La identidad y la unidad latinoamericana y caribeña
Con mis profesores, los maestros
Prof. Viterbo Osorio Santelices, el historiador Alejandro Chilen Rojas, el
Prof. Dr. Pedro Vuskovic Bravo y el
maestro y mentor el Dr. Salvador Allende Gossens, el tema de la identidad, les
fascinaba. Porque es un concepto complejo y puede ser planteado desde el ángulo
psicológico o histórico cultural. Desde éste último, la podemos definir como la
autoconsciencia de pertenecer a una nación, a un pueblo, a una etnia, a una idiosincrasia
cultural, etc. Expresa por lo tanto la singularidad o la diferencia con otros
pueblos, la diversidad como resultado del desarrollo desigual, articulado, combinado,
especifico – diferenciado y multilineal de la historia.
La conciencia colectiva de la
identidad, siempre en desarrollo, se refleja en varias formas de autoafirmación
y ruptura. La identidad latinoamericana surgió como un rechazo a la
colonización española, portuguesa, etc, y luego como respuesta a la dependencia
impuesta por los países imperialistas en especial, Inglaterra, Estados Unidos,
Francia, etc. Franz Fanon acentuaba: “El colonialismo y las relaciones de
dependencia aceleran contradictoriamente la conciencia social de identidad: Se
desarrolla como autoafirmación destinada a generar proyectos de liberación y de
sociedades alternativas”. La identidad de los Pueblos Latinoamericanos
constituye procesos de desarrollo que las oligarquías empresariales fariseas
agrícolas / citadinas y su testaferra burguesía / clase media por orden del
capital buitre foráneo mediatizan, la conculcan, la deforman para
definitivamente abortarla.
Lo que no entienden los epígonos
“del nuevo orden mundial” es que la identidad es lo que se va construyendo a
través de un proceso permanente y contradictorio de cambios, de creación y
recreación que llevan a cabo los pueblos libres, dignos y soberanos.
Las identidades particulares de
países, etnias, naciones, no son incompatibles con el sentimiento de unidad
latinoamericano. La identidad en el Continente Americano nace en el marco de un
brutal proceso de aculturación – destrucción de las culturas y de los pueblos indígenas: saqueos de sus
riquezas y destrucción de la flora (bosques) y fauna, y contaminación de ríos, lagos y mares. Todas estas lacras justificadas con “el
desarrollo y el progreso” por parte de las oligarquía empresarial farisea sofofa
y de su testaferro la burguesía / clase media / politicastra. Menguas para quienes “el fin justifica los
medios”. El capitalismo buitre foráneo irrumpe con violencia en todas sus formas.
El Continente Americano es despojado de todo, comienza su nueva vida en el
marco “de la cultura occidental”, con todo prestado, incluso su nombre. El
extranjero viene dominar y a “civilizar” a imponer sus
religiones con la fuerza de las armas y el crimen…
La traumática experiencia de la
conquista, derrota social, económica, político y cultural para los pueblos de
América Latina, con la excepción del Pueblo Mapuche que luchó contra el
colonialista español por más de tres siglos. Ésta guerra fue declarada como la
más larga que recuerda la historia, que a la monarquía española parasita le
costó más dinero y soldados que toda la maldita guerra colonial en el Continente
Americano…
Los pueblos indígenas sin su tierra,
con sus derechos conculcados, dominados en todos sus ámbitos tienen sola una
alternativa: Reivindicar y luchar por recuperar su tierra, su identidad, su
cultura y sus tradiciones en el marco de una autodeterminación soberanamente
decidida por ellos. Sumido en la frustración, el indígena resiste. De ésta resistencia
depende la construcción en un nuevo modelo de sociedad, a escala humana que
tenga como punto de partida la raíz etnológica, y un irrestricto respeto por
los derechos del ser humano y el entorno ecológico. Como colofón recuerdo la
genial afirmación del maestro libertador de la Patria Continente América Latina
y el Caribe, José Martí Pérez: “Mientras
no camine el indígena, no caminará nuestra América”…
Cultura y civilización
En el Chile de “los ganadores de la batalla del 11/09/ 73,
ocupantes del país la concupiscente oligarquía farisea sofofa y su
testaferro la taifa politicastra y las castrense, corruptas, después de imponer en
el marco de la política bajuna existente un desaguisado para maquillar la
indigencia educacional, legada por la dictadura cívico-militar, han reglado “la
cultura”, creando por decreto un ministerio de “la cultura”. Confundiendo lo
que se entiende por cultura y civilización. El régimen / la nueva mayoría que
administra el execrable legado de la dictadura de marras decreta la creación de “la cultura”. La cultura es un concepto de carácter social
que afecta a un pueblo – en el caso de Chile, el 70% de la población está
