¿Contraofensiva en Ucrania?
El último día de abril de este año un reporte del
diario londinense The Times que citaba funcionarios británicos afirmaba que,
aunque las Fuerzas Armadas de Ucrania no estaban preparadas para la
contraofensiva, no tenían otra elección que realizarla. Las fuentes agregaban
que era poco probable que Ucrania consiguiera más que “modestas ganancias
territoriales” al enfrentar a las fuerzas armadas rusas. Aseguraban que esto
último era opinión de analistas de inteligencia estadounidense.
Unos días después, el 10 de mayo, el asesor del
jefe de la Oficina presidencial ucraniana, Mijaíl Podoliak afirmó que el
conflicto entre Rusia y Ucrania no es «una película de Hollywood» por lo que no
había que esperar que la contraofensiva de Kiev fuera un punto de inflexión.”
Esto no funciona así», dijo Podoliak. Según el funcionario, «no es cuestión de
una semana o de un mes. Es una cuestión de muchos acontecimientos, porque uno
puede tener más éxito [un día] y otro menos». Agregó
que la contraofensiva puede no ser un acontecimiento único,
sino una serie de acontecimientos prolongados en el tiempo: «No hay ningún
escenario en el que podamos detenernos en medio»,
Al respecto, el ministro de Defensa de Ucrania,
Olexii Reznikov manifestó al Washington Post que las expectativas de una
contraofensiva ucraniana estaban sobreestimadas. Expresó que: “La mayoría de la
gente está esperando algo grande, lo que puede llevar a una decepción
emocional. Los socios occidentales me dijeron que ahora necesitan el próximo
ejemplo de éxito, porque tenemos que mostrárselo a nuestros pueblos… Pero no
puedo decirles cuál será la escala de este éxito. ¿Diez kilómetros, 30
kilómetros, 100 kilómetros, 200 kilómetros? Idealmente, la ofensiva debería
cortar las líneas de retaguardia de las tropas rusas y reducir sus capacidades
ofensivas”.
Al leer en conjunto todas estas declaraciones, da
la impresión que se está preparando a la opinión pública para el fracaso de una
acción iniciada bajo presión en el tiempo, dado que se había bautizado como
“contraofensiva de primavera” por lo que debía comenzar pronto.
La reunión del G-7 en Hiroshima en mayo pasado,
pareció influir en el pronto inicio de tal operación. Ahí se estableció que lo
que se estaba librando en Ucrania era una confrontación entre democracias y
autocracias. De ahí la importancia para Occidente de la muy mencionada
contraofensiva. En realidad, responde más al interés occidental que al de
Ucrania
Se ha “vendido” que la contraofensiva terminará de
desnivelar la guerra de forma definitiva a favor de Ucrania. El problema es que
esta acción y su éxito dependían del colapso de la economía rusa que no le iba
a permitir a Moscú responder exitosamente a la misma.
Se dijo también que la presión occidental iba a
generar descontento en Rusia lo que produciría malestar en la ciudadanía y
hasta la posibilidad de un golpe de Estado contra el presidente Putin
Así mismo, se ha insinuado con profusa insistencia
que la llegada de los sistemas antiaéreos Patriot primero, los tanques Leopard,
Abrams y Challenger después, así como los misiles de largo alcance Storm Shadow
y los aviones F-16 ahora, serían decisivos para el desenlace del conflicto.
Nada de eso ha ocurrido
En días recientes, en los medios occidentales se ha
comenzado a hablar del posible fracaso de la contraofensiva reflejando el temor
de Occidente por las consecuencias que esto pudiera tener en sus ciudadanos.
Incluso se ha dicho que, aunque no haya contraofensiva, ésta ya ha sido un
éxito porque ha forzado a Rusia a fortificar gran parte del territorio, lo
que ha obligado a erogar una gran cantidad de recursos que no estaban
previstos. Una opinión que no resiste el más mínimo análisis serio.
