“Los tanques alemanes y estadunidenses avanzan hacia Rusia”…
Publicamos y adjuntamos al respecto, - la
entrevista del líder histórico socialista alemán Oskar Lafontaine. “La preocupación
fundamente de los Europeos consientes debe ser como liberarse de la tutela estadunidense”.
También de los latinoamericanos consientes del patio trasero latinoamericano.
Por Carmela Negrete.
- Del General del Ejército Alemán
y de la OTAN Haral Kujat: “Seguir enviando armas a Ucrania significa prolongar
una guerra sin sentido. No solo es un conflicto militar, es también una guerra económica
y de información”.
Estimados amigos asociados:
Lo hemos demostrado con hechos, sin tapujos ni
dobleces lo que otros callan por cobardía u oportunismo, o enajenación, la
maldita guerra de Ucrania.
Los intereses geopolíticos de los jerarcas del
Club Bilderberg del sistema capitalista salvaje, de su testaferro el régimen de
turno estadounidense, el Pentágono, la Comunidad Europea/OTAN, es debilitar a
Rusia política, económica y militarmente, hasta el punto que ellos puedan
ocuparse solo de su rival geopolítico China, que amenaza su supremacía como la única
potencia mundial en el nuevo Orden mundial que pretenden imponer los jerarcas
del club Bilderberg, en el contexto de “las Piedra guías de Georgia/USA”.
La insania de los buitres del Pentágono y de la OTAN
machacan a través de sus medios mediáticos, especialmente la telebasura/internet,
“Ya estamos en guerra contra los rusos”…
Intrínsecamente perverso, estúpidos, no entienden,
porque no tienen la capacidad para hacerlo, la “historia oficial” se repite
como farsa y después como tragedia. El ejército de Napoleón y el ejército de Hitler
fueron derrotados por el ejército Ruso.
Las malditas guerra imperialistas de Estados
Unidos en Vietnam, Corea, Europa, Irak, Libia, Latinoamérica, forman parte de
la extensa serie de masacres genocidios e intervenciones armadas que el
imperialismo yanqui a perpetrado contra la humanidad. No nos hemos quedado con
una simple condena moral ni en la tranquilidad del politicastro burgués, colono
mental del patio trasero latinoamericano.
En tiempos infames como el actual en que reina la corrupción,
la depravación, la perversión, el libertinaje, vicio, la impunidad, la mentira,
el tartufismo/hipocresía, el pragmatismo contemporizador, decir la verdad es un
acto revolucionario.
Agradecemos la solidaridad, artículos ensayos que
nos envían de Berlín, Roma, París, etc., seres humanos con espíritu libre que
dicen lo que piensan, cuando una mayoría enajenada guarda silencio por cobardía
u oportunismo. Esta silencio es la muerte moral, pero que la muerte física,
porque cada individuo pusilánime es testigo de su propia defunción.
Con esperanza, memoria y coraje
apoyamos la lucha del Movimiento Social Popular Rebelde 18 de octubre de las ciudadanías
chilenas y mapuches, de sus juventudes criminalizadas, porque otro Chile es
posible. Solo el pueblo/el soberano, salvara al pueblo, porque la historia la
hacen los pueblos dignos, soberanos, y solidarios que luchan por su libertad.
OSKAR LAFONTAINE / LÍDER HISTÓRICO DE LA IZQUIERDA ALEMANA, PRECISA.
Alemania ha anunciado que mandará
tanques Leopard a Ucrania a pesar de que, en marzo, el propio canciller, Olaf
Scholz, aseguraba que hacerlo podría conducir al país y a sus socios de la OTAN
a entrar directamente en la guerra. Hablamos con el político Oskar Lafontaine
(Sarre, Alemania, 1943), que fue ministro de Finanzas, expresidente del partido
socialdemócrata SPD y fundador del partido de izquierdas Die Linke, del que salió el pasado marzo. Lafontaine ha escrito un libro
titulado Ami, it's time to go en el que reflexiona sobre la
guerra de Ucrania y el papel de Alemania y Europa en el conflicto. Esta
entrevista con CTXT se realizó por teléfono la primera semana de enero.
¿Por qué cree que es importante
oponerse al envío de armas a Ucrania?
El envío continuado de armas a
Ucrania solo prolonga el sufrimiento, la muerte de personas y la destrucción de
Ucrania. La guerra en Ucrania no es una guerra de Rusia contra Ucrania o al
contrario, sino una guerra de Estados Unidos contra Rusia. Es una confrontación
geoestratégica que ya en los años 90 fue anunciada por políticos como Henry
Kissinger. Los ucranianos son tan solo las víctimas de esa confrontación
estratégica que pagan con sus vidas y la destrucción de su país.
¿El rearme de Alemania debe
preocuparnos como europeos, por ser el país que llevó a Europa a la Segunda
Guerra Mundial?
