Padre Eugenio Pizarro Poblete +,
50 Años de vocación sacerdotal, por los pobres, marginados, sin voz ni justicia.
Reflexiones para la Organización No Gubernamental,
ADDHEE.ONG, de un cristiano consecuente con el Evangelio de Cristo, la Doctrina Social y la Teología de la Liberación
de la iglesia de los pobres:
“Desde que Cristo se hizo hombre por mandato de su padre para liberar a los oprimidos, sin voz ni justicia, por el Imperio Romano y sus testaferros, los mercaderes fariseos, que habían transformado los templos de oración en malls/Supermercados, la dignidad y los derechos humanos en general, y de los pobres/marginados en especial, son los Derechos de Dios mismo”…
Muy amigos míos: Me resulta difícil
aceptar la celebración que hará el pueblo por mis 50 años de vida
sacerdotal. Así, también, me resulta muy difícil hacer una auto
referencia de mi sacerdocio durante tantos años.
Desde niño sentí en mi interior el
deseo de entregarme a Jesús en el sacerdocio. Motivado por testimonio familiar,
especialmente de mis padres, ingresé al Seminario a los 13 años de edad.
De mis padres, en primer lugar, y
después el testimonio de vida de mis formadores en el Pontificio
Seminario de Santiago, impregné mi vida de una amor apasionado por Jesús, y
por Jesús en los más pobres, en los sufridos, los oprimidos, los marginados, sin voz
ni justicia.
Desde el Seminario, en forma
privilegiada, estando cursando mi filosofía, obtuve el permiso de poder salir,
con saco de dormir, a comprometerme en la construcción del Reino, caminando hacia
dos poblaciones callampas que nunca olvidaré. Me quedaba con pobladores,
trabajando junto a ellos en su liberación integral. Siempre buscando que ellos
fueran sujetos de su propia historia. Nunca fui paternalista.
Creo, que a esa altura de mi camino hacia
el sacerdocio, no había ningún seminarista que tuviera el permiso de quedarse a
alojar en el «pesebre» de Población Lo Saldes y San Luis.- Ya siendo sacerdote,
recién ordenado, con dispensa canónica: tenía 23 años de edad, viviendo aún en
Seminario, recibí mi primer nombramiento de Arzobispado: mejor lo llamo: recibí
mi envío, para ser Vicario Cooperador de Parroquia de Los Castaños, para
atender exclusivamente a las poblaciones callampas ya nombradas, que estaban
ubicadas en radio territorial de esa parroquia.
Después de eso vinieron tantos y tantos
compromisos sacerdotales y pastorales, sea el que fuera, dándoles siempre una
opción preferencial a los pobres, los marginados, sin voz ni justicia,,
formando comunidades cristianas (de la Iglesia de los pobres). Pienso
que la Iglesia de Jesús se construye mejor desde la base del pueblo.-
También dando mucha importancia al rol de decisión del laicado en la Iglesia.-
Sería muy largo recorrer toda mi presencia en el mundo de los pobres, los
marginados, pero fue gratificante.
He sentido como vivencia
existencial que: «El Espíritu de Cristo liberador de los
marginados, de los pobres, está sobre mí, por el que me consagró para dar
buenas noticias a los pobres; me ha mandado para sanar a los afligidos de
corazón, para anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; para
poner en libertad a los maltratados; para anunciar el tiempo favorable de
Cristo (Lucas 4, 18-19). Este Evangelio: Jesús, Buena Nueva, me ha
acompañado toda mi vida. También el grito de nuestro santo el padre Alberto
Hurtado: ¡El pobre es Cristo! Siempre he creído en las promesas de Jesús (Mateo
25). La resumo: «Lo que has hecho por el más pobre conmigo lo has hecho ».
“Olvidar no es Cristiano. Perdonar es Cristiano”.
En 1973, sufriendo el brutal Golpe de
Estado, Jesús puso a prueba mi fidelidad a Él, en mis hermanos perseguidos, en
los detenidos torturados y desaparecidos; en el sufrimiento abusivo hacia la
clase trabajadora. Sin jactancia ni vanidad afirmo: fui un
perseguido junto con los más pobres/marginados, que sufrían
allanamientos en sus casas y poblaciones. Lo viví en Zona Oriente y Zona
Norte de Santiago. El Cardenal Raúl Silva Henríquez nos mandó a salvar
vidas.
