Lic. José Martí Pérez, maestro Libertador
de la Patria Continente América Latina y el Caribe, nació un 28 de Enero. Entendemos
por maestro(a) al formador del ser humano integral y de su conciencia social en
particular. Hoy, como cada día, el insigne maestro esta en nuestro pensamiento
y acción revolucionaria por y para la construcción de la Patria Continente Latinoamérica
y el Caribe.
VALENCIA RINDIÓ HOMENAJE AL MAESTRO LIBERTADOR JOSÉ MARTÍ PÉREZ.
28/01/2020 - Una ofrenda floral, una conferencia y un concierto
de música cubana a cargo del trovador Orlis Pineda fueron los actos organizados
por la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba "José Martí".
Valencia rindió homenaje Al Lic. José Martí Pérez,
libertador de Cuba y de padre valenciano, con un programa de diverso de
actividades con motivo del 167 natalicio, que se celebra el 28 de enero
próximo.
La jornada se desarrolló el sábado 25 de enero y empezó con una
ofrenda floral en el monolito situado en la avda Blasco Ibáñez a la altura del
número 134, en los jardines centrales, con el apoyo de la asociación de cubanos
en Valencia "Caguairán", y con la presencia de representantes de
diversas organizaciones sociales, políticas y sindicales valencianas.
Por la tarde, una conferencia a cargo del Embajador de Cuba,
Gustavo Machín, destacó la vigencia y continuidad de la obra de Martí en la
Cuba actual ante el recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos contra la
isla, y recordó la vida y obra del hombre que luchara contra el régimen
colonial español por la libertad de Cuba, y de que fuera posteriormente el
inspirador de las luchas de la Generación del Centenario, encabezadas por el
comandante Fidel Castro Ruz y el comandante Ernesto Guevara de la Serna,
que derrotaron la dictadura batistiana tras el triunfo revolucionario del 1 de
enero de 1959. La jornada finalizó con un concierto del cantautor cubano Orlis
Pineda.
Por su parte, el Embajador de la República de Cuba, acompañado
por la Secretaria Política, Edelys Santana, visitaron el día anterior el
edificio donde Martí vivió de niño, y fueron recibidos en el Ayuntamiento de
Valencia por el Alcalde Joan Ribó, en Les Corts Valencianes por representantes
de los Grupos Parlamentarios Socialista (Trinidad Castelló Cervera y Sabina
Escrig Monzó), Compromís (Josep Nadal i Sendra) y Unides Podem (Ferran Martínez
Ruiz), y en Presidencia por Joan Calabuig Rull, delegado del Consell para la
Unión Europea y Relaciones Externas.
En todos los encuentros se habló sobre la importancia de seguir
trabajando en el hermanamiento entre Cuba y el País Valencia, en los
intercambios culturales entre ambos, así como la agenda de los siguientes años,
dentro de la cual destaca que Valencia será capital de la solidaridad
internacional con Cuba en el año 2021.
Fuente: Asociación valenciana de amistad con Cuba
LIC. JOSÉ MARTÍ PÉREZ, UN MAESTRO IMPRESCINDIBLE DE
NUESTRA AMÉRICA.
Por Yolanda Machado
“Quien dice unión económica dice unión política.El pueblo que compra, manda.El pueblo que vende, sirve.Hay que equilibrar el comercio, para equilibrar la libertad.El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y el quequiere salvarse, vende a más de uno. El influjo excesivo deun país en el comercio de otro, se convierte en influjo político.”
Lic. José Martí Pérez, 1891.
Este 28 de enero se conmemora el aniversario 167 del natalicio
del maestro José Martí Pérez, héroe nacional de Cuba, artífice de
la guerra de 1895 y pensador fundamental de la “república nueva” que se
instauraría en Cuba tras la independencia, una república, según definió, “con
todos y para el bien de todos”, la cual sería fundamental para frenar el
expansionismo del vecino del norte.
Podemos afirmar, a más de un siglo y medio de su nacimiento, que
estudiar al maestro José Martí Pérez se torna indispensable si se
quiere conocer sobre el proceso y la importancia de la unidad de América
Latina, sus orígenes, su historia, sus actores, sus antecedentes más concretos
y las formas y vías por las cuáles se ha buscado dicha unión.
