No hay lugar para el odio
en nuestro país “Amerika First” para los
Americanos: pero sí hay países de mierda. Führer Mefistófeles Trump.
Por Rolando Prudencio Briancon/escritor/Barómetro
Latinoamericano/ADDHEE.ONG:
La reciente matanza de casi una treintena de personas en los Estados Unidos.,
debe dejar ser mirado por la humanidad como otra de las tantas que se
viene dando en los Estados Unidos., y que se están naturalizando por aquella
idea, que si bien puede ser una de las causas, como es la legal tenencia de
armas que les está permitida a los estadounidenses, pero que en el fondo tapa,
solapa, otras razones que en su raíz es al rampante racismo que está en ascenso
de los Estados Unidos., desde la llegada del Führer Trump a la Casa
“Blanca”.
Y no es que se trate de una obsesiva ojeriza contra Trump, sino que son
los hechos los que a lo largo de lo que va su administración han mostrado una
declarada intolerancia hacia los extranjeros; y sobre todo a los migrantes, y
que además instrumentalizó esta intolerancia a través de decisiones que como
presidente dictó, una de ellas ha sido la resolución 6061, dictada en 2016.
Pero además ha sido su verbalizada beligerancia contra los migrantes que
lanzó inicialmente contra los mexicanos para justificar la construcción del
Muro, a quienes trató de “criminales, violadores, traficantes de droga”, y de
ser la pero gente. O el trato que Trump dio a los niños migrantes
“El adjetivo da vida o mata”, lo afirmo el genial escrito/poeta Vicente García Huidobro Fernández.
.
Pero no sólo que esa su agresiva adjetivación la lanzó contra los
mexicanos, sino que se abrió otro frente de ataque con los países africanos,
quienes, cuestionándose inquirió: “¿Por
qué recibimos a gente de países de mierda?” Es por ese mojigato motivo por
el que Trump las palabras que Trump dijo sobre que: “No hay lugar para el odio
en nuestro país”, luego las matanzas en El Paso y Dayton, no hacen más que
mostrar una doble moral de su congoja, tal como el gobernador de New York
Andrew Cuomo, ha manifestado que: "Mientras
el presidente cobardemente se doblega a la Asociación Nacional del Rifle, la
epidemia de la violencia de las armas está desgarrando a nuestra nación y la
gente se está muriendo”.
Es esa soberbia con la que Trump ha decidido gobernar su
país, como su descomunal desdén hacia los demás lo que está extraviando su
relación con la realidad; tal como es otra su otra onírica obsesión de: “Hacer
Grande América”. O en vano hace poco insinuó inquiriendo la posibilidad de ir a
la guerra: ¿Cuándo fue la última vez que ganamos una guerra?”.
Son este tipo de declaraciones, y hasta de políticas que patéticamente
muestran que cada vez más la decadencia del imperio yanqui es innegable, pues
su verdadera decadencia es la moral, la de su integridad que la ha hecho más patente
Trump, que mientras advierte que no hay lugar para el odio, es quien más ha
fomentado ese sentimiento hacia sus semejantes.
Lo subrayado es nuestro.
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