Hice cosas que no aprendí en el
Seminario. Expuse muchas veces mi vida. Recibí muchas amenazas de
muerte, todas acompañadas por persecución activa de Servicios de Inteligencia
DINA/CNI de la dictadura cívico militar: de lesa humanidad diría yo.
Tuve que esconderme, para después seguir salvando vidas. Allanaron la casa de
mi familia carabineros de civil. Más de 30 carabineros, equipados para la maldita
guerra contra el Pueblo desarmado, quisieron saltar la reja
de mi Parroquia de Santa Filomena. Los enfrenté a las 03.de la madrugada; lo
hice en Nombre de Cristo… se fueron. Otros, antes habían disparado en
contra de mi casa en Parroquia de Las Mercedes de Puente Alto.
“No conocía al sacerdote que tenía que asesinar, sabía sólo el nombre: era yo”.
Titulares en la Prensa indicaban acerca
de las amenazas de muerte en contra mía. Incluso conversé con uno que tenía
orden de asesinarme junto al Cardenal Silva Henríquez en Avenida
Independencia 1210 de Puente Alto. Este hombre se había ido a refugiar a una
parroquia, diciendo que temía por su vida: no se había presentado hacía dos
días a dar cuenta de misión encomendada. Al conversar con él, me dí cuenta
que no conocía al sacerdote que tenía que asesinar, sabía sólo
el nombre: era yo. ¡Menos mal! Lo saqué volando de parroquia y lo entregué
a abogados de Vicaría de Solidaridad.
Habría mucho que contar acerca de la
brutal dictadura cívico militar. Una cosa más: al trasladarme de Zona
Oriente a Zona Norte de Santiago, sacerdotes y religiosas de sectores
populares, me solicitaron como Coordinador de Iglesia de los pobres.
Esto respondía al llamado de Juan XXIII al inaugurar el Vaticano II: «Queremos
ser la Iglesia de todos, pero especialmente queremos ser la Iglesia de los
pobres». Nos reuníamos periódicamente en talleres pastorales para ir revisando
y tirando líneas de acción pastoral en sectores populares.
De ahí resultó una Carta Abierta a la
Opinión Pública: «Lo que hemos visto y oído no lo podemos callar».
Era un Anuncio. Una Denuncia del pecado dictatorial. Exigíamos la no
continuidad del dictador Pinochet, el término de abusos de derechos
humanos y crímenes de lesa humanidad: el término de la dictadura cívico militar.
Por esta carta tuve que ir 5 veces a declarar a la Fiscalía Militar.
Existía la orden en las Comunidades: ¡Cuidar al Padre Eugenio! Él tenía
que ir desde su parroquia y no desde la cárcel a declarar. Siempre fui
acompañado por Comunidades Cristianas, que oraban, leían la Palabra de
Cristo, y cantaban frente a Fiscalía Militar.
Entre declaración y declaración en la Fiscalía, siempre
fui vigilado y perseguido por agentes de la perversa y mal llamada
Seguridad Nacional. Siempre mantuve una paz interior. Sentía que tenía que
cumplir acerca de advertencias de Jesús: que por su causa seríamos perseguidos.
Ante cualquier acción estaba en mí: «Felices los que sufren persecución por su
vida recta, pues el reino de los cielos pertenece a ellos. Felices ustedes,
cuando la gente les insulte y les maltrate y cuando digan toda clase de cosas
falsas contra ustedes por mi causa»…
El Padre Eugenio, un luchador social, que los pobres postulan como candidato a la presidencia de la Republica, 1993.