Ese miedo es infundado. Mucho más
importante es la pregunta de si Alemania
quiere seguir siendo un protectorado de los Estados Unidos, ya que las decisiones militares que
comportan el peligro de una guerra nuclear en el territorio europeo son tomadas
únicamente por los Estados Unidos, y los europeos no tienen nada que decir. La
preocupación fundamental de los europeos debe ser cómo liberarse de la tutela
estadounidense.
No se puede comprender cómo el
partido de los Verdes (Die Grünen) se haya convertido en el partido de la
guerra
Esta es la tesis que usted
defiende en su libro Ami, it’s time to go, que se ha convertido en
un bestseller. Los medios, sin embargo, nos dicen continuamente que
Estados Unidos gasta más en defensa y que nos protege de nuestros posibles
adversarios. ¿Es una idea errónea?
Los Estados tienen intereses y
defienden dichos intereses. El interés de EE.UU. no es defender a Europa, sino
tener a Europa como avanzadilla disponible para sus intereses como potencia
mundial. En este momento Estados Unidos es el gran ganador de la guerra de
Ucrania. Es el proveedor de armas en grandes cantidades a sus socios, como los
alemanes y los polacos; han desplazado de Europa el gas barato ruso y ahora
pueden cumplir por fin lo que deseaban desde hace años: vender su gas de fracking en
Europa, obtenido a través de técnicas muy perjudiciales para el medio ambiente.
Y han conseguido lo que Kissinger propuso hace muchos años: confrontar a Europa
con Rusia bajo el principio de “divide et impera” (divide y vencerás)
para asegurar su poder. Creer que los americanos quieren protegernos no solo es
una ingenuidad, sino que es perjudicial. Para Alemania se da la circunstancia
de que la energía más cara de los terminales de gas licuado afecta a su
industria, y no pocas empresas quieren, por ello, desplazar su producción a
otros países, entre ellos los propios Estados Unidos.
El gas de Rusia es muy importante
para Alemania y para Europa; sin embargo, el ataque a los gasoductos rusos Nord
Stream ha desaparecido del discurso público, incluso antes de haber sido
esclarecido.
No hay nada más que aclarar al
respecto. Podemos creer al presidente estadounidense, Joe Biden, que dijo que
si los rusos marchaban sobre Ucrania terminarían con dicho gasoducto. Todas las
especulaciones de que sea otro país quien haya provocado dichas explosiones son
irrisorias y muestran el estado en el que se encuentra Europa. El ataque contra
el gasoducto fue un acto terrorista que podría considerarse un acto de guerra y
el Gobierno alemán, colonos mentales, vasallo, calla al respecto.
Entretanto un ministro de los
Verdes ha decretado el prolongamiento de la vida útil de las centrales
nucleares y reabierto decenas de centrales de carbón. ¿Cómo se ha llegado a
esta absurda situación?
Esta es una consecuencia directa
de la decisión de Alemania de apoyar la agresiva política estadounidense, que
ha llevado a que la guerra económica contra Rusia, que se preparó durante mucho
tiempo antes, impida el envío de gas a Alemania. En 2017, ya se había diseñado
un embargo para el gas ruso. En ese sentido, el intento de transformar la
economía alemana para llegar a cubrir las necesidades con energías renovables,
con un periodo de transición apoyado en el gas natural, ha fracasado
estrepitosamente. Ahora nos vemos obligados a producir electricidad a base de
carbón. No se puede comprender cómo el partido de los Verdes (Die Grünen), que
surgió del movimiento por la paz y que tuvo como bandera la defensa del
medioambiente, se haya convertido en el partido de la guerra.
En EE.UU. no son pocos los
políticos que creen que una guerra nuclear sería justificable y que sería
posible asimismo reducirla a Europa
¿Cómo de peligrosa es para nosotros,
los europeos, la situación en Ucrania?
El peligro para los europeos
consiste en que la escalada bélica sigue aumentando porque EE.UU. ha decidido
que quiere mantener esta guerra hasta que Rusia esté claramente debilitada.
Este aspecto es importante a la hora de hacer pronósticos, ya que cuando EE.UU.
asegura que quiere que esta guerra termine pronto es poco creíble. Joe Biden
fue vicepresidente con Barack Obama, que fue el presidente que financió el
golpe de Estado del Maidán. Por otro lado, su propio hijo parece estar envuelto
en la corrupción en Ucrania. Los trabajadores del Departamento de Exteriores de
Biden, entre ellos Victoria Nuland, continúan con su estrategia de provocar a
Rusia y, al parecer, no atienden ni siquiera al Pentágono. El propio presidente
del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, la mayor autoridad militar después del
presidente, ha propuesto buscar negociaciones de paz, pero al parecer no está
siendo escuchado en la Casa Blanca. Por desgracia, en EE.UU. no son pocos los
políticos que creen que una guerra nuclear sería justificable y que sería
posible asimismo reducirla a Europa. Por eso es tan necesario que Europa
persiga una política de defensa propia y se libere de la fatal política de
agresión estadounidense. Los europeos deberían recordar cada día que no hay
tropas rusas o chinas en la frontera estadounidense de México o de Canadá, sino
que son las tropas estadounidenses las que están por todas partes en las
fronteras rusa y china.
