En conmemoración del 80 aniversario de la Batalla de Stalingrado
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein.
Escritor,
analista internacional/ADDHEE.ONG:
El 2 de febrero se conmemoran 80 años de la
victoria de la Unión Soviética (URSS) en la Batalla de Stalingrado. Esta gesta
marcó el inicio del fin del intento alemán de construir el III Reich y el punto
de partida para la derrota definitiva del nazismo durante la segunda guerra
mundial (Gran Guerra Patria para la Unión Soviética). Ha sido la batalla más
importante en la historia de la humanidad. No quise dejar pasar esta fecha sin
recordarla y honrar a los cientos de miles de ciudadanos rusos y de otras nacionalidades
que dieron su vida por liberar a la humanidad del cáncer del fascismo.
Durante los meses finales de 1942 ya se había
evidenciado que la “Operación Barbarroja” que Hitler había lanzado contra la
Unión Soviética en junio del año anterior comenzaba a debilitarse y el ejército
alemán -más temprano que tarde- tendría que pasar a la defensa estratégica
después de más de un año de ofensiva ininterrumpida.
Avance alemán hacia Stalingrado. 1942
Por esta razón, el alto mando alemán se vio
obligado a readecuar sus planes, prepararse para la defensa e intentar lograr
una victoria definitiva en 1943. Los objetivos estratégicos trazados por Hitler
para ocupar y derrotar a la Unión Soviética habían quedado en el intento. Según
el Mariscal Gueorgui Zhúkov, el más destacado jefe militar soviético de la
época, Alemania carecía de reservas estratégicas y su estado moral era bajo.
Según Zhúkov en noviembre de 1942, los alemanes
“tenían en el frente soviético-germano 266 divisiones con efectivos de
6.200.000 hombres, cerca de 51.700 cañones y morteros, 5.080 tanques y cañones
de asalto, 3.500 aviones de combate y 194 buques de guerra. Por aquel tiempo,
las tropas en campaña de la Unión Soviética contaban con 6.600.000 hombres,
77.800 cañones y morteros, 7.350 tanques, 4.544 aviones de combate”. Así mismo
la URSS poseía grandes reservas estratégicas. En términos absolutos la
correlación de fuerzas y medios comenzaba a tener un cambio a su favor. La
industria militar había logrado reinstalarse más hacia el oriente y ya se
encontraba en plena producción. Vistas estas cifras, el conflicto actual en
Ucrania pareciera ser solo una escaramuza.
Por otro lado, se había despejado la incógnita
sobre las intenciones de Japón (que ocupaban la Manchuria china desde 1931) y
ya se sabía que no atacaría a la Unión Soviética, lo cual había permitido
trasladar grandes contingentes militares desde el Lejano Oriente a Occidente
donde se desarrollaba la parte más sustancial de la guerra. A esto habría que
sumarle el gran trabajo de inteligencia, contra inteligencia y desinformación
que el alto mando soviético empezó a utilizar con gran éxito en el desarrollo
de la contienda.
En este contexto, el Gran Cuartel General (GCG)
soviético, con el mayor sigilo comenzó a planificar la esperada contraofensiva
estratégica que debía llevar a la liberación del territorio soviético y a la
derrota de Alemania. La inteligencia del ejército nazi nunca pudo descubrir los
planes soviéticos que incluyeron trasladar a Stalingrado un enorme contingente
de tropas, armamento y equipos “en sus propias narices”.
Al comenzar la contraofensiva del ejército rojo, la
correlación de fuerzas entre los contendientes era muy pareja con una leve
superioridad soviética en tanques. La exhaustiva preparación de las acciones se
realizaron desde el GCG, pasando por el Estado Mayor General, los Frentes,
ejércitos, cuerpos de ejércitos, divisiones y regimientos hasta las pequeñas
unidades de combate y aseguramiento logístico y combativo. La idea de las
acciones se proponía establecer un doble cerco (exterior e interior) para
aislar y aniquilar a las tropas alemanas en el bolsón creado.
En el desarrollo de las acciones, el papel decisivo
le correspondió a soldados, oficiales y generales “con sus audaces ataques,
certero fuego, intrepidez, valor y pericia [quienes] se batieron a muerte con
el enemigo” según lo relata el mariscal Zhúkov en sus memorias.
El plan establecía que durante la primera etapa de
la contraofensiva el papel principal lo debía jugar el Frente del Suroeste al
mando del general Nikolái F. Vatutin quien tendría que atacar en dirección
sureste hacia la margen derecha del río Don. Mientras tanto, el Frente de
Stalingrado al mando del general Andréi Eriómenko, compuesto por los ejércitos
51, 57, 62 y 64, con el apoyo del 8vo. Ejército Aéreo al mando del mayor
general de aviación Timofei Jriukin, desarrollaría sus acciones en dirección
oeste-noroeste desde la ciudad para unirse con el Frente del Suroeste a fin de
concretar el cerco del contingente mayor del ejército alemán.
