bien concebidas que
mantenga la unidad.
El siglo 20, siglo del tormento y la fluidez de los mayores índices de
violencia y explotación sirvió de marco musical a un tema que compendia el
ambiente siniestro de la época. Cambalache nos lleva a recorrer episodios,
situaciones y hechos de nada grata recordación cuyo rompimiento del velo
expresa una intensidad social de pasiones y mensajes de un mundo que vive de la
podredumbre social y política, amarguras y maldades maquiavélicas que se
desvanece en un lodazal de miseria. Lo mismo es la traición que la ignorancia,
que la sabiduría, que el corrupto. Nada es bueno. La inmoralidad vive su
postura, muchos roban, el político y el cura, no hay exclusión.
El respeto no existe, nos atropella la razón,
cualquiera es un ladrón. - Del cambalache está llena la vida. Hay que hablar.
En el infierno nos encontramos, no importa al mundo el honrado, que el que vive
de otros, está fuera de la ley.
Podemos concluir que entender y comprender en el
conocimiento en toda su extensión es buscar la superación en el ser, para ser,
ser, solidarizarse con el otro.
Lo subrayado/interpolado es nuestro




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