¿Los acuerdos de Minsk fueron
solo una estrategia para ganar tiempo como dejó entrever la excanciller Angela
Merkel en una entrevista con Die Zeit?
Esas afirmaciones de Angela
Merkel fueron fatales, porque con ellas ha reconocido de forma pública que los
esfuerzos de paz en Ucrania, cuya guerra comenzó ya en 2014, no eran serios.
Merkel, al igual que el oligarca Poroshenko, ha admitido que solo había apoyado
estas negociaciones de paz para dar tiempo a que Ucrania pudiera armarse. Este
tipo de afirmaciones necias agravan las relaciones con Rusia y llevan a que el
presidente y los políticos rusos concluyan que con los europeos no se puede
firmar acuerdos, porque solo mienten y hacen trampas.
¿Cómo valora los dieciséis años
de mandato de la excanciller Merkel?
Solo hay que escuchar las quejas
de su propio partido ahora que están en la oposición en el Bundestag. Se quejan
de que la infraestructura alemana se desmorona y esta queja está justificada.
Un país industrializado que deja decaer su infraestructura, y en ello se
incluye también la cultura, las escuelas y las universidades, hace una política
errónea y no asegura el futuro de su país ni de su población.
Merkel también fue corresponsable
de la política ultraliberal en el sur de Europa. En este sentido, ¿se ha
aprendido algo?
Los problemas en Europa
comenzaron con la introducción del euro, porque éste era muy débil para los
países del norte, como Alemania, y muy fuerte para los del sur. Ello llevó a
que los países del sur de Europa sufrieran desventajas competitivas y Alemania
pudo dominar así el mercado exportador europeo. Sería importante que todos los
países de la unión monetaria tuvieran las mismas oportunidades, pero en este
momento no se da este requisito.
El extremismo en Europa se está
instalando en el centro de la sociedad
Aquellos tiempos de la crisis del
euro fueron los de la formación del partido de extrema derecha Alternativa por
Alemania. ¿Podemos hablar de fascismo en este caso?
Hay varios políticos del partido
cuyas ideas se pueden denominar fascistoides. En Alemania, la AfD se formó, en
un primer momento, contra la unión monetaria europea. Por eso la pregunta sobre
el fascismo es mucho más amplia: ¿vamos camino del fascismo a nivel mundial?
Pienso en Estados Unidos, pero también en Alemania, y la pregunta es si vamos
camino del totalitarismo. Desde luego estamos asistiendo a tendencias muy
problemáticas. El Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán se ha concedido
a Serhiy Víktorovych Zhadán, un autor ucraniano que ha denominado a los rusos
como “basura” y “animales”, como “cerdos que deberían quemarse en el infierno”.
Por eso la pregunta del fascismo tiene que verse de forma más amplia y no solo
como la llegada de partidos de extrema derecha, porque el extremismo en Europa
se está instalando en el centro de la sociedad. La ministra de Exteriores
alemana ha asegurado que las sanciones deberían “arruinar” a Rusia. Eso es
lenguaje fascistoide.
¿Qué esperanzas hay para la
izquierda en Europa y, en especial, en Alemania?
La izquierda tiene que
reflexionar en toda Europa sobre qué es hacer política de izquierdas. De forma
simplificada: defender a las personas que no disponen de altos ingresos ni
riquezas. En las últimas décadas han quedado relegadas las preguntas sobre el
sistema económico, la pregunta marxista de la contradicción de base entre el
capital y el trabajo. La consecuencia es que la concentración de la riqueza ha
aumentado cada vez más y la disparidad entre salarios ha seguido creciendo.
Esta cuestión ha sido desplazada por otros debates, como el racismo, la
orientación sexual o la diversidad. Estas preguntas son todas importantes, pero
se les ha dado prioridad, como se puede ver en las multinacionales
estadounidenses, para dejar de lado las preguntas de fondo sobre nuestro
sistema económico en relación al reparto de la riqueza.
Es un
problema que se puede ver con mucha claridad en los partidos socialdemócratas.
El SPD, del cual yo fui presidente, era un partido por la paz, el desarme y el
desarrollo del Estado del bienestar. Hoy el canciller Scholz, del Partido
Socialdemócrata, prioriza el rearme y la guerra en Ucrania, y defiende el
desmontaje del Estado social de los años 90, que ha llevado a que un jubilado
alemán cobre de media 800 euros menos al mes que un jubilado en Austria. Lo más
importante en este momento son los precios de la energía, que juegan un papel
clave para las empresas y para la población alemanas. Hay que volver a
conseguir el precio bajo que ha favorecido el bienestar en Alemania y en toda
Europa. Para ello, durante un tiempo, será inevitable volver a tirar del gas
ruso.
El General
del ejercito Alemán y la OTAN Haral Kujat, preciso: “Seguir enviando
armas a Ucrania significa prolongar una guerra sin sentido”.
Por Diario Electrónico
Politika
¿Qué valor le da a la cobertura de Ucrania en nuestros principales medios
de comunicación?
La guerra de Ucrania no es sólo un conflicto militar; es también una
guerra económica y de información. Uno puede convertirse en partícipe de la
guerra de información si adopta argumentos que no puede verificar ni juzgar en
función de su propia competencia. En parte, los motivos entendidos como morales
o ideológicos también desempeñan un papel. Esto es especialmente problemático
en Alemania porque en los medios de comunicación predominan los “expertos” que
no tienen conocimientos ni experiencia en política ni en estrategia de
seguridad y, por tanto, expresan opiniones que extraen de publicaciones de
otros “expertos” con conocimientos comparables. Obviamente, esto también
aumenta la presión política sobre el gobierno alemán.
El debate sobre la entrega de determinados sistemas de armamento muestra
con toda claridad la intención de muchos medios de comunicación de jugar ellos
mismos a la política. Es posible que mi malestar por esta evolución sea
consecuencia de mis muchos años de servicio en la OTAN, entre ellos como
presidente del Consejo OTAN-Rusia y de la Comisión OTAN-Ucrania del Estado
Mayor Conjunto. Me molesta especialmente que se preste tan poca atención a los
intereses de seguridad alemanes y a los peligros que entraña para nuestro país
una ampliación y escalada de la guerra. Esto demuestra una falta de sentido de
la responsabilidad o, por utilizar un término anticuado, una actitud muy poco
patriótica. En Estados Unidos, uno de los dos principales actores en este conflicto,
la gestión de la guerra de Ucrania es mucho más discutida y controvertida,
aunque siempre guiada por los intereses nacionales.
A principios de 2022, cuando la situación en la frontera con Ucrania se
hacía cada vez más crítica, usted habló con el entonces inspector de la Marina,
el general adjunto Kai-Achim Schönbach, y en cierto sentido lo respaldó.
Advirtió con urgencia contra una escalada con Rusia y acusó a Occidente de
haber humillado a Putin. Dijo que se debe negociar con él en pie de igualdad.
No me pronuncié al respecto. Quería protegerlo de ataques no
cualificados. Sin embargo, siempre he opinado que esta guerra debía evitarse y
que podría haberse evitado. También me pronuncié públicamente al respecto en
diciembre de 2021. Y a principios de enero de 2022, publiqué propuestas sobre
cómo podría alcanzarse un resultado aceptable para todas las partes en unas
negociaciones que evitaran la guerra después de todo. Desgraciadamente, las
cosas no fueron así. Quizá algún día se plantee la pregunta de quién quiso esta
guerra, quién no quiso evitarla y quién no pudo evitarla.
¿Cómo valora la evolución actual del conflicto?
Cuanto más dure la guerra, más difícil será alcanzar una paz negociada.
La anexión rusa de cuatro territorios ucranianos el 30 de septiembre de 2022 es
un ejemplo de esa evolución difícilmente reversible. Por eso me pareció tan
lamentable que las negociaciones celebradas en Estambul, en marzo, se
interrumpieran tras grandes avances y un resultado totalmente positivo para
Ucrania. Al parecer, en las negociaciones de Estambul, Rusia había aceptado
retirar sus fuerzas al nivel del 23 de febrero, es decir, antes de que
comenzara el ataque contra Ucrania. Ahora, se exige repetidamente la retirada
completa como condición previa para las negociaciones.
¿Qué ofreció Ucrania a cambio?
Ucrania se había comprometido a renunciar a pertenecer a la OTAN y a no
permitir el estacionamiento de tropas o instalaciones militares extranjeras. A
cambio, debía recibir garantías de seguridad de los Estados de su elección. El
futuro de los territorios ocupados debía resolverse diplomáticamente en un
plazo de 15 años, renunciando explícitamente a la fuerza militar.
¿Por qué no se materializó el tratado, que habría salvado decenas de
miles de vidas y evitado a los ucranianos la destrucción de su país?
Según información fiable, el entonces primer ministro británico, Boris
Johnson, intervino en Kiev el 9 de abril e impidió la firma. Su razonamiento
era que Occidente no estaba preparado para poner fin a la guerra.
Es indignante lo que se está jugando, de lo que el ciudadano crédulo no
tiene ni idea. Las negociaciones en Estambul eran bien conocidas, incluso el
hecho de que estaba a punto de alcanzarse un acuerdo, pero de un día para otro
no se supo nada.
A mediados de marzo, por ejemplo, el Financial Times informaba de los
progresos realizados. También aparecieron noticias en algunos periódicos
alemanes. Sin embargo, no se ha informado sobre por qué fracasaron las
negociaciones. Cuando Putin anunció la movilización parcial el 21 de
septiembre, mencionó por primera vez en público que Ucrania había respondido
positivamente a las propuestas rusas en las negociaciones de Estambul de marzo
de 2022. “Pero”, dijo literalmente, “una solución pacífica no convenía a
Occidente, así que ordenó a Kiev que anulara todos los acuerdos”.
Nuestra prensa guarda silencio al respecto. A diferencia de los medios de
comunicación estadounidenses, por ejemplo. Foreign Affairs y Responsible
Statecraft, dos revistas de renombre, publicaron reportajes muy informativos al
respecto. El artículo en Foreign Affairs fue escrito por Fiona Hill, antigua
funcionaria de alto rango en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa
Blanca. Es muy competente y absolutamente fiable. El diario progubernamental Ukrainska
Pravda también publicó información muy detallada el 2 de mayo.
¿Tiene más detalles sobre esta monstruosidad?
Se sabe que los principales contenidos del proyecto de acuerdo se basan
en una propuesta del Gobierno ucraniano del 29 de marzo. Mientras muchos medios
de comunicación estadounidenses informan al respecto, sin embargo averigüé que
los medios de comunicación alemanes no están dispuestos a ocuparse del tema
aunque tengan acceso a las fuentes.
Usted se ha expresado así en un artículo: “La falta de previsión en
política de seguridad y de juicio estratégico en nuestro país es vergonzosa”. ¿A
qué se refiere concretamente?
Tomemos como ejemplo el estado de la Bundeswehr (Fuerzas Armadas
alemanas). En 2011, se llevó a cabo una reforma, el llamado realineamiento de
la Bundeswehr. Significó alejarse del mandato constitucional de la defensa
nacional y de las alianzas y centrarse en las misiones en el extranjero. La
justificación aducida fue que no había riesgo de ataque convencional contra
Alemania y sus aliados de la OTAN. El tamaño y la estructura de las fuerzas
armadas, el equipamiento, el armamento y la formación se orientaron a las
misiones en el extranjero. Las fuerzas armadas que tienen capacidad para
defender a su país y a su alianza también pueden llevar a cabo misiones de
estabilización, sobre todo porque el Gobierno Federal y el Parlamento pueden
decidirlo por sí mismos en casos individuales. No ocurre lo contrario porque es
el agresor quien decide si se da el caso de defensa nacional y de alianza.
De todos modos, la evaluación de la situación en aquel momento era
errónea, pues la rescisión unilateral del Tratado ABM (Tratado de Misiles
Antibalísticos) por parte de EEUU ya había creado un punto de inflexión
estratégico en la relación con Rusia en 2002. El punto de inflexión político
fue la cumbre de la OTAN celebrada en Bucarest, en 2008, cuando el presidente
estadounidense George W. Bush trató de impulsar una invitación a Ucrania y
Georgia para ingresar en la OTAN. Cuando fracasó en esto, se incluyó en el
comunicado una vaga perspectiva de adhesión para estos países, como es habitual
en estos casos.
¿Ve alguna relación con la crisis actual en esa evolución de la relación
entre Rusia y Estados Unidos?
Aunque el riesgo de un enfrentamiento entre Rusia y la OTAN es evidente
para todos debido a la guerra de Ucrania, la Bundeswehr está siendo desarmada y
fagocitada con el fin de liberar armas y equipos militares para Ucrania.
Algunos políticos incluso lo justifican con el disparatado argumento de que en
Ucrania se está defendiendo nuestra libertad.
¿Por qué es un argumento sin sentido para usted? Todo el mundo argumenta
así, incluso el jefe del Departamento Federal de Asuntos Exteriores suizo,
Ignazio Cassis.
Ucrania lucha por su libertad, por su soberanía y por la integridad
territorial del país. Pero los dos actores principales de esta guerra son Rusia
y Estados Unidos. Ucrania también lucha por los intereses geopolíticos de
Estados Unidos, cuyo objetivo declarado es debilitar a Rusia política,
económica y militarmente hasta tal punto que ellos puedan ocuparse sólo de su
rival geopolítico, el único capaz de amenazar su supremacía como potencia
mundial: China. Además, sería inmoral dejar sola a Ucrania en su lucha por
nuestra libertad y limitarse a suministrar armas que prolonguen el
derramamiento de sangre y aumenten la destrucción del país. No, esta guerra no
es por nuestra libertad. Los problemas centrales por los que la guerra ha
surgido y aún continúa, aunque podría haber terminado hace mucho tiempo, son
muy diferentes.
¿Cuál cree
que es el problema principal?
Rusia quiere impedir que su rival geopolítico, Estados Unidos, adquiera
una superioridad estratégica que pondría en peligro su seguridad. Ya sea
mediante la adhesión de Ucrania a la OTAN liderada por Estados Unidos, ya sea
mediante el estacionamiento de tropas estadounidenses, el traslado de
infraestructuras militares o las maniobras conjuntas de la OTAN. El despliegue
de equipos estadounidenses del sistema de defensa antimisiles balísticos de la
OTAN en Polonia y Rumanía es también una espina clavada en el costado de Rusia,
porque esta está convencida de que Estados Unidos también podría eliminar los
sistemas estratégicos intercontinentales rusos desde estos lanzadores y poner
así en peligro el equilibrio estratégico nuclear.
