El “estancamiento estratégico” entre Estados Unidos y China.
Tras la visita de Nancy Pelosi a Taiwán se despertaron muchas opiniones
respecto de lo que podía y debía hacer China como respuesta. La semana anterior
reseñamos algunas acciones que me hicieron llegar los lectores como conclusión
de sus propias reflexiones. Muchas de ellas eran de carácter confrontacional y
catastrófico, suponiendo la necesidad de una réplica por parte de China que
hubiera conducido a una guerra, incluso de carácter nuclear. Tales opiniones no
parecían considerar el impacto que un evento de estas características tendría
en todo el planeta. Algunos razonamientos, de forma temeraria -desde mi punto
de vista- aseguraban que si no había una dura respuesta (entendida esta como
una de carácter bélico) iba a manifestar debilidad de parte de China.
Tratando de anteponerme a este probable punto de vista escribí “No obstante,
para los que suponían que la respuesta china iba a ser el derribo del avión de
Pelosi, la invasión con una fuerza naval al territorio de Taiwán, o la
devastación de la isla con una lluvia de misiles hipersónicos, hay que decir que
no saben nada de China, de su filosofía, de su historia, ni de su práctica
política y diplomática”.
Sin embargo, tal inquietud motivó la mía por lo que me dispuse a
investigar a fin de dar a conocer lo que los propios chinos piensan en términos
estructurales acerca de su confrontación estratégica con Estados Unidos. Por
esta razón, daré a conocer los aspectos más importantes de un largo artículo
escrito recientemente por el Dr. Huang Renwei vicepresidente
del Instituto de Relaciones Internacionales de la
Academia de Ciencias Sociales de Shanghái titulado “¿Por qué la disputa de China contra el poder hegemónico estadounidense
entró en una fase de estancamiento estratégico?”
En el esfuerzo
de explicar esta interesante idea que señala el carácter estratégico de la
confrontación entre las dos potencias, el Dr. Huang explica que el concepto de "fase
de contención estratégica" fue acuñado por Mao Zedong en su obra
"Sobre la guerra prolongada", publicada en Japón durante la Guerra de
Resistencia. En ese entonces Mao definió tres etapas para dicha guerra: la
ofensiva estratégica de Japón, el enfrentamiento estratégico (o estancamiento
estratégico) de China con Japón y la contraofensiva estratégica de China.
Sobre la base
de esa concepción, el autor desarrolla su hipótesis, pero advierte que en
comparación con aquel conflicto, hay tres diferencias principales con la
rivalidad estratégica entre China y Estados Unidos en la actualidad: la primera
es que esta nueva competencia no se produce en un marco de conflicto bélico. En
segundo lugar, establece que la tercera etapa no estará signada por una
contraofensiva estratégica, porque China no tiene el objetivo de derrotar
completamente a Estados Unidos. La tercera diferencia es que tras un largo
periodo de estancamiento estratégico, las relaciones entre China y Estados
Unidos “entrarán en un estado de coexistencia y cogobierno”.
El
investigador chino cree que la etapa de "estancamiento estratégico" tiene
tres características: el equilibrio relativo de poder entre las dos partes, la
dificultad de que cualquiera de los dos bandos derrote al otro y la
indefinición entre lo que podría significar la victoria y la derrota. Todo
ello a partir de que ambas partes tienen una fuerte confianza en su capacidad
para resistir y sostener el estancamiento estratégico: “Estados Unidos
confía en que mantendrá la hegemonía mundial durante más de 50 años, y China
confía en que logrará el gran rejuvenecimiento de la nación para 2050…”
Esta fase de
estancamiento estratégico que se transita está caracterizada por la dualidad de
las estructuras de poder chinas y estadounidenses. Ello se explica porque Estados
Unidos se ha mantenido relativamente fuerte durante su largo declive, mientras
que China se ha mantenido débil durante su ascenso, lo cual se está modificando. Esta
característica ha hecho que el fundamento principal que se vive es el de una
etapa de cambios sin precedentes que se transformará con el tiempo.
Para Estados
Unidos la dualidad significa una cada vez mayor brecha entre su poder
hegemónico y sus objetivos, toda vez que cuando en el mundo bipolar Estados
Unidos y la Unión Soviética eran superpotencias, su hegemonía mundial era
incompleta. Tras el fin de la guerra fría y la desaparición de la URSS, Estados
Unidos se convirtió en la única superpotencia del mundo, estableciendo una
hegemonía unipolar que no pudo sostener como se manifiesta con la retirada de
las tropas de Afganistán y la crisis en Ucrania.
