El milagro de Nancy Pelosi
Escritor, analista internacional /Addhee.Ong
La visita perseguía dos objetivos, uno de
carácter coyuntural y táctico y el otro estructural y estratégico. El primero
pretende dar respuesta y solventar la desesperada situación del partido
demócrata de cara a las elecciones parlamentarias de noviembre y su proyección
a las presidenciales de 2024 en las que pareciera que el partido de Biden y
Pelosi perderá el control del Congreso de Estados Unidos primero y de la Casa
Blanca después si todo se mantiene como está hasta ahora, cuando el descrédito
del presidente es el más alto para alguien de su investidura desde el fin de la
segunda guerra mundial.
Biden y Pelosi, dos octogenarios que ya
están “jugando los descuentos” en su vida política, En esa condición, cuando ya
no tienen nada que perder, están asumiendo el “sacrificio” para intentar
preservar al partido demócrata del desprestigio en que está inmerso bajo su liderazgo,
después de haber estado en el pináculo de la gloria durante la “era Obama”.
Encarar el aspecto estructural es más
complejo. El retroceso económico de Estados Unidos que se extiende a lo largo
de los últimos años 40 años, es mucho más difícil de revertir y tal vez nunca
pueda hacerse. Hasta ahora, la maquinita de producir dólares que Washington
posee en exclusiva, su indudable poderío militar y el dominio sin parangón del
complejo cultural mediático que manejan a placer, le permite soslayar la crisis,
o al menos ocultarla a la vista de la opinión pública. Sin embargo, la pandemia
primero y la guerra en Ucrania ahora, han exhibido las falencias de un sistema
que no fue capaz ni siquiera de proteger a sus ciudadanos ni defenderlos de los
males que aquejan al planeta.
Precisamente, el carácter estructural de
esta crisis viene dado porque ante la incapacidad de Estados Unidos para
manejar la situación, arrastra tras si las contrariedades que enfrenta el
sistema capitalista, poniendo en evidencia su insolvencia para solucionar los
problemas más acuciantes de la humanidad y llevarla adelante por un camino de
desarrollo, paz y estabilidad.
En esta situación, la élite estadounidense
intenta recuperarse de la crisis económica, activando su principal industria: la
de las armas y del narcfotráfico. Vale
decir que el mercado interno de de Estados Unidos es lejos el mayor del mundo,
produciendo 41.930
millones de dólares entre octubre de 2016 y septiembre de 2017 (no obtuve una
cifra más actualizada pero se sabe que desde la pandemia las ventas se han
duplicado). Las condiciones de marginación de millones de ciudadanos, el
racismo, la xenofobia y la incentivación de los conflictos políticos
estimulados por los medios de comunicación y el aparato “cultural”, han
contribuido al aumento creciente de este negocio en un país donde es posible
comprar un fusil de asalto AR-15 por internet a un precio de alrededor de 450
dólares, más bajo que el de un teléfono celular inteligente.
Pero es en la totalidad del planeta donde Estados Unidos hace
su verdadero negocio: 800 bases militares, 11 portaviones, 20 buques de asalto
anfibio, 21 cruceros, 72 destructores, 23 buques de desembarco, 68 submarinos,
además de 3.900 aviones que se estructuran en siete flotas y 9 mandos y
comandos regionales, así como los bloques militares como la OTAN, AUKUS, TIAR y
otros que ha conformado con los países subordinados, se encargan de incentivar el conflicto y
cuando menos, garantizar la prosperidad del negocio en nombre de la libertad y
la democracia.
Precisamente hoy, se ha anunciado la venta por parte de
Estados Unidos a Emiratos Árabes Unidos de un lote de misiles interceptores del
sistema antiaéreo THAAD, dos estaciones
de control de lanzamiento y dos complejos de operaciones tácticas por un valor
total de 2.245 millones de dólares. Así mismo, se aprobó la posible
venta de los sistemas de defensa aérea Patriot y equipo militar a Arabia
Saudita por un total de más de 3.000 millones de dólares. Así, es fácil
comprender las funciones de un mandatario de Estados Unidos, habida cuenta que
en su reciente visita a la región, Biden no obtuvo resultados positivos ni en
asuntos políticos, tampoco en los vinculados al mercado energético (claves para
cualquier líder que viaja a esta zona del planeta)
Ahora se habla mucho de la guerra en Ucrania, claro es en
Europa, pero poco se mencionan los conflictos bélicos en otros lugares del
planeta causados precisamente por el afán imperialista de expansión y dominio
global. Vale decir que en Europa, la OTAN está estimulando la agresividad de
Kosovo contra Serbia y el conflicto en Nagorno Karabaj entre Azerbaiyán y
Armenia. Cuando se observa el mapa, se puede ver que desde el Báltico al
Mediterráneo, la expansión de la OTAN hacia el este es el mejor negocio para
vender armas a fin de apoyar la aporreada economía estadounidense.
