El rey noruego y el “salmón zombi” del Chile Virtual.
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No a las
salmoneras en el Canal Beagle: Constituyen un atentado contra la reserva de biodiversidad,
programa “El ser humano y la Biosfera de la UNESCO”
“Los Derechos del ser humano y los de la
Madre Naturaleza son dos nombres de la
misma dignidad”. Maestro Eduardo Galeano de la Patria continente América Latina
y el Caribe.
Por Frederico
Füllgraf/ Red Latina sin fronteras
Traducido por María Piedad Ossaba.
Addhee.ONG
Sociedad Internacional
de Escritores de los Estados Unidos/IWA.
Fundación
Cesal.eV/ Berlín, Alemania.
Revista
Latinoamérica, un Pueblo Continente, Berlín, Alemania.
El 31 de marzo pasado, en Puerto
Williams, el pueblo más austral del mundo. Apenas 100 manifestantes
-esencialmente descendientes de los Kawésqar y de los Yaganes, dos pueblos
originarios prácticamente exterminadas - se congregaron frente al museo
etnológico local, Martín Gusinde y corearon “¡No a las salmoneras!” Un informe
de Frederico Füllgraf.
Esta manifestación estuvo marcada
por una doble ironía, una del orden del ridículo, la otra del cinismo: la
ridiculez de los dos « blancos » de la
manifestación, el Rey Harald de Noruega y su esposa Sonia, que observaban a los
manifestantes al abrigo de las paredes del museo; pero lo que confina al
cinismo puro, es que se escondían precisamente en el monumento dedicado al
etnólogo y sacerdote de la Misión Steyler [Congregación del Verbo divino,
preocupada de evangelizar en el respeto de las culturas, NdlT], Martin Gusinde,
nativo de Breslavia.
Una mirada retrospectiva sobre un
genocidio
Desde finales de 1918 hasta 1924,
Gusinde emprendió cuatro expediciones científicas a Tierra del Fuego con el fin de estudiar los pueblos
autóctonos, amenazados de extinción por las enfermedades y el genocidio
resultante tras la llegada de colonos europeos, y documentar su cultura.
Durante su estancia más larga (22 meses), Gusinde grabó canciones para el
Berliner Phonogramm-Archiv [archivos etnológicos sonoros] y realizó un trabajo
pionero fotografiando los ritos iniciáticos y la cultura de los sobrevivientes,
cuyas obras principales « Begegnungen auf Feuerlandd» y «Die Feuerlandindianer
Band I-III» ofrecen un testimonio de un inigualable esplendor. (Español: Los
indios de Tierra del Fuego, Tomo I volúmen II, El mundo espiritual de los
Selk`nam y El espíritu de los hombre de
la Tierra del Fuego, Ediciones Xavier Barral, 2015).
Gracias a sus fotografías plenas de
sensibilidad de la riqueza cultural de los autóctonos, llamados Fueguinos,
Gusinde logró refutar el estereotipo racista, ya muy extendido en la época, de
los « salvajes incivilizados», clichés que debemos, por ejemplo, a un joven
procedente de una ilustre familia británica: Sir Charles Darwin. Quien a la
edad de 24 años, en su libro c« El Viaje del Beagle », omitió esta perla sobre
los indígenas de Tierra del Fuego: «Nunca hubiera imaginado la brecha que
existe entre el individuo salvaje y el individuo civilizado. Es
más grande que entre el animal salvaje y el animal domesticado, en la medida en
que el hombre tiene más probabilidades de mejorar que el animal. »
Aún hoy muchos se preguntan si esta
desvaloirización racista de los habitantes de Tierra del Fuego por parte de Darwin ¿no contribuyó a
hacerlos « salvajes », a reducirlos a la
condición de carne de caza y entregarlos
así a un exterminio despiadado? Otro mérito de Gusinde es que documentó las
consecuencias del estúpido cliché de Darwin y fue el primero en protestar
contra la tragedia experimentada por los Selk’nam, Yámana y Kawésqar
Esto había comenzado mucho antes de
la llegada oficial de los misioneros blancos, anglicanos y católicos salesianos
alrededor de 1840. Los cazadores ingleses y otros europeos ya habían
transformado desde hacía mucho tiempo la Tierra del Fuego en un matadero donde cientos de miles de
focas abatidas a golpes de garrotes y miles de ballenas matadas con arpones
fueron utilizadas para la producción de aceite. Este «aceite polar » obtenido por calentamiento y presión era un
combustible muy apreciado para el alumbrado público de las ciudades europeas
antes de la electricidad.
La despiadada matanza de mamíferos
marinos redujo a la nada la principal fuente de alimentación, de vestido y de
vivienda para los aborígenes; aquellos que tenían una dramática necesidad de
focas y de lobos marinos, que cazaban por su piel y carne para asegurar su supervivencia.
