En Brasil, ¡el patriotismo es de izquierdas o no es!:
Por Prof. Boaventura de Sousa Santos* /escritor, catedrático, economista y analista
internacional/ ADDHEE.ONG:
¡Sí, señor presidente de Brasil!, Luiz Inácio Lula da Silva, es
una humillación, para el digno Pueblo de Brasil, del cual usted es su
presidente...
Prof. Moreno Peralta/IWA., Secretario Ejecutivo ADHEE.ONG
Las oposiciones al gobierno del presidente Lula da Silva:
La estatura política de Lula da Silva se engrandece hoy aún más
por otra razón. Es propio de las democracias que los gobernantes elegidos
tengan que convivir con una oposición parlamentaria. A veces tienen que
convivir con dos oposiciones, una parlamentaria y otra extraparlamentaria. Da
la casualidad de que el presidente Lula da Silva es quizás hoy el único
gobernante elegido democráticamente que tiene que convivir con tres oposiciones:
la oposición parlamentaria; la oposición
dentro de su Gobierno, ya que se trata de un Gobierno de coalición en el que
participan ministros que militaban activamente en los diversos intentos de
poner fin a su carrera política; y una tercera oposición expatriada,
autoexiliada en la incubadora del movimiento global/hegemónico de
extrema derecha en que se ha convertido Washington.
Esta tercera
oposición, escandalosamente liderada por un diputado brasileño, Eduardo
Bolsonaro, constituye hoy, de hecho, una segunda embajada de Brasil en
Washington. Esta embajada está tan
obsesionada con subvertir la democracia brasileña y resucitar a golpistas
difuntos que no duda en promover graves daños a la economía brasileña y al
bienestar de los brasileños, incluidos aquellos que en el pasado votaron a sus
compinches en el gobierno anterior. Estos,
según la Organización Mundial de la Salud, fueron responsables, solo en el
primer año de la pandemia (de marzo de 2020 a marzo de 2021), de 120 000
muertes que podrían haberse evitado si Brasil hubiera adoptado medidas
preventivas, como el distanciamiento social y las restricciones a las
aglomeraciones.
Esta tercera oposición es un caso sin precedentes en la historia
moderna de las democracias. Representa una manifestación extrema y extremadamente
contradictoria defuerza y debilidad. De fuerza, porque estos opositores se
enorgullecen de estar detrás de la agresión arancelaria del convicto
presidente Donald Trump, el maestro del golpismo internacional del que los
embajadores (más correctamente, rebajadores) de extrema derecha son mayordomos
de bajo rango. También se enorgullecen de haber urdido el ataque más grotesco y
soez contra un sistema judicial extranjero que se recuerda, en la persona del
juez del Tribunal Supremo Federal, Alexandre de Moraes, uno de los magistrados
más notables de nuestro tiempo, un magistrado que, junto a Baltasar Garzón
(España), Raúl Zaffaroni (Argentina y Corte Latinoamericana de Derechos
Humanos), Albie Sachs (Sudáfrica postapartheid), Ruth Bader Ginsburg (EE. UU.)
y N. V. Ramana (India), conforma hoy el cuadro de lo que debe ser una
magistratura independiente porque comprometida con la salvaguarda y la
profundización de la democracia.
Pero al manifestar toda esta fuerza, esta oposición expatriada
y, con ella, toda la oposición de derecha y de extrema derecha que se reconoce
en ella, ha manifestado contradictoriamente toda su desarmante debilidad. Tuvo
que refugiarse a la sombra de un gigante de paja, por naturaleza y por interés
propio también suicida e incendiario, para asestar a Brasil y a los brasileños
el golpe más duro que se pueda imaginar. Se atrevió a sacrificar a su propio
país para sobrevivir en su mezquina pequeñez. Fue un estruendoso tiro en el pie
que la mantendrá coja durante muchos años.
Por estas razones,
el patriotismo en Brasil es hoy, más que nunca, democrático y de izquierdas.
Los fascistas y golpistas que se envuelven en la bandera verde y amarilla
manchan la bandera con sangre e ignominia.