Así mismo, hoy están activas otras confrontaciones armadas
que son consecuencia de casi 5 siglos de ocupación y expoliación colonial. En
este sentido hay que mencionar 5 conflictos dinámicos en Asia Central y
Occidental y otros 11 (que afectan a 14 países) en África que exponen la
realidad de esta tendencia. Aprovecho para indicar que ninguno de estos brotes
bélicos se manifiesta en América Latina y el Caribe a pesar de los intentos de
Washington y las oligarquías locales para generarlos. No obstante los esfuerzos
para concebir conflictos en nuestra región, la declaratoria de América Latina y
el Caribe como zona de paz, aprobada en la segunda Cumbre de la CELAC en la
Habana en enero de 2014, se ha logrado imponer.
La élites políticas de Estados Unidos (gobierno y congreso)
como instrumentos del Complejo Militar Industrial, juegan su papel en este
sentido. Al acicate que produce para el negocio armamentístico (el más grande
del mundo) los tres conflictos bélicos en Europa, los 5 de Asia y los 11 de
África, sin contar la ocupación de Palestina por Israel y la República Árabe
Saharaui Democrática por Marruecos, había que agregarle el Asia-Pacífico.
Pero ello no comenzó ahora. Es una política de Estado y de
carácter bipartidista: la declaración de la doctrina de “pivote asiático” de
Obama, la política de guerra comercial contra China de Trump y la declaración
de Rusia como amenaza y de China como el mayor desafío para la hegemonía
occidental, acordados en la reciente Cumbre de la OTAN en Madrid son el
basamento político para la confrontación estratégica del siglo XXI que Estados
Unidos espera librar con China en la región Asia-Pacífico. Y en este esquema,
el estímulo al conflicto en los mares circundantes a China es fundamental y el
papel de Taiwán como instrumento de perturbación es imprescindible.
Esto es lo que explica el viaje de la señora Pelosi a Taiwán,
en lo inmediato, tratar de revertir las cifras de popularidad de Biden y del
partido demócrata y en el largo plazo, impedir la debacle económica que se
avecina sobre Estados Unidos, dada la manifiesta superioridad económica,
financiera, tecnológica y científica de China que implican la pérdida –por vía
pacífica- de la hegemonía planetaria de Estados Unidos. Eso es lo que van a
tratar de frenar por cualquier vía, incluso la militar.
No obstante, para los que suponían que la respuesta china iba
a ser el derribo del avión de Pelosi, la invasión con una fuerza naval al
territorio de Taiwán, o la devastación de la isla con una lluvia de misiles
hipersónicos, hay que decir que no saben nada de China, de su filosofía, de su
historia, ni de su práctica política y diplomática. En este punto, coincido con
Josh Rogin columnista del Washington Post quien opinó que: “la verdadera crisis en torno a Taiwán podría
comenzar después de que […] Nancy Pelosi, vuelva al país norteamericano”. Rogin
fue más explicito cuando dijo que: "La
mayor repercusión de la visita de Pelosi se producirá después de su regreso a
casa, a lo largo de semanas, meses y años”.
He ahí la esencia de la
respuesta china. Como siempre hay que verlo en el tiempo. A diferencia de
Occidente que necesita generar inmediatos titulares de prensa de cara a las
próximas elecciones, China, acorde a su filosofía y su tradición, construirá
respuesta de largo plazo... en meses y años como dice Rogin.
La réplica china que
comenzará a verificarse mañana, se manifestará de formas distintas. En primer
lugar, las del ámbito militar. Las operaciones que se están realizando y que
formalmente comienzan el jueves 4 y finalizan el lunes 8 son expresión del mayor
despliegue jamás visto en China para un ejercicio de estas características.
Incluye el empleo de aviación, fuerzas terrestres y logística de nivel estratégico,
así como el despliegue del sistema coheteril más avanzado de China que incluye
el misil hipersónico DF-17 que vuela a 12.300 km/hora y tienen un alcance de 2.500
Km. Taiwán está a 120 Km. del litoral continental de China Los DF-17 se
demorarían en llegar a la isla solo 35 segundos y no existe, ni siquiera en
Estados Unidos, armamento o tecnología alguna que lo pueda impedir. Hay que decirlo sin eufemismos: si China lo
deseara, Taiwán desaparecería en menos de un minuto.