A esto le siguió la presión sobre el continente de las gigantescas estancias que se establecieron para criar
oveja de lana para la exportación. Y a partir de 1880, las acciones de los
buscadores de oro. Fueron ellos -estancieros y buscadores de oro- quienes
provocaron la desaparición definitiva de los nativos.
Popper a la caza del indígena: a sus pies, el cuerpo de un indígena
Ona asesinado: un ser humano.
El genocidio imputable al infame
Julius Popper, un rumano de origen judío, pasaría a formar parte de la historia
de las atrocidades colonialistas y de la literatura asociada a ellas (Menéndez,
rey de la Patagonia – Editorial Catalonia).
De hecho, Popper exigía a cada uno de sus asesinos, para pagarle una
prima, que le trajera por lo menos una oreja que probaran que había asesinado a
un indígena de Tierra del Fuego. Es por
eso que la embriaguez del oro es inseparable de la embriaguez de la
sangre de los Orejeros, los cazadores de orejas, que llevaban su botín diario
en sus cinturones, suspendidos por una cuerda.
A mediados del siglo XIX, según
varias estimaciones, unos 4.000 Selk’nam* vivían en Tierra del Fuego; en 1930
sólo quedaban 100, seres pobres, asustados y caquécticos que esperaban la
muerte en un hospital salesiano.
Amenaza
a una reserva internacional de biodiversidad
Exactamente cien años después de
este genocidio jamás expiado, Harald V de Noruega, del linaje
Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, y su aristócrata esposa Sonia
aterrizaron en Chile, junto con un grupo de 60 empresarios noruegos.
Oficialmente, se trataba de celebrar el centenario de las relaciones
diplomáticas entre Chile y Noruega. Pero la verdadera razón fue revelada por el
monarca en su presentación titulada “Pioneering Sustainable Solutions” (Hacerse
pioneros de soluciones durables); esta expresión florida cubría el proyecto de
establecer nuevas criaderos de salmón en los fiordos alrededor del Cabo de
Hornos – más precisamente, en el Canal Beagle.
Mucho antes del anuncio del
proyecto noruego -que Harald había preparado cuidadosamente en marzo de 2018,
al firmar un acuerdo de cooperación con el presidente argentino Mauricio Macri
para el desarrollo de la salmonicultura industrial en el Canal Beagle y en la
costa de Santa Cruz- decenas de empresas salmoneras chilenas habían señalado
con sus ganchudos dedos en dirección de Tierra del Fuego, lo que alarmó a los
descendientes de los autóctonos. Por un lado, Puerto Williams alberga las
reservas de agua dulce más puras del mundo; por otro, el Cabo de Hornos,
incluido el Canal Beagle, y donde ahora los criadores industriales de salmón
noruegos quieren también incrustarse, es desde 2015 una reserva de
biodiversidad protegida por el Programa
de la UNESCO sobre el ser
humano y la biosfera.
Diversas razones que se superponen
y completan, han demostrado la necesidad de esta reserva, considerada como un
paradigma del medio marino subantártico. Este importante sitio oceanográfico se
encuentra en una zona de confluencia de aguas de naturaleza y comportamiento diferentes:
las aguas antárticas profundas y las corrientes de deriva del Pacífico Sur
occidental, de una importancia capital para la regulación del clima del
planeta.
Ante estas interacciones a veces
complejas, pero sobre todo ante las amenazas que pesan sobre su futuro, las
comunidades indígenas del sur de Tierra del Fuego han logrado que se cancelen, después de años
de procedimientos, 344 concesiones de
uso de agua otorgadas a los criadores de salmón. Pero las sanciones jurídicas
no constituyen una garantía, también pueden ser canceladas mediante procesos de
apelación.
Una coalición internacional de
organizaciones para la protección del medio marino finalmente ha tomado como
blanco la ofensiva de la industria salmonera: el Foro para la Conservación del
Mar Patagónico del cual hacen parte, por supuesto, Greenpeace, el muy
controvertido WWF, pero también la influyente Fundacion Pew. A principios de
2019, esta coalición publicó una toma de posición contra la ampliación de los
criaderos industriales de salmón chilenos en Puerto Montt y en la isla de
Chiloé, en la Patagonia Central, al norte de Tierra del Fuego, un texto muy
crítico y bien documentado
Después de la fiebre de la lana de oveja y del oro, la fiebre del salmón
Antes de Puerto Williams, la pareja
de monarcas noruegos ya había sido bloqueada en la Plaza de Armas de Punta
Arenas, la capital de la región chilena de Magallanes. « ¡Bienvenidos reyes,
pero sus salmones no! », gritaban los manifestantes. Los representantes de la
comunidad Yagán en Puerto Williams confrontaron a los asombrados monarcas
lobistas con una audaz lectura de una carta abierta en la que pedían que se
pusiera fin al establecimiento de salmoneras en Tierra del Fuego.
