Hablemos de “Glorias Navales”
“La
verdad habla solo para abrirse paso, la mentira para cerrarlo”...
Por Eduardo
Contreras Mella / Abogado, escritor, comunicador social.
El pueblo
chileno tiene todo el derecho a exigir el rescate fiel de la memoria histórica
sin lo cual el futuro democrático no estará garantizado.
26/05/2019. 21 de mayo, Piñera en Iquique,
mientras el Comandante en Jefe de la Armada, almirante Julio Leiva, cometía un
grueso error en su discurso, alterando fechas en nada menos que cien años. La
fanfarria de siempre. Los juicios de valor exagerados al infinito.
No digo
que no haya que conmemorar y sin duda es de toda justicia recordar el gesto del
abogado Arturo Prats Chacón. Sin duda, es la formación humanista que da el
Derecho lo que ayuda a explicar la acción valerosa de nuestro ilustre colega.
Pero ese
no es el problema, ni es lo que resulta indispensable denunciar.
Lo de
fondo es gravísimo ya que en rigor resulta a todas luces inmoral que se hable
de “glorias navales” y se incurra en cuantiosos gastos para
el jolgorio con que se recuerda esa parte del pasado, y en cambio nada se diga
ni pidan perdón los mandos uniformados cuando todo el mundo conoce el nefasto
papel del mando de la Armada de la época y su activa participación en la
gestación y materialización del criminal golpe de Estado del 11 de septiembre
de 1973 y su participación en el genocidio, asesinato del Presidente
Constitucional de Chile, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Dr.
Salvador Allende Gossens.
Son de dominio público hace años episodios como los
de la llamada “Cofradía Naval” y la participación en ella de un personaje
siniestro como Agustín Edwards Eastman, dueño del oráculo mercurial de la
sofofa. La conspiración en la Armada es uno de los capítulos determinantes
en la dramática historia nacional. Los informes “Church” e “Hirschey” del
Senado norteamericano aportan una valiosa información, la que también es parte
del expediente rol N°12-2013 de los tribunales chilenos en el que intentamos
que nada sea olvidado y que se aplique sanciones a los culpables de los
crímenes de lesa humanidad perpetrados en nuestro país.
Nadie
tiene derecho en Chile a alegar que no supo que el llamado Buque
Escuela “Esmeralda” fue utilizado por la Armada de Chile como
centro de detención y tortura en el puerto de Valparaíso según ha sido
demostrado por Amnistía Internacional, además por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos de la OEA, el Informe de la Comisión Nacional (Chilena) de
Verdad y Reconciliación así como en los específicos procesos judiciales que se
lleva a cabo. No fue el único barco de la muerte, ya que deben agregarse los
buques “Maipo”, Andalien y
“Lebu”. También la Armada chilena torturó y asesinó en otros lugares.
Como el Cuartel Silva Palma de la Academia de Guerra Naval o la Base
de El Belloto.
Nunca
mejor puesto el nombre de “Barco de la Muerte” a la Esmeralda. ¿Y se le sigue
rindiendo homenajes a ese lugar del crimen. ¿Es que están todos locos?
Por la
Esmeralda se estima que pasaron no menos de 500 prisioneros, hombres y
mujeres, que sufrieron las peores torturas, incluidas violaciