Con todo respeto Atilio Borón: no votaré por Boric
Sergio Rodríguez Gelfenstein.
Escritor, analista internacional/ Addhee.Ong
Habló, o mejor
dicho escribió, el gran Atilio Borón. No sólo hizo un artículo en el que
sintiéndose –como siempre- poseedor único de la sacro santa verdad que emana de
su conocimiento, y en el que no deja espacio a que se pueda pensar diferente,
so pena de acusaciones y adjetivaciones de cualquier dimensión para los que
osamos pensar diferente. También ha enviado mensajes inquisitorios a algunos
amigos, consultándoles sobre el escrito en el que yo simplemente daba mi opinión sobre las próximas elecciones en
Chile. Tal ha sido su furia que hasta se ha permitido utilizar a Simón Bolívar
para justificar su apoyo a Gabriel Boric en la segunda vuelta de las elecciones
chilenas. Es muy viejo eso de descontextualizar para desinformar.
Debo decir sin
embargo, que te agradezco por decir lo que para mí -un imberbe en estas lides),
es un cumplido viniendo de alguien como tú, cuando afirmas que has aprendido
tanto de mis “sofisticados análisis sobre la realidad internacional”.
Pero de todas maneras Atilio, ¿Por qué gastas
pólvora en alguien tan insignificante como yo? No soy el enemigo. Pensar
distinto a ti, no me debería hacer blanco de tu irritación. En el mismo momento
que tú estudiabas en la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts,
Estados Unidos, yo lo hacía en la Escuela de Artillería de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Cuba (FAR) en La Habana. Entonces, es normal que pensemos
diferente, provenimos de escuelas distintas. Cuando tú te hiciste doctor, yo me
hice artillero a mucha honra
Mi padre (que no
fue Lenin, ni Marx, ni Gramsci ni Rosa Luxemburgo) pero que fue un ser humano
íntegro, a toda prueba desde el punto de vista político, intelectual y ético me
enseñó que a las personas mayores había que respetarlas, y yo te respeto porque
como dijera el Comandante Camilo Cienfuegos (quien tampoco era Lenin, Marx, Gramsci
o Rosa Luxemburgo) creo que “aquellos que luchan, no importa dónde, son
nuestros hermanos”.
Entonces, creo que
tú también me deberías respetar aunque piense diferente a ti. Por eso, no voy a
aceptar la grosería y la mala leche que te hace suponer que puedes caracterizar
como te dé la gana a cualquiera. Nunca me he lavado las manos, pero sí, las
tengo limpias y muy limpias. En la organización en la que milité me tocó
manejar muchos recursos, antes trabajé en las FAR en Cuba y en el Ejército
Popular Sandinista en Nicaragua y después en Chiapas y junto al Comandante Chávez
en Venezuela, en un cargo en el que era más fácil corromperse que mantenerse
limpio y no tengo una mácula ni en mis manos, ni en mi actuar.
Posteriormente, me
hice académico (apenas me pude graduar de la universidad a los 40 años). Comencé
a escribir y tampoco vas a encontrar que he eludido mis responsabilidades que
ante todo son de compromiso y de principios. No creo en esos intelectuales que
a diferencia de los políticos, tienen la oportunidad de decir cualquier cosa,
equivocarse y escribir todo lo contrario en el próximo papel de trabajo. En mi
país (y en otros donde se desarrollan procesos de transformación de la
sociedad) mi silencio público ante aquello que considero mal hecho no ha estado
exento de hacerlo saber por las vías que corresponde, porque ante todo creo que no hay que darle armas
al enemigo para que nos ataque y ataque a nuestros líderes.
Además, con José
Martí Pérez (que no era Lenin, Marx, Gramsci, ni Rosa Luxemburgo) aprendí que “toda la gloria del mundo cabe en un grano
de maíz) por lo que creo que los protagonismos personales de los que no hacemos
la historia son innecesarios. No soy de esos “´intelectuales` que en su puta
vida pisaron las calles [pero que] predican desde el púlpito de su egolatría”
como dijera un gran periodista revolucionario argentino.
Respeto tu conocimiento
Atilio, pero tú deberías respetar el mío aunque no sea tan excelso y encumbrado
como el tuyo. No tuve la suerte tuya de estudiar profundamente a Lenin, Marx,
Gramsci y Rosa Luxemburgo pero algo aprendí, en esa gran escuela que fue para
mí las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Mi profesor de pensamiento
político, Jesús Martínez, un negro
grande de más de 1.80 mt. de altura,
pausado, simpático con una sonrisa siempre a flor de labios, mayor de las FAR
en ese momento, quien venía de graduarse
con honores en una Academia de la Unión Soviética y que no era Lenin, Marx,
Gramsci o Rosa Luxemburgo, me dijo que
por mucho conocimiento que había adquirido, lo más importante para él era
respetar y venerar ese uniforme verde olivo que portaba, que era el mismo de
Fidel.
