El influjo
populista e insurrecto
Juan Pablo Cárdenas Squella/
Escritor, periodista y analista
internacional/ADDHEE.ONG:
Al leer a algunos analistas políticos
retardatarios se aprecia su malestar ante el hecho de que las diversas
expresiones de derecha no sean capaces de consolidar un entendimiento entre
estas para encarar con más éxito su oposición al gobierno de Gabriel Boric. Les
irrita que haya colectividades de la llamada centro derecha que se empeñen en
mostrar sus diferencias con el Partido Republicano liderado por José Antonio
Kast, colectividad que acaba de resultar victoriosa en las últimas elecciones
para elegir a los miembros de la nueva Convención Constitucional.
Ciertamente no existen muchas
diferencias ideológicas entre ellos si asumimos que todos en el pasado fueron
entusiastas partidarios de la Dictadura cívico militar, como lo han sido
posteriormente del legado de Pinochet, por más que algunos hoy se sonrojen de
las severas violaciones a los Derechos Humanos cometidas por el Régimen
Militar. En unos y otros, de verdad, se aprecia la misma complacencia respecto
del régimen institucional autoritario todavía vigente y, sobre todo, del modelo
económico social ultracapitalista francamente consagrado por todos los
gobiernos que se han sucedido en los últimos treinta años.
Ya sabemos que las propias
administraciones de la Concertación y de la Nueva Mayoría terminaron
encantándose con las políticas neoliberales y muy poco hicieron para encarar
las profundas desigualdades, frenar la extrema riqueza y procurar una más justa
distribución del ingreso.
Es evidente que lo que mejor explica
el auge del Partido Republicano es la forma en que ha explotado a su favor el
clima de inseguridad que vive el país, asolado por una verdadera explosión del
crimen organizado. Es decir, por la forma en que le ha imputado al gobierno
actual su debilidad en cuanto a combatir estas lacras, cuando en realidad los
crímenes que hoy afligen a la población no son nuevos y es innegable que desde
La Moneda se ha entregado prácticamente un cheque en blanco a la actuación de
las policías, además de otorgarles ingentes recursos a su tarea
represiva.
No puede desconocerse la secuencia de
estados de emergencia decretados por La Moneda, la militarización de la
Araucanía y esos miles de soldados y policías repartidos por todo el país.
Cuestión que repugna, por supuesto, a sectores de la izquierda, los que hasta
hace apenas unos meses coincidían en que había que implementar una profunda
reforma al Cuerpo de Carabineros, después de comprobarse los abusos represivos
cometidos por muchos uniformados en contra de quienes protagonizaron el Rebelión
Social. Junto con comprobar que su oficialidad incurriera en graves actos de
corrupción y malversación del erario público.
Quizás sea el principal pecado de
gobierno de Gabriel Boric su incapacidad para neutralizar las acusaciones que
se le hacen y al respecto, en la cual sus más extremos detractores cuentan con
la televisión y el conjunto de la prensa para exacerbar la situación de
inseguridad que efectivamente vive la población, junto con emitir
cotidianamente alabanzas, a los policías y sectores castrenses que los induzcan
a desafiar el orden institucional. De la misma forma en que procedió la derecha
hace cincuenta años para soliviantar a las Fuerzas Armadas y de Orden, como a
materializar el Golpe de Estado de 1973.
Mucho explica la desventaja ideológica
actual de la izquierda, la incapacidad de los gobernantes en definir una
política comunicacional y fomentar el desarrollo de medios de información
libres que nos sean cooptados por la publicidad que en realidad rige en la
orientación de los medios y noticiarios. En este sentido, parece inexplicable
que todavía el Estado no indemnice a los dueños del diario El Clarín después de
un fallo arbitral internacional que lo conminó a hacerlo. Un matutino que
lideraba la circulación de periódicos antes que fuera asaltado por el Régimen
Militar. Sobre todo, cuando se sabe que sus propietarios lo que se proponen es
reeditar un medio en Chile que contrarreste la enorme influencia del duopolio
El Mercurio y la Tercera de la Hora.
Esta grave falta de diversidad
informativa es lo que más pone en duda de que en Chile exista un verdadero
régimen democrático. Lo que no solo afecta la imagen de quienes gobiernan sino
que, además, contribuye a alentar la defensa corporativa de los más poderosos
empresarios. Por lo que no es de extrañarse la soberbia de las grandes
patronales y la forma en que los intereses que se mantienen en la
administración de pensiones y la salud privada estén empeñados en bloquear las
reformas tributaria y previsional, así como incumplir con un fallo de la Corte
Suprema que obliga a las isapres a devolverle a sus usuarios los millonarios
cobros abusivos de los últimos quince años.
Es tanta la influencia ideológica que
ejercen las fuerzas opositoras que es posible visualizar dentro del propio
oficialismo y de algunas expresiones autodenominadas de centro izquierda una
progresiva defensa del sistema de asociaciones de fondos de pensiones y
administradoras de salud privada. En un proceso que se sabe han sido sobornados
parlamentarios y otros funcionarios públicos que se empeñan en bloquear la
mayoría parlamentaria que La Moneda debe conseguir para aprobar tales
reformas.
El descaro de los grandes empresarios
ha llegado al extremo de rechazar la generosa oferta del gobierno de promover
la explotación del litio mediante la asociación conjunta de empresas públicas y
privadas. Cuando se sabe que este recurso pertenece totalmente al Estado y bien
podría este desahuciar o esperar que caduquen las actuales concesiones a
privados. Un negocio que reditúa millonarias utilidades a sus administradores.
Por encima, incluso, de los recursos tributados por el cobre.
Tienen razón algunos analistas en
augurar una polarización de la política y el riesgo de que, por un débil
desempeño de la centro izquierda, la balanza electoral se incline hacia la
derecha más extrema y mucho más hábil de explotar a su favor el descontento.
Sumando apoyos entre los millones de chilenos desencantados incluso de la
propia democracia, según lo expresan las más recientes encuestas.
Sin desistirse de las reformas que más
hostigan a la derecha, el Presidente Boric debiera proponerse cumplir con todas
las promesas comprometidas, entre ellas la condonación de las deudas de miles
de estudiantes universitarios con serias dificultades para financiar sus
estudios. Del mismo modo que destrabar en el Congreso Nacional los proyectos de
ley ya señalados en materia tributaria y derechos sociales. Medidas que
lograrían aglutinar a las bases de la abigarrada centro izquierda, muchos de
los que muestran formas de frustración y tienden a engrosar el enorme voto
nulo.
Pero muy importante será tener éxito
en el debate de ideas y la consolidación de medios de expresión que
contrarresten el influjo populista de la derecha. Preocuparse más de afianzar
la lealtad de los sectores políticos y sociales que sin duda esperan las
reformas, sin pedirle auxilio a algunos partidos y dirigentes de derecha,
empeñados en propiciar de nuevo la retardataria “política de los
acuerdos”. Cuyas bases, como ya se ve, son irremediablemente arrastradas
hacia el redil del Partido Republicano que concita tantas voluntades entre los
chilenos que nunca han tenido vocación democrática, formación ideológica y
cometido ciudadano. Como la historia de este último medio siglo lo comprueba.
Lo subrayado/interpolado es
nuestro.
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