Chile y la Iglesia sumergida.
"Una Comunidad Cristiana no puede ser
misionera si no es capaz de escuchar y responder cada día, tal como Jesús, a
los variados llamados que Cristo le hace sentir en la vida misma y que la
obligan a dejar su rincón para servir a los hombres y mujeres, de su población,
de su lugar de trabajo, de su organización". Reflexiones del obispo de los pobres, Enrique
Alvear Urrutia.
Por Juan Pablo Cárdenas Squella.
Escritor,
periodista y analista internacional/ADDHEE.ONG
En Chile y en general en América Latina se agotaron
los tiempos en que la Iglesia Católica jugó un papel muy relevante en la
política. Aunque el Pontífice actual es argentino da la impresión que no quiere
ver tan directamente involucrados al clero y a los teólogos en los cambios
sociales o en la lucha por la redención de los oprimidos que por millones se
cuentan en toda la región y, de alguna forma, siguen más a la deriva que antes.
Tampoco es que la Iglesia le haya cedido el liderazgo intelectual a los marxistas
y a otra suerte de expresiones filosóficas y políticas; el castrismo, el
sandinismo y otros movimientos han agotado mucho su influencia continental con
la desaparición de sus líderes más carismáticos.
La otrora
afamada teología de la Liberación, que removió tantas conciencias en Brasil,
Perú y otras naciones, ya no destacan nuevos líderes y pensadores, todo lo cual
ha abonado el surgimiento de las posiciones de derecha y la consolidación de
regímenes que parecen asumir aquello del “fin de las ideologías” que tantos
dividendos les ha dado a las políticas capitalistas y neoliberales. Cuba sigue
empeñada ejemplar y contra viento y marea en su revolución, pero en Nicaragua
los hijos de la “más hermosa de las revoluciones” (como la llamara Eduardo
Galeano) le ha dado paso a un gobernante cuyo principal empeño es perpetuarse
en el poder, valiéndose de métodos tan repugnantes como los de los grandes
dictadores que lo precedieron allí y en otros países del Caribe.
Recordemos
que fueron los obispos chilenos y las encíclicas sociales vaticanas las que
inspiraron el desarrollo de la Democracia Cristiana y otras expresiones muy
vanguardistas para su época y que llevaron a los gobiernos de Eduardo Frei
Montalva y Salvador Allende (aunque de distinto signo) a emprender fenómenos
como el de la Reforma Agraria y la nacionalización del cobre. Pero el período
más brillante del episcopado chileno fue el que puso en práctica durante la
dictadura civico militar con la creación de la Vicaría de la Solidaridad
y su denodado compromiso con las víctimas de la represión pinochetista, además
de su respaldo a la lucha por recuperar la democracia.
No pocos
sacerdotes fueron víctimas y mártires en estos 17 años de interdicción
ciudadana, aunque en Argentina y otras naciones el desempeño de la Jerarquía
Eclesiástica fuera en general oprobioso, cuando no cómplice de la barbarie
autoritaria de los militares en el poder. En este sentido, de todo hubo en la
“viña del señor” en el Continente y se pueden contar por miles los chilenos que
salvaron y fueron protegidos por la Iglesia sin distinción de su militancia o
creencias religiosas.
Todo cambió
radicalmente con el llamado advenimiento de la democracia en la medida de lo
posible, en estas tres décadas de la posdictadura en que la influencia de
la Iglesia en la política y el devenir social se ha desdibujado enormemente, y
pastores y sacerdotes verdaderamente han sucumbido ante las denuncias de abusos
sexuales que han comprometido transversalmente a muchos de sus miembros, desde
un reaccionario y pinochetista párroco Karadima hasta el presbítero progresista
Cristián Precht, quien tuviera, paradojalmente, una noble conducción de la
defensa de los perseguidos. Ambos envueltos en prácticas de abuso a menores y
otros deleznables actos de corrupción.
Después de
estos sucesos, de la muerte del Cardenal Silva Henríquez y de otros notables
obispos, lo cierto es que han desaparecido en Chile los referentes tanto para
los sectores retardatarios como vanguardistas de la catolicidad. Sería muy
difícil mensurar cuántos fieles ha perdido la Iglesia, cuántos abandonaron la
fe y la práctica de los sacramentos. Sin embargo, lo que no se puede desconocer
es que los miles de templos repartidos por toda nuestra geografía al menos los
domingos convocan todavía a una enorme cantidad de fieles. Como ningún otro
referente.
No hay duda
de que el desgano por el compromiso, por la adhesión política o religiosa es
mucho mayor si se considera la abrupta deserción de los militantes de los
partidos y de los referentes sindicales. Con todo lo que se pueda observar, la
misa dominical congrega todas las semanas a cientos de miles de fieles, en
circunstancia que para cualquier partido o movimiento político se hace poco
menos que imposible llenar una modesta sala de teatro con sus adherentes.
Recientemente, la clásica procesión del Señor de Mayo, por el centro de
Santiago, reunió recién a muchísimas más personas que cualquiera de las últimas
convocatorias políticas callejeras. Mientras que en los últimos comicios
prácticamente desaparecieron partidos que fueron muy populosos como la propia
Democracia Cristiana, el Partido Radical y el llamado socialismo democrático/socialdemócrata.
