La doble moral de la corrupción en el Chile Virtual.
“La doble moral enajenante, agresiva, inquisidora que los perversos oligarcas empresarios sofofos esgrimen y los cobardes, testaferros burgueses, politicastros y castrenses corruptos acatan”.
Por Juan Pablo Cárdenas S./escritor,
comunicador social/ Barómetro Latinoamericano/ADDHEE.ONG:
Estoy seguro que estas líneas van a incomodar a no pocos
lectores. El tema de la corrupción disgusta siempre al poder, a la política y a
las instituciones públicas y privadas involucradas en esta lacra que hoy se
extiende por muchos Estados y régimen de distinto signo. Especialmente
en nuestra región y, por supuesto, en Chile.
A las dictaduras militares de nuestro
continente se les acusó especialmente por sus crímenes, sin asociar que la
tortura, los campos de concentración, los ultimados y, en general, todas las
violaciones de los Derechos Humanos son parte también de la corrupción de
quienes los acometieron o se constituyeron en sus cómplices pasivos. Sin
embargo, lo que más afectó la imagen del inefable dictador, terrorista
Pinochet y otros tiranos fue el descubrimiento de sus robos y enriquecimiento
ilícito. Lo más imperdonable para tantos fueron sus asaltos al erario nacional
y la forma en que éste favoreció también a sus colaboradores más estrechos.
En el llamado “servicio público” se reconocen muchos
delincuentes. Los que legislan para proveerse de abusivas remuneraciones, los
que otorgan las concesiones fiscales y los que recaudan dineros para sostener
sus campañas políticas y su eternización en los cargos públicos. Precisamente
lo que pasa con buena parte de nuestros últimos régimen, con los
parlamentarios y las autoridades comunales, haciendo gala de esa expresión
mexicana en cuanto a que “un político
pobre es un pobre político”. Muchos piensan que la mejor oportunidad de
negocios coincide con la posibilidad de tener acceso al poder ya sea en forma
directa o indirecta.
En Chile Virtual y muchos de
sus países vecinos, diversos jefes de Estado están siendo investigados,
procesados y condenados por corrupción. Por sus ilícitas redes con los
empresarios que los sobornan y los partidos que representan. Por mucho tiempo
se afirmó pretensiosamente que nuestra nación escapaba al fenómeno de la
corrupción argentina, por ejemplo, pera ya sabemos que hoy estamos muy a la par
con lo sucedido en esta materia allí y en otros países, igualmente involucrados
en prácticas deleznables como las coimas, los abusos cometidos con los gastos
reservados y de representación – FF.AA y de Orden, en especial -, pero
además penetrados por las mafias de narcotraficantes y su aparato de
impunidades gracias a los jueces y tribunales que les son abyectos.
Desde muchísimos años, las
internacionales ideológicas y los países ricos “donan” millonarios recursos
para financiar a la política de los países con abundantes recursos naturales, a
fin de granjearse buenos negocios con ellos cuando corresponda exigírselos. Así
como evitar la acción de quienes se propongan en estas naciones administrar
soberanamente sus recursos naturales y consolidar su independencia. El Golpe
Militar de 1973, es consecuencia, por cierto, de la nacionalización del cobre,
de la reforma agraria y otras grandes iniciativas repudiadas por los Estados
Unidos que terminaron financiando la desestabilización del gobierno Popular del
presidente Allende Gossens y su consecuente régimen cívico
militar.
Habría que ser ingenuo como para
pasar por alto la forma en que el imperialismo intervino, también, en la post dictadura.
En los millonarios recursos para “mojar” a quienes llegaron a La Moneda después
del régimen de facto. Tarea en que se logró dividir a los disidentes y
opositores para, posteriormente, interpelar al Dictador para que abandonara el
poder, antes que en el Cono Sur de América pudiera triunfar otras revoluciones
como la cubana. Tal como se lo escuchamos reconocer, por lo demás, al embajador
estadounidense de la época, empeñado en alentar una concertación
política que excluyera a las fuerzas marxistas y más radicales, cuanto exigir
para los militares una salida bien negociada para ellos y los intereses de
las empresas depredadoras transnacionales en nuestro país.
Es así como llegarían nuevos recursos
bajo la condición ahora de extender la Constitución/artilugio de 1980,
del Dictador Pinochet (con algunos retoques), el sistema económico capitalista
salvaje y la coincidencia forzada de nuestra Cancillería con la política
exterior estadounidense.
Con
el tiempo, a lo anterior se sumaría el “dejar
hacer y dejar pasar” en la política chilena, siempre que respetaran estos
paradigmas y la camisa de fuerza institucional que todavía nos rige. Situación
que consagraría a las Fuerzas Armadas como la gran cancerbera de nuestro nuevo
régimen, para la cual habría que garantizarle todavía más privilegios y
recursos que antes. Por algo en la última Parada Militar salieron los oficiales
y soldados a lucir todavía más engalanados y fachosos uniformes, lo que habla
del grosero presupuesto que tienen a expensas de todas las carencias sociales
del país. Cuando, para colmo, gran parte
de sus ex comandantes en jefe y generales de las FF.AA – la reserva moral de
la sofofa -.y de orden están imputados por la Justicia por diversos dolos
de orden financiero.
Es un lugar común el reconocimiento
de que todos los regímenes de la Concertación y la Nueva Mayoría
metieron sus manos en las alcancías fiscales y recibieron onerosos recursos de
la empresa privada, como desde sus referentes extranjeros. Allí están los
bullados casos de Penta, soquimich, el MOPgate y la actuación de algunos
lobistas de otrora radical apostura política. Los que empezaron a lucrar con su
tráfico de influencias, sus privilegiados vínculos con las nuevas autoridades y
loa generosos emolumentos de las grandes empresas.
En los tribunales peruanos,
argentinos y brasileños se ventilan, por fin, los aportes ilegítimos de ciertos
consorcios económicos a la política. Corrupción que también ha tocado a nuestro
país y dejan al descubierto actualmente nuevas denuncias sobre recursos
recaudados para solventar la millonaria campaña presidencial de Michelle
Bachelet. Pero no hay que tener mucha
confianza en la verdad y la justicia al respecto después de que diversas
figuras de derecha, de centro o izquierda estén librando de condenas mediante
preconcebidos resquicios legales o en virtud de la prescripción que suele ser
especialmente generosa con este tipo de delitos. Concesiones viales,
puentes y otras obras que a los pocos años, para colmo, demuestran sus
flaquezas, pero que han dejado la huella de las millonarias donaciones
recibidas por los altos funcionarios del Ministerio de Obras Públicas y algunas
bancadas legislativas.
Para empatar este tipo de escándalos
resulta propicio para los denunciados alardear otra vez por los viejos y nuevos
sucesos vinculados al enriquecimiento de Sebastián Piñera Echeñique, las contribuciones de Soquimich y a la
forma en que los intereses de nuestras grandes empresas terminaron hasta
redactando la nueva Ley de Pesca que tanto favorece los intereses de solo nueve
familias en desmedro de los miles de pescadores artesanales del país. A
pesar de que ya sabíamos que la derecha y sus representantes en el régimen
actual tenían cimentada su fortuna personal con las privatizaciones de la
Dictadura cívico militar, la evasión tributaria y otros fraudes, cuyos
casos más emblemáticos resultaran el de Julio Ponce Lerou, yerno de ex Dictador
Augusto Pinochet Ugarte, como la proliferación irresponsable de las
universidades privadas, la condonación por el Estado de sus multimillonarias
deudas bancarias y los lucrativos negocios de las AFP y las isapres. Además de
las colusiones de las farmacias y las grandes tiendas en contra del bolsillo de
los consumidores.
No es una novedad que la izquierda y la derecha unidas
han sido mutuos cómplices de los más diversos desfalcos, cuestión que
desgraciadamente se reconoce poco todavía. De allí que, en sus reproches
cruzados y más descarados, el oficialismo y la oposición prefieran aludir más
bien a lo que ocurre el extranjero antes de lo que sucede a vista y paciencia
del pueblo chileno. Está claro que a la derecha le acomoda más acusar a Lula, a
los Kirchner, a Daniel Ortega o a Maduro, mientras los otros las emprenden contra
los escándalos de los Macri, Bolsonaro y Piñera algunos otros
gobernantes del presente y del pasado.
Es lamentable que haya tan pocas voces nuestro país y en
el mundo que condenen por igual cualquier forma de descomposición de la
política. Como si los corruptos fueran solo los adversarios políticos y no se
encontrarán también en sus propias guaridas. Desconociendo o negando cuestiones
que ya están asentadas en nuestra memoria histórica, como la de aquel
gobernante soviético cuyo hobby era coleccionar autos de lujo; o como el de
tantos dictadores latinoamericanos de derecha enriquecidos en la zaga poder en
Centroamérica, Paraguay, Bolivia, Colombia y otras naciones.
Triste papel juega los medios mediáticos
mercuriales de (in) comunicación globalizados sesgados en
esta materia, que no quieren reconocer en la corrupción un proceso transversal
y que debe ser condenado sin cálculos electorales. Porque se trata de una lacra
que se alimenta en el régimen omnímodo de una misma casta política u
oligarquía animada fundamentalmente por servirse del poder más que servir al
pueblo. Que se favorece de la impunidad y tanto explica, ahora, el creciente
fenómeno de la delincuencia social. La violencia y el crimen cotidianos que
asola a todas nuestras poblaciones.
Lo subrayado es nuestro.
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