Un día Atilio,
cuando nos preparábamos para el examen estatal de táctica. Imagino que sabes lo
que es un examen estatal -con la solemnidad y complejidad que eso tiene además
en una institución militar- se produjo el artero ataque terrorista de la CIA
contra un avión cubano en Barbados que produjo la muerte de 73 civiles. No
tuvimos duda, hubo que posponer el
estudio porque era una obligación moral estar
junto al pueblo cubano en la Plaza de la Revolución en el sepelio de las
víctimas. Ese día aprendí de Fidel (que no era Lenin, Marx, Gramsci o Rosa
Luxemburgo) que cuando “un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia
tiembla”. Y como yo considero que soy enérgico y viril, no he dejado de llorar
por mis hermanos caidos en la lucha. Ya sabrás porque te lo digo.
Creo que regresaste
de Harvard a la Argentina de la dictadura. No conozco tu impronta de esos años.
En lo que a mí respecta, Fidel me dio la oportunidad de conseguir la más alta
condecoración a la que puede optar un revolucionario: la de ser combatiente
internacionalista en la guerra de liberación de Nicaragua. Después trabajé tres
años con Schafik Handal en el Estado Mayor de las FAL cuando se creó el FMLN
para posteriormente estar siete años en la lucha contra la dictadura en Chile y
no precisamente escribiendo papeles de trabajo. No hago este recuento para
darme a conocer, solo para decirte que en todos esos años perdí valiosos
hermanos y hermanas (que tampoco tuvieron tiempo de estudiar a Lenin, Marx,
Gramsci o Rosa Luxemburgo) pero que con su sangre generosa sembraron la semilla
de la libertad. No me puedo olvidar de ellos, como tú pretendes que haga,
apoyando a Boric.
Hay que ser
responsables con lo que se dice y se hace. Yo te leía con verdadera devoción,
hasta que llamaste a apoyar a Lenin Moreno, en lo que presagiaste que podía ser
un “Stalingrado latinoamericano”, un evidente exabrupto, aunque te lo mandé a
decir (no sé si lo hicieron) por respeto
a ti, no lo hice público. No cuestiono la decisión que tomó el
presidente Correa -a quien admiro y respeto- y los compañeros ecuatorianos,
pero creo que fue un error. Mi actitud fue no criticarlo públicamente, pero
tampoco escribí una sola letra en favor de Moreno, porque era evidente cual
habría de ser su derrotero. La vida me ha enseñado un poco a “oler” a los
traidores. Para ti, fue muy fácil, después del “Stalingrado latinoamericano”
que no se produjo, dedicarte a escribir papeles contra Moreno. ¿Quién las hizo
de Poncio Pilatos? Hoy, yo camino con la frente en alto y tengo excelentes
relaciones con los hermanos ecuatorianos. No es que te quiera acusar de ser
cómplice de la entrega de Julian Assange a Estados Unidos, pero lo cierto es
que tu Stalingrado latinoamericano condujo a unas “Hiroshima y Nagasaki
ecuatorianas”.
Y ahora haces lo
mismo, estás apoyando a Boric y atacas con furor a quien piensa distinto. No
pasará mucho tiempo, para que después del 11 de marzo, fecha en que asumirá sus
funciones el nuevo presidente de Chile, de ser elegido Boric y desate la
represión contra los mapuche y los chilenos, mantenga el régimen neoliberal y
sea un furibundo aliado de Estados Unidos contra Cuba, Venezuela y Nicaragua.
¿Tú, escribirás nuevos papeles en contra de este nuevo esperpento que se está
creando, como lo hiciste con Lenin Moreno?
Mi apuesta –como
dije en el artículo anterior- es por los pueblos chileno y mapuche. Creo en su
sabiduría para generar los nuevos liderazgos que los llevaran a estadios
superiores de lucha. Apuesto a esos 7 millones 840 mil poncios pilatos -que
podrían ser más-, de los que habla Luis Casado que no votan porque no creen ni
en Kast ni en Boric. ¿Es que acaso la mayoría del pueblo chileno, se está
lavando las manos? ¿No has pensado en que algo anda mal? ¿No será acaso que las
cúpulas de la izquierda han renunciado a ligarse con quien debe ser su aliado
natural, es decir el pueblo?}
Ellos no tienen la
posibilidad de escribir nuevos papeles, ellos están entregando su vida y sus
ojos y su libertad por la felicidad de su patria. Hace 33 años –cuando la
alegría ya venía- mis hermanos Raúl Pellegrin y Cecilia Magni (que no eran
Lenin, Marx, Gramsci o Rosa Luxemburgo), entregaron su vida para alertar acerca
de lo que se venía. No podían saber que serían 30 años, pero tuvieron plena
convicción de que todo era una trampa. Y hoy, para dolor de los chilenos y
mapuche, lamentablemente se constata que tuvieron razón.