marginada – a una comunidad, a una etnia, a una nación, etc. Es falso sostener
que una persona tiene determinada cultura. Ésta no es atributo individual, sino
social. Una persona refinada, bien educada – no es el caso de Chile – no por
ello posee una cultura propia. Ha llegado a una ventajosa formación educativa
gracias a que en Chile la educación “es un bien de consumo”, que se puede
comprar y vender. Lo mismo con el neo-
lector que apenas cursó la enseñanza primaria, el trabajador manual o
intelectual que no tuvo acceso a la a universidad por carecer de los medias
económicos, ambos en común, están dentro de lo que han dado de llamar “cultura
occidental”, ésta que ha impuesto por decreto el régimen y a través de los
medios mediáticos mercuriales de (in)
comunicación capitalista salvaje…
No podemos separar la idea de
cultura de la idea de pueblo. Es redundante, la manoseada expresión: Cultura
popular, porque la cultura es necesariamente popular, de lo contrario no es
cultura, sino ilustración de las minorías, que no piensan, ni sienten ni viven
como un pueblo. Éstas gentes carecen de
autenticidad y solo exhiben una formación prestada, pagada, humillante, pseudo
intelectual de mentes canijas, en última instancia mucho más degradante /
denigrante que la ignorancia del analfabeto. La indigencia de éste individuo, es espiritual y moral, marcada por el
rastrerismo, oportunismo, tartufismo, pragmatismo, contemporizador, etc., en
desmedro de otros pueblos y otras culturas. Son apátridas, extranjeros espirituales
en el país que nacieron…
En mis clases en la Universidad
siempre se me ha hecho esta pregunta: ¿Quién es más culto el indígena mapuche
de una raza indómita, digna y sabia, que nunca conoció un libro, pero que tiene
la intuición de lo que hay detrás de él, su memoria historia, una gran reminiscencia y en
frente un gran objetivo: La vida misma que conoce de la madre tierra de las
plantas, de los árboles y del padre sol. Que sabe que las raíces que se hunden
del tallo y tronco que se eleva y toda la evolución de la vida vegetal y animal
o un individuo egresado de una facultad universitaria que ha obtenido un título
con un pago substancioso? ¿Quién es más
culto de los dos en el sentido verdadero de la palabra cultura? Cultura es
autenticidad, cultura es pueblo. El
Prof. Dr. Viterbo Santelices acentuaba “La cultura es una categoría del
ser, no del saber. Porque la cultura es
la persona misma, no lo que ésta sabe en su más trascendente acepción“.
Un pueblo puede ser atrasado
culturalmente hablando pero no por eso dejar de tener por ello una
cultura. Cuando “los historiadores
oficiales” los escritores financiados por la sofofa y el mercurio, motejan a
nuestras raíz etnológica, el pueblo mapuche como “indios barbaros araucanos”,
por ignorancia y oportunismo, hay que aclararles que bárbaro en el sentido más lato
de la palabra es de extranjero. De modo que el pueblo de Lautaro, nuestra raíz
etnológica, nada tiene de tal. Nuestra tierra es su tierra, su cultura, nuestra
cultura, su mentalidad nuestra mentalidad. En resumen, el elemento humano y las
fuerzas telúricas han ejercido sobre el pueblo chileno indiscutibles influencias.
Es decir, constituyen una expresión inequívoca
de autenticidad / identidad...
En resumen, la civilización, es
la que se importaba e importa de los Estados Unidos, de Europa y de otros
países. Cada cultura es el alma del respectivo pueblo, y por ello lo expresan
sin esfuerzo y es necesariamente popular. Lo que la sofofa, su régimen de turno
y los medios mediáticos mercuriales de (in)comunicación le quieren vender a la
gente son dos clases de cultura: La de los vencedores del 11 de septiembre de
1973, “la cultura superior” y la otra: la cultura inferior de “los vencidos”,
del Chile desaparecido. La cultura es el alma del respectivo pueblo, por lo
tanto, es el corazón de toda una comunidad. De lo que concluyo que mientras se
mantengan los dos Chile, sin la reconciliación indispensable, en el marco de la
constitución /artilugio 1980, y la política bajuna imperante, ¿Cómo pueden decretar la creación de un
Ministerio de Cultura? Constituye un fiasco y desaguisado, “la cultura” en la
arcadia de la alegría de la sofofa y de las clases politicastras y castrenses “es el refinamiento de los sofofos, que lo
imponen estos mercachifles desde su
torre de marfil para sacar ventajas y seguir manipulando a la gente enajenada…
Los mercachifles fariseos sofofos
para quienes solo existe el privilegio de la celestina universal hoy en el marco de su indigencia educacional/
cultural, se presentan como una minoría ilustrada, una elite fabricada,
impuesta a golpe de talonario que la denominan “cultura”. Esta identificación nada
tiene que ver con los preceptos de nación y de cultura. Así se medra en la impostura en “el Chile ganador
exitista y autocomplaciente de la sofofa”.