No obstante,
en este período de largo declive estadounidense, Washington sigue siendo el
país más poderoso del mundo basado en su considerable control financiero, mayor
innovación científica y tecnológica, superior poder de ataque militar y la
capacidad de influir en la opinión pública del mundo. En este sentido, hay
que considerar que “declive de la hegemonía” no es lo mismo que “debilitamiento
del poder nacional global” de Estados Unidos. Además, el sistema internacional
actual heredado de la segunda guerra mundial sigue estando influido en una
forma determinante por Estados Unidos, no obstante que ahora está intentando
alterar esa situación, estableciendo lo que denomina "orden internacional basado en
reglas" que no es más que una nueva imposición estadounidense.
En este punto,
el también director del Instituto
Pudong para la Economía de Estados Unidos dice que se deben considerar otras
variables, si la confrontación entre las
potencias emergentes y las defensoras es inevitable en el proceso de
transferencia de poder a las grandes potencias. Así mismo, si la reducción de
la brecha de poder entre las potencias ascendentes y las defensoras creará
límites y conducirá a un enfrentamiento estratégico. Dicho en otras
palabras, se debe tener en cuenta que en 2001, la economía de China era el 10%
de los Estados Unidos mientras que este año llegará a ser del 77%. Esa cifra
continuará ascendiendo sin que Estados Unidos pueda impedir que China lo
alcance y lo supere
Otra variable
que obliga a la reflexión es si las contradicciones estructurales entre China y
Estados Unidos pueden transformarse en relaciones de confrontación en
determinadas condiciones, o en relaciones de cooperación en otras. China y
Estados Unidos tienen un alto grado de interdependencia y coincidencia de intereses,
y ninguno puede abandonar por completo la relación complementaria con el otro e
implementar el llamado "desacoplamiento".
Desde mi punto
de vista esta última aseveración encarna una contradicción dialéctica, toda vez
que no parece posible que en el futuro pueda haber “relaciones de cooperación”
entre Estados Unidos y China porque ello entraña una confrontación antagónica
entre socialismo y capitalismo, si es verdad que como se ha enunciado una y mil
veces y se reiterará en el próximo XX Congreso del Partido Comunista de China,
el país avanza hacia el socialismo. Este tema es obviado en el análisis del Dr.
Huang.
En una nueva arista
del asunto, también se analiza cuál pueda ser la duración de esta fase de
estancamiento estratégico. El académico chino considera que eso dependerá de la
velocidad del cambio en el equilibrio de poder entre las dos partes. Este
poder se refiere a una competitividad global que abarca todos los factores,
incluidos los económicos, militares, diplomáticos, políticos y de opinión
pública en los que la competitividad científica y tecnológica viene a ser un elemento
decisivo para establecerse como potencia nacional global contemporánea, por lo
cual, la velocidad del desarrollo tecnológico de China determinará la duración
de esta fase. En cuatro áreas: ciencia y tecnología, militar, finanzas
y poder blando, Estados Unidos sigue siendo dominante y aunque la diferencia con
China se está reduciendo, la misma sigue siendo significativa no obstante que
se espera que para 2035, China se acerque al nivel de Estados Unidos en áreas
tecnológicas básicas en su camino hacia el cumplimento de las metas
estratégicas trazadas para el centenario de su fundación en 2049.
Este es el
marco que permite entender la tendencia general de las relaciones entre Estados
Unidos y China a fin de mantener la estabilidad estratégica, considerando –como
se dijo antes- que cada cambio de presidente en Estados Unidos significará
oscilaciones en la política entre las dos potencias.
Este contexto
debería llevar a China a explotar el éxito de estos cambios cíclicos con el
objetivo de ganar la iniciativa estratégica y aprovechar este periodo de
amortiguación, evitando una confrontación a gran escala con Estados Unidos. El
Dr. Huang concluye afirmando que: “…si queremos evitar un enfrentamiento
estratégico entre Estados Unidos y China en un período de 20 a 30 años,
tenemos que aprovechar […] para digerir las secuelas dejadas por el período
anterior de intensificación y prepararnos para la crisis que puedan surgir en
el siguiente período…”.
Como se puede
observar, el asunto es mucho más complejo que las repercusiones que pueda
generar el viaje de la señora Pelosi a Taiwán, la diatriba en torno a si se
debió haber derribado su avión e incluso la posibilidad de ocupar Taiwán por la
fuerza, operación que en términos militares no debería mayor inconveniente para
China, pero que conduciría a una conflagración que Beijing quiere evitar a toda
costa, porque el éxito de su pensamiento y de su filosofía, se sustenta en
ganar por la superioridad de su poder blando, tal como se extrae de las
enseñanzas de Confucio.
Lo
subrayado/interpolado es nuestro
No hay comentarios:
Publicar un comentario