José Julián Martí Pérez, nació en La Habana un 28 de enero de
1853 y tuvo una infancia marcada no sólo por las necesidades de su familia sino
por la realidad de Cuba como colonia de España. Desde temprano fue
políticamente activo y se involucró junto con sus amigos y su profesor Rafael
María de Mendive, en conspiraciones para liberar a Cuba.
A los 15 años, por su activismo político, lo condenaron al
presidio en las canteras de San Lázaro, en La Habana, desde donde lo destierran
y luego deportan a España en 1871. De esta experiencia saldría su primer
escrito importante “El presidio político en Cuba”. En los años subsiguientes
viajó por varios países de América, incluyendo un regreso a Cuba al finalizar
la guerra de los Diez Años, de donde fue nuevamente deportado. En 1881 se
instala de forma más estable en Nueva York, donde desplegó con mayor intensidad
su labor independentista.
Lic José Martí Pérez
y imprescindible en la unidad latinoamericana
¿Por qué estudiar hoy al maestro Martí Pérez?
Ciertamente no fue el único que en su tiempo, o incluso antes que él (siendo el
general Libertador Simón Bolívar Palacios y Blanco, el más
importante), vislumbró como necesaria la unidad latinoamericana, pero sí se
puede afirmar que es uno de sus más influyentes pensadores, quien le dedicó por
un lado, esfuerzos políticos -ya que, en su cosmovisión nuestro americana, era
un proceso vinculado a la independencia de Cuba- y también
literario-periodísticos -ya que su pensamiento al respecto lo podemos encontrar
en sus crónicas para varios diarios de habla española en la América del
Sur, especialmente en La Nación, de Buenos Aires.
Varios aspectos influyeron en la concepción latinoamericanista del
maestro José Martí Pérez, pero sin dudas estuvo fuertemente
influenciada por su estancia en varios países del continente -crucialmente dos:
México y Guatemala, como señalara el maestro e historiador cubano, Pedro Pablo
Rodríguez- y el estudio de sus culturas e historias, así como por sus
aproximadamente 15 años en Estados Unidos, entre 1881 y 1895. Esto último es
central para entender la obra martiana, por los acontecimientos que pudo
transitar y reseñar, y que hacen a su obra una indiscutida parada para la
reflexión sobre la historia y los desafíos de la unidad en la América Latina.
La época dorada de los Estados Unidos, “the gilded age” (aprox.
1865-1901) es un período de muchos cambios, en el cual EEUU emerge como ingente
potencia industrial; nacen nuevos partidos; con la industrialización surgen la
organización de un movimiento obrero y también campesino; se completan obras de
ferrocarril y el país empieza a expandirse hacia adentro, sumando nuevos
Estados a la Unión y eliminando, con llamadas guerras indias, a las poblaciones
autóctonas que vivían hacia el oeste del territorio.
Se perfilaba así una sociedad pujante y moderna, pero también
convulsionada. Y no tardó el maestro Martí Pérez en ver que
habría una necesidad cada vez más apremiante de este país de expandir sus
mercados, expansión que sería, casi de forma natural hacia sus vecinos de la
América del Sur. Los antecedentes más claros se pueden encontrar en las ideas
de Henry Clay, presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos,
quien en 1820 había expresado su entusiasmo por una “liga americana para la
libertad humana” con el propósito de unir “a todas las naciones desde la Bahía
de Hudson hasta el Cabo de los Hornos”; y unos años después, en 1823, la famosa
Doctrina Monroe, “América para los americanos”, con la que Estados Unidos. buscaba
afirmar su predominio sobre esta parte de la geografía mundial frente a Europa.
Es necesario señalar que esta idea del “panamericanismo”, no era
una visión unánimemente apoyada dentro de la política estadounidense. Mientras
unos abogaban por una unión comercial del estilo de una unión aduanera, otros,
acérrimos proteccionistas de las industrias, buscaban mantener altas tasas a
las importaciones. Sin embargo, Estados Unidos necesitaba asegurar su comercio
y veía no con muy buenos ojos las incursiones comerciales de potencias
europeas, como Gran Bretaña, que había mantenido una actitud amistosa con
varias de las ex colonias españolas en América, con las que tenía estrechos
vínculos.