El temor empieza a cundir en muchos sectores. Y las
grietas son cada vez más visibles. Las preguntas que reflejan dudas e
incertidumbre se hacen cada día más usuales. El triunfalismo de las campañas
propagandísticas empieza a hacer aguas. Chocan las opiniones: los políticos
reflejan deseos, los militares, realidades. No ha habido victorias que mostrar
ni parece que pudiera haberlos en el mediano y largo plazo.
El fantasma de las elecciones en Estados Unidos se
cierne sobre el gobierno ucraniano y sobre Europa. La posibilidad de un triunfo
republicano que cierre o al menos disminuya considerablemente el chorro de la
ayuda a Kiev exponen un temor no oculto en las capitales europeas. En todo caso
la aprensión no emana del amor y la preocupación por los pueblos de Ucrania que
están siendo utilizados como carne de cañón para defender los intereses
occidentales, sino por el impacto que podría tener una probable victoria rusa
en la contienda y el fracaso de Estados Unidos, la OTAN y Europa en la misma
Si la contraofensiva no funciona, se generará una
marca en la conciencia de los ciudadanos europeos, sobre todo si el conflicto
se prolonga en el tiempo y menguan las capacidades de los gobiernos para dar
respuestas a las necesidades de las personas que comenzarán a preguntar hasta
cuándo se seguirán utilizando sus impuestos para enviar armas a Ucrania,
mientras que sus propios problemas no son atendidos.
Después de muchos anuncios, la contraofensiva
pareció haber comenzado el pasado domingo 4 de junio con una operación
en cinco direcciones primero y en siete dos días después, produciéndose en
total, en tres días de combate en todos los frentes, la pérdida por parte de
Ucrania de hasta 3.715 soldados, 52 tanques, 207 vehículos blindados, 134
coches, cinco aviones y dos helicópteros, sin que Kiev pudiera lograr sus
objetivos según el ministerio de defensa de Rusia.
Por su parte, fuentes abiertas contabilizaron la
destrucción confirmada de 77 tanques, vehículos de combate de infantería
vehículos blindados de transporte de personal ucranianos. En realidad, el
número es claramente mayor, pero en este caso, solo se habla de pérdidas
confirmadas.
Si nos atuviéramos a estas cifras -que no son
exactas-a juzgar por la cantidad de equipos destruidos, las tropas ucranianas
perdieron alrededor de 7-7.5 mil combatientes entre muertos y heridas en ocho
días de ofensiva en los que han utilizado una inexplicable táctica de ataques
frontales contra la bien establecida defensa rusa dislocada en un terreno que
ha sido sólidamente preparado desde el punto de vista ingeniero.
Hay que decir, que en estos primeros días, una
parte significativa de los vehículos ucranianos fue alcanzada antes de
acercarse a las posiciones rusas, lo que es el resultado de un minado denso y
una buena interacción con la aviación y la artillería. En todo caso, el propio
presidente Putin, ha alertado en el sentido de que Rusia no puede confiarse
porque las formaciones ucranianas todavía tienen reservas significativas y aún
no han dado el golpe principal
Dos semanas después de iniciada la ofensiva de las
Fuerzas Armadas de Ucrania ha quedado claro que su ejército no mostró tácticas
originales ni lúcidas sobre el terreno, lo que los llevó perder la parte más
activa (y móvil) de su vanguardia.
Las grandes pérdidas tanto en personal como
en equipo llevaron a que la planificación, basada en un rápido avance
de 20-40 km, haya fracasado. Esto obligó al mando ucraniano a hacer ajustes:
una de las tareas del plan de reserva en cada una de las direcciones parecer
ser ahora, no ser un avance profundo en la línea defensiva de las Fuerzas
Armadas de Rusia, sino la expansión de las cabezas de puente que logren obtener
en el oeste y el este para poder trasladar reservas adicionales. Esto es lo que
se ha comenzado a verificar a partir del 13-14 de junio, pero tampoco ha
funcionado.