El 62do. Ejército del general Vasili Chuikov que se
encontraba en el interior de Stalingrado debía desarrollar el combate defensivo
para impedir las acciones de las tropas del enemigo que operaban directamente
contra la ciudad y estar listo para pasar a la ofensiva. El 57mo. Ejército del
general Fiódor Tolbujin y el 64to. Ejército del general Mijaíl Shumílov
tendrían que pasar a la ofensiva en dirección oeste y noroeste con el fin de
copar la agrupación enemiga por el sur para asegurar la ofensiva de las tropas
de la agrupación de choque del Frente de Stalingrado desde el noreste. Para
crear el frente exterior del cerco en esta dirección se utilizaría el 51er.
Ejército que también debía atacar hacia el noroeste.
Un papel fundamental en el éxito tuvieron los
medios de transporte de tropas, armamento y equipos. Trabajaron 27.000 camiones
simultáneamente con los ferrocarriles que entregaban diariamente 1.300 vagones
de cargamentos en condiciones de extrema dificultad cuando el río Volga se encontraba
congelado. Del 1° al 20 de noviembre cruzaron el río más de 111.000 hombres,
427 tanques, 556 cañones, 14.000 automóviles y cerca de 7.000 toneladas de
municiones, lo cual fue decisivo en el desarrollo de la batalla.
La planificación de los combates, la preparación de
los aseguramientos y el trabajo político fueron garantizando el éxito de la
operación antes que comenzara. En total silencio las unidades se fueron
concentrando en los lugares previstos con anterioridad. Se realizaron
simulacros de las probables acciones combativas poniendo el énfasis en la
cooperación entre armas, tropas de aseguramiento y tipos de fuerzas armadas,
todo lo cual estuvo listo para el 15 de noviembre.
El contra ataque soviético en Stalingrado.
Noviembre-diciembre 1942.
El 17 de noviembre el 24to. Ejército del Frente del
Don había iniciado la ofensiva en Stalingrado atacando a lo largo de la orilla
izquierda del río Don, pero esta acción no tuvo éxito dada la debilidad de las
fuerzas participantes, lo cual permitió el contrataque alemán. Sin embargo,
este movimiento además de hacerse de forma extemporánea no reunió las fuerzas
necesarias que pudieran resistir el golpe principal de los frentes del Suroeste
y de Stalingrado que ya el 23 de noviembre se encontraron con la 36ta. Brigada
Mecanizada al mando del teniente coronel M. Rodiónov, generándose por primera
vez la amenaza de cerco contra la agrupación enemiga. Otro cuerpo acorazado y
uno mecanizado acudieron al combate cerrando, como estaba previsto, el anillo
del cerco de la agrupación enemiga de Stalingrado, en un territorio triangular
en las inmediaciones de la casi confluencia de los los ríos Don y Volga.
A partir de entonces, las tropas soviéticas se
propusieron la ofensiva “hacia adentro” es decir en dirección este hacia
Stalingrado oprimiendo en el cerco interior al enemigo, que comenzó su retirada
bajo férrea persecución de las tropas soviéticas con fuerzas de hasta 3
ejércitos reforzados con tanques, con la misión de rechazar a los nazis lo más
lejos posible hacia el oeste de la ciudad, sellando y fortificando el anillo
exterior para atacar desde dos direcciones para aniquilar al enemigo cercado.
Durante los primeros días de diciembre el objetivo fue cumplido creando las
condiciones para la derrota total de los alemanes en el cerco. Así se consumó
la primera etapa de la contraofensiva en el frente de Stalingrado.
El 28 de noviembre, en el marco del desarrollo de
las acciones combativas para concretar el cerco interior de la agrupación
alemana, se comenzó a planificar la operación encaminada a aniquilar la agrupación
nazi en Stalingrado. Al comienzo, la ofensiva tuvo un lento ritmo de avance,
pero el mando alemán empezó a percibir que las tropas soviéticas se aprestaban
a concretar una misión que podría devenir en un desastre de dimensiones
incalculadas para las tropas del Reich.
Ante esta situación, Hitler tomó la decisión de
crear una nueva agrupación denominada Grupo de Ejércitos del Don, para lo cual
ordenó el traslado de tropas desde otros sectores del frente soviético y
también desde Francia y Alemania a fin de desarrollar la Operación Tormenta de
Invierno. El nuevo Grupo de Ejércitos fue puesto bajo el mando de uno de los
mejores generales alemanes, el mariscal de campo Erich Von Manstein, quien
recibió la misión de salvar las tropas del 6.º Ejército comandado
por el mariscal Friedrich Von Paulus,
que se encontraba cercado en Stalingrado.
