Por Jairo H. Pertuz
Suarez/ Barómetro Latinoamericano:
Si hay algo valioso
en cualquier ejercicio profesional u oficio, es la ética y, en periodismo, la
objetividad. Últimamente, con tantas opciones para divulgar información, se
viene abusando del derecho a la libertad de expresión cayendo en una horrorosa
práctica de distorsiones, “fake news” o noticias falsas y tendenciosas que
están afectando la correcta interpretación de hechos, personas, empresas o
conceptos.
Para colmo, las
grandes cadenas globalizadas y sus medio mediáticos medios noticiosos, cada vez están más en poder
de pequeños grupos empresariales o políticos de multimillonarios o millonarios
que, lógicamente, manipulan la información desinformando, obviando la
objetividad y la ética del periodismo, sometiendo muchas veces al profesional
del periodismo a “líneas” que dependen de intereses de los propietarios, amigos
o socios de los dueños de los empresarios de los medios mediáticos de comunicación,
especialmente en el mundo occidental, donde lo importante es el lucro y no los
seres humanos. De hecho, se conoció de
una transacción de compra de 150 medios en un país americano por parte de solo
tres (3) empresas o empresarios por la “irrisoria” suma de setecientos ochenta
mil ($780 mil) millones de dólares.
Otro efecto
depredador, deprimente y perverso, lo constituye el silenciar, el no divulgar o
divulgar con sesgo, información que es vital para que los pueblos tengan una
visión clara y objetiva de los hechos, amén de que muchos países y gobiernos,
deliberadamente, ocultan información que afecta a la población de sus países
y/o del resto del mundo que, cientos de veces cuestan miles de vidas, dolor,
destrucción y precariedades. No se informa, o se desinforma, sobre lo que pasa
realmente en países africanos, en Medio Oriente y América Latina. Las excusas
no caben aquí. Los gobiernos tienen la obligación de informar a sus ciudadanos
sobre toda actuación que los afecte.
Ellos, los
ciudadanos, son los que pagan a todos los funcionarios y, los que salen
elegidos en procesos electorales, con mayor razón tienen la obligación de no
ocultarles como usan los dineros del pueblo. Los pueblos también pagan por toda
inversión o gasto innecesario y militar, y, sobre todo por los endeudamientos y
robos a las arcas de los Estados. La excusa de que
deben ocultar información con pretextos pueriles, que luego se destapan a
conveniencia de intereses, constituye una criminal aberración.
Los medios de
comunicación y los periodistas cumplimos o debemos cumplir, con la sagrada
misión de informar, todo y de todo, con objetividad, sin tergiversar ni jugar
con la buena fe de los lectores. El periodista nato, honesto, jamás debe vender
su pluma. De su honestidad y ética dependen la existencia de países y hasta las
vidas de millones de seres humanos alrededor del mundo. De su capacidad de
denuncia y fiscalización dependen correcciones y una opinión pública libre y
fundamentada. La misión del periodista es sacrificada pero valiosísima, y
cientos pagamos con persecuciones y hasta con nuestras vidas por cumplir con
ella. La información es vital para el desarrollo y la existencia de los
pueblos, por tanto, no debe caer en los vicios del poder.
Periodista-Analista
Internacional/ Barómetro Internacional.
Lo subrayado es nuestro.
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