Una mirada actual al conflicto en Ucrania: El show de la
mentira y las fake news. "Mentir, mentir, porque siempre algo queda".
Durante la primera semana de la operación militar especial (OME) de Rusia en Ucrania, en febrero del año pasado, las tropas rusas llegaron a las cercanías de Kiev y Járkov, las dos principales ciudades de Ucrania. Durante un mes permanecieron ahí. El mundo esperaba impaciente el momento en que el Kremlin ordenara la ofensiva para tomar la capital. Sin embargo, el 1° de abril las fuerzas militares rusas se retiraron sin sufrir bajas. De inmediato, la prensa occidental comenzó a vociferar con abrumador estruendo que Rusia había sufrido una gran derrota y que se había visto obligada a retirarse en medio de grandes pérdidas humanas y materiales. No pudieron mostrar ninguna prueba de tales pérdidas. Había comenzado el show de la mentira y las fake news en el conflicto de Ucrania.
Un poco más de un año después del inicio de la OME, vale la pena preguntarse: ¿Era un objetivo de Rusia tomar Kiev y producir una fulminante derrota de Ucrania? A la luz de los acontecimientos no parece haber sido ese el objetivo. Las misiones enunciadas por el propio presidente Putin fueron expresadas con claridad desde el principio: impedir el genocidio que se preparaba para las repúblicas de Donetsk y Lugansk, desmilitarizar y desnazificar Ucrania. En este razonamiento no se puede entonces, evaluar el desarrollo de las acciones a partir de objetivos que han emergido de think tanks occidentales o de los medios trasnacionales de desinformación, no de quienes decidieron y planificaron la operación.
Para todos aquellos que hablan de plazos no cumplidos, de lentitud en el desarrollo de las acciones combativas, de colapsos inminentes de la economía rusa, de certeza en los cercanos y perentorios vencimientos de los arsenales de misiles y municiones rusas, hay que decirles que eso no es más que desesperada propaganda occidental encaminada a engañar a ingenuos, ignorantes, e incautos.
El único plazo que se ha escuchado en el último año no vino de dirigente ruso alguno, sino del presidente de China, Xi Jinping cuando al despedirse de su homólogo ruso tras su reunión en el Kremlin le dijo: “Se están produciendo cambios que no hemos visto en cien años y somos nosotros quienes los estamos liderando juntos”. No había inmediatez, cortoplacismo, ni visión coyuntural del conflicto, sino una profunda reflexión de largo plazo, estratégica y de análisis del carácter estructural de las transformaciones que están ocurriendo. He ahí la verdadera dimensión de lo que se está viviendo.
Una serie de hechos dan cuenta de que no es Rusia quien está perdiendo la guerra, El 16 de febrero pasado se informó que los arsenales de los países europeos estaban vacíos a causa del conflicto en Ucrania, En este contexto, los ministros de Defensa occidentales se preguntaban con qué recursos y por cuánto tiempo podrían seguir apoyando a Kiev. Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia, el aliado más cercano de Ucrania declaró en enero que Occidente ya está "cansado" del conflicto en Ucrania.
A su vez, el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, declaró que las Fuerzas Armadas ucranianas deberían utilizar las municiones con más moderación, como lo hacen en la OTAN. Wallace precisó que uno de los objetivos del programa de entrenamiento de los militares ucranianos es que "combatan al estilo occidental". Cualquiera que sabe un poquito de estos asuntos sabe que una transformación operacional, logística y de la preparación combativa, no se puede hacer en el corto plazo, mucho menos en el marco del desarrollo de una guerra.
Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg explicó que la capacidad de producción de armas de los aliados de Ucrania es inferior al ritmo con el que Kiev las consume. Afirmó que: "El ritmo actual de gasto en municiones de Ucrania es muchas veces superior a nuestro ritmo actual de producción", lo que —acentuó— “pone a nuestras industrias de defensa bajo presión”.
Ucrania ha tenido 257 mil muertos entre soldados, instructores y oficiales de la OTAN además de
mercenarios de varios países según datos aportados por el propio ministro de
defensa de Ucrania Oleksii Reznikov, recogidos en un informe que le hiciera al
secretario de defensa de Estados Unidos Lloyd Austin durante su visita a
Washington y que fuera citado por el Mossad israelí en un informe filtrado a la
prensa. Estos datos dan cuenta de las grandes dificultades de reposición de
pérdidas de Ucrania, cuando 25% de su población, la mayoría jóvenes ha salido
del país o se encuentra ya, bajo soberanía rusa. Solo en Artemovsk/Bajmut,
Ucrania ha tenido entre 9 y 11 mil soldados muertos por mes, la mayoría novatos
combatientes sin entrenamiento que han caído en lo que se ha denominado “la
máquina de moler carne de Bajmut”
Un país que además ha perdido más de 120 mil km² de
territorio recuperado por Rusia (casi el 20% de la superficie total de Ucrania)
y 234 mil heridos y cuya capacidad de combate ha sido afectada por la
destrucción de 407 aviones, 228 helicópteros, 3.764 drones, 8.699 tanques y
vehículos blindados 4.606 sistemas de artillería, 415 sistemas antiaéreos
ucranianos, 9.552 vehículos militares especiales y 1.086 sistemas de
lanzacohetes múltiples, no parece creíble que esté ganando la guerra.
