Estados Unidos contra el mundo. La amenaza como política bajuna: “Amerika First”, del Führer Trump.
Por
Sergio Rodríguez Gelfenstein/ Escritor, analista internacional/ Barómetro Latinoamericano/ADDHEE.ONG:
Continuando con la observación del sistema internacional a
la luz de los acontecimientos más relevantes que marcan la agenda y que están
signados -como se dijo la semana pasada- por una creciente agresividad del régimen
de Estados Unidos que ha trastocado todos los valores y principios alrededor de
los cuales se ejecutaban las relaciones internacionales y que tienen hoy en el
conflicto de la potencia estadounidense contra China el elemento más
dinámico en cuanto a su influencia a lo largo y ancho del planeta, vale dar
seguimiento a éste y otros hechos que dan cuenta de una incertidumbre pocas
veces vista en el pasado.
El
devenir político planetario se debe mirar desde la consideración del carácter
aciago de las previsiones económicas del futuro inmediato para Estados Unidos,
Europa y América Latina en especial. El presente marca una realidad
que se distingue por la caída de las inversiones en Estados Unidos motivada en
el clima de guerra y conflicto que ha generado el Führer Trump en sus
relaciones internacionales, por supuesto, esto tiene consecuencias inmediatas
en la totalidad de la economía mundial en tanto la balanza comercial se torna
cada vez más deficitaria, unas exportaciones en franco declive, que
lo llevado a apelar al gasto público como impulsor principal de la economía,
haciendo la salvedad de que su componente más dinámico es el que emana del
ámbito militar. En este sentido, como afirman Oscar Ugarteche y Alfredo Ocampo,
economistas e investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM): “No hay evidencia que el gasto militar arrastre la economía ni tampoco
la expansión de crédito interno, antes. Desde el segundo trimestre del 2018 el
crecimiento del PIB estadounidense lleva una tendencia descendente que
continuará como efecto de todo lo anterior y de la guerra comercial”.
Este
es el contexto que empieza a generar una serie de escenarios que vislumbran
-aunque aún de manera indefinida- un futuro de contradicciones cuyo devenir se
visualiza de forma difusa bajo el manto que le impone el protagonismo del Führer
Trump. Lo único cierto es que el mundo ha entrado en una fase de conflicto
global que se manifiesta de formas multidimensionales y en escenarios tan
diversos que cubren la casi totalidad del planeta.
En
el este de Asia, más allá del conflicto con China, se han comenzado a
evidenciar novedosas variables que causan desasosiego de forma creciente en la
región. Las contradicciones entre Corea del Sur y Japón -dos de los principales
aliados de Estados Unidos- han llevado al país nipón a responder a Corea, por
haber eliminado ciertas ventajas comerciales que Tokio poseía en el intercambio
bilateral, sobre la base de que Seúl no había explicado sus razones para la más
reciente acción en su creciente disputa comercial. Se refiere a que Corea del
Sur había retaliado la decisión japonesa de retirarla de su propia "lista
blanca" de países que han disfrutado de restricciones comerciales mínimas.
Tokio atribuyó la decisión a una erosión de la confianza que detonó después que
el Tribunal Supremo de Corea del Sur dictaminara el año pasado que las
compañías japonesas deberían compensar a los surcoreanos que fueron reclutados
como trabajadores forzados durante la Segunda Guerra Mundial.
Estados
Unidos ha tratado sin éxito de mediar entre sus dos socios, toda vez que un
diferendo entre ambos podría desarticular el esquema de dominio y control que
ejerce en la zona del Mar de China oriental a través de las bases militares y
navales que tiene instaladas en ambos países y que apuntan directamente contra
China y Rusia.
En
ese marco, se ha puesto en escena una nueva región de conflicto en nuestro
agobiado planeta. El calentamiento global que ha significado la desaparición de
importantes masas de hielo que hasta hace unos años parecían perpetuos, ha
instalado al Océano Ártico como área estratégica en disputa. La posibilidad de
abrir una ruta ártica para la navegación mundial despierta el interés de las
potencias.
Una
vez más, Rusia y China han tomado la iniciativa y desde hace años han trazado
una política para la región, generando una gran inquietud en Estados Unidos que
ha reaccionado al estilo tradicional de Trump quien -en ese marco- de la nada,
hizo pública una oferta para comprar Groenlandia a Dinamarca. La negativa
danesa no satisfizo al inquilino de la Casa Blanca quien respondió suspendiendo
una reunión pactada con la primera ministra de ese país, lo cual fue
considerado en Copenhague como un agravio a la reina, sin embargo, el canciller
danés–en una acción propia de la actitud subordinada de Europa a Estados
Unidos- procedió a reunirse con su par Mike Pompeo para “limar asperezas” y
buscar “aflojar las tensiones”.
¿Cuánto vale Groenlandia?.
Sin
embargo, el analista mexicano Alfredo Jalife opina que el verdadero interés de
Estados Unidos por Groenlandia está originado en la existencia en su subsuelo
de importantes reservas de “tierras raras”, minerales imprescindibles para la
industria moderna, en particular en las áreas militar, de
telecomunicaciones e informática, toda vez que Estados Unidos que importa el
80% de sus necesidades de China ve peligrar ese mercado en el marco de la
guerra tecnológica y comercial que se ha desatado entre ambos países.
Estados
Unidos también ha abierto un nuevo frente de conflicto con Europa. Vale decir
que los países de la zona euro han crecido solo 0,2% durante el segundo
trimestre de este año (abril-junio) la mitad que lo observado entre enero y
marzo, todo lo cual ha sido causado por la guerra comercial de Estados Unidos
contra China y por la incertidumbre en torno al brexit. Sin embargo, la causa
más inmediata viene dada por la contracción de la economía alemana y el
estancamiento de la italiana, primera y tercera de la región.
Por
su parte, en el conjunto de la Unión Europea (UE), el PIB se incrementó un
0,2%, también inferior al 0,5% del trimestre previo. Alemania, se ha llevado la
peor parte, con un descenso de su PIB del 0,1% (frente a un crecimiento del
0,4% del primer trimestre) lo cual es expresión del lastre de la guerra
comercial y la recesión industrial, significando la segunda caída del PIB en un
año, que deja la economía de la llamada “locomotora europea” al borde de la
recesión, lo cual ocurre cuando se producen dos trimestres consecutivos de
contracción.
Este
es el contexto que Estados Unidos ha creído propicio para infligir nuevas
penurias a su supuesto aliado a fin de acentuar la subordinación de las elites
europeas a su dictado, colocando al viejo continente en una superior situación
de sumisión, obediencia y acatamiento de las órdenes imperiales que emergen
desde Washington. Esta apreciación se basa en los cálculos del gobierno
estadounidense que ha anunciado la necesidad de imponer tarifas a la
importación de vehículos europeos una de los productos más importantes que la
UE le envía, sobre la base de la suposición de que el mantenimiento de ese
mercado en las condiciones actuales podría poner en peligro la seguridad
nacional estadounidense.
El
propio Führer Donald Trump afirmó que aunque "lidiar con la Unión
Europea es muy difícil", su país tiene "todas las cartas para
ganar", agregando que "Solo tenemos que poner aranceles a
sus automóviles y nos darían todo lo que quisieran porque envían [ a Estados
Unidos] millones de Mercedes. Envían millones de BMWs", aseguró a los
medios de comunicación. Se prevé que Trump anuncie su decisión definitiva sobre
la posible imposición de tarifas el próximo mes de noviembre. Ante la
probabilidad creciente de que este hecho se concrete en las condiciones
actuales del comercio mundial, los analistas opinan que Europa podría
devolverle el golpe con dureza. En ese sentido, Margritis Schinas, vocera de la
UE advirtió que la imposición de aranceles a los automóviles europeos recibirá
una respuesta "rápida y adecuada", dejando en suspenso la precisión
de lo que podría significar tal decisión, pero incrementando los temores
respecto de que se abra un nuevo espacio de confrontación que haría todavía más
difícil enfrentar el momento complejo por el que transita la economía mundial.,
En
otro ámbito, en este momento de complicados equilibrios, el Golfo Pérsico
también se ha tornado en un escenario explosivo que amenaza con el estallido de
una confrontación de incalculables dimensiones para la región y para el
planeta. En el fondo, este atolladero está inducido por la incapacidad de
Estados Unidos para diseñar un mapa de la región que sea proclive a sus
intereses. El afán imperial de solidificar la presencia de Israel como eje de
su política para la región y de Arabia Saudita como artífice de la realización
de sus intereses para el mundo árabe y musulmán están topando con la cada vez
mayor resistencia de esos pueblos. No deja de ser trascendental cuando se habla
de la región, que ésta en conjunto representa la mayor productora de energía y
la mayor compradora de armas del orbe, es decir se está aludiendo a las dos
magnas industrias de la economía mundial.
Los
reveses en Siria, donde a Estados Unidos solo le ha quedado intentar salvar la
alianza con las organizaciones terroristas como estructura de apoyo en su afán
de derrocar al gobierno de Al Assad; el conflicto interno de la coalición pro estadounidense
en Yemen después de la retirada de los Emiratos Árabes Unidos de la misma; la
imposibilidad de establecer un gobierno cercano a sus intereses en Irak; la
incapacidad estadounidense de doblegar y arrodillar a Irán tras su
salida del Acuerdo 5+1; la aceptación de su derrota en Afganistán donde se han
visto obligados a negociar con el talibán a quienes solo hace unos
meses calificaban como terroristas y el desprestigio creciente de la monarquía
saudita por las evidentes y cotidianas violaciones a los derechos humanos, son
expresiones claras de ese fracaso atronador de su política para el Medio Oriente.
Esta conflictiva atmósfera que rodea al planeta ha hecho
que, ante la adversidad, Estados Unidos se haya abocado con inusitada fuerza a
asegurar su entorno. Es la única explicación plausible al desenfreno de su
política intervencionista en América Latina y el Caribe que solo tienen
parangón en las ambiciones expansionistas del siglo XIX que vinieron a modelar
el mapa actual de la unión norteamericana.
Sin
embargo, a la resistencia de más de medio siglo de Cuba, se ha venido a sumar
la tenaz y firmeza del pueblo venezolano Bolivariano, a los que
se agrega la voluntad soberana de Bolivia y Nicaragua para enfrentar la
obstinación imperial. Pero, así mismo hay que destacar que en el campo del
enemigo de los pueblos, se comienzan a gestar expresiones de deterioro del
bloque subordinado a Estados Unidos.
No
sólo por la aplastante derrota de Macri en las PASO de Argentina que supuso un
inmenso revés al capitalismo salvaje globalizado, a las políticas del
Fondo Monetario Internacional (FMI) y a Trump. Estados Unidos tuvo que
intervenir directamente para lograr un acuerdo urgente entre sus aliados Brasil
y Paraguay que hiciera retroceder el acuerdo energético sobre el uso de la
electricidad producida en Itaipú y salvar de esa manera al presidente Mario
Abdo de una eventual destitución por traición a la patria. Por su parte,
Bolsonaro, cada vez más aislado, siguiendo el estilo Trump, ha recurrido a la
represión y la fuerza para imponer medidas antipopulares que rayan en el
fascismo y el abandono de las prácticas democráticas en el gigante
sudamericano, todo lo cual está causando una repulsa nacional e internacional
para ese país.
A
su vez, la élite peruana, aliada de Estados Unidos no encuentra las formas de
superar el desprestigio en que se encuentra sumida tras cinco presidentes y regímenes
corruptos. Hoy, las principales fuerzas opositoras se encuentran sin liderazgo,
el fujimorismo tiene a sus máximos representantes en prisión, el APRA no tiene
rumbo tras el suicidio de Alan García y el propio presidente inventado para
superar la crisis Martín Vizcarra, incapaz de enfrentar tal tarea con éxito,
prefirió abandonar el buque, implorando el adelanto de las elecciones
presidenciales. En Guatemala, el nuevo presidente fue electo en un proceso en
el que participó sólo el 42% de los posibles votantes, por lo cual Alejandro
Giammattei gobernará después de recibir el apoyo de menos del 25% de la
ciudadanía, poniendo en entredicho aquella viaja idea de que la democracia es
el gobierno de las mayorías, con respeto por las minorías.
En este contexto, el gran frente anti venezolano
construido por Estados Unidos que se configuró alrededor del grupo de Lima
parece haber iniciado el camino hacia su absoluta inoperancia. La conferencia
mundial sobre Venezuela realizada en la capital peruana concluyó en un total fracaso,
en la que solo participaron un poco más de 50 países de los casi 200 que son
parte de la ONU, únicamente dos organizaciones financieras internacionales y
mostrando la notoria ausencia de la ONU y la OEA, además de la inasistencia de
Rusia, China, Turquía y Cuba, países aliados de Venezuela a quienes los
organizadores imploraron su presencia para mostrar una supuesta amplitud en la
búsqueda de objetivos generales que incorporaran a la mayoría a la tarea de
trazar una supuesta “transición” para Venezuela.
Además
de eso, de concretarse en las elecciones presidenciales argentinas los
resultados de las PASO, el virtual nuevo presidente ya anunció que se plegaría
a la propuesta de México, Uruguay y Caricom de buscar una salida negociada a la
crisis venezolana, todo lo cual avanza hacia el debilitamiento del Grupo de
Lima y su virtual desaparición. Tal es el grado de desesperación de sus
miembros que la ministra de relaciones exteriores de Canadá Chyrstia Freeland,
viajó a Cuba para pedir ayuda a la isla caribeña a fin de intentar salvar al
ente supranacional creado para destruir al gobierno de Venezuela.
Al
observar todos estos elementos en contexto global, se puede concluir que la
alta conflictividad mundial es expresión de la agresividad de Estados Unidos en
su desesperada búsqueda por lograr los objetivos de hegemonía del capitalismo
globalizado/ “Amerika Frist”, el nuevo orden mundial, y de la imposición de
los valores de una sociedad que comienza a mostrar debilidades, que cree poder
evitar mediante el conflicto, la imposición y la guerra.
Lo
subrayado es nuestro.
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