Pero por qué este conflicto en el
extremo Sur del mundo debería interesar a la lejana Alemania [y a Europa, NdE],
podrían preguntarse aquí numerosos lectores y lectoras. Por una buena razón: el
salmón es por lo menos desde 2016 el nuevo pescado favorito de los alemanes.
Representa el 20,5% de las ventas de pescado al por menor y cada alemán consume
15 kilos al año. Una marcha triunfal del salmón en dirección de las mesas
alemanas. [ los españoles ocupan el
segundo lugar en Europa, con 50.000 toneladas al año, seguidos por los
franceses, con 33.000 toneladas al año, NdE]
La mayor parte proviene de la
acuicultura practicada en las costas noruegas y chilenas, que concentran el 75%
de la producción mundial. Y aquí es donde comienzan los problemas, sobre todo
en Chile. El documental realizado por los cineastas alemanes Wilfried Huismann
y Arno Schumann para la televisión, Salmonopoly, ofreció a los espectadores
desde 2010 un testimonio aplastante de la catástrofe que representa la cría de
salmón en la Patagonia.
Contaminación de la costa sur del Chile Virtual y de la Patagonia en especial.
Así el régimen cesarista/despótico
de Sebastián Piñera Echeñique amenaza la biodiversidad y expone la salud pública y la vida de los ciudadanos: hace falta una nueva constitución,
soberanamente sancionada por el Pueblo chileno para que lo proteja junto con el
entorno ecológico.
La película señala la
empresa noruega Marine Harvest, conocida desde hace poco bajo el nombre de
MOVI. Con el 50% de las concesiones de cría, Marine Harvest es el segundo
productor de salmón en Chile; un país que concentra el 26% de los beneficios de
las empresas, por delante de Noruega, Escocia, Canadá y USA. En vano los
documentalistas intentaron obtener del depredador John Fredriksen-
principal accionista de Marine Harvest/MOVI y propietario de la primera flota
mundial de petroleros, así como de una de una fortuna valorada en 7 000
millones de euros – una entrevista sobre numerosas violaciones medioambientales
y accidentes mortales de sus buceadores.
Por lo demás: como el magnate se
negó a pagar sus impuestos en Noruega en virtud de sus Gloriosos 7 000 millones
de euros, se instaló desde los años 90 en Chipre y luego en Londres, cuya City
está en estrecha connivencia con los paraísos fiscales de todo el mundo. Este
mánager glacial consiguió entre otras cosas
eludir en 2014 las sanciones contra Rusia y a negociar un acuerdo de mil
millones de euros entre su empresa Seadrill y el gigante petrolero ruso Rosneft.
La contaminación masiva de la Mar del sur de Chile por las salmoneras flotantes.
En cualquier caso, hay que imputar a Marine Harvest y sus
salmoneras flotantes la contaminación masiva del Pacífico en el sur de Chile.
Las primeras críticas se dirigen a la importación de desove de salmón noruego
infectado, luego los jóvenes son encerrados y engordados en jaulas sumergidas
en la costa de Los Lagos, una provincia chilena en la Patagonia, y que
contienen hasta 80.000 peces cada una.
Los peces son alimentados esencialmente con harina de jurel; esta
especie, estrechamente emparentada a la caballa, de la familia de los túnidos,
ahora les falta a los chilenos pobres que se alimentan de ella y
está catalogada como una especie en vías de extinción en el Pacífico Sur debido
a la sobrepesca. El uso depredador se refleja en este absurdo ecológico: 5 kg
de jurel para un aumento de peso de 1 kg en salmón de cultivo.
Las salmoneras flotantes del Chile
virtual han introducido a través de huevos de salmón noruego más de 20
enfermedades de origen bacterianas, viral o parasitario.
Pero estos atentados contra el
medio ambiente pronto tomaron una dimensión de salud pública: Según los datos
de Juan Carlos Cárdenas, veterinario y presidente de la asociación de
protección chilena de los mares Ecocéanos – la industria salmonera introdujo
durante los últimos 20 años, a través de huevos de salmón noruego, más de 20
enfermedades de origen bacteriano, viral o parásitario en la costa sur de
Chile.
El Chile virtual de la sofofa y su producto estrella el “salmón zombi”: ¿Por qué no se ha investigado y sancionado a los causantes de la invasión de las constas del sur de Chile por la alga roja asesina: la Marea Roja?.