Los esfuerzos para realizar lo que sería la primera Conferencia
Internacional Americana de Washington se venían gestando ya desde 1881 de la
mano de el entonces secretario de Estado, James G. Blaine, quien será, ocupando
ese mismo cargo, quien la impulse a fines de esa misma década.
Es así que a través de una ley en 1888, el Congreso de los
Estados Unidos autorizó al presidente de esa nación a convocar a la celebración
“de una Conferencia entre los Estados Unidos de América y las Repúblicas de
México, Centro y Sudamérica, Haití, Santo Domingo, y el Imperio del Brasil”
cuyos objetivos eran, entre otros, tomar “medidas encaminadas á la formación de
una unión aduanera americana, que fomente en cuanto sea posible y provechoso,
el comercio recíproco entre naciones americanas” y “la adopción por cada uno de
los gobiernos de una moneda común de plata, que sea de uso forzoso en las
transacciones comerciales recíprocas de los ciudadanos de todos los Estados de
América”, según rezaba la convocatoria.
Sin embargo, el joven periodista y revolucionario cubano, quien
también se desempeñó en ocasiones como Cónsul de la Argentina, Uruguay y
Paraguay, marcaba en sus crónicas que la necesidad de frenar este expansionismo
era urgente, ya que al ser las repúblicas latinoamericanas muy recientes, no
les daría tiempo a ponerse de pie, para que la relación fuera entonces, entre
iguales.
Así lo decía en 1884, en “La América”, periódico mensual: “Hay
provecho como hay peligro en la intimidad inevitable de las dos secciones del
Continente Americano. La intimidad se anuncia tan cercana, y acaso por algunos
puntos tan arrolladora, que apenas hay tiempo necesario para ponerse de pie,
ver y decir”.
La Conferencia duró desde octubre de 1889 hasta abril de 1890,
teniendo sucesivas reuniones y descansos. En una crónica del 2 de noviembre
para el diario argentino La Nación, escribiría el maestro Martí Pérez:
“Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera
más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y
minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de
productos invendibles: y determinados a extender sus dominios en América, hacen
a las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio libre y útil
con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos
con el resto del mundo. De la tiranía de España supo salvarse la América
española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas
y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la
América española la hora de declarar su segunda independencia”.
Dicha Conferencia no logró su propósito fundamental, la unión
aduanera, pero sirvió como terreno para la manifestación, de las cosmovisiones
de los países del sur, especialmente de la Argentina, y la respuesta que se dio
a varios de los planteamientos que allí se hicieron y a la “América para los
americanos” se sobrepuso más bien sobre el final el canto de la “América para
la humanidad”.
“Pero cuando el delegado argentino Sáenz Peña dijo, como quien
reta, la última frase de su discurso sobre el Zollverein, la frase que es un
estandarte, y allí fue una barrera: “Sea la América para la humanidad”,- todos,
como agradecidos, se pusieron en pie, comprendieron lo que no se decía, y le
tendieron las manos.” Lic. José Martí Pérez en La Nación (31 de
marzo de 1890).
En su libro “Al Sol Voy. Atisbos a la política martiana”, Pedro
Pablo Rodríguez señala que “la unidad latinoamericana es pues, lógica
consecuencia del antimperialismo martiano, o mejor, es la otra cara de esa
moneda, debido a la estrecha interdependencia de ambos aspectos de su
pensamiento.”
En 1891, el maestro Jose Martí Pérez replicaría su
postura en la Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América y ese mismo
año vería la luz su trascendental ensayo sobre la unidad latinoamericana:
“Nuestra América”, producto de una profunda madurez de su pensamiento, donde se
reivindica no sólo la figura de lo autóctono en el centro de la conformación de
las repúblicas de América, sino también la necesidad de un enfoque propio a la
hora también de tomar parte en el comercio internacional: “injértese en
nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”.
Re-editando la
maldita Doctrina Monroe: “América/Estados Unidos para los
Americanos/estadounidenses”.
En septiembre de 2019, en su discurso ante la Asamblea General
de Naciones Unidas, el presidente norteamericano, Donald Trump, aludió
directamente a la Doctrina Monroe, y dijo: "Aquí en el hemisferio
occidental, estamos comprometidos a mantener nuestra independencia de la
intrusión de potencias extranjeras expansionistas. Ha sido la política formal
de nuestro país desde el presidente (James) Monroe que rechacemos la
interferencia de naciones extranjeras en este hemisferio y en nuestros propios
asuntos".