El ejercicio se está
realizando en 6 zonas navales al sur, este, noreste y noroeste de Taiwán, al
oeste no es necesario, ahí está el territorio continental chino. Eso incluye el
espacio aéreo suprayacente al ámbito marítimo donde se realizan las
operaciones. También sin eufemismos, Taiwán está rodeado por mar y aire. Ayer
mismo, lo “denunció” el ministerio de defensa de Taiwán en un comunicado en el
que afirma que China “ha invadido aguas
territoriales y zonas adyacentes” de la isla agregando que “los simulacros
chinos violan las reglas de las Naciones Unidas y equivalen a un bloqueo del
espacio aéreo y marítimo de Taiwán”.
Al respecto,
dos observaciones. La primera: si se ha invadido el “territorio de Taiwán” ¿Por
qué Occidente no hizo nada? Es claro que a Estados Unidos lo que le importaba
era generar una provocación que alterara el orden y la estabilidad de la región,
para nada le incumbe la seguridad de los ciudadanos de Taiwán como no les incumbe
ni le interesa la de los ucranianos. Y para ello bastaba con las 20 horas que
la señora Pelosi estuvo en la isla. Debe notarse además que utilizan el mismo
concepto (invasión) que usa Occidente para caracterizar la operación militar
especial de Rusia en Ucrania.
Segunda
pregunta, si el territorio taiwanés está rodeado y bloqueado por aire y mar
según el léxico utilizando por el ministerio de defensa de Taiwán, ¿cómo pudo
el avión de la señora Pelosi marcharse sin problemas de la isla? Es claro, el
objetivo de China nunca fue ella, el gobierno chino es serio, no recurre al
terrorismo para hacer valer sus derechos y además tiene (como lo ha demostrado
desde hace milenios) una paciencia infinita para esperar que las cosas ocurran
cuando las condiciones están dadas.
Dicho esto,
podremos entender que la réplica china se manifestará de manera distinta: la primera,
la económica, ayer mismo se comenzaron a tomar medidas en este ámbito. Hay que
recordar que la balanza comercial entre China y Taiwán es superavitaria a favor
de Taiwán y que si bien es cierto en los años 80 del siglo pasado, cuando
comenzó la política de reforma y apertura, Taiwán era muy importante para
China, podría decirse que hoy, cuarenta años después, es al revés. Las
decisiones que China tome en esta materia en salvaguarda de su soberanía e
integridad territorial, generarán un impacto en la economía de Taiwán que
Occidente no podrá suplir como no puede hacerlo en Ucrania.
Finalmente,
y he aquí lo verdaderamente estratégico. Si alguún titubeo podía haber en
algunos sectores de la élite china respecto a la necesidad de establecer una
alianza estratégica con Rusia, esas dudas se disiparon. El apoyo de Rusia a
China en esta coyuntura fue inmediato y contundente. China, que todavía en 2019
pensaba que podía desarrollar su modelo económico y político en paz y armonía
con Estados Unidos, se “bajó de esa nube” cuando los líderes violentistas y
separatistas de Hong Kong fueron recibidos en el Congreso de Estados Unidos
donde se les ofreció ayuda financiera, logística, política y diplomática para
dar continuidad a su revuelta secesionista. ¿Saben quien hizo ese compromiso y
lideró el apoyo a los terroristas?: Nancy Pelosi.
Hoy, después
de los acuerdos de la Cumbre de la OTAN en Madrid y de esta afrenta de Estados
Unidos a China, al liderazgo de Beijing le debe haber quedado claro que el
objetivo final de la expansión de la OTAN es China y que la única forma de
evitarlo es construir y solidificar una alianza estratégica con Rusia que haga
del espacio euroasiático el territorio desde donde parta la edificación de un
mundo de paz, prosperidad y cooperación entre los pueblos del planeta.
Cuenta la
Biblia, que estando viejo y sin hijos, Abraham le pidió a Dios que le
concediera la posibilidad de engendrar. El Señor lo aceptó e hizo el milagro
para que Sara, esposa de Abraham, concibiera a los 90 años a su hijo Isaac.
Ahora, no fue necesario implorarle a Dios, la soberbia y el talante imperial de
la señora Pelosi hizo que a sus 82 años pariera e hiciera fuerte la alianza estratégica
entre China y Rusia que marcará el futuro de la humanidad por los próximos
siglos.
Lo subrayado/ interpolado es nuestro.
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