La Tierra es de todos. Tierra y Humanidad son una sola cosa
Prolegómeno:
Prof. Moreno Peralta/IWA
Secretario Ejecutivo ADDHEE.ONG
En los últimos tiempos estamos presenciando
horrorizados conflictos y guerras en varias partes del planeta, luchando
por partes de sus territorios, especialmente en la Franja de Gaza, en Sudán y
en Ucrania. Desde un punto de vista ecológico, todo eso nos parece
un tanto ridículo.
Si hubiese un mínimo
de sensatez en la cabeza de los humanos, esto sería una evidencia y todos
viviríamos en la misma Tierra como en Nuestra Casa Común en una paz perpetua. Pero
como somos al mismo tiempo sapientes y dementes, portadores de
razonabilidad y de demencia, hay épocas en las que la insensatez predomina y en
otras, la sensatez. Hoy parece predominar la demencia generalizada. De
ahí la disputa por tierras debido a las cuales se entablan guerras letales.
Pero veamos algunos datos.
El universo existe desde hace 13.700 millones de años. El
sol hace 5.000 millones de años. La Tierra hace 4.450 millones de años. El ser
humano primitivo hace 7-8 millones de años. El homo sapiens sapiens, de
quien descendemos, hace 100 mil años. Si reducimos los 13.700 millones de
años a un año cósmico, como hizo el cosmólogo Carl Sagan, nosotros nacimos el
día 31 de diciembre, a las 23 horas 59 minutos y 59 segundos. Somos, por
tanto, un momento casi imperceptible del curso cósmico, un minúsculo grano de
arena en el conjunto de los seres. Pero nuestra grandeza reside en tener
conciencia de que somos eso y de que sabemos nuestro lugar y nuestra
responsabilidad frente al conjunto de los
seres.
Desde allí arriba, desde la Luna, confirman los
astronautas, la Tierra emerge como un planeta esplendoroso, azul y blanco,
que cabe en la palma de la mano, un cuerpo pequeñísimo en la inmensidad oscura
del universo.
Es el tercer planeta del Sol, un sol de suburbio, estrella
media de quinta grandeza, uno entre otros doscientos mil millones de soles de
nuestra galaxia, la Vía Láctea. Esta galaxia es una entre cien mil
millones de otras galaxias junto con conglomerados incontables de galaxias. El
sistema solar dista 28 mil años luz del centro de la Vía Láctea, en la cara
interna del brazo espiral de Orion.
El testimonio del astronauta Russel Scheweickhart, que pudo
ver la Tierra desde fuera de la Tierra, resume los relatos de sus
compañeros: “Vista desde fuera, percibes que todo lo que nos es
significativo, toda la historia, el arte, el nacimiento, la muerte, el amor, la
alegría y las lágrimas, todo eso está en aquel pequeño punto azul y blanco que
puedes tapar con el dedo pulgar. Desde esa perspectiva se entiende que en
nosotros cambió todo, que empieza a existir algo nuevo, que la relación ya no
es la misma que era antes” (The Overview Effeckt,Boston 1987, p.200).
Como declaró Isaac Asimov, gran difusor ruso de datos
cosmológicos, el día 9 de octubre de 1982 a solicitud de la revista New
York Times, celebrando los 25 años del lanzamiento del Sputnik que inauguró la
era espacial: “el legado de este cuarto de siglo espacial es la percepción
de que, en la perspectiva de las naves espaciales, la Tierra y la humanidad
forman una única entidad”. Nótese que no dice que forman una unidad,
resultante de un conjunto de partes. Afirma mucho más, que formamos una
única entidad, es decir, un único ser, complejo, diverso, contradictorio y
dotado de gran dinamismo.
Tal afirmación presupone que el ser humano no está solo
sobre la Tierra. No es un peregrino errante, un pasajero venido de otras partes
y perteneciente a otros mundos. No. Él, como homo (hombre) viene
de húmus (tierra fértil). Él es Adam (que en hebreo
significa el hijo de la Tierra fértil) que nació de Adamah (Tierra
fecunda: Gen 2,7). Es hijo e hija de la Tierra. Más aún, es la propia
Tierra en su expresión de conciencia, de libertad y de amor. A través de él
ella contempla el universo.
Como lo afirma la encíclica de ecología integral del Papa
Francisco Laudato Sì: como cuidar de la Casa Común (2015): “La
interdependencia de todas las criaturas es querida por Dios. El sol y la
luna, el cedro y la florecilla, el águila y el gorrión, las innumerables
diversidades y desigualdades significan que ninguna criatura se basta a sí
misma; que no existen sino en interdependencia unas de otras, para
complementarse y servirse mutuamente” (n.86).
El universo caminó 13.700 millones de años para producir
esta admirable obra que nosotros, los seres humanos, recibimos como herencia
para cuidar como jardineros y preservar como guardianes fieles.
Tierra-humanidad tenemos el mismo destino, pues nos pertenecemos mutuamente.
Lamentablemente no hemos cumplido nuestra misión y no sabemos lo que nos espera
de aquí en adelante. Ojalá algo bienventurado: la Tierra para todos.
Autor: Leonardo Boff
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.
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