Es bueno que los demócratas de izquierda sean muy conscientes de ello, del daño
que esta quinta columna está causando al país, y lo den a conocer. Es crucial
que se movilicen para asumir con orgullo el patriotismo, un sentimiento
constructivo de defensa de la soberanía y la democracia brasileñas. Un
sentimiento que nada tiene que ver con los propagandistas nacionalistas que,
como se está viendo, siempre acaban mostrando lo que realmente son:
vendepatrias.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.
Geopolítica del poder: Brasil entre China y EE.UU.
“EL MUNDO MULTIPOLAR ES LA UNICA CONSIGnA QUE IMPORTA A BRASIL”.

El
9 de julio, el presidente estadounidense Donald Trump anunció un arancel del
50% sobre las importaciones brasileñas, programado para entrar en vigor el 1 de
agosto próximo. De materializarse, esta medida representaría un salto agresivo
frente al arancel base del 10% impuesto meses antes, en abril, durante el
llamado Día de la Liberación.
Entre los países que recibieron cartas especiales de la Casa Blanca, Brasil
ocupa un lugar singular: es el único con el que Estados Unidos ha mantenido un
superávit comercial ininterrumpido desde 2009.
Pero
la ofensiva no se detuvo ahí. La Oficina del Representante Comercial
de los Estados Unidos activó una investigación bajo la Sección
301 de la Ley de Comercio de 1974, un mecanismo infame, utilizado
históricamente para justificar represalias. El objetivo declarado era
determinar si Brasil actuó de manera discriminatoria en el comercio con los
Estados Unidos, aunque el trasfondo revelaba una agenda más amplia. Trump
incluso amenazó con extender un arancel del 10% a cualquier país asociado con
los BRICS, acusando al bloque de promover «valores antiamericanos».
La referencia, aunque vaga, apuntaba
directamente a las iniciativas del grupo para reducir su dependencia del de
la Celestina Universal/el dólar y del sistema SWIFT.
En
esencia, el emperador Trump contra Brasil no era solo comercial, sino
una jugada calculada para reconfigurar el equilibrio interno del país
sudamericano. Al golpear sectores clave —desde la industria paulista hasta el
agronegocio—, Washington buscaba fracturar la cohesión política brasileña y
debilitar su alianza con los BRICS. La táctica no era nueva: Estados Unidos ha
tratado históricamente a Latinoamérica como su patio trasero,
aunque Sudamérica siempre ha sido un territorio más esquivo. Brasil, con sus
215 millones de habitantes, su economía de 2,2 billones de dólares y fronteras
con 10 de los 12 países de la región, no es un actor que pueda ignorarse. Se negocia con él o se le enfrenta. Trump
eligió lo segundo.
El
plan seguía una lógica escalonada. Primero, la presión mediática: inundar el
debate con advertencias sobre el «colapso comercial» y sus
supuestos efectos devastadores para Brasil. Curiosamente, nunca se mencionaban
las consecuencias para EE.UU. si Brasil decidía responder con aranceles
equivalentes. Un silencio revelador, sobre todo si se considera que, en los
últimos 16 años, el superávit comercial ha favorecido sistemáticamente a
Washington. La ecuación se volvería aún más compleja si los BRICS entraban en
escena.
El
segundo paso era explotar las divisiones internas. Los aranceles afectarían
directamente a dos pilares de la economía brasileña: la industria de São Paulo,
tradicionalmente proestadounidense, y el agronegocio, cada vez más vinculado a
China. Ambos sectores son críticos para el empleo y la recaudación fiscal. La
idea era clara: forzar un conflicto entre estos grupos y el gobierno de Lula,
debilitando su posición.
¡A la celestina universal/el dólar no
se la desafía!
Finalmente,
estaba el mensaje geoestratégico: castigar a Brasil por su acercamiento a los
BRICS y, sobre todo, por su participación en proyectos que desafían la
hegemonía del dólar.
Pero ¿qué pasaría si Brasil decidiera
imponer aranceles recíprocos del 50%? Las consecuencias para EE.UU. serían profundas.
En 2024, las exportaciones estadounidenses a Brasil alcanzaron los 49.671
millones de dólares, concentradas en sectores sensibles:
·
Aeronaves (10.000
millones USD). Boeing y otras firmas perderían competitividad en un mercado
clave.
·
Combustibles
y derivados del petróleo (U$S 8.570 millones). las refinerías
estadounidenses, como Valero y Marathon, dependen del crudo brasileño.