Después que se fue el dictador – que
en verdad no se fue, porque siguió decidiendo sobre la conducción política, económica
del país ocupado por las fuerzas armadas y de orden -, y llegó a la Presidencia Patricio
Aylwin Azocar. A poco andar este régimen nuevo, ‘porque para
los pobres no había llegado la alegría» en una mentirosa democracia “en la
medida de lo posible” hasta hoy día – según mi parecer – los pobres me
pidieron, que querían, que lo mismo que había dicho y hecho en Zona Oriente y
Norte, lo hiciera en una coyuntura electoral nacional. Ellos no me pedían la
Presidencia. Me inscribirían en unas elecciones primarias de candidatos.
Si resultaba elegido, era un candidato
atípico: era candidato pero no para la Presidencia. Sólo se me pedía el
sacrificio de recorrer todo Chile levantando la causa de los pobres, de los
marginados, sin voz ni justicia. En primarias salí elegido como el
primer Candidato Presidencial que salía a la palestra en enero de 1993. Pedí a
mi Iglesia un permiso por un año. No me fue concedido. Sería muy largo explicar
lo que realmente pasó. Finalmente fui suspendido por Iglesia. Mi
Obispo me dio a entender que sería reintegrado a mi ministerio después de
terminada mi campaña por un año. Y así fue. A fines de diciembre de 1993 y
comienzo de enero de 1994 ya estaba ejerciendo plenamente mi sacerdocio.
Tengo que decir que mi conciencia
estaba muy tranquila. Ella es un sagrario inviolable. No actué a tontas y a
locas. No. Lo pensé bien. Hace tiempo que mi sacerdocio me decía: «Mi vivir es
Cristo» - yo vivo luchando como sacerdote, asumiendo el Evangelio de Cristo.
El salvador que se hizo hombre para salvar y redimir a los pobres, marginados,
sin voz ni justicia. Cristo, el luchador social vive en mí. Me sentía
habitado. «Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte es ganancia». «Por
causa de Cristo lo he perdido todo, y todo lo considero basura, a cambio de
ganar a Cristo y encontrarme unido a él… y sé que no quedaré defraudado».
«Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida
por mi causa, la encontrará».
Siempre he creído que la causa de los
pobres es de Cristo. Creo que por eso voy a ser juzgado
por Dios. No quiero pecar de orgullo, pero tengo constante en mis oídos la
bienvenida que Jesús me dará: «Ven bendito de mi Padre; recibe el reino, que
está preparado… pues tuve hambre…tuve sed… anduve forastero, a la interperie…
falto de ropas, con frío; estuve enfermo, estuve en la cárcel… y tú me diste
atención y luchaste por mis demandas y derechos humanos fundamentales,
adelantando y haciendo Reino; te hiciste mi candidato: el candidato por la
causa de los pobres. Eso que hiciste lo hiciste por mí. Yo creo totalmente en
eso.- Ahora existe la Eucaristía Litúrgica y la de la vida: «Hagan siempre esto
en memoria mía». Yo no podía la litúrgica: la del altar, pero tenía el gran
altar de la vida, allí, como Jesús Eucarístico de la Cruz, pude entregar mi
cuerpo y mi sangre:actuar «in persona Christi» cumpliendo el mandato nuevo y
más grande: «No hay amor más grande que dar la vida». «Ámense unos a otros
como yo los amé». Esto supera al «ama a tu prójimo como a tí mismo».
Se trata como Cristo de entregarlo
todo. No guardarse nada para sí. Olvidarse de sí. Negarse a sí mismo: dar la
vida para que todos la tengan en abundancia. Todo por Cristo en los pobres.
¡Anunciamos tu Muerte. Proclamamos tu Resurrección, Ven Señor, Jesús! Esto le
da sentido a mi sacerdocio. El amor del Crucificado que es el Resucitado es la
antípoda de la sociedad con una economía acaparadora, egoísta y acumuladora,
que hace sufrir a tantos Cristos hoy: ¿Cristo de nuevo Crucificado? Yo no quise
lavarme las manos como Pilato. Quise ser el Buen Samaritano, no el
levita y el sacerdote, me acerqué y me aproximé; me hice próximo (prójimo)
de mi hermano a la vera del camino.
“Yo el Evangelizador he sido evangelizado por los pobres, los marginados, sin voz ni justicia”.