Ucrania ha mostrado incapacidad operativa para
introducir sus reservas y eso, en una ofensiva, es fundamental. Se puede
concluir que comienzan a pesar los grandes golpes que Rusia le ha asestado a su
transporte y a su logística. Alrededor del 65% de los medios enviados a la
ofensiva en los primeros días fue destruido o incapacitado.
Por otro lado, Rusia ha evidenciado una nueva
modalidad táctica que las fuerzas armadas ucranianas se han demorado en captar.
El ejército ruso abandona pequeños poblados o caseríos a los que previamente le
ha estudiado sus coordenadas con precisión. Los mismos han sido ocupados por
Ucrania, que ha celebrado su captura con gran regocijo de sus mandos y el
estruendo de los medios de comunicación acólitos que con rimbombantes titulares
señalan “los primeros éxitos de la contraofensiva”.
Pero solo unas horas después, lo reducido del
espacio capturado y la puntual preparación artillera, aérea y misilística
previa, ha golpeado con extraordinaria precisión y contundencia a las
sorprendidas fuerzas ucranianas que se han visto obligadas a abandonar los
territorios “ocupados”. Lo insólito de esto, es que lo han repetido varias
veces en el mismo lugar. Caso emblemático es el caserío de Piatijatki, donde
Ucrania ha sufrido gigantescas e innecesarias bajas solo comprendidas por la
torpeza de la dirección política que envía a sus jóvenes soldados a una muerte
segura, solo para cumplir con las demandas de continuidad de la ofensiva
ordenadas desde Washington, Bruselas, Londres y Berlín.
La desesperación de la OTAN y la Unión Europea (UE)
es patente. El domingo 11, la UE dijo en un comunicado que que va a acelerar la
entrega de armamento a Kiev, aunque también ha admitido que la contienda
todavía puede prolongarse por meses.
El periódico neoyorkino Wall Street Journal llegó a
decir que la “contraofensiva ha terminado” y que “las Fuerzas Armadas de
Ucrania han sufrido enormes pérdidas” lo que ha obligado a los mandos a detener
las operaciones para estudiar otras formas de romper las líneas rusas de
defensa y resolver el problema que genera la inferioridad aérea.
Por su parte el New York Times anunció con alarma
que: «Algunas de las tan publicitadas armas donadas por los aliados han quedado
tan decrépitas que sólo se consideraron aptas para ser canibalizadas en busca
de piezas de repuesto». En la misma línea, el 17 de junio, el Washington Post,
después de entrevistar a expertos que no identifica, afirmó que era poco
probable que Ucrania pueda hacer un rápido progreso en la contraofensiva.
Tarde han descubierto que Rusia fortificó
sólidamente las probables zonas de ataque, transformándolas en verdaderos
quebraderos de cabeza para los jefes militares ucranianos. Vale decir que
el Alto Mando ruso acertó exitosamente en la determinación de las direcciones
principales de la ofensiva ucraniana, concentrando fuerzas y medios y
eliminando el decisivo factor sorpresa que podría haber favorecido a Kiev. Eso
permitió que Rusia destruyera, en los primeros días, una gran cantidad de
armamento y equipos que ha hecho menos viable aún el éxito de tal acción al
detener y/o a ralentizar la ofensiva que finalmente se ha realizado a través de
los espacios donde Rusia ha concentrado lo mejor de sus fuerzas y medios,
llevando a las fuerzas armadas ucranianas a un verdadero infierno de fuego,
destrucción y muerte.
Habrá que esperar para ver qué va a hacer el
atribulado mando ucraniano. En las condiciones actuales no sería extraño que
fuera Rusia la que desate una ofensiva en el norte, obligando a Ucrania a
redislocar sus reservas para hacer frente a tal acción, paralizando definitivamente
su ofensiva. Si ello ocurre, será el principio del fin de tan mitológica y
fantasiosa operación.
Lo subrayado es nuestro.
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