Sergio Rodríguez Gelfenstein.
Escritor
y analista internacional/Addhee.Ong
Aunque
el escenario más visible del conflicto en Ucrania, se desarrolla en el ámbito
bélico, tras las sombras pero también de forma pública, la diplomacia juega un
papel fundamental en la búsqueda de solución al conflicto. No obstante las
diferencias y las posiciones antagónicas que a veces conspiran contra la
posibilidad de dar real solución al atolladero, toda vez que cada potencia
manifiesta intereses particulares que pone sobre la mesa en el momento de dialogar y negociar.
Desde
el comienzo de la operación militar de Rusia en Ucrania, Occidente ha apelado a
China para que se involucre con las medidas y sanciones que han tomado Estados
Unidos y Europa contra Moscú. Ya a comienzos de marzo, Europa se propuso
intensificar la campaña de presión para que China mediara en el conflicto en
Ucrania. Ante esta situación el presidente Xi Jinping se comunicó el día 8 de
ese mes con su colega francés, Emmanuel Macron y con el canciller federal
alemán Olaf Scholz, para decirles que “lamentaba
profundamente el regreso de la guerra al continente europeo” y que apoyaba una
resolución diplomática de la crisis.
El
Dr. Xi Jinping reiteró la oposición de Beijing
a las sanciones que se han convertido en piedra angular de la respuesta de
Occidente a la acción rusa. Agregó que debe ejercerse la “máxima moderación”
para evitar un desastre humanitario, advirtiendo que las sanciones “arrastrarán
a la economía mundial que ya está bajo la pesada carga de la pandemia”
añadiendo que todos los países debían “abogar
activamente por un concepto de seguridad común, integral, cooperativo y
sostenible”.
El
mandatario chino opinó que su país estaba dispuesto a mantener “la coordinación
con Francia, Alemania y la Unión Europea (UE) y a desempeñar un papel activo
con la comunidad internacional”. Así mismo reclamó el respeto a la soberanía
nacional y la integridad territorial de todas las naciones.
En
otra mirada del asunto, en un comunicado publicado en la página web del
gobierno francés se informó que los tres líderes “acordaron apoyar plenamente
todas las negociaciones encaminadas a una solución diplomática del conflicto”.
La versión alemana por su parte, apunto a que “ el Dr.Xi Jinping dio su apoyo
para que las acciones de Rusia no se vieran influidas por ningún tercero”.
Por
su parte, el gobierno ucraniano también se comunicó con China para instarla a
ejercer su influencia en Rusia. Según el periódico británico Financial Times, Dmytro
Kuleba, ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania informó en una conferencia de
prensa que: “China está interesada en detener esta guerra”. Consideró que la
potencia asiática poseía una gran cantidad de herramientas para “marcar la
diferencia” y estimó que se podía contar con su involucramiento en la solución
del conflicto teniendo esperanza de que “sus esfuerzos tendrán éxito”.
El 18 de marzo, a solicitud de Joe Biden
los presidentes de Estados Unidos y China sostuvieron una videoconferencia.
Sobre el asunto de Ucrania Biden expuso su posición apelando una vez más a mantener
la comunicación con la parte china para evitar la escalada de la situación. Por
su parte, el Dr. Xi Jinping señaló que China no hubiera querido que la
situación en Ucrania haya evolucionado hasta la crisis que manifiesta hoy. Pero
ante el hecho consumado, reiteró que Beijing siempre juzga los asuntos de
manera independiente según lo justo y lo erróneo de cada uno. China preconiza
defender el derecho internacional y las normas básicas de las relaciones
internacionales universalmente reconocidas y persiste en actuar a la luz de la
Carta de la ONU abogando por los conceptos de seguridad común, integral,
cooperativa y sostenible.
No
obstante, marcando otro matiz del asunto se podría decir que el intercambio
entre los diplomáticos estadounidenses y chinos no ha navegado en el mismo mar
de tranquilidad. En una conversación -también a comienzos de marzo- el
Secretario de Estado de Estados Unidos Anthony Blinken, habló con su colega
chino Wang Yi para presionar a favor de una condena de la operación militar
rusa en Ucrania. Con tono amenazante, el vocero del Departamento de Estado Ned
Price, informó que Blinken le había dicho a Wang que: “…el mundo está pendiente
de ver qué naciones defienden los principios básicos de libertad,
autodeterminación y soberanía”.
Con
el transcurrir de los días, desde otra perspectiva pero actuando en consonancia
con Washington, Europa hacía patente su preocupación por la negativa de Beijing
a condenar la acción rusa al mismo tiempo que manifestaba un apoyo retórico
tácito a Moscú: La UE consideraba que ante la gravedad de la situación, era
imprescindible contar con la intervención de China.
Unos días antes de que el más alto
funcionario responsable de la política exterior de la UE Josep Borrell, opinara
que “esta guerra se ganará en el campo de batalla”, y cuando todavía hablaba
como diplomático, se comunicó con el canciller Wang para
agradecer a China su abstención en las votaciones que condenaban a Rusia en las
Naciones Unidas y “expresó su aprecio por la disposición de China a apoyar el
cese de las hostilidades y el diálogo”. Como se va haciendo habitual, el
discurso de la UE dista mucho de ser coherente y constante.
