Asambleas Contra las Rutas del Saqueo: ¡No es sequía es saqueo!.
Contra las rutas del saqueo #13
Por Red Latina Sin
Fronteras/ ADDHEE.ONG:
Este es el Boletín
Informativo de las Asambleas Contra las Rutas del Saqueo, espacio
construido por diferentes asambleas territoriales y medios libres en pie de
lucha en contra del avance del sistema capitalista extractivo en
América Latina.
Nuestra articulación surgió de la
percepción de que se ha instalado en la región una nueva etapa del
extractivismo, en la que la resistencia a la instalación de megaproyectos
mineros, pesqueros, forestales, acuíferos y energéticos dejó de ser la única
tarea de los pueblos.
Desde hace por lo menos 20 años,
se ha llevado a cabo a lo largo de toda la región la construcción de un gran
conjunto de obras de conectividad (carreteras, hidrovías, sistemas portuarios)
que reorganizan los territorios en aras de facilitar el saqueo de nuestros
bienes comunes para la empresa exportadora. Con el visto bueno de los gobiernos
de turno y el financiamiento de la banca internacional, estas obras buscan
disminuir los costos de operación de las transnacionales que operan en América
Latina, aumentando sus lucros y garantizando que nuestro continente siga
cumpliendo el mismo rol que viene ejerciendo desde la invasión colonial.
Las obras de infraestructura son
un frente poco difundido y criticado de la lógica desarrollista, pero sin el
cual la misma no se sostiene. Es en la circulación de flujos que el capital se
realiza, y sin esta etapa, la extracción no cobraría ningún sentido.
A estas venas
abiertas, les hemos llamado «Rutas del Saqueo¨.
Cada 15 días, traemos noticias de
las comunidades organizadas en contra del sangrado de nuestros territorios.
¡Buena lectura!
El agua es vida
En los territorios
latinoamericanos, la expansión colonial de las dinámicas extractivistas violenta
intensamente las fuentes hídricas. Las aguas, que generosas nutren estas
tierras y sus memorias, son capturadas no solo por las faenas megamineras,
agroindustriales, petroleras y forestales, sino también por las obras de
infraestructura del despojo, que crean condiciones para los proyectos del
extractivismo capitalista. Grandes volúmenes de agua son empleados en la
construcción de las obras de conectividad (puertos, túneles, carreteras,
ferrovías) y de producción de energía, sea convencional (hidroeléctricas,
termoeléctricas, nuclear) o renovable (solar, eólica, geotérmica). El cerco
capitalista impuesto al fluir de los ríos y la fuerza de las mareas afecta la
vida que habita en ellos, y los territorios de los que forman parte.
Un sistema cuya finalidad es el
lucro concibe el agua como “recurso” a ser transportado para los centros
de extracción y producción de otras riquezas. Las transposiciones,
canalizaciones y ductos que aprisionan las aguas responden a esa lógica. El
agronegocio, el monocultivo que utiliza grandes cantidades de fertilizantes y
plaguicidas; la megaminería, la extracción de gas y petróleo por fractura
hidráulica consumen millones de litros de agua dulce que así queda inutilizada,
sus desechos y pasivos envenenan las reservas subterráneas, las aguas de la
lluvia, los lagos, ríos, mares y suelos, afectando la flora y fauna de las
zonas donde se realizan. Comprometen así los ecosistemas y la alimentación
humana.
La infraestructura que abre rutas
del sakeo, bloquea las rutas del agua devastando los territorios. Es el caso de
carreteras (autovías) que se construyen atravesando zonas de montes tupidos de
máxima conservación destruyendo cuencas hídricas, modificando el curso del
agua, rompiendo así el ciclo natural que nos permite conservarla. A su vez,
estas carreteras sin una planificación integral traen luego el estallido
inmobiliario sin control, que solo persigue nuevos negocios, generando más
desmontes y contaminación de cursos de agua que aún estaban en buenas
condiciones.
Las grandes corporaciones
precisan controlar el uso del agua, así como hacen con la tierra, el viento,
las plantas, los animales y la energía vital humana, para que su máquina de
lucro funcione. La privatización de las reservas hídricas y de su gestión, y su
cotización en bolsas de valores como un bien de mercado operan como un
dispositivo para el despojo, legalizando la usurpación y acumulación de las
aguas. En el año 2000, y a instancias del Banco Mundial, en Bolivia se
privatizó el servicio de abastecimiento de agua en Cochabamba, impidiendo a la
población buscar otras alternativas para la gestión comunitaria del agua de
lluvia, por ejemplo, o mantener su ancestral gestión comunal (porque ya
existían las llamadas regadores que instrumentaban los acuerdos de uso común de
las acequias). Los pueblos se rebelaron contra la medida y fueron victoriosos,
en lo que se conoció como La Guerra del Agua. Pero más allá de la experiencia
boliviana a inicios de siglo, distintas estrategias de privatización avanzan
tomando como referente el modelo chileno, país donde impera desde el año 1981
un modelo de gestión neoliberal de las aguas.