Estos planes no pudieron ser cumplidos. Varios
factores incidieron: las fuerzas armadas de Alemania tenían una elevada escasez
de reservas, así mismo las tropas se desplazaban con extrema lentitud bajo el
acoso constante de las fuerzas guerrilleras que operaban en la retaguardia en
Ucrania y Bielorrusia. La desesperación de Hitler iba en aumento por lo que
Manstein se vio obligado a iniciar la ofensiva el 12 de diciembre sin haber
consumado sus preparativos.
No obstante a eso, el ejército alemán pudo avanzar
hasta 40 Km. de Stalingrado, lo que los llevó equivocadamente a respirar un
aire de victoria. El Alto Mando soviético introdujo en combate desde el este al
2do. Ejército reforzado de la Guardia bajo el mando del general Rodión
Malinovski quien en una feroz batalla de tanques y con gran apoyo artillero
rompió la escalonada defensa alemana y penetró en la profundidad del diezmado
ejército, resolviendo definitivamente la suerte de la batalla a favor de las
tropas soviéticas. La victoria de Malinovski y el 2do. Ejército de la
Guardia selló el destino de los 250 mil soldados alemanes y de otros
países atrapados en la bolsa de Stalingrado. Esto permitió que el 16 de
diciembre se iniciara la ofensiva de las tropas del Frente del Suroeste que
derrotó al enemigo al salir a su retaguardia al oeste de Stalingrado. Manstein
se vio obligado a utilizar las últimas fuerzas que le quedaban en un ataque
frontal desde el sur poniente, pero el Frente Suroeste que operaba en la zona,
le salió al flanco y la retaguardia, decidiendo definitivamente la suerte del
6to. Ejército alemán que ya no podrían salir del cerco.
Las tropas cumplieron brillantemente las tareas
planteadas y con la impetuosa victoria ante el enemigo, frustraron el plan de
Manstein de desbloquear las tropas de Von Paulus al hacer fracasar todo conato
de romper el cerco. Sobrevino la desesperación total en el Alto Mando alemán
que desde entonces solo intentaría salvar la mayor cantidad de fuerzas y
medios, pretendiendo una retirada ordenada.
Tanto el Alto Mando soviético como el alemán
comenzaron a pensar en lo que continuaría a partir de entonces. Hitler
pretendió ganar tiempo para detener la contraofensiva soviética que ya se
vislumbraba, mientras que Stalin ordenó aniquilar lo más pronto posible la
agrupación enemiga cercada e iniciar la persecución de las tropas nazis en
retirada hacia el suroeste.
El 31 de enero, a las 5:45 de la mañana, Von Paulus
se rindió ante el Ejército Rojo. Aunque algunas fuerzas del ejército nazi
continuaron resistiendo, el 2 de febrero se produce la rendición total. Von
Paulus fue capturado junto a todo su Alto Mando. El 6.º Ejército fue
totalmente destruido.
La Batalla de Stalingrado ha sido la más mortífera
y sangrienta en la historia de la humanidad. Según el mariscal Zhúkov hubo “una
cifra de muertos estimada en más de un millón, desde el inicio del ataque
alemán que parecía irresistible hasta el total aniquilamiento de su punta de
lanza, el Sexto Ejército. El balance de la sangrienta batalla habla de un
millón de muertos y otro millón de heridos, desaparecidos o capturados de ambos
bandos; de 40.000 civiles fallecidos; de 91.000 alemanes hechos prisioneros, de
los que solo volvieron a casa (12 años después) 6.000”.
En la Batalla de Stalingrado se produjo una total
victoria de la Unión Soviética que significó el comienzo de la derrota
definitiva del III Reich. En ella se conjugaron la sabia dirección política y
militar de la contienda por parte del GCG y el Alto Mando, de los generales y
oficiales, así como el valor y arrojo de los soldados, el acertado
abastecimiento combativo y logístico desde la industria militar, el transporte
y el avituallamiento de las tropas y sobre todo el honor, la valentía y la gloria
de los ciudadanos de la urbe que en total justicia fue declarada Ciudad Héroe.
Hoy, al igual que hace 80 años el ejército ruso
está luchando por salvaguardar a la humanidad del fascismo. Hoy, como hace 80
años, Rusia está entregando a sus mejores hijos para impedir que el virus del
nazismo enquistado en los países occidentales pueda resurgir para amenazar al
mundo con la destrucción, el avasallamiento y la pérdida de los valores por lo
que se ha luchado tantos años. Hoy, al igual que hace 80 años, Rusia vencerá y
con ella venceremos todos los pueblos dignos del planeta.
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