·
Maquinaria
y tecnología (U$S 5.870 millones en reactores nucleares, U$S 4.420 millones en
equipos electrónicos). Empresas como GE y Texas Instruments verían afectadas
sus cadenas de suministro.
·
Industria
farmacéutica (U$S 2.470 millones): Laboratorios estadounidenses importan
principios activos de Brasil.
Las
empresas digitales tampoco escaparían. Amazon, Microsoft y Google, con sus
operaciones en la nube y el comercio electrónico brasileño, podrían enfrentar
represalias regulatorias, especialmente si Brasil acelera la adopción
de BRICS Pay, un sistema de pagos alternativo a Visa y MasterCard.
El
impacto inflacionario en EE.UU. sería inmediato. Brasil suministra más
del 50% del jugo de naranja (637 millones USD) y el 30% del
café (1.900 millones USD) que consumen los estadounidenses. Un aumento en
los precios de estos productos básicos se transmitiría directamente a los
consumidores. Las estimaciones sugieren que los aranceles podrían elevar la
inflación en EE.UU. en un 2,3%, con Brasil contribuyendo 0,32 puntos
porcentuales. En empleos, la contribución de Brasil a la perdida rondaría
los 45.900 puestos de trabajo, una cifra nada despreciable.
El
sector agrícola brasileño exportó 12.000 millones de dólares a EE.UU.
en 2024, una cifra significativa, pero palidece frente a los U$S 48.600
millones que China compró solo en soja y carne. Los aranceles de Trump
golpearían productos como café, carne vacuna, jugo de naranja y cuero, pero el
agro brasileño tiene un colchón: el gigante asiático.
De
hecho, la guerra comercial entre EE.UU. y China ya benefició a Brasil. La
participación china en las importaciones de soja brasileña pasó del 46% en
2016 al 76% en 2024. Si Washington intenta asfixiar a Brasilia, Pekín está más
que dispuesto a compensar.
El
efecto más inesperado de la medida de Trump fue unificar temporalmente a
la clase empresarial brasileña. La Confederación Nacional de la Industria
(CNI), tradicionalmente cercana a EE.UU., criticó abiertamente los aranceles,
tachándolos de «políticos y carentes de justificación comercial».
Hasta los aliados de Bolsonaro se vieron obligados a acercarse al gobierno de
Lula para coordinar una respuesta.
La
paradoja es evidente, la presión externa mitigó temporalmente las divisiones
internas. Y, en lugar de alejar a Brasil de los BRICS, reforzó su
relevancia. Lula respondió con un discurso contundente: «El mundo no
quiere un emperador», declaró, reiterando la necesidad de reducir la
dependencia del de la cesltina universal/el dólar.
El
verdadero temor de Washington no son los aranceles, sino el declive
gradual del dólar como moneda global. En 2024, EE.UU. importó más
de 600.000 millones de dólares en bienes de los BRICS. Un arancel del
10% sobre estos flujos le costaría entre 35.000 y 56.000 millones
anuales a sus empresas y consumidores.
Pero
el golpe más duro vendría de BRICS Pay, un sistema de pagos digitales
basado en blockchain diseñado para eludir el SWIFT y, por tanto, el dominio del
dólar. Aunque aún no es una alternativa global, su potencial es enorme: los
BRICS representan casi la mitad de la población mundial y un PIB
combinado que rivaliza con el del G7.
Si el bloque logra masificar este
sistema, el dólar perderá parte de su hegemonía. Hoy, el 88% de las
transacciones financieras globales se realizan en dólares. Si los BRICS
descentralizan ese poder, EE.UU. perderá una de sus armas más efectivas: las
sanciones económicas.
Es
posible que Trump haya subestimado a Brasil. No se sabe si puede doblegarlo con
aranceles, pero sí que ignoró dos realidades:
1. La
economía brasileña es más resiliente de lo que parece, con China como respaldo.
2. Los
BRICS ya no son un club marginal, sino un contrapeso creciente al orden liderado
por EE.UU.
Un mundo multipolar es la única consigna
que importa al Brasil.
Brasil
no necesita elegir entre Washington y Pekín. Su estrategia debe ser
pragmática: negociar con todos, depender de ninguno. Como dijo Lula: «Brasil
es de los brasileños». Y en un mundo multipolar, esa es la única consigna
que importa.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.




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