Tu candidato que
había saludado la lucha de mis hermanos caídos, ahora –en la búsqueda de votos-
dijo que se había equivocado y casi los catalogó de criminales y delincuentes… ¿y
tú quieres, que yo –que sigo siendo enérgico y viril- lo apoye y le diga a
Raúl, a Cecilia, a Roberto, a Moisés, a José Joaquín, a Mauricio y a muchos más
que me olvidé de ellos y que voy a votar por quien los criminalizó?. Y hacer
eso, cuando han renacido victoriosos en los millones de jóvenes que en las
calles de Chile han demostrado que su espíritu de rebeldía está vivo y que es
sólo cosa de tiempo para que emerjan sus sucesores, esos que llevarán a Chile a
la libertad. ¿Piensas tu que eso es menos importante que los próximos 4 años de
agonía en los que se prologará la pos dictadura, gane quien gane?
No Atilio. Yo no
creo en la sacro santa institución de la
democracia representativa. Entiendo que hay que actuar en sus marcos mientras
no exista alternativa, pero en Chile si hay disyuntiva, en primera instancia en
la Convención Constitucional (con todas sus limitaciones) y en el mediano plazo
en la incesante lucha de los pueblos chileno y mapuche que no actúan
circunscritos a los cotidianos tiempos electorales impuestos por el sistema,
sino a los tiempos del permanente
combate por una vida mejor que ni Kast ni Boric les darán.
A pesar de no ser
militante del Partido Comunista aposté por Daniel Jadue porque pensé que él -si
se liberaba de la tutela opresiva de la derecha de su partido- podía ser el
conductor del pueblo que Chile no ha tenido desde Salvador Allende Gossens.
Creo que Daniel sí era un candidato de izquierda, lo ha demostrado en su impronta
como alcalde. Eso es historia pasada, con todo respeto, creo que el PC se
equivocó llevando a Daniel -quien punteaba lejos en todas las encuestas- a unas
primarias innecesarias. Una vez más se confirmó la máxima de Radomiro Tomic:
“Cuando se gana con la derecha, es la derecha la que gana”
Entonces, hoy se
dan dos paradojas –en los marcos de la
democracia representativa-, la primera es que
el candidato con mayor apoyo popular, no es candidato y la segunda es
que el candidato de la “izquierda” lo eligió la derecha, que está feliz con su pretensión,
en especial los empresarios y la embajada de Estados Unidos que lo ha
financiado por años.
No te pelees
conmigo Atilio, yo no soy Vargas Llosa, a mi no me gusta andar discutiendo con los
compañeros y menos con los que respeto tanto como a ti. Por favor, concédeme la
oportunidad de pensar distinto a ti. Soy
tu compañero a pesar de las diferencias que tenemos. Si llegara el combate, el
de verdad, voy a ser yo el que esté junto a ti en la trinchera, quisiera equivocarme,
pero creo que Boric estará en la del frente.
Quiero decirte –quiero
reiterarlo- jamás votaré por alguien que diga que Cuba, Nicaragua y Venezuela
son unas dictaduras. No acepto que se diga que Fidel, Raúl o Díaz-Canel, que
Daniel Ortega, que Chávez o Nicolás Maduro, son unos dictadores. Ni tú ni nadie
me van a convencer de eso. Yo tengo mi
conciencia tranquila y espero que tú también tengas la tuya igual.
Lo he dicho muchas
veces y quiero reiterarlo. El Comandante Tomás Borge (que no era Lenin, ni
Marx, ni Gramsci, ni Rosa Luxemburgo) siempre me decía que si uno estaba
confundido, debía fijarse donde estaba Fidel y que ahí era donde había que estar. Y Fidel me dijo que
en la lucha se debía saber en qué trinchera estaba el imperialismo para ponerse
en la del frente. Lo único que he tratado de hacer –sin haber estudiado tanto
como tú a Lenin, a Marx, a Gramsci
y a Rosa Luxemburgo- es ser consecuente
con ello
“Hasta la Victoria
siempre”, apreciado Atilio. En lo que a mí respecta, en relación a este tema, “cambio y fuera”.
Twitter:@sergioro0701
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