Como colofón puntualizo, cultura
significa buscar con empeño una efectiva participación, intervención de la
persona en todo cuanto, en la naturaleza y en la historia – “esa que hacen los
pueblos”, - es esencia y no mera existencia de estereotipos, es decir, la
persona en su integridad es quien será a su vez interprete genuina de su tierra
y de su medio. Así como el idioma es el vehículo el pensamiento, para los epígonos administradores del legado
de la dictadura de marras la civilización moderna, la consideran como un vehículo
de la cultura por causa del periodismo, la radio telefonía, la televisión y la
internet controladas por los dueños del capital. La globalización del capital,
en el “nuevo orden mundial” ha globalizado éstos medios de comunicación,
convirtiéndolo en vehículos de manipulación, deformación, enajenación y de
incultura. Víctimas principales de esta maquinación mediática son los niños:
Diariamente se los bombardeas con truculentas y violentas historias de
pistoleros donde todo se desarrolla en un ambiente de violencia primitiva, y de
temáticas forasteras. Los niños hoy, no quieren una bicicleta sino una metralleta
como regalo.
La internet, la televisión, los
diarios asaltan los hogares con sus programas basuras de violentos crímenes de
tráfico de drogas y de armas, de
prostitución, de pornografía, etc.
Prohibir o limitar los horarios para los menores es imposible, porque se
vulnera, según los mercachifles manipuladores sofofos, un principio constitucional:
La libertad. Así, los mercachifles privados sofofos pueden seguir haciendo su
agosto. Total el fin justifica los medios y lo importante es la celestina universal/el
dinero.
Paradojalmente los oligarcas
fariseos sofofos, ante cualquier atisbo de vulneración de su”libertad”, golpean
la puerta de los cuarteles exigiendo respeto por sus derechos, como si
existieran derechos absolutos. Como si
en todas las sociedades civilizadas los individuos no aceptaran desde las
primeras etapas de su vida, limitaciones a su libertad individual. Todos las
aceptamos mientras la norma sea justa y la ley pareja. Toda ley es,
necesariamente una limitación a la libertad personal. Pero sin leyes, la vida
en convivencia sería desordenada e insegura. Esto lo saben los bellacos sofofos
y sus doctos jueces, adalides de la justicia en la medida de lo posible –
una agudeza / argucia, de su ideólogo consertacionista Patricio Aylwin Azocar-,
pero lo ignoran. Como colofón de mi conferencia preciso que, la cacareada civilización
moderna y sus medios mediáticos mercuriales poderoso de que disponen, no sirven
eficazmente a la cultura, influyen en la persona, pero no en la cultura. En
cambio es ésta, la substancia, la esencia, el contenido, por esto reitero, que
no es una categoría del saber, sino del ser. La civilización son las cosas del
individuo, la cultura es la persona, el ser humano. Por eso, he hablado del
carácter social de la cultura, que no atañe al individuo aislado, éste está
inmerso dentro de la cultura, de la sociedad que forma parte, en el marco de la
relación entrañable entre nación y cultura. En un mundo globalizado, manipulado
y enajenante donde el ingenio humano crea inalcanzablemente no debe
preocuparnos de que la civilización sea importada, que venga de otros países.
Pero la cultura debe y tiene que ser autóctona, surgida del corazón mismo del
pueblo, de la patria. De lo contrario se renuncia a la calidad de Nación para convertirla
en una factoría, una sucursal de un centro hegemónico, un satélite sin vida
propia, sin identidad. Concluyo, que es vital, en el nuevo Chile a partir de la
nueva Constitución soberanamente sancionada por el pueblo, así como debe
reconocer constitucionalmente que la raíz etnológica del pueblo chileno es el
Pueblo Mapuche, se debe precisar el
irrestricto respeto por los derechos del ser humano y del entorno ecológico,
facilitando el proceso cultural respectivo de sus creadores, los pueblos, para ser lo que deba hacer y no una prospera factoría
del dueño del patio trasero. La creación artística será ante el mundo la mayor
y mejor presentación que podamos exhibir,
acreditará mayor consideración, mayor respeto del que hayamos logrado con
nuestro cobre y nuestras riquezas marinas.
Con esperanza y memoria.
Prof. Moreno Peralta / IWA
Secretario Ejecutivo ADDHEEE.ONG
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