Sin embargo, los salmones reciben antibióticos todos los
días que exponen su flora intestinal a bacterias resistentes a los
antibióticos. Los consumidores de salmón, cuyos músculos contienen residuos de
antibióticos, se exponen también a los riesgos de resistencia a los
antibióticos. El 25 de julio de 2018, en una conferencia para Radio Universidad de Chile, el veterinario
reiteró sus advertencias y alertó sobre la bomba que constituyen los
antibióticos. En Chile, según Cárdenas, cada tonelada de salmón recibe 700
(¡óiganlo bien setecientas!) veces más antibióticos que en Noruega, Canadá o
USA. Desde entonces, el salmón chileno, especialmente el de Marine Harvest, es
llamado « salmón zombi » por los veterinarios
contestatarios y los ecologistas.
Pero lo peor es que sólo el 40% de los granulados de harina que contienen
antibióticos y dados diariamente a los salmones enjaulados son absorbidos por
los peces. El resto atraviesa la reja de la jaula y se disemina, tanto
por la orina y las materias fecales en las aguas marinas – las condiciones
óptimas para la aparición de cepas bacterianas resistentes a los antibióticos y
la proliferación de algas asesinas. En 2015 Cárdenas ya me había expuesto, para
mi reportaje Chiloé, o los desastres en Salmonopoly, las verdaderas causas de
la invasión de la costa de la isla por las algas rojas asesinas (llamadas «
marea roja»): 25 años de expansión constante de las superficies de producción
silvestres, basada en una explotación depredadora, que constituyen los mega
criaderos de salmón.
El modelo de gestión de los
criaderos de salmón se basa en un desprecio total de la carga admisible de los
ecosistemas sensibles locales. La contaminación orgánica desmesurada debida a
la comida y los excrementos de animales genera una eutrofización aguda
aportando cantidades muy elevadas de fósforo y nitrógeno y acelera así una
explosión de algas. Cada tonelada de salmón producida libera 72 kg de nitrógeno
en el agua de mar, lo que equivale a los vertidos de 19 000 personas. La «marea
roja» hacía tiempo se había desbordado a lo largo de la costa, fuera de los
fiordos y canales interiores, y había alcanzado la alta mar, amenazando la
biodiversidad, la salud pública y la vida de las comunidades de la costa
chilena.
Y las jaulas sólo ofrecen
una protección limitada contra el mal tiempo, y aún más limitada contra las
tormentas, lo que explica la «la evasión » de 800.000 salmones de Marine
Harvest en julio de 2018. Las televisiones de la comunidad europea advirtieron
contra el consumo de estos salmones no aptos para el consumo humano, pero los
pescadores de Puerto Montt ya habían capturado cientos de ellos, que se vendían
a un precio irrisorio de 800 pesos (1,20 euros) el kilo. Pocos días después, un empleado del Parque
Nacional de Lago Puelo, a 510 kilómetros
de distancia de allí, en Argentina, confirmó que la repentina hiperactividad de
los pescadores en los brazos del río Puelo, que desemboca en el Océano Pacífico
en Chile, estaba relacionada con la fuga de los salmones chilenos, que había
remontado la corriente río arriba y transmitían la plaga del salmón, lo que
tendría consecuencias devastadoras.
Plantón contra el despido del sociólogo Alberto Serrano, Director
del Museo Gusinde de Puerto Williams, por defender la comunidad indígena Yagana
y por ser opositor a las salmoneras flotantes.
Volvamos a la visita real.
Evocando una medida « preventiva » antes
de la ilustre visita noruega, el Secretario de Estado Carlos Maillet, del
Centro nacional de conservación y restauración de monumentos históricos, obtuvo
el despido inmediato del sociólogo Alberto Serrano, director del museo Gusinde
de Puerto Williams, sin dar ninguna explicación; Serrano, un especialista
conocido por sus estrechas relaciones con la comunidad indígena Yagana y por lo
tanto sospechoso, a los ojos del régimen de Sebastián Piñera, de
colaboración con los opositores a las salmoneras. Su despido fue por lo tanto,
percibido como un regalo a la industria transnacional del salmón.
En definitiva, la expansión de esta
transnacional en la Patagonia chilena y argentina en Tierra del Fuego no constituye, según la Asociación
Interamericana del Medio Ambiente (IADA), un éxito de la salmonicultura
intensiva en Puerto Montt y Chiloé, pero, al contrario, los prepara para un
desastre ecológico. Su reubicación en las reservas de biodiversidad del Cabo de
Hornos y Torres del Paine da esperanza a los criadores de recuperar una
virginidad ecológica e higiénica que les permita continuar su negocio de oro con
el “salmón zombi”.
Un grito unánime a través la
Tierra del Fuego: « ¡No a las salmoneras! , No al salmón zombi del Chile
virtual de la sofofa.
Lo subrayado es nuestro.
Prof. Moreno Peralta/IWA.
Secretario Ejecutivo ADDHEE.ONG.
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