También desempeña un papel importante el acuerdo de Minsk II, en el que
Ucrania se comprometió a conceder derechos minoritarios a la población
rusoparlante del Donbás para finales de 2015 mediante una enmienda
constitucional con mayor autonomía para la región, como es norma en la Unión
Europea. Ahora existen dudas sobre si Estados Unidos y la OTAN estaban
dispuestos a negociar seriamente sobre estas cuestiones antes del ataque ruso a
Ucrania.
Ya en 2015, el escritor y político Wilfried Scharnagl mostraba muy
claramente en su libro Am Abgrund (En el abismo) que la política de Occidente
era una provocación increíble, y que si la UE y la OTAN no cambiaban de rumbo,
podría conducir a una catástrofe.
Sí, era de esperar. Cuanto más dure la guerra, mayor será el riesgo de
expansión o escalada. Ya lo tuvimos en la Crisis de los Misiles de Cuba. Es una
situación comparable.
¿Cómo valora
la entrega acordada de tanques Marder a Ucrania?
Los sistemas armamentísticos tienen puntos fuertes y débiles debido a sus
características técnicas y, por tanto –dependiendo del nivel de formación de
los soldados así como de las respectivas condiciones marco operativas–, un
determinado valor operativo.
En el combate con armas combinadas, diferentes sistemas armamentísticos
interactúan en un sistema común de mando y control o de información, en el que
los puntos débiles de un sistema se compensan con los puntos fuertes de otros
sistemas. Si el nivel de formación de los operadores es bajo o si un sistema de
armas no se despliega junto con otros sistemas en un contexto funcional,
posiblemente las condiciones operativas sean difíciles y el valor operativo
será bajo. Esto significa que existe el riesgo de que ese sistema sea eliminado
prematuramente o incluso el riesgo de que el arma caiga en manos enemigas. Esta
es la situación actual en la que se están utilizando los modernos sistemas de
armamento occidentales en la guerra de Ucrania.
En diciembre, Rusia inició un amplio programa de evaluación de los
parámetros técnicos y táctico-operativos de las armas occidentales capturadas,
que debería aumentar la eficacia de su propio mando operativo y la efectividad
de sus armas.
Además, se plantea la cuestión fundamental de la relación
medios-finalidad. ¿A qué fin deben servir las armas occidentales?
Zelenski ha cambiado repetidamente los objetivos estratégicos de la
guerra ucraniana. Actualmente, Ucrania persigue el objetivo de recuperar todos
los territorios ocupados por Rusia, incluida Crimea. El canciller alemán afirma
que apoyaremos a Ucrania mientras sea necesario, es decir, también en la
consecución de este objetivo, aunque mientras tanto Estados Unidos subraya que
el objetivo es únicamente “recuperar el territorio tomado por Rusia desde el 24
de febrero de 2022”.
La cuestión que hay que responder es, por tanto, si la entrega de armas
occidentales es la vía adecuada para cumplir el propósito de Ucrania. Esta
pregunta tiene una dimensión cualitativa y otra cuantitativa. EEUU no
suministra armas salvo las de autodefensa, ni armas que permitan el choque de
armas vinculadas y, sobre todo, ninguna que pueda desencadenar una escalada
nuclear. Estos son los tres noes del presidente Biden.
¿Cómo pretende
Ucrania alcanzar sus objetivos militares?
El Jefe del Estado Mayor ucraniano, el general Walerij Saluschnyj,
declaró recientemente: “Necesito 300 carros de combate, entre 600 y 700
vehículos de combate de infantería y 500 obuses para hacer retroceder a las
tropas rusas a las posiciones que tenían antes del ataque del 24 de febrero”.
Con lo que recibe ahora, “no es posible realizar grandes operaciones”.
Sin embargo, es dudoso que las fuerzas armadas ucranianas dispongan aún
de un número suficiente de soldados aptos para poder utilizar estas armas, en
vista de las grandes pérdidas de los últimos meses. En cualquier caso, la
declaración del general Saluschnyj también explica por qué las entregas de
armas occidentales no permiten a Ucrania alcanzar sus objetivos militares, sino
que se limitan a prolongar la guerra. Además, Rusia podría superar a Occidente
en cualquier momento.
En el debate alemán, estas conexiones no se comprenden o son ignoradas.
También influye la forma en que algunos aliados intentan presionar públicamente
al Gobierno alemán para que suministre carros de combate Leopard 2. Esto nunca
había ocurrido en la OTAN. Demuestra hasta qué punto ha sufrido la posición de
Alemania en la Alianza como consecuencia del debilitamiento de la Bundeswehr y
con qué empeño persiguen algunos aliados el objetivo de exponer a Alemania ante
Rusia.
¿Qué
alimenta la opinión de Zelenski de que es posible expulsar a los rusos de
Ucrania?
Es posible que con los sistemas de armamento prometidos en la Conferencia
de Donantes del 20 de enero, las fuerzas armadas ucranianas puedan defenderse
algo más eficazmente de las ofensivas rusas que tendrán lugar en las próximas
semanas. Pero no les permitirá retomar los territorios ocupados.
Según el Jefe del Estado Mayor estadounidense, el general Mark Milley,
Ucrania ha conseguido lo que podía militarmente. Más no es posible. Por lo
tanto, ahora deben lanzarse esfuerzos diplomáticos para lograr una paz negociada.
Comparto esta opinión.
Hay que tener en cuenta que las fuerzas rusas parecen tener la intención
de defender el territorio conquistado, así como conquistar el resto del Donbás
para consolidar los territorios que se han anexionado. Han adaptado bien sus
posiciones defensivas al terreno y las han fortificado de manera eficaz. Los
ataques a estas posiciones requieren una gran cantidad de fuerza y la voluntad
de aceptar pérdidas significativas. La retirada de la región de Jersón ha
liberado unos 22.000 efectivos listos para el combate para las ofensivas.
Además, se están desplegando más unidades de combate en la región como
refuerzo.
Pero
entonces, ¿qué sentido tienen las entregas de armas que no permiten alcanzar el
objetivo de Zelenski?
Los actuales esfuerzos de EEUU por inducir a los europeos a entregar más
armas pueden tener algo que ver con esta evolución de la situación. Hay que
distinguir entre las razones expresadas públicamente y las decisiones concretas
del gobierno alemán. Sería ir demasiado lejos entrar en todo el espectro de
esta discusión. Sin embargo, yo esperaría que el Gobierno Federal estuviera
bien asesorado sobre esta cuestión y –lo que es quizá aún más importante– que
fuera receptivo y tuviera una capacidad de juicio acorde con la importancia de
este asunto.
El Gobierno alemán ya ha ido muy lejos en su apoyo a Ucrania. Es cierto
que las entregas de armas aún no convierten a Alemania en parte en el
conflicto. Pero junto con la formación de los soldados ucranianos en estas
armas, estamos ayudando a Ucrania a alcanzar sus objetivos militares.
Por eso el Servicio Científico del Bundestag alemán declaró en su informe
de 16 de marzo de 2022 que esta postura hace que Alemania abandone la zona
segura de la no guerra. Estados Unidos también entrenará a soldados ucranianos
en Alemania. La Ley Fundamental contiene en su preámbulo un estricto
mandamiento de paz para nuestro país. Así pues, la Ley Fundamental sólo tolera
el apoyo a una parte beligerante si es adecuado para facilitar una solución
pacífica.
Por lo tanto, el gobierno alemán tiene el deber de explicar a la
población alemana dentro de qué límites y con qué objetivo está prestando su
apoyo a Ucrania. Por último, también habría que mostrar al gobierno ucraniano
los límites de ese apoyo. Incluso el presidente Biden declaró hace algún
tiempo, en un artículo sobre el tema, que EE.UU. seguirá apoyando militarmente
a Ucrania, pero también sus esfuerzos por lograr una paz negociada en este
conflicto.
Desde hace semanas, el ejército ucraniano se enfrenta sin éxito a los
rusos. Sin embargo, Zelenski habla de reconquista. ¿Es propaganda o existe
realmente esta posibilidad?
No, según el Estado Mayor estadounidense y el ucraniano, las fuerzas
armadas ucranianas no están en condiciones de hacerlo. Ambas partes enfrentadas
se encuentran de nuevo en un punto muerto, agravado por las restricciones
debidas a la época del año. Así que ahora sería el momento adecuado para
reanudar las negociaciones interrumpidas. Las entregas de armas significan lo
contrario, es decir, que la guerra se prolonga sin sentido, con más muertos aún
en ambos bandos y la continuación de la destrucción del país. Pero también con
la consecuencia de que nos veremos arrastrados aún más profundamente a esta
contienda. Incluso el secretario general de la OTAN advirtió recientemente
contra la posibilidad de que los combates se convirtieran en una guerra entre
la OTAN y Rusia.
Vuelve a
decir que estamos en un “punto muerto”. ¿Qué quiere decir con eso?
A finales de marzo de 2022, había surgido una posición favorable para un
acuerdo negociado, cuando los rusos decidieron alejarse de Kiev y concentrarse
en el este y en el Donbás. Esto hizo posible las negociaciones de Estambul. Una
situación similar se produjo en septiembre, antes de que Rusia llevara a cabo
la movilización parcial. Las oportunidades que surgieron entonces no se han
aprovechado. Ahora sería el momento de volver a negociar, y tampoco estamos
aprovechando esta oportunidad, sino todo lo contrario: estamos enviando armas y
escalando. Este es otro aspecto que revela la falta de previsión de la política
de seguridad y de juicio estratégico.