Aunque el Partido Comunista pueda ufanarse todavía de recibir algo más del
siete por ciento de los sufragios válidamente emitidos. Cifra que no toma en
cuenta, sin embargo, la abstención y los votos nulos que fueron franca mayoría.
Lo más
probable es que se trate de feligreses a quienes muy poco les importa la
política y cuyos pastores difícilmente puedan ahora motivarlos a sufragar o
adherir a algunos partidos y candidatos. Diríamos que los católicos actuales
tienen en cuenta otras variables más que los dictados de la fe evangélica que
profesan, aunque cuando se trata de la educación y los temas llamados valóricos
es muy posible gatillar su descontento y hacerlos coincidir con las iglesias
evangélicas mucho más contestes y activas en oponerse, por ejemplo, a leyes
como el aborto y los propios matrimonios entre personas del mismo sexo.
No hay duda
de que existe una Iglesia sumergida que potencialmente pudiera volver a
gravitar en la política, pero en lo que se aprecia de los pastores de hoy da la
impresión de que se conforman con la llamada “fe del carbonero” y su mero rol
de administradores de sus liturgias. En momentos tan difíciles por los que
transita nuestra política, ante la persistencia de la desigualdad social, la
realidad del crimen organizado, del narcotráfico y de la inmigración se extraña
o se hace inexplicable que no se sucedan las cartas episcopales y otras formas
de expresión como las de antaño. Homilías capaces de remecer la conciencia
pública y fomentar la movilización destinada a oponerse a lacras como la
corrupción y el desencanto que día a día afecta más a la política, a las
policías y a las instituciones del Estado.
Muchos
expresan hoy en Chile la nostalgia de aquella Iglesia comprometida, el papel de
“madre y maestra” que le asigno uno de sus más lúcidos pontífices. En un
momento que el mundo encaraba una gran crisis y los humanismos de diverso signo
se hacían tan necesarios para contribuir al progreso de los pueblos. Ya fueran
de inspiración religiosa o laica.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.
Estimado amigo Juan Pablo Cárdenas Squella:
Asunto: La lucha de un cristiano consecuente con el
Evangelio del Cristo Libertario.
“Luchar es vivir”, como portador de ideales va por caminos rectos, sin reparar que sean ásperos y abruptos. No transige nunca movido por el vil
interés, repudia el mal cuando concibe el bien, ama su Patria, a sus
conciudadanos y siente vibrar en la propia
el alma de toda la Humanidad,
tiene sinceridades que dan escalofríos a los hipócritas tartufos
de la clase burguesa politicastra/castrense corrupta, testaferros de la clase
oligarca empresarial, financiera-bancaria/ agiotista, agrícolas monopolista
CTC/Sofofa.
Dice su verdad en tal personal estilo que solo puede ser
palabras suyas. Al igual que la profesora Gabriela Mistral, “asume el derecho a
la crítica, pero después de haber hecho con éxito lo criticada”, y del genio
universal Dr. W. Goethe “Que solo merecen la libertad y la vida quienes cada día las conquistan”.
Cuando los jóvenes tan maltratados, criminalizados
sienten el hartazgo de chatura, de
doblez, de servilismo/rastrerismo, corrupción, degeneración e impunidad reinante en el Chile virtual de la CTC/Sofofa
tienen que buscar en los seres humanos
como mi amigo Juan Pablo los símbolos de
pensamiento y de acción que la templen
para nuevos esfuerzos.
No se puede hablar
en el Chile ocupado por más de 50 años de una nueva constitución y que
hoy con un nuevo montaje “el acuerdo por
Chile”, la oligarquía empresarial y su testaferra la clase burguesa
politicastra/ castrense corrupta y apátrida pretenden imponerle una cadena
perpetua. Cuando no hay Patria no puede haber sentimiento colectivo de la
nacionalidad, inconfundible con la mentira
patriotera, chovinista explotada por los mercanchifles y militares
/castrenses apátridas al servicio del
capital buitre foráneo. Los tránsfugas de la moral, ajenos a la sociedad en que sobreviven no pueden
concebirla. Solo el ser humano digno y libre puede tener una Patria. Cuando los intereses venales se sobreponen al ideal
de los espíritus cultos que constituyen el alma de una Nación, el
sentimiento nacional degenera y se
corrompe, la Patria es explotada y enajenada
como una satrapía. Sus recursos
naturales y las arcas fiscales saqueadas.
Cuando las miserias morales, educacionales y culturales asolan a un país, culpa es de todos los que
por falta de educación/cultura y de ideales no han sabido amarlo como Patria, de todos los mercachifles,
oligarcas, politicastros y castrenses corruptos que han sobrevivido de ella sin
trabajar por y para ella, saqueando sus riquezas naturales y sus arcas fiscales
Con esperanza y memoria amigo Juan Pablo, que más
temprano que tarde recuperaremos nuestro Chile libre, culto, soberano y
solidario, porque la historia la hacen
los Pueblos.
Le reitero mis sentimientos de mi más alta consideración
y estima.
Prof. Moreno Peralta
Secretario ejecutivo Addhee. Ong
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