El sistema de producción
extractivista y su lógica de acumulación por desposesión, genera cada vez mayor
desigualdad en los territorios. Son en estos territorios en los cuales avanzan
las rutas del sakeo, donde el desigual y hasta inexistente acceso al agua
potable y de calidad es la realidad de las comunidades de Latinoamérica.
Aun rechazando las
privatizaciones, no existe una gestión y arbitrio estatal capaz de garantizar
el acceso social justo al agua y el cuidado ecosistémico de su ciclo de
recarga. Por el contrario, viene siendo cómplice del abuso de aristocracias
locales y de la voracidad desmedida de las corporaciones, sin dar respuesta
oportuna a los amparos y denuncias de las comunidades, por lo que su
estatización tampoco es garantía. Como dice Eduardo Galeano: “Cuando el Estado
se hace dueño de la principal riqueza de un país, corresponde preguntarse:
¿Quién es dueño del estado?
Las reservas hídricas son vistas
por los Estados y el capital como cuestión de seguridad nacional. Y los
territorios donde ellas se encuentran están sujetos a privatización y
militarización. Por lo tanto, las decisiones sobre esas reservas escapan a
cualquier control social o, inclusive, de las instancias formales republicanas.
Esa dinámica es parte de la guerra de desgaste contra los territorios y sus
gentes, promovida por los Estados del despojo.
Los pueblos preexistentes del
continente, con su cosmovisión, entienden el agua como un ser vivo, e
interpelan a aquellos sectores que, bajo lógicas antropocéntricas y
mercantilistas, la conciben como un “recurso” al servicio de los seres humanos,
mejor dicho, de ciertos humanos, pues, en la sociedad capitalista, el derecho
al agua se ha vuelto un privilegio. Los pueblos que aquí viven desde hace miles
y miles de años antes de la invasión, y supieron contribuir al equilibrio del
ambiente y expandir la abundancia, entienden que nuestro destino como humanos
está íntimamente atado al de los otros seres. El agua es un ser vivo, y no un
insumo para las cadenas del despojo.
Esta etapa de colonialismo y
extractivismo atraviesa los pueblos de América Latina y muchos otros
empobrecidos por el despojo. Es una corriente de poder que arrasa la vida y los
mal llamados recursos naturales. Somos los habitantes de las distintas regiones
los que nos hemos percatado de los sucesos, esto nos ha motivado a formarnos y
buscar información. No esperamos que los gobiernos realicen los cambios. En
realidad, los representantes votados por el pueblo no nos representan en
absoluto. En este despertar, nos dimos cuenta que, como pueblos, no estamos
solos, somos muchos y en distintas regiones, que defendemos los bienes comunes.
Alentamos a nuestros lectores a no seguir los noticiosos o “medios
hegemónicos”, pagados por las mismas empresas extractivistas y los gobiernos
cómplices.
Necesitamos reconocer que la
única forma de salir es buscando el “buen vivir”, ese que nos indicaron
nuestros ancestros. El agua es muy importante para la vida de los pueblos, no
podemos dejarla en manos privadas ni del Estado.
ARGENTINA
Mekorot en Argentina
EL AGUA ES
SUJETO DE DERECHO. DE EXISTIR, NO SER INTERRUMPIDO SU CAMINO, PERMANECER PURA
El agua es parte esencial
para la vida y su funcionamiento. La cosmovisión de nuestros ancestros en
reconocer el Agua por sí misma un sujeto de derecho, que existe, en todos los
estados: sólido, gaseoso, líquido; y todas sus formas: superficial, subterránea,
ríos, arroyos, vertientes,mares, océanos, lagos, lagunas, humedales, glaciares,
hielo, nieve, etc; dulce, salada; que debe ser conservada y no alterada por
acciones antrópicas, ni contaminada, ni interrumpido su camino,
respetando su ciclo hidrológico.
Otro concepto reconoce al agua
como un bien común, es más cercano a la cosmovisión y por lo tanto se debe
cuidar y preservar. Y uno muy opuesto, como bien público. En tal sentido, el
agua es concebida como un recurso, una mercancía que cotiza en bolsa.
El Estado, en sus distintos
niveles tiene la obligación de proteger, restaurar cuerpos de agua, evitando su
contaminación y garantizando el acceso al agua dulce en cantidad y calidad. Así
lo establece la normativa vigente y los tratados internacionales firmados por
la mayoría de los países latinoamericanos.
Esta caracterización del agua
como bien imprescindible para la vida, no puede ser vulnerada por los Estados.
Sin embargo, y a pesar de las leyes vigentes, Argentina aplica políticas
contrarias, profundizando el modelo neocolonial extractivista de saqueo y
destrucción de los territorios, despojando a las comunidades que quedan
atrapadas en medio de las actividades extractivas que utilizan grandes
cantidades de agua dulce, secando humedales, nacientes de ríos, glaciares.
EL EXTRACTIVISMO Y
LAS RUTAS DEL SAQUEO
Este nuevo ciclo de invasión y
colonización propiciado por las políticas de Estado, que busca aumentar
la producción beneficiando a grandes empresas (agronegocios, megaminería,
fracking, explotaciones offshore, megaproyectos inmobiliarios, etc, etc.)
modifica de manera discrecional la aplicación de leyes ambientales y otras
normativas, al poder económico, sobre todo transnacional, que acumula capital a
costa del sacrificio de pueblos y territorios, con consecuencias incalculables,
violando el derecho a la autodeterminación, vulnerando su identidad, cultura,
economías regionales; provocando fragmentación social y migración forzada entre
otras cosas; confinando a un empobrecimiento sistemático en nombre del
«crecimiento y desarrollo económico» o, más bien, como lo leemos los de abajo,
ingreso de divisas para pagar una abultada deuda externa que no es ni legal ni
legítima para los pueblos.
Estas políticas capitalistas neocoloniales
cuentan con el andamiaje de todos los poderes (judicial, legislativo,
comunicacional) dejando a los pueblos en total desprotección, en tanto se
profundiza la criminalización y judicialización de defensores ambientales y
territoriales.
Lo vivimos en todo el territorio
nacional, donde avanzan las obras públicas (verdaderas venas abiertas) como
rutas, hidrovías, autovías, parques eólicos, solares, hidroeléctricas,
corredores bioceánicos, etc. para facilitar el saqueo y el despojo de
minerales, fracking, y destrucción del bosque nativo, biodiversidad, nutrientes
del suelo y el agua por sobre todas las cosas.
En todos estos proyectos
saqueadores, contaminantes y destructivos, la materia prima fundamental a
utilizar, es el agua. Millones de litros de agua que son robados a la
población, que queda en estado inservible junto a toneladas de pasivos
ambientales contaminantes, que afectan el aire, los suelos, los acuíferos,
produciendo alteraciones en el ambiente, flora, fauna y provocando un impacto
durante y después de las exploraciones y explotación.
MEKOROT Y EL PRECIO
DEL AGUA
Esta nueva escala de saqueo, no
sería posible sin la complicidad de los gobiernos con las empresas extractivas.
Sólo esto justifica que, para el supuesto cuidado y optimización del agua, el
gobierno nacional y varios provinciales, firmarán convenios con la empresa
estatal israelí Mekorot para la elaboración de un plan maestro de gestión del
agua en Argentina.
En abril de 2022 invitado por la
empresa nacional israelí Mekorot, el ministro del interior Wado de Pedro,
acompañado por gobernadores de 10 provincias, viajaron a Israel a conocer la
experiencia de gestión del agua. De los 10 gobiernos provinciales que viajaron
a Israel durante la Misión Técnica por el Agua, ocho ya han firmado el acuerdo
con la empresa Mekorot: Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Río Negro,
Formosa, Santiago del Estero y Santa Cruz.
Hace 60 años representantes del
Estado de Israel viajaron a Mendoza a capacitarse en el cuidado y “manejo” de
este vital elemento, y gratis en la provincia recibieron los conocimientos
sobre el tema y la ley de Agua de Mendoza de 1884. Ley matriz que ha permitido,
con sus aciertos y errores, implementar la conducción del agua a la provincia.
Pues ahora van a buscar a una consultora de la empresa nacional israelí que
cobra por sus servicios.
Lo que los científicos y
profesionales formados en las universidades de Mendoza y de toda la Argentina,
conocedores de la realidad de los territorios, podrían haber resuelto si sólo
hubieran sido consultados y escuchados.
¿QUÉ PROPONE MEKOROT
CON SU PLAN MAESTRO?
Según la información a la
que se pudo acceder, el plan consta de dos etapas: la primera etapa necesita un
diagnóstico, “análisis del potencial de los recursos hídricos (aguas
superficiales y subterráneas); creación de proyecciones de la demanda de agua
(urbana, rural y de riego) para crear un sistema de asignación que permita
regular la demanda; definir planes alternativos de abastecimiento de agua”,
entre otros objetivos.
En la segunda etapa, se definen
los lineamientos técnicos, parámetros y principios de uso sostenible de los
recursos hídricos y la adquisición de las capacidades necesarias para la
gestión sustentable. Avanza poniendo un valor (precio monetario) al agua, para
reducir su uso doméstico.
Sostiene que el agua no puede ser
un recurso gratuito. Si no se paga, no se valora. Para lograr esta meta,
detalla pasos a seguir:
-Arancelamiento de
todos los servicios de agua.
Modificación de las
leyes y códigos provinciales, organismos de aplicación favoreciendo la
centralización de la gestión en lo que denominan «El Dios del agua» que
concentra las decisiones en tanto ente autárquico que no depende del Estado, ni
siquiera en lo financiero, porque se autofinancia con la mercantilización
del agua.
-Plantea
reordenamiento total de los usos y destino de la infraestructura existente en
relación al agua.
-Creación de valores
económicos y financieros para establecer un costo de agua en la Argentina.
Como Asambleas
Territoriales y Ambientales, rechazamos este y todo tipo de acuerdo o convenio
que involucre los bienes comunes, a los pueblos, en especial el Agua.
Seremos los pueblos, mediante el
derecho de autodeterminación, quienes decidamos participativa y colectivamente,
como gestionar el agua. Porque somos los únicos que protegemos nuestros bienes
comunes de la avaricia del capital.
Por lo tanto exigimos un cambio
de modelo de producción, desarrollo y consumo verdaderamente sustentable que
atienda a una justa distribución de las riquezas en plena armonía con la
naturaleza, de la cual dependemos y formamos parte, como nos enseñaron nuestros
ancestros y ancestras.
Exigimos gobernantes al servicio
de los pueblos y no de los intereses económicos globales.
ISRAEL – MEKOROT –
PALESTINA
Argentina es el 6º país del mundo
en cantidad de recursos hídricos. Ante la falta de estos recursos en el mundo,
Israel ha desarrollado un proyecto de gestión del agua. por ello fue consultado
por Argentina y entre ambos estados se realizó un convenio en el que la Empresa
estatal israelí, Mekorot que maneja el agua agua asesorará al país.
¿Quién es Mekorot?
Es una empresa israelí denunciada
en todo el mundo por Admistía Internacional y el Consejo de Derechos Humanos de
la ONU, debido a las serias violaciones a los derechos humanos respecto del
acceso al agua del Pueblo palestino. Israel ocupa territorio palestino y les
arrebata el agua y fuentes de agua. Siendo ocupante ilegal de un territorio «impone
leyes» por las cuales vende a los palestinos el líquido vital usufructuado, a
un precio mucho más elevado que a habitantes israelitas, impidiendo el acceso a
calidad y cantidad de agua óptimos para la vida. De esta manera utiliza el agua
como una herramienta de presión, opresión y expulsión del pueblo palestino,
violando el derecho supremo a la vida. Ejerciendo políticas discriminatorias y
de violación de los DDHH, expulsando al 80% del pueblo palestino de su propio
territorio, cometiendo el delito de Apartheid. Es un proyecto de segregación
racial constituyendo crímenes de lesa humanidad y control político y militar
sobre el territorio.
La acción de Mekorot en Palestina
es mucho más que la mercantilización del agua, es el uso estratégico del
control del agua para expulsar comunidades de los territorios.
Israel extrae una cantidad de
agua del territorio palestino que excede las reglas de usufructo de las
Regulaciones de la Haya, violando el derecho internacional. Prohíbe a los
palestinos abrir pozos y restringe el suministro violando numerosos pactos
internacionales.
La empresa Mekorot fue fundada en
el año 1937, previo a la creación del Estado de Israel. Desde 1982 controla
todos los recursos hídricos de Palestina, Cisjordania y Gaza.
Envuelto en el discurso del falso
cambio climático y la transición de la matriz energética, sin siquiera poner en
cuestión un modelo de producción, desarrollo y consumo basado en el
extractivismo de todos los bienes comunes, en claro despojo y violencia a los
territorios cuerpos y a la madre tierra. Un modelo responsable de lo que hoy
denominan cambio climático y bajo su amparo pretenden continuar profundizando
el modelo extractivista, beneficiando a un puñado de ricos cada vez más ricos y
dejando a las mayorías empobrecidas por el modelo, afuera de toda posibilidad
de subsistencia.
Con la firma del convenio entre
el estado de Israel, la empresa Mekorot y el Estado Nacional, Argentina se
ubica al lado del victimario israelí contra el pueblo palestino,
constituyendose en cómplice de un Estado denunciado por violación a los
derechos humanos.
CHILE
Paisajes del agua: Valores ecológicos
y bioculturales de las cuencas hidrográficas del norte verde
Asamblea en Defensa
del Elki
En el primer número de la
revista Kakan, intentamos dar a conocer una serie de conceptos para
ayudar a comprender la importancia de los paisajes del agua en la configuración
de nuestra cultura y territorialidad como habitantes del semiárido y como
Elquinos. Nuestra intención es poner en valor la cuenca hidrográfica como
sistema y unidad geomorfológica fundamental para sostener las distintas formas
de vida y ecosistemas del valle.
La cuenca hidrográfica en
términos simples se puede definir como un territorio geográfico por donde las
aguas escurren hacia un sistema único de drenaje natural, compuesto por
distintas quebradillas, quebradas y afluentes tributarios que van a conformar
una corriente o río principal, como es el río Elqui. Estas cuencas se delimitan
por la línea de altas cumbres también llamada divisoria de aguas.
Como ya hemos reiterado muchas
veces, cualquier alteración a lo largo del curso de un río, repercute en todo
el sistema hidrológico de la cuenca. Para graficarlo mejor, recordemos cómo
funciona el sistema o aparato circulatorio del cuerpo humano, de la misma forma
hasta los vasos sanguíneos más finos y delgados son parte fundamental para el
óptimo funcionamiento y bienestar de todo el sistema completo.
A una escala global, como una
reacción en cadena, las alteraciones de origen antrópico en los cauces de ríos,
están teniendo impactos insospechados en otros ecosistemas del Planeta. Es así
como por ejemplo, la carga de nutrientes que aporta el río Amazonas y cualquier
otro río con desembocadura en el océano determina la existencia de diversos
ecosistemas costeros marinos y terrestres incluso a miles de kilómetros en
otros lugares del planeta, sin ahondar en la importancia que tienen los ríos y
la vegetación asociada a estos en la regulación y estabilidad del clima
alrededor del mundo y la biosfera.
En este artículo nos queremos
referir al estado actual del río Elqui, específicamente al tramo de su curso
que recorre la zona urbana de la ciudad de Vicuña, donde se puede apreciar una
extensa zona de depósitos fluviales, pedregales desprovistos de vegetación y un
cuerpo de agua que ha sufrido el impacto de maquinaria pesada por obras de
encauzamiento de su curso natural durante décadas. Antes de estas obras de
rectificación, realizadas por la Junta de vigilancia del río Elqui y la
Dirección General de Agua (DGA), el curso del río dibujaba líneas más sinuosas
y naturales, algo así como meandros a partir de los cuales se desprendían
distintos brazos y canales que reducían la velocidad del agua, disipaban
su energía disminuyendo su capacidad de erosión, y retenían mayor cantidad de
nutrientes y humedad a partir de la vegetación riparia o ribereña, generando
mayor densidad y cobertura de vegetación nativa, albergando una alta diversidad
de especies de fauna y otorgando una alta calidad visual al paisaje ribereño.
Para nosotros como habitantes es
fundamental conservar y restaurar estos ecosistemas ribereños, su belleza
paisajística y naturalidad en el fluir de las aguas del río Elqui. Considerando
este paisaje un patrimonio natural de todas y todos los habitantes Elquinos que
cumple un rol ecológico fundamental en cuanto a las prestaciones ambientales
que nos brinda a la comunidad, así como en su rol socio ambiental y cultural,
en cuanto a las relaciones de identidad y bienestar que se originan a partir de
este paisaje territorio.
¿Entonces porque permitimos que
la retroexcavadora intervenga el curso natural del río…, se elimine la
vegetación ribereña y se usen sus bordes como micro basurales, zonas de
extracción de áridos y botaderos de escombro?
¿Por qué en la ciudad de Vicuña,
-una ciudad que se esfuerza por ser capital mundial de la astronomía, por
convertirse en un destino turístico internacional y consolidar su actividad
económica en base al turismo sustentable-, por qué se da la espalda al río como
si fuera el patio trasero…, una tierra de nadie?
¿Por qué no mirar un poco más
cerca que las lejanas estrellas y entender que dependemos del agua del río y
del ecosistema ribereño para habitar este valle?
Al parecer es más fácil
ignorarlo, pero si nos damos la tarea de relevar el río y sus funciones tanto
en el ecosistema como en el medio social urbano, en cuanto a su aporte en la
calidad de vida de las personas, nos veremos con el deber de hacer algo, pero…
¿Qué podemos hacer?
Muchas cosas. Para comenzar,
deberíamos reencontrarnos con el río y con ese paisaje que construye la
verdadera identidad Elquina, recorrerlo, habitarlo, respetarlo y recuperarlo.
A nivel de gestión pública, se
vuelve fundamental rechazar todo proyecto que atente contra la estructura y
calidad visual de la cuenca del Elqui y toda su infraestructura ecológica. En
este momento los proyectos megamineros como Arqueros en la localidad de
Marquesa, Altura de Barrick Gold en el sector de alto de la comuna de Vicuña,
el corredor bioceánico y sus múltiples obras de mejoramiento de la ruta CH-41,
el entubamiento de canales de riego y rectificación del curso del río, entre
otros, son proyecto de alto impacto para el ecosistema elquino y una amenaza
para la sobrevivencia del patrimonio biocultural.
Panorámica lecho del
río Elqui en puente fiscal vista oriente. Año 2011.
Al mismo tiempo, es necesario
generar proyectos participativos y voluntades de restauración de la calidad
visual del paisaje ribereño, reforestar sus riberas y proteger sus humedales,
habilitar parques públicos en sus bordes, de bajo impacto visual, acordes a la
condición y fragilidad de este sistema ribereño, convirtiéndolo en la parte más
importante de la configuración de nuestra ciudad y de su estructura urbana, un
espacio público de calidad para el encuentro de todas y todos los Elquinos,
donde el río se integre a la vida cotidiana y esta se desarrolle recorriendo
espacios de naturaleza, admirando su belleza y reconociendo una identidad
común, una territorialidad desde el hábitat-paisaje, el territorio cuenca,
desde el sonido del agua entre las piedras, el viento entre las ramas y el
canto de los pájaros en el aire.
Bajo estos principios reconocemos a todas las crioformas, – glaciares, glaciares de roca, glaciaretes y todas las formas de agua congelada en alta cordillera- a los ríos que nacen del escurrimiento de las aguas producto del deshielo y a todas las comunidades vegetales que se constituyen a través de distintos pisos vegetacionales como vegas, bofedales y comunidades ribereñas en los márgenes de los ríos y canales, como la infraestructura ecológica principal del este corredor biológico fluvial llamado río Elqui, fundamentalpara la existencia de diversos ecosistemas, especies, variedades genéticas y culturas humanas que han mantenido por siglos una memoria biocultural propia del territorio. Incluimos también la importancia del paisaje en los interfluvios donde es la vegetación xerofítica la que domina. Exigimos entonces que toda obra o proyectos de infraestructura, considere la protección y conservación de la estructura original de las cuencas, de la cual depende el medio físico, biológico y biocultural que constituye nuestro patrimonio como modo de vida, más allá de los caudales ecológicos, también nos importa su configuración visual y estética, su importancia en la escenografía de nuestra historia. Por lo tanto, rechazamos cualquier mega proyecto extractivista que pretenda instalarse en nuestro territorio. Como dice Marc, L. Zeise en su libro: Nuevos conceptos para la ruralidad Chilena; “El desarrollo económico tiene que ser viable en el ámbito social, ético y estético”. Pero nos preguntamos; ¿Será esto posible? Si no es posible, entonces no nos interesa ni desarrollo ni su progreso., porque realmente no es algo que necesitamos, por el contrario, es una amenaza a nuestro modo de vida Elquino.
CHILE
$hile es el único país del mundo que tiene las
Aguas privatizadas: Record Mundial.
Asamblea en defensa
del Elki
Actualmente el código de Aguas
decretado en dictadura cívico militar el año 1981, permite la
especulación el acaparamiento y la entrega gratuita y a perpetuidad del Agua a
privados, también separa la propiedad del Agua de la propiedad de la tierra
(puedes tener Agua sin tierra o puedes tener tierra sin derecho a Agua) lo que
implica en la práctica que solo en el valle del Elki el 90% del Agua esté en
manos de empresas agrícolas y mineras. A manera de ejemplo en el valle
del Elki existen comunidades que quedan sin Agua para consumo humano como es el
caso de la localidad de EL ARENAL en la precordillera, pero el fundo cercano
perteneciente a la familia ALLAMAND acapara más de 152 litros por segundo, o en
el mismo territorio, Frutícola y exportadora Atacama perteneciente a la familia
Ruiz-Tagle acapara 1300 litros por segundo de aguas subterráneas y
superficiales.
Más de 40 organismos del estado tienen injerencia en temas de Agua, la Dirección General de Aguas (DGA) quien asigna la entrega de derechos de aprovechamiento de Aguas, a sobre-otorgado derechos de Agua (a entregado más derechos de aprovechamiento de Agua que las que traen realmente las fuentes de Agua) en más de 7 regiones. Agregando a ello que el tratado Binacional Minero (Argentina-$hile) que entró en vigencia el año 2000, entrega las nacientes de los ríos a las transnacionales mineras.
Las Aguas en $hile no siempre
estuvieron privatizadas, el Código de Aguas de 1967 sostenía que el 90% de las
Aguas del territorio nacional eran bienes nacionales de uso público. Además,
contemplaba la indivisibilidad del Agua con la tierra y prohibía su
comercialización.
Ese es el contexto general en el
que se sitúa la problemática actual del sakeo del Agua en nuestro territorio y
una de sus estrategias más macabras es el entubamientos de canales, el
cual se empieza a gestar a partir del año 2009 desde la comisión nacional de
riego (CNR) con un presupuesto exorbitante en comparación con las necesidades
básicas de nuestros pueblos, donde, con la excusa de la sequía, siempre
utilizada por el estado y el empresariado o el estado empresarial que es lo
mismo, se implementa un plan nacional de entubamiento de
canales, con el objetivo de mejorar la conducción del Agua, evitando con ello
las “pérdidas” por infiltración, escurrimiento o directamente robo, cabe
aclarar que particularmente en nuestro territorio del Elki, al igual que en los
valles vecinos del semiárido (Copiapó, Huasco, Limarí y Choapa) la canalización
del Agua para regadío ha sido una práctica ancestral, donde nos atreveríamos a
decir que muchas obras de regadío son prehispánicas, incluso algunas
construidas antes de la invasión Inca. Solo en el valle del Elki y antes de la
llegada de la Agroindustria en la década de los 90 existían aproximadamente 600
kilómetros de canales, los que alimentaban no sólo a la agricultura tradicional,
sino a una biomasa nativa como también a fauna autóctona que aún no podemos
cuantificar, como así mismo las infiltraciones de los canales al igual que el
de los cursos naturales de las Aguas aportaba al relleno natural de los
acuíferos subterráneos. Hoy en día, y por supuesto con la resistencia de las
comunidades locales, el entubamiento de canales, sumado al encausamiento de los
ríos y quebradas como también a la enorme cantidad de pozos profundos de la
agroindustria, interrumpen el sistema hidrológico natural de las cuencas,
provocando obviamente, la sequía, ya sea por el agotamiento de los acuíferos
subterráneos como también provocando la escasez de lluvias.
Es sobre este escenario que las
mismas comunidades de manera autónoma, conscientes del impacto de estas
políticas del estado empresarial, con acciones directas y constantes, de
sabotaje, liberando causes, perforando tubos, también legales vía
recursos de protección, acciones comunicacionales y de remediación como es la
reforestación de nativo, han ido enfrentando estas políticas de estado
que van directamente en beneficio de la agroindustria y la megaminería.
El agua es un bien común por y para el ser humano
Es en este proceso de resistencia
a las políticas extractivistas que hemos entendido que el Agua no
solo es un bien o un recurso natural para el beneficio de los humanos y
los ecosistemas, el Agua es vida, poco a poco la reflexión de las acciones
nos vuelven a guiar al igual que ha nuestras antiguas a la sacralización
del Agua.
Quienes acaparan el
Agua en el Elki*?
Frutícola y exportadora Atacama
(familia Ruiz-Tagle) 1300 litros por segundo.
Minera Teck (transnacional de
capitales Canadienses) 1260 litros por segundo.
Agrícola el Cerrito (Luksic,
Antofagasta Minerals – Errázuriz) 544 litros por segundo.
Agrícola Polpaico (familia
Barros-Tocornal) 473 litros por segundo.
Como referencia y en cifras del
mismo gobierno de $hile, el consumo de Agua promedio a nivel nacional por
persona es de 125-200 litros diarios.
ARGENTINA
Andalgalá es un pueblo ubicado en
la provincia de Catamarca, al noroeste de Argentina
Asamblea El Algarrobo
En esta región se desarrolló el
primer emprendimiento de megaminería a cielo abierto del país. Es decir,
minería a gran escala, la cual implica, entre otros puntos, el consumo de
millones de litros de agua por día, en una región con estrés hídrico.
Actualmente, Andalgalá se
encuentra luchando contra otro proyecto megaminero denominado MARA, de las
empresas transnacionales Yamana Gold (que pasaría a manos de Panamerican
Silver), Glencore y Newmont.
Este proyecto se encuentra
ubicado en el yacimiento Agua Rica, justo en la cuenca alta del río Andalgalá,
es decir, donde nace el río que alimenta a nuestro pueblo, y cerca de otras dos
cuencas hídricas.
Esto significa que, de continuar
avanzando, este proyecto afectaría de manera inevitable la calidad y la
cantidad de agua.
Debido al rechazo de gran parte
de la población a este proyecto, el Gobierno ha recurrido a la violencia para
imponerlo a la fuerza. Así, el pueblo ha sufrido la represión armada en varias
oportunidades, el armado de causas judiciales y la detención arbitraria de
vecinas y vecinos, además de vigilancia y espionaje.
Todo esto permite mostrar un
escenario donde la defensa del agua es considerada un delito por el Gobierno y
quienes la defienden son tratados como delincuentes. Por esto, en Andalgalá
hablamos de dictadura minera.
Además, este panorama se agrava
aún más con la reciente firma del gobierno con la empresa israelí Mekorot, para
la gestión del agua. Consideramos que se trata de una forma camuflada de
mercantilización del agua, de su conceptualización como un recurso empresarial
y una revalorización como bien de mercado. Se convierte así al agua en un
privilegio, en un contexto de cambio climático y crisis hídrica.
Es inevitable ver una relación
entre megaminería y Mekorot en Catamarca, que es sólo una de las ocho provincias
que firmaron acuerdos con la empresa israelí. Porque aquí en Catamarca, la
megaminería se ha convertido en la única política de Estado y son varios los
emprendimientos de oro, cobre, litio, etc., que se encuentran en distintas
etapas.¿Y qué tienen en común estos proyectos de megaminería? Que todos
necesitan AGUA.
CHILE
Aguas para la “minería verde”:
las trampas retóricas de la transición energética
En el Chile del sistema
capitalista/neoliberal la imposición de una transición energética
corporativa está expandiendo violentamente las fronteras hídricas. Tras décadas
de negacionismo y debate sobre el cambio climático, el empresariado
extractivista ha optado por rentabilizar la crisis climática, asumiendo el
liderazgo de una transición energética que habilita un complejo eco-ajuste de
la economía global. Este eco-ajuste abre un nuevo ciclo de colonización y
despojo, esta vez legitimado por las retóricas ‘verdes’ de sustentabilidad y
ecoeficiencia. En este contexto, al asimilar retóricamente la
‘descarbonización’ con la ‘electrificación’ de la matriz energética y confundir
las ‘energías renovables’ con las ‘infraestructuras para las renovables’, se
habilita un alza en la demanda de minerales, que da un nuevo impulso al
extractivismo minero. Efectivamente, las tecnologías asociadas a la captura y
almacenamiento de energías renovables, como las infraestructuras para su
electrificación y posterior circulación requieren grandes cantidades de
minerales, metálicos y no metálicos. De hecho, para lograr electrificar el
actual sistema energético global, sin cambiar las dinámicas de producción,
circulación y consumo, se necesitan 4 planetas de litio, 2 planetas de cobre y
más de 2 de níquel, por dar algunos ejemplos. El punto que nos interesa
enfatizar es que este nuevo escenario minero conlleva un alza exponencial de la
demanda de agua.