He ido a Evangelizar a los pobres y he
sido yo evangelizado por ellos. Desde 1993 ejerzo plenamente mi
sacerdocio en medio de los pobres: en Campamentos. A Jesús lo he encontrado en
el ser humano pobre: «en el que no tuvo una posada para nacer». Lo
encontré en el ser humano pobre marginado que tuvo que exiliarse,
y que después vivió como pobre en una ciudad al margen, con su dignidad y derechos
humanos conculcados: Nazaret. Hoy lo veo, desde 1993, en mi trabajos
pastorales en los Campamentos: en los sin vivienda. Le he encontrado en el
Nazaret de hoy a mi amado Jesús, como un obrero, como su padre José: ambos
carpinteros. Lo he encontrado en el obrero. Todos me han evangelizado.
Los Derechos Humanos y la dignidad son derechos de Dios mismo, conculcados por los empresarios fariseos y su perverso sistema capitalista salvaje.
Soy un convencido: Desde que
Dios se hizo hombre y pobre, los derechos humanos y de los pobres son los
derechos de Dios mismo. Los derechos de los trabajadores, desde que
Dios se hizo obrero, y la Iglesia quiso unirse a la fiesta de los trabajadores
el 1ª de mayo, celebrando a José Obrero, los derechos de los trabajadores son
los derechos de Dios mismo.
Quien dice que ama a Dios y no ama
concretamente y con compromiso real la promoción y defensa de los Derechos Humanos;
y no ama al pobre, al obrero/trabajador, y no lucha por el Reino: por
liberarlos integralmente del «pecado social»… ¡Es un Mentiroso!
Quiero dejar un valioso y permanente pensamiento escuchado en una
predicación. «Una Comunidad capitalista salvaje no tiene derecho
a la Eucaristía, porque está creando un monstruo que no podrá ser absorbido por
la comunidad».
Se refería al «capitalismo
salvaje, duro e inhumano» que afecta y destruye a tantos sectores del
mundo. Aquel que apoya esta crueldad vive en pecado mortal por la injusticia
que comete con los pobres.
En este contexto quiero invitar
a hombres y mujeres de Iglesia: Obispos, Sacerdotes, Religiosas y Laicos de
todas las Vicarías Zonales y Ambientales. A creyentes y no creyentes. A gente
de distintas religiones. A Pobladores de distintos lugares donde me han
conocido. A gente de Zona Norte, Zona Oriente, Zona Maipo. A Fieles de
Parroquias de Puente Alto, especialmente de Las Mercedes y Monserrat. A gente
de San Bernardo, de San Antonio, mi puerto natal. A los fieles de Nuestra
Señora del Rosario de Maipú A pobladores de Campamentos de Huechuraba, de 16 de
Mayo; de Peñoncito, de Carlos Oviedo y a todos los pobladores de Volcán Tres. A
gente de Pastoral Obrera (Trabajador) , de la JOC, MOAC, mujeres del antiguo
MOJUFE; a toda Organización Popular, a Estudiantes Secundarios y Universitarios.
Invito a todos. De una manera especial
a todos mis alumnos. Y a los que no puedan asistir o están lejos, los invito a
orar y pedir perdón por mis pecados, y dar gracias a Dios por sacerdocio
concedido por amor de Dios.
Con esta Celebración quiero invitarlos
para ir recuperando la Credibilidad de la Iglesia. La Iglesia es más que los pecados de miembros de Iglesia. Pediremos
por las víctimas de esos pecados; también por victimarios.
La Celebración será una Eucaristía, en
medio del mundo de los pobres, marginados sin voz ni justicia. Después
habrá una Convivencia Fraterna. Terminando con un Recital del conjunto Sol y
Lluvia.
Les agrade y les bendice.
P. Eugenio+
Lo subrayado es nuestro.
PS: “Me alegro mucho el apoyo a una nueva constitución
por parte de la jerarquía de la iglesia católica. Desde 1990, vengo exigiendo respeto
por la dignidad y los Derechos humanos del Pueblo Chileno y Mapuche. Estos últimos
solo se alcanzara con una nueva constitución plurinacional”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario