¿Hacia un sistema internacional de “Balanza de Poder”?
En
abril del año 2014 se publicó la edición chilena de mi libro “La balanza de
poder. Las razones del equilibrio del sistema internacional” por la Editorial
Ceibo. En agosto del mismo año salió a la luz la excelente edición argentina
por la Editorial Biblos. Aunque la obra despertó cierto interés, sobre todo en
espacios académicos, lo cierto es que la respuesta más generalizada fue el
escepticismo sobre la propuesta ante la extendida opinión de que el mundo
avanza hacia un sistema internacional multipolar.
Sin
embargo, la publicación ese mismo año del libro “Orden Mundial” de Henry
Kissinger, con primera edición en español en enero de 2016 comenzó a cambiar la
perspectiva sobre el tema. Por supuesto, el ex secretario de Estado y yo
diferimos en el contexto sobre el cual abordamos el asunto. En un artículo
escrito para la revista Foreign Affairs en mayo de 2015, el también Consejero
de Seguridad Nacional de los gobiernos republicanos de Richard Nixon y Gerald
Ford afirma que para abordar los retos del siglo XXI, Estados Unidos necesita,
en primer lugar, una estrategia puntual y luego, un cambio de táctica para
llegar a los resultados previstos.
Esto es
lo que llevaba a Kissinger a proponer una revaloración de la política exterior
de Estados Unidos para lo cual proponía revisar el concepto de balanza de poder a
partir del hecho de que los acuerdos no pueden ser estáticos sino que deben ser
estudiados en permanente movimiento.
La
diferencia entre mi punto de vista y el de Kissinger es que él visualiza la
balanza de poder desde la necesidad de Estados Unidos de seguir manteniendo su
liderazgo global, en esa medida, le concede, el papel de preservador del
sistema. Con ello, violenta una de las normas fundamentales que propone como garantía
de funcionamiento de la Balanza, el investigador estadounidense Morton A. Kaplan,
uno de los mayores estudiosos sobre el tema.
Una de esas
normas es que ningún actor esencial de la Balanza puede ubicarse por encima del
resto so riesgo de que el equilibrio se rompa, produciéndose un quiebre del
sistema. No obstante, Kissinger expone que en el contexto internacional actual,
solo la Balanza de Poder tendrá capacidad de garantizar la paz en el mundo.
Desde
mi óptica, el riesgo de la Balanza es que ello entraña un acuerdo entre las
élites del poder mundial en detrimento de los países y pueblos del sur global.
Por ello -en el caso de América Latina y el Caribe- soy de la opinión que solo
la integración nos dará espacio y presencia en un mundo futuro en el que –desde
mi perspectiva y contrario a la mayor parte de las opiniones- las potencias se
orientarán a la búsqueda del equilibrio, no a la guerra, utilizando el
conflicto como elemento ordenador de ese equilibrio a favor de intereses
propios, que no son los nuestros.
Siete
años después, este debate retoma actualidad a partir de ciertas opiniones
emitidas por algunos líderes políticos y militares que parecieran apuntar en
dirección de la construcción de la Balanza de Poder. Ya en junio de este año el coronel general Alexander
Fomin, viceministro de Defensa de Rusia, durante una entrevista para RT había
advertido que hoy se podía observar “la formación de un nuevo orden
mundial".
Por su
parte, durante una videoconferencia para el Instituto Brookings
en Washington el pasado 13 de septiembre, el general John Hyten, vicepresidente
del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos opinó, que el objetivo de su país debía ser evitar
una guerra con Rusia o con China, ya que, en caso contrario, las
consecuencias devastadoras no solo se dejarían sentir en los países implicados,
sino en todo el planeta. En una inusual declaración Hyten afirmó que una guerra
con cualquiera de esos dos países “sería horrible para el planeta”.
Por ello, según Hyten, Estados Unidos está
llevando a cabo "conversaciones de
estabilidad estratégica con Rusia" agregando que considera sumamente
importante entablar este tipo de diálogo con la parte china. Afirmó que: "Por
muy diferentes que seamos, sí tenemos un objetivo mutuo: el de no entrar nunca en guerra entre nosotros".
Con ello, asumió una norma fundamental del sistema de Balanza de Poder esbozado
por Kaplan en su trabajo “Algunos obstáculos en la investigación de los
sistemas internacionales”, publicado en 1966.
Unas semanas después, el reciente 3 de noviembre, durante el
Foro de Seguridad de Aspen el jefe del Estado Mayor Conjunto de
las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, general Mark Milley consideró que el
mundo estaba entrando en una era de mayor inestabilidad estratégica en el que
se visualizaban tres centros de poder: Estados Unidos,
Rusia y China, lo cual da nuevas características al
sistema internacional. Milley afirmó que: "Estamos entrando en un mundo
tripolar [sic] en el que Estados Unidos, Rusia y China, son todas grandes
potencias” y agregó. “En mi opinión, estamos entrando en un mundo que será
potencialmente más volátil
desde el punto de vista estratégico en comparación,
por ejemplo, con los últimos 40, 50, 60 o 70 años”.
Claramente dejó afuera a Europa a la que ya no se
considera un actor internacional relevante, sino un apéndice de Estados Unidos
que puede ser manejado a partir de sus intereses.
Las razones de que esto sea así las aporta el
propio Alto Comisionado de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad
Josep Borrell quien en un artículo titulado “Una brújula estratégica para
Europa” el cual fue publicado el pasado 12 de noviembre en el portal Project Syndicate
señalaba que: “La
UE se arriesga a lo que he llamado un ´encogimiento estratégico`. Esto se
percibe desde tres puntos de vista. En primer lugar, nuestro alcance económico
está cada vez más circunscrito. Hace treinta años, la UE representaba una
cuarta parte de la riqueza mundial; dentro de 20 años, representará poco más
del 10%. Nuestra contracción demográfica se desarrolla de forma similar: a
finales de este siglo, Europa representará menos del 5% de la población mundial
[…] En
segundo lugar, el entorno estratégico de la UE está cada vez más disputado.[…]
Por
último, la esfera política de la UE se está reduciendo y nuestros valores
liberales son cada vez más cuestionados”.
El general Milley
concluía expresando que es de vital importancia el mantenimiento de la paz “entre
las grandes potencias” [lo subrayo] por lo que Washington, Moscú y Beijing y
todos los demás aliados deben ser "muy cuidadosos" en términos de
cómo actúan unos con otros en el futuro. Nótese que una vez más, reduce a
Europa al concepto de “demás aliados”.
En la continuación de los acercamientos forjadores de la armonía y el
equilibrio necesarios para la Balanza, el pasado 5 de
noviembre en una rueda de prensa en Washington, el portavoz del Departamento de
Estado de Estados Unidos, Ned Price, calificó como "constructivo y
útil" el dialogo sobre estabilidad estratégica con Rusia. Dio a
conocer que se estaba llevando a cabo un evento a tal efecto. Unos días antes,
el martes 2, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi
Riabkov, había anunciado
que este tipo de conversaciones tendrían continuidad en el futuro inmediato.
Contribuyendo
al buen ambiente creado, el martes el 9 de noviembre en Washington, el
embajador chino en Estados Unidos Qin Gang dio a conocer un mensaje del
presidente Xi Jinping en el que anunciaba que Beijing seguía dispuesta a
cooperar con Washington para abordar importantes problemas internacionales y
regionales, siempre y cuando esta cooperación se fundamente en el respeto y beneficio mutuos. Xi afirmó
que ambos países se beneficiarían de la cooperación y perderían con la
confrontación, Señaló que:“ La
cooperación es la única opción correcta"
Como colofón
a este acercamiento estratégico, el pasado martes 16 de noviembre (lunes 15 en Estados
Unidos) los
presidentes Xi Jinping y Joe Biden, realizaron su primer contacto cara a cara
(habían sostenido dos conversaciones telefónicas con anterioridad) en el que se
propusieron encontrar coincidencias para propiciar relaciones “sanas y estables”
entre sus países, que hoy viven en constante confrontación. Los presidentes
trataron “temas estratégicos y fundamentales” en sus vínculos
bilaterales.
Xi opinó
que: “Como las dos economías más importantes del mundo y miembros permanentes
del Consejo de Seguridad de la ONU, China y Estados Unidos necesitan fortalecer
la comunicación y la cooperación […] y trabajar juntos para promover la noble
causa de la paz y el desarrollo mundial”. Así mismo, consideró que era
necesaria una relación abierta y permanente entre los dos países para trabajar
en aspectos de interés común a fin de encontrar respuestas a desafíos globales
como el cambio climático y la pandemia de Covid19.
Por su
parte, Biden manifestó su voluntad de conversar con honestidad, manteniendo la disensión
pero evitando el conflicto y la competencia desleal, considerando que el actuar
de los dos países tiene gran impacto en el planeta.
Xi propuso
restablecer el diálogo para entender con precisión las intenciones políticas
del otro y evitar malentendidos. También enfatizó en la importancia de
gestionar las diferencias cuando existan y buscar la cooperación donde sea
deseable. En este sentido, conminó a Washington a tener prudencia en el manejo de
asuntos como Taiwán, Hong Kong y Xinjiang, entre otros, por ser internos de
China y concernientes a su soberanía e integridad territorial.
Biden le
dijo al presidente chino que la competencia no debe conducir al conflicto “ya sea
intencionado o no, sino que sea solo una competencia simple y directa" Por
ello, llamó a China a "establecer algunas barreras de sentido común"
y "trabajar juntos en donde los intereses se cruzan”. Al mismo
tiempo, señaló que "todos los países tienen que jugar con las mismas
reglas, y por eso Estados Unidos siempre va a defender sus intereses y valores
y los de sus aliados y socios".
Xi
retrucó diciendo que: "Cada uno debe llevar bien sus asuntos internos y al
mismo tiempo asumir su parte de la responsabilidad internacional y trabajar
juntos por la causa más noble de la paz y el desarrollo mundiales".
Al
final, y a pesar de las diferencias sobre todo en relación a Taiwán que se
manifestó como el asunto más ríspido del encuentro, prevaleció un ambiente de distensión propio de
la primera norma establecida por Kaplan para la construcción de la Balanza de
Poder: “Incrementar las capacidades, pero negociar antes que pelear”.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
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