En tiempos de colonialismo energético, las proyecciones de mercado son auspiciosas para las corporaciones mineras, sobre todo las que explotan cobre y litio. En el caso del cobre, la Comisión Chilena del Cobre estima que la producción ascenderá a 5,7 millones de toneladas este 2023, cifra que sintoniza con los pronósticos de la consultora Wod Mackenzie, cuando señala que se necesitarán 9,7 millones de toneladas de nuevo suministro de cobre, durante 10 años, para cumplir el Acuerdo de París. Mientras en el caso del litio, las cifras indican que en septiembre de 2022 SQM alcanzó un resultado histórico, al llegar a los 2.755,3 millones de dólares, a la vez que la venta de carbonato de litio al exterior creció en un 106% en enero de 2023. Cabe subrayar que las alzas se dan cuando aún no se supera la crisis multidimensional asociada a COVID19.
Piscinas de salmuera
minería del litio
Es en este escenario que el
extractivismo minero se reinventa en formato ‘verde’ para aprovechar la
oportunidad histórica que la misma debacle socioecológica que ha contribuido a
generar le entrega. Pero para hacerlo le falta agua. Durante décadas la megaminería
ha agotado los acuíferos y también los ha contaminado, ha desviado los cursos
naturales de aguas superficiales generando el riesgo de aluviones, y ha
sacrificado glaciares, humedales y salares. El ritmo de extracción no ha
permitido la recarga hídrica y las cantidades de agua demandadas no están
disponibles, por lo menos en las ‘regiones mineras’ del norte. Surgen entonces
las estrategias de eficiencia hídrica, que apuestan por la innovación
tecnológica para expandir la frontera hídrica, cuyo ejemplo más claro es el
reemplazo de aguas continentales por aguas de mar desalinizadas.
Actualmente, 13 de las 23 plantas
desaladoras del país son de empresas mineras, y se sabe de 15 nuevos proyectos
en diferentes etapas de desarrollo, las que se concentran en la zona norte. De
hecho, las proyecciones indican que la minería del cobre logrará operar con 71%
de agua desalinizada este año 2023. El auge de las desaladoras se legitima
retóricamente por la oposición ‘escasez v/s abundancia’, apelando a la supuesta
abundancia infinita de los mares y la larga extensión de la costa chilena.
Retórica que cosifica, fragmenta y descompone el ciclo hidrológico de la
Tierra, al desvincular las dinámicas hídricas continentales y marinas, de esa
manera se minimizan o invisibilizan los efectos ecosistémicos de las diferentes
etapas del proceso de desalación, entre los que destacamos el cambio en las
corrientes ambientales locales y la circulación de las aguas, la descomposición
bacteriana de biomasa orgánica, la contaminación por salinidad y desechos
químicos, y el aumento de la turbidez y coloración del agua, amenazando así las
cadenas bióticas marinas. A estos efectos se debe agregar el riesgo de
filtración de salmuera en tierras continentales, y los riesgos asociados al
traslado del agua ya desalada desde las plantas de desalación en el borde
costero hacia las faenas mineras, generalmente en la alta cordillera, traslado
que supone más infraestructuras y más riesgos. Más allá de los problemas
señalados, está el problema del control que ejercen las corporaciones mineras
en el territorio costero donde se instalan las plantas. De hecho, los
emprendimientos mineros imponen una gobernanza corporativa a nivel de cuenca,
expandiendo su poder de cordillera a mar.
En un escenario de transición
energética, la ‘minería verde’ no solo está expandiendo la frontera hídrica,
sumando nuevas fuentes de explotación de aguas, también en su búsqueda de
‘carbono-neutralidad’ desarrolla sus propias fuentes de energía, apostando por
parques solares y/o eólicos, cuya construcción y mantención requiere también
grandes cantidades de agua, además de intervenir tanto el terreno donde se
instalan como aquellos que son atravesados por su infraestructura de
conectividad. Así, los parques industriales de energía solar y eólica, junto a
las carreteras eléctricas que los conectan con las faenas mineras reconfiguran
los territorios, desplazando poblaciones humanas y atentando contra la
biodiversidad. Paradójicamente, en estas tierras áridas y semiáridas los ritmos
y las rutas del agua son sacrificadas por megaplantas de energías verdes, que
alimentan la voracidad de una minería también verde.
La retórica de la ‘minería verde’
se nos presenta como una nueva estrategia de expansión colonial que capitaliza
la crisis climática, fenómeno que ha sido discursivamente aislado de los
complejos ciclos de reproducción de la vida, que toman forma en la interacción
constante de la atmósfera, biosfera e hidrosfera. No basta con soluciones
tecnológicas focalizadas en la descarbonización a nivel global, menos si esto
supone potenciar las crisis hídricas locales. No es aceptable que desde los
territorios históricamente saqueados y subalternizados, se subsidie
hidricamente la transición energética de las sociedades energívoras del norte global,
sin transformar las relaciones de dependencia, desigualdad y opresión que
padecemos.
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