Sin mencionar a qué naciones extranjeras estaba haciendo
referencia, se puede intuir que la alusión iba dirigida especialmente a China y
a Rusia. Quizás más a China, que tiene negocios y relaciones comerciales importantes
en la región y con economías fuertes como la de Brasil (que forma parte del
grupo BRICS) y apuestas importantes en materia de tecnología.
Según un artículo de mediados de 2019 de la cadena alemana
Deustche Welle “las inversiones chinas en la región han aumentado
considerablemente, de 17 mil millones de dólares en el año 2002, a casi 306 mil
millones en el año 2018. Al mismo tiempo, el país se ha convertido en el socio
comercial más importante para Brasil, Chile, Perú y Uruguay.” El propio artículo
señala que la estrategia de China cambió, pasó de perseguir el reconocimiento
diplomático (frente al reconocimiento de Taiwán) para concentrarse en sus
relaciones comerciales, aunque según aclara el funcionario chino consultado, la
región no constituye una prioridad para el gigante asiático.
Sin embargo, sí la es para Estados Unidos, quien no ve
con buenos ojos este acercamiento, tal como lo dejó claro hace unos días el
Secretario de Estado, Mike Pompeo, en su paso por Costa Rica, quien criticó las
“promesas rimbombantes” de China, resaltando por otra parte las inversiones
estadounidenses en el país centroamericano, lo cual desató un cruce diplomático
con la embajada china en San José.
Todo esto configura un panorama que vuelve a poner a América
Latina en el centro de las disputas geopolíticas mundiales y existen en la obra
martiana elementos relevantes para iluminar el entendimiento de los
acontecimientos que se están produciendo en él. A 167 años de su nacimiento,
podemos afirmar no sólo que el maestro Martí Pérez fue un pensador
excepcional, sino que también fue preciso en el momento clave del surgimiento
de los estilos y organizaciones que darían forma en gran medida a la vida
moderna a lo largo del siglo XX (sociedad de masas, partidos, movimientos de
masas) y que hoy están en una multicrisis sistémica frente al capitalismo
tardío y a la revolución científico-tecnológica que desafía a la humanidad en
múltiples dimensiones.
El legado martiano puede así contribuir a la entender la
complejidad de la historia de la unidad latinoamericana, en una coyuntura que
ha visto en los últimos tiempos el derrumbe de la UNASUR y el resurgir de la
CELAC y el CARICOM como espacios fundamentales de la cooperación entre los
países del sur de América, permitiendo a quien la estudia tener mejor perspectiva
y comprensión, así como dimensionar de forma más proporcionada los
acontecimientos. José Martí es en este sentido, una voz infaltable y es, sin
lugar a dudas, uno de los indispensables de Nuestra América.
Yolanda Machado. Periodista y comunicadora. Estudiosa del
pensamiento martiano. Autora de varias ponencias sobre el Lic. José
Martí Pérez para encuentros internacionales, docente en la Argentina de
cursos sobre el pensamiento político del Lic. José Martí Pérez.
Fuente: Alainet
Lo subrayado es nuestro.
SENTIR Y PENSAR A JOSÉ MARTÍ, A 167 AÑOS DE SU NATALICIO
Hoy, a 167 años de su natalicio, el mundo entero recuerda al más
universal de los cubanos, a ese misterio que nos acompaña, como lo describió el
poeta José Lezama Lima.
En la estrecha calle Paula, en La Habana, Cuba, Leonor Pérez
daba luz a un cubano que, desde su tempranísima juventud, haría de la Isla
-encadenada por el colonialismo español- epicentro de su pasión por la
libertad.
Era el 28 de enero de 1853. Nacía José Julián Martí Pérez en un
país con grilletes, los mismos que la metrópoli española le colocaría en manos
y pies con apenas 19 años, por el hecho de llamar “apóstata” a un compañero de
colegio que se había insertado en las filas de los voluntarios españoles.
Un adolescente que sufría la injusticia, el abuso a los
negros porque “la esclavitud de los hombres es la gran pena del mundo”, un
joven que la arbitrariedad de un país colonizador hacía prisionero por ansiar
la independencia de su Patria y sentir “el odio invencible a quien la oprime”.