También ha
mencionado en su texto que el ministro de Defensa ruso, Shoigu, se ha mostrado
dispuesto a negociar…
Putin ha hecho lo mismo. El 30 de septiembre, cuando declaró territorio
ruso otras dos regiones, volvió a ofrecer explícitamente negociaciones. Entre
tanto, lo ha hecho varias veces. Sin embargo, Shoigu no puso condiciones, pero
Putin, por así decirlo, ha subido el listón al decir que están dispuestos a
negociar, pero, por supuesto, que la otra parte debe reconocer los territorios
que se han anexionado. De ello se desprende que cuanto más dura la guerra, más
se endurecen las posiciones de ambos bandos. Pues Zelenski dijo que solo
negociaría cuando los rusos se hubieran retirado completamente de Ucrania. Esto
hace que la solución sea cada vez más difícil, pero aún no está descartada.
Me gustaría
hablar de un acontecimiento más. La Señora Merkel dijo en una entrevista…
Sí, lo que ha dicho está claro. Sólo negoció el acuerdo de Minsk II
[firmado el 12 de febrero de 2015, en el que los gobernantes de Alemania,
Francia, Rusia y Ucrania buscaron aliviar la guerra del Donbás] para ganar
tiempo para Ucrania. Y Ucrania también había aprovechado este tiempo para
armarse militarmente. Así lo confirmó el expresidente francés [François]
Hollande.
Petro
Poroshenko, el expresidente ucraniano, también ha dicho lo mismo.
Rusia, comprensiblemente, lo califica de fraude. Y Merkel confirma que
Rusia fue engañada deliberadamente. Puedes juzgarlo como quieras, pero es una
flagrante quiebra de la confianza y una cuestión de previsibilidad política.
Sin embargo, no puede discutirse que la negativa del gobierno ucraniano –a
sabiendas de este engaño intencionado– a aplicar el acuerdo pocos días antes de
que comenzara la guerra fue uno de los detonantes de la misma.
El Gobierno alemán se había comprometido en la resolución de la ONU a
aplicar el “paquete completo” de medidas acordadas. Además, la canciller
alemana, junto con los demás participantes en el formato de Normandía, firmó
una declaración sobre la resolución en la que, una vez más, se comprometía
explícitamente a aplicar los acuerdos de Minsk.
¿No es eso
también una violación del derecho internacional?
Sí, es una violación del derecho internacional, eso está claro. El daño
es inmenso. Hay que imaginarse la situación actual. Los que querían hacer la
guerra desde el principio, y siguen queriéndola, han adoptado la postura de que
no podemos negociar con Putin porque, de todos modos, no cumplirá los acuerdos.
Ahora resulta que somos nosotros los que no respetamos los acuerdos
internacionales.
Que yo sepa, los rusos cumplen sus acuerdos; incluso durante la guerra
actual, Rusia ha seguido suministrando gas. Pero Annalena Baerbock, ministra de
Asuntos Exteriores, ha anunciado de todo corazón: “¡No queremos más gas ruso!”.
En respuesta, Rusia ha estrangulado el volumen. ¿No es eso lo que pasó?
Sí, dijimos que no queríamos más gas ruso. Todas las repercusiones, la
crisis energética, la recesión económica, etc., son el resultado de la decisión
del Gobierno alemán, no de una decisión del Gobierno ruso.
Pero si escuchas o ves las noticias –también aquí, en Suiza– la crisis
energética se debe a la decisión de Putin de hacer la guerra a Ucrania.
Dos veces en el pasado hubo dificultades en el suministro de gas causadas
por Ucrania. Deberíamos ser sinceros al respecto. Rusia seguiría suministrando,
pero no queremos nada más de allí porque atacó a Ucrania. Luego está otra
cuestión: ¿quién voló realmente el Nord Stream II?
¿Tiene una
evaluación de la voladura?
No, eso sería pura especulación. Hay pruebas circunstanciales, como suele
ocurrir, pero no pruebas. Al menos ninguna que haya llegado a conocimiento
público. Pero puedes estar seguro: acabarán saliendo a la luz.
¿Qué
experiencia tiene en negociaciones con Rusia?
He llevado a cabo muchas negociaciones con Rusia, por ejemplo sobre la
contribución rusa a la misión de la OTAN en Kosovo. Estados Unidos nos había
pedido que lo hiciéramos porque no podían llegar a un acuerdo con Rusia. Rusia
estaba finalmente dispuesta a poner sus tropas a las órdenes de un comandante
alemán de la OTAN.
En la década de 1990 se desarrolló una estrecha coordinación política y
cooperación militar entre la OTAN y Rusia, regulada desde 1997 por el Tratado
Básico OTAN-Rusia. Los rusos son duros negociadores, pero cuando se alcanza un
resultado común, este se mantiene.
¿Cuál fue el
resultado?
Los rusos querían tener algún tipo de derecho de codecisión en las
negociaciones sobre el Tratado Básico. Eso no era posible. Pero encontramos la
manera de hallar soluciones comunes en los casos en que se ven afectados los
intereses de seguridad de una u otra parte. Por desgracia, tras la guerra de
Georgia, la OTAN suspendió en gran medida su cooperación. También se ha
demostrado en el período previo a la guerra de Ucrania que los acuerdos creados
en tiempos de buena sintonía para la resolución de crisis y conflictos tienen
su valor cuando surgen tensiones. Desgraciadamente, esto no se entendió.
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