Wang
respondió que la comunidad internacional debía apoyar las conversaciones entre
Ucrania y Rusia para lograr un alto el fuego y una resolución pacífica del
conflicto. Al respecto, dijo que: “China está dispuesta a seguir desempeñando
un papel constructivo en la desescalada de la situación en la medida de sus
posibilidades”. No obstante, en una rueda de prensa con periodistas extranjeros,
Wang ofreció su más firme apoyo a Moscú, afirmando que la relación con Rusia
era “sólida como una roca”.
La
desesperación estadounidense por no ser capaz de atraer a China hacia sus
posiciones se manifestó durante la visita del Secretario Blinken a Lituania
cuando abiertamente la criticó diciendo que: “Beijing habla mucho de la
importancia de mantener el orden internacional, la estabilidad y el respeto a
la soberanía”, pero “los hechos hablan más que las palabras”
Mientras
todo esto ocurría, en Beijing se comenzó a tomar nota de los acontecimientos en
Europa hasta llegar a comprender que el objetivo final de la expansión de la
OTAN hacia el este es China, Ucrania era solo un primer paso, el debilitamiento
y la destrucción de Rusia como actor internacional relevante, el segundo. Pero
la mirada está puesta en el gigante asiático, que es considerado el verdadero
competidor de Estados Unidos en el escenario global.
Así,
el Canciller Wang se vio obligado a expresar que el objetivo de la estrategia
de Estados Unidos en la región del Indo-Pacífico era crear otra OTAN, por lo
que las acciones que Estados Unidos estaba tomando en la región eran indicio de
la construcción “política de bloques”, ante lo cual advirtió que el Asia-Pacífico
“no es un tablero de ajedrez para la competición geopolítica”.
En
el escalamiento de la retórica agresiva contra China, Blinken llegó a afirmar
que Beijing estaba “en el lado equivocado de la historia cuando se trata de
Ucrania y la agresión cometida por Rusia”. La respuesta fue inmediata y
contundente en palabras del Canciller Wang quien dijo que la posición de su
país era justa, objetiva y abarcadora de las aspiraciones de la mayoría de los
países asegurando que sería el tiempo el que se encargaría de demostrar que la
posición de China está en el lado correcto de la historia.
Este
punto de vista establece una diferencia de carácter estratégico en relación a los
conceptos que se manejan en torno a los conflictos que ocurren en el mundo y en
los que Estados Unidos siempre está involucrado. Wang hizo un llamado a
Washington a “…abandonar la mentalidad de la Guerra Fría, abstenerse de
participar en confrontaciones grupales y construir en el continente europeo una
arquitectura de seguridad regional equilibrada, eficaz y sostenible” recordando
que su país nunca aceptará ni la coerción ni la presión externa por lo que rechazaba
cualquier tipo de acusación o sospecha infundada.
Lanzando
un claro mensaje al mundo, los cancilleres de Rusia y China se reunieron
nuevamente a finales de marzo en la ciudad centro oriental de Tunxi en China en
el marco de la tercera conferencia a nivel ministerial de los países vecinos de
Afganistán. El ministro Lavrov le informó a su colega chino acerca del avance
de la operación militar en Ucrania y del desarrollo del diálogo que en ese
momento se desarrollaba entre Moscú y Kiev.
Durante
el discurso de apertura antes de la reunión, el canciller ruso señaló que el
mundo está pasando por una etapa importante en la historia de las relaciones
internacionales, al final de la cual la situación global debe "aclararse
considerablemente" y lanzándole un mensaje directo a China evocó que: "Avanzaremos
junto a ustedes, junto a otras naciones con ideas afines, hacia un orden
mundial multipolar, justo y democrático".
Pero
la insistente presión de Bruselas llevó a la Cancillería china a replicar la
agresiva retórica occidental fijando, –una vez más- su decisión de mantener una
política independiente respecto del conflicto en Ucrania. Ante una pregunta
directa durante una rueda de prensa sobre el papel de China en este asunto, el
vocero de la Cancillería Zhao Lijian calificó el papel desempeñado por Beijing
como constructivo, en contraste con el desempeñado por Bruselas.
Zhao
recordó que la situación internacional actual es cada vez más turbulenta al
mismo tiempo que la incertidumbre crece significativamente en el tiempo, aunque
“como dos fuerzas mundiales importantes, China y la UE mantienen una
comunicación estratégica, […] que inyectará estabilidad y energía positiva a la
situación internacional”.
Para
no dejar dudas respecto de su posición, en una reunión entre el canciller chino
y el asesor diplomático del presidente francés, Emmanuel Bonne, Wang Yi le
informó que creía que la pérdida de
equilibrio en la seguridad europea había sido la causa fundamental de la crisis
ucraniana. Wang indicó que debía reconstruirse un marco de seguridad
europeo equilibrado, eficaz y sostenible, basado en el principio de
indivisibilidad de la seguridad, para lograr realmente una estabilidad a largo
plazo en Europa".
Lo
subrayado/interpolado es nuestro
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