El discurso de moda ahora es el de la próxima contraofensiva
ucraniana en la que nadie cree, habida cuenta de los documentos de inteligencia
filtrados recientemente en Estados Unidos. En esta situación, uno podría
preguntarse: Si la OTAN y Ucrania están
preparando una ofensiva, ¿por qué se empeñan en perder soldados en una ciudad
como Bajmut, ocupada ya por Rusia en un 80% y que dados los últimos
acontecimientos caerá tarde o temprano?
Por su parte, Rusia sigue entrenando a sus decenas de miles
de movilizados, la gran mayoría de los cuales llevan meses de preparación y una
parte ya está en la zona de la OME cubriendo posiciones y realizando tareas de
apoyo. Rusia está preparando una ofensiva pero nadie sabe cuándo se realizará.
¿Quién ha visto que la dirección principal de una operación, las fuerzas y
medios a emplear y la situación de los aseguramientos combativos y de
retaguardia se ventilen en los medios de comunicación y que cualquiera opine
sobre ellos? Solo gente que en su vida ha visto un fusil y menos ha estado
jamás en combate. Son “generales de internet y play station”.
Entendámoslo mejor en palabras del General de
Brigada Erich Vad, quien fungió como asesor de la ex canciller federal de
Alemania Ángela Merkel desde 2006 hasta 2013: “Entonces surge la
pregunta ¿qué debería suceder con las entregas de los tanques? Para apoderarse
de Crimea o el Donbass, los tanques Leopards no son suficientes. En el este de
Ucrania, en la zona de Bajmut, los rusos avanzan sistemáticamente. Con toda
seguridad habrán conquistado por completo el Donbass en poco tiempo. Solo hay
que considerar la superioridad numérica de los rusos sobre Ucrania. Rusia puede
movilizar hasta dos millones de reservistas. Occidente puede enviar 100 Marder
y 100 Leopards allí, esto no cambiará en nada en la situación militar general.
Y la pregunta más importante es cómo poner fin a un conflicto de este tipo, con
la potencia nuclear más poderosa del mundo, sin entrar en una tercera guerra
mundial…”
Todo responde a una decisión que solo tiene objetivos
mediáticos por parte de Ucrania y de la OTAN, los generales estadounidenses y
sus aliados saben que desde el punto de vista militar es un total absurdo
mantener una ciudad (Artemovsk/Bajmut) a punto de caer y en la cual tienen una
posición estratégica en total desventaja (casi rodeados, con una cadena de
suministros casi inexistente, con bajas cuantiosas), mientras el alto mando
ruso si ve que sus soldados serían expuestos a riesgos innecesarios y con
desventaja absoluta, se retirarían a otra posición para seguir luchando en
mejores condiciones como ocurrió en Jerson donde se produjo durante un mes, una
retirada al otro lado del río Dniéper de 105 mil civiles, 35 mil soldados y
alrededor de 40 mil equipos militares… sin una sola baja, en lo que se puede
caracterizar como una brillante operación militar liderada y conducida por el
general Serguéi Surovikin.
Hoy, las fuerzas ucranianas están muy diezmadas y
debilitadas, si esas unidades caen en la defensa del Donbass, no habrá
fortificaciones o ciudades importantes entre ese territorio y Kiev. El campo
estará abierto para una ofensiva rusa…o para una negociación, tal vez, tardía
para Ucrania. Por eso la importancia de
la batalla de Artemovsk/Bajmut. Después de logrado ese objetivo, a las fuerzas
armadas rusas solo les faltará conquistar Slaviansk y Kramatorsk y se habrá
terminado todo, cumpliéndose así, el primer objetivo de la OME.
Esta es la explicación de la seguidilla de visitas
diplomáticas que los presidentes de España, Francia, la presidenta de la
Comisión Europea y el alto representante de la Unión
para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de Europa han hecho o están por
hacer a Beijing. ¿Por qué ahora?
La razón de esos viajes a China podría tener su explicación en el desgaste
económico no controlado de los recursos militares en Ucrania y la incapacidad
de Europa y Estados Unidos para suplirlos, lo que ha ido creando una situación
cada vez más crítica en los países europeos. Ya el FMI informó que Alemania y
el Reino Unido tendrán crecimiento negativo de su PIB en 2023. Por eso, buscan
que los aliados de Moscú, en particular China, logren en la mesa de
negociaciones lo que la OTAN no ha logrado en el terreno bélico.
Hay que recordar que el 15 de marzo
de 2022 la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki afirmó jubilosa que: "Hemos
aplastado completamente la economía [de Rusia]. Por su parte, el
26 de agosto del año pasado en la sesión final de las conferencias de los cursos de verano de la
Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Madrid, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos
Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell afirmó que:
“La guerra está en un momento decisivo y quien toma la iniciativa en este momento ya no es Rusia, Rusia ya
ha perdido la guerra”. Tendrán que tragarse sus palabras porque además, ahora ya no
saben qué hacer.
Los subrayado/interpolado es nuestro.
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