Martí fue un fiel seguidor de las ideas emancipadoras del “General
Libertador”, Simón Bolívar Palacios y Blanco, amante de la libertad
del hombre, de la tierra en la que nace, de los sueños de independencia y de
una América unida, nuestra, que debía andar “en cuadro apretado”.
Conocido como el maestro de Cuba y de la Patria
Continente, desarrolló una obra revolucionaria con el objetivo de “impedir
a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los
Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de
América”.
Sabía entonces -siglo XIX- el peligro que representaba el
imperio del norte, de quien el general Libertador Simón Bolívar Palacios
y Blanco expresó que parecía
destinado por la providencia para plagar el continente de hambre y de miseria
en nombre de la libertad.
De ahí se evidencia una de sus facetas como pensador
revolucionario: el antimperialismo, unido a sus necesarios y recurrentes
conceptos de Patria, humanidad, independentismo, latinoamericanismo.
Pero entender la obra del LIc. José Martí Pérez significa,
necesariamente, comprender que fue un hombre que, en 42 años de vida,
desarrolló un vasto pensamiento político en condiciones adversas. Fue
desterrado a España en dos ocasiones, sufrió el exilio lejos de su hijo y su
esposa, con el dolor lacerante de tener la familia en la otra orilla, estar
enfermo y ser parte de un país en manos de otro. Y luchar, contra todo y todos,
por la libertad de su Isla.
Con ese fin, mientras vivía en Estados Unidos, en 1892 redactó
las Bases y los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano (PRC) y el 14 de marzo
de ese mismo año fundó el periódico Patria, como órgano oficial del Partido.
Antes, entre los años 1880 y 1890, el más universal de los
cubanos habría alcanzado notoriedad en la América que llamó nuestra, mediante
sus artículos y crónicas que, desde Nueva York, enviaba a periódicos como “La
Opinión Nacional”, de Caracas, Venezuela; “La Nación”, de Buenos Aires,
Argentina; y “El Partido Liberal”, de México.
Varios países del continente escucharon la tenacidad de su
oratoria en los recorridos que dio entre 1893 y 1894 para reunir a los
principales jefes militares de la Guerra de los Diez Años (1868-1878), y
comenzó a recaudar fondos para la nueva contienda que se realizaría en Cuba en
1895.
Esa razón lo lleva a viajar a Montecristi, República Dominicana,
donde se reúne con el General Máximo Gómez, veterano de la independencia de la
Isla, y con quien firmó el conocido “Manifiesto de Montecristi” el 25 de marzo
de 1895, para establecer las bases de la nueva guerra, que no sería contra el
español. En el texto expresa “su terminante voluntad de respetar, y hacer que
se respete, al español neutral y honrado, en la guerra y después de ella”.
Tras ello, arriba a Cuba el 11 de abril de 1895 junto a Gómez
por Playitas de Cajobabo, en el municipio de Baracoa, provincia oriental de
Guantánamo. Recibe entonces el grado de Mayor General por todos sus méritos.
A un mes de su llegada a la Isla para participar en la guerra
que él llamó “necesaria” contra el yugo español, participa en un combate en Dos
Ríos, cerca de Palma Soriano, en Santiago de Cuba. Era el 19 de mayo de 1895.
Una columna española se desplegaba en la zona. Los cubanos fueron al combate.
Gómez le pidió detenerse, pero el maestro Martí Pérez continuó
y cabalgó hacia el enemigo escondido tras la maleza. El Héroe Nacional de Cuba
no lo sabía. Llevaba un revólver en mano cuando fue abatido por tres disparos
que le arrancaron la vida. “Yo soy bueno, y como bueno, moriré de cara al sol”.
Caía un ser humano universal, un pensador necesario para la definitiva
independencia de la Isla.
Estaba todos los días en peligro de dar su vida por la
independencia de su país. Era cierto. A ello se entregó. Por ello sufrió, amó,
volvió a sufrir y nuevamente amó. Hoy, a 167 años de su natalicio, Cuba y el
mundo lo recuerda. En la Isla caribeña, como expresa el director de la Oficina
del Programa Martiano, Eduardo Torres-Cuevas, sentir y pensar al maestro
Martí Pérez nace como un sentimiento que se expresa luego en
pensamiento: “Eso es lo que, creo, nos da mayor fuerza como nación”.
Fuente: Telesur
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