El relanzamiento de la CELAC
Por Dr. Atilio Borón.
Académico, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
La Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), fue creada en Caracas entre los días 2 y
3 de diciembre de 2011 en el marco de la IIIª Cumbre de América Latina y el
Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) y de la XXIIª Cumbre del Grupo de
Río. La reunión se llevó a cabo como parte de las conmemoraciones por el
bicentenario del inicio de los procesos de independencia de los países del
área. Y, siendo el presidente Hugo Chávez quien la convocó, la elección de
la fecha no pudo ser casual. Un 2 de diciembre, pero de 1823 y en
Washington, James Monroe, quinto presidente de Estados Unidos, había
anunciado en su discurso anual al Congreso de la Unión la doctrina que
llevaría su nombre. Ciento ochenta y ocho años más tarde ese mismo día nacería
la CELAC, una de las iniciativas estratégicas más importantes de los
pueblos y gobiernos de la región.
Pero la historia no
comienza con el discurso de Monroe. Antes, Thomas Jefferson había declarado en
su condición de tercer presidente de Estados Unidos que su país “necesitaba un
hemisferio” para estabilizarse, prosperar y asegurar su grandeza. Y ese
hemisferio, fenomenal emporio de recursos naturales como dijera Alí Rodríguez,
es el que habitan, y donde luchan y sueñan, latinoamericanos y caribeños.
Desde el inicio no fue
fácil lograr un consenso acerca de algunas cuestiones centrales para la
naciente comunidad. Una vez creada la Iª Cumbre de presidentes y jefes de
Estado se reunió en Santiago, Chile los días 27 y 28 de enero de 2013. El
anfitrión era Sebastián Piñera Echeñique y durante las
deliberaciones del cónclave el presidente chileno insistió en la idea de que la
CELAC debía ser un foro y no una organización regional más. Pero la
idea fundacional del comandante Chávez Frías, del comandante
Fidel Castro Ruz, de Raúl y en general de la izquierda latinoamericana
era justamente la contraria: hacer de la CELAC una alternativa real y efectiva
a la OEA, que jamás dejaría de ser el “ministerio de colonias” de Estados
Unidos, como la historia se encargó de demostrar.
En la IIª Cumbre (La
Habana, 28 y 29 de enero de 2014) el anfitrión, Raúl Castro
Ruz, insistió con la idea de “institucionalizar” a la CELAC pero los
cambiantes vientos políticos que atravesaron la región (ascenso del macrismo en
la Argentina en 2015, destitución de Dilma Rousseff en 2016, triunfo
y traición de Lenín Moreno en Ecuador, estabilización de regímenes de derecha
en Centroamérica, y ascenso a la presidencia de Donald Trump en
Estados Unidos a inicios de 2017) suspendieron a la CELAC en una especie
de limbo político.
Uno de sus factores fue
la renovada beligerancia del imperialismo estadounidense, cosa que
impacta muy fuertemente en los países de la región. De los treinta y tres que
conforman la CELAC hay por lo menos unos quince que son extremadamente
vulnerables a las decisiones que pueda tomar Washington sobre el tema de las
remesas que los inmigrantes envían a sus lugares de origen. Aquéllas
representan al menos el 20% del PIB en países como El Salvador, Honduras,
Jamaica y Haití, y cifras cercanas para otros.
En el caso de México su
incidencia sobre el PIB es mucho menor, pero su volumen es muy significativo:
en 2021 los mexicanos radicados en Estados Unidos enviaron a su país nada menos
que 51.600 millones de dólares, una cifra superior al escandaloso préstamo del
FMI al gobierno de Macri.
Pero el control de las
remesas por parte de Washington no es el único dispositivo con que cuenta para
evitar el fortalecimiento de la CELAC y el desarrollo de una
imprescindible estrategia de acción regional colectiva, crucial para enfrentar
las turbulentas aguas de la escena internacional. Las diversas formas de
presión, cuando no el abierto bloqueo como el practicado en contra de
Cuba, Venezuela y Nicaragua, son elementos que también juegan negativamente en
este proyecto de unidad continental.
En la Argentina las dos
principales (o quizás únicas) empresas que venden combustible para los aviones,
la Shell e YPF, están impedidas de abastecer al avión de la empresa venezolana
EMTRASUR secuestrado en este país so pena de vetar su acceso de aquellas empresas
al mercado de valores de Wall Street. Por lo tanto, el margen de decisión
soberana aún en un país donde el tema de las remesas es irrelevante se achica
considerablemente cuando Estados Unidos hace valer, con prepotencia, la ilegal
e ilegítima extraterritorialidad de sus leyes.
Ojalá que esta Cumbre de
Buenos Aires logre consolidar a la CELAC como una institución. Que pueda
convertirse en un auténtico organismo regional latinoamericano y caribeño, con
sus equipos de trabajo, sus expertos e investigadores; que puedan elaborar, por
ejemplo, un protocolo regional para la explotación racional y cuidadosa del
medio ambiente del oro, del litio o del cobre; o para el cuidado de nuestras
aguas, amenazadas por una irreversible contaminación de agrotóxicos o de los minerales
utilizados en la extracción del oro; o que puedan facilitar la creación de
empresas públicas multinacionales que administren con buen criterio el
aprovechamiento de los fabulosos bienes comunes que posee nuestra región.
El creciente
injerencismo estadounidense en los asuntos internos de nuestros países
ha llegado a niveles escandalosos, de ahí la necesidad de una robusta CELAC
para ponerle freno a tanta prepotencia imperial. Sólo una acción
concertada entre nuestros países podrá evitar la brutal recolonización de
Latinoamérica y el Caribe, montada sobre una derecha radical y violenta que es
promovida, asesorada y financiada desde Washington a través de numerosos
canales.
En un sistema mundial profundamente conmocionado y en el cual Estados Unidos
tramita con furia el inexorable debilitamiento de su gravitación internacional,
la tentación de apoderarse del territorio y las riquezas existentes al Sur del
Río Bravo se convierte en una pasión tan irresistible como insana. Esto lo
manifiesta a cada rato la Jefa del Comando Sur, Laura Richardson, cuando afirma
que “estadounidenses y los otros pueblos de América Latina y el Caribe hemos
convivido armónicamente (Sic!) en nuestro vecindario durante dos siglos.”
Expresa, dos siglos más tarde, la temprana aspiración de Jefferson. Y “nuestro
vecindario”, agrega la señora Richardson, debe impedir la llegada de intrusos
como Rusia, China e Irán que quieren arrebatarnos lo que es nuestro.
Más claro imposible.
“América para los estadounidenses/yanquis”, reza la doctrina Monroe, de
imperecedera vigencia. Por eso la CELAC es más necesaria que nunca. Ojalá
que la Cumbre de Buenos Aires pueda a ser recordada como aquella en la que se
recuperó el proyecto original que le dio nacimiento en 2011.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.
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