Algunas reflexiones sobre los recientes acontecimientos en la región
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein/ escritor,
analista internacional/Barómetro Latinoamericano/ADDHEE.ONG:
Vistos los acontecimientos actuales, quisiera que alguno de los
defensores de la “teoría de los ciclos” me explicara, ¿en cuál estamos entrando
ahora en América Latina y el Caribe? ¿En el “progresista” que marca la llegada
al gobierno de Alberto Fernández en Argentina y antes, de Andrés Manuel López
Obrador en México?, ¿ en el reaccionario que establece la derrota del Frente
Amplio en Uruguay?, ¿ en el fascista que inaugura el golpe de Estado en
Bolivia?, ¿en el de la lucha creciente de los pueblos que se levantan contra el
capitalista salvaje como en Haití, Honduras, Ecuador, Chile y Colombia?,
¿en el de la resistencia anti imperialista de Cuba, Nicaragua, Venezuela y
Dominica?.
La respuesta a esta pregunta (si es
que la hay), solo puede hacerse en términos mecanicistas y anti dialécticos
para justificar la idea de que los pueblos están condenados a que hagan lo que
hagan y luchen lo que luchen, siempre volverán a un ciclo reaccionario y/o
fascista. En este esquema, la historia no ha terminado, pero siempre volverá a
su origen, es decir al de la dominación de una clase por otra o incluso a una
supuesta e inevitable existencia de clases antagónicas porque “dios quiso que
hubiera ricos y pobres”, “esta de dios”...
La multiplicidad de acontecimientos
contradictorios que vive la región son expresión de las nuevas formas que va
adquiriendo la lucha de clases en la que se manifiesta un permanente
enfrentamiento entre lo viejo que trata de perpetuarse y lo nuevo que se abre
paso. Parte importante del devenir está, y estará determinado por la capacidad
de los pueblos (y también de sus enemigos) de aprender nuevas formas de lucha
en un contexto cambiante y complejo.
Hay quienes se aferran a manejar la
teoría como un dogma, pretendiendo analizar los acontecimientos actuales con
esquemas teóricos encapsulados que no permiten observar la realidad del siglo
XXI. Hoy, aunque la esencia de la explotación no ha cambiado, la confrontación
con el enemigo de clase se manifiesta de forma diferente, esto ha determinado
el surgimiento de nuevos actores sociales que enarbolan novedosas consignas, no
necesariamente revolucionarias o transformadoras, pero que apuntan en esa
dirección y que en última instancia conducen al aislamiento del enemigo
principal que es el imperialismo yanqui y las oligarquías locales y su
sistema de democracia representativa y economía capitalista salvaje.
“Robar en México hoy, es casi revolucionario”.
Siempre recuerdo que en algún momento
del lapso que transcurrió entre la elección de López Obrador en julio de 2018 y
su toma de posesión en diciembre del mismo año, pregunté a un amigo mexicano
acerca de qué se podía esperar de un gobierno del nuevo presidente. Su
respuesta fue simple y contundente: “No
va a robar, y eso en el México de hoy es casi revolucionario”.
Es mi parecer que la teoría de los
ciclos no deja de ser más que una falacia desmovilizadora y paralizante de la
lucha de los pueblos. Esta nunca se detiene, adquiriendo distintos ritmos en
cada momento, teniendo logros cuando la correlación de fuerzas lo permite y
cuando los liderazgos se ponen a tono con los pueblos y finalmente -como en
todas las cosas de la vida- obteniendo victorias y derrotas, porque hay que
entender que los procesos políticos son dialécticos y necesitan de una
conjunción de factores que no siempre se presentan al mismo tiempo.
Más bien, el papel del liderazgo (o
vanguardia como se decía antes) es precisamente hacer que los factores
subjetivos den el impuso necesario para que la existencia de los objetivos,
conduzca a la transformación revolucionaria de la sociedad.
Ello no necesariamente ha ocurrido de
esa manera en tiempos recientes. La izquierda derrotada a finales del siglo
pasado, no tuvo capacidad de reflexión, análisis y -en esa medida- no fue capaz
de asumir tal derrota en términos políticos. No para “golpearse el pecho” y
hacer un mea culpa, sino para -de forma autocrítica- sacar conclusiones
destinadas a continuar la lucha en las nuevas condiciones.
Eso fue lo que permitió que surgieran
nuevos actores: Chávez, Correa y Evo, entre otros que no tenían partido
político, los crearon para acudir a las elecciones en los marcos de la
democracia representativa o, incluso fundaron tales organizaciones ya estando
en el poder. Un caso particular es el del peronismo, que es parte de la
realidad argentina, hacer análisis de la política de país como si no existieran
no es más que un exabrupto de quienes actúan al margen de la realidad.
Vale la pena recordar también que en
el momento que llevaban ilegalmente a Lula a la cárcel, sus palabras fueron que
él creía en la justicia brasileña. Ninguno de ellos es el presidente Allende Gossens. Eso no se repetirá.
Ninguno, tampoco llegará al altar donde está el Héroe de la Moneda, pero eso no
los demerita. Varios de ellos eran críticos velados del proceso venezolano,
pero los chavistas siguen en el poder, el Pueblo Venezolano bolivariano sigue
siendo protagonista, mientras que sus censores fueron desalojados y los pueblos
hermanos se han visto obligados a enfrentar la barbarie capitalista salvaje
y fascista.
En el contexto, los peronistas
volvieron al gobierno. Nadie me va a hacer creer que eso es negativo. En el
tiempo en que luchamos por la sobrevivencia de la raza humana en el planeta,
todo lo que se oponga a la devastación, la pobreza y la marginación debe ser
bienvenida. Alberto Fernández es argentino, pero no es el Dr. Ernesto Guevara
de la Serna, el que crea que se deben seguir sus caminos, hoy, que tome
las armas y se alce en la montaña…después que lo asuma sin eludir su
responsabilidad como lo ha hecho un sector de las Farc de Colombia, sin
grandilocuencias, sin odios, solo siendo consecuente con lo que se cree, Eso
siempre es respetable. En cambio, los críticos de oficio para quienes basta que
ocurra cualquier hecho alejado del “librito” para asomar ataques destructivos,
son los que nunca han tomado un fusil, nunca han aportado nada positivo y nunca
han ganado nada.
Por supuesto que se han cometido
errores, algunos muy graves, hay evidentes falencias, incluso el
desconocimiento de elementales conceptos de carácter teórico, pero ponerse a
atacar a los chilenos y colombianos porque no ha habido conducción política, o a
Evo por su extrema inocencia después de 14 años en el gobierno, a los
peronistas porque no son revolucionarios, al Frente Amplio de Uruguay por
elegir un candidato sin carisma ni liderazgo o a Lula por haber salido de la
cárcel por una decisión jurídica, no por la lucha del pueblo, no invalida todo
lo que ha ocurrido en los últimos años.
Digan lo que digan, América Latina y
el Caribe hoy es superior a la del año 2000 y eso ha sido gracias a estos
gobiernos democráticos y progresistas, que en el peor de los casos han creado
mayores y mejores condiciones para la participación popular. De ahí emergerá el
nuevo liderazgo, que llevará la lucha a estadios superiores hasta lograr la
independencia y la libertad definitiva.
sergioro07@hotmail.com
Lo subrayado es nuestro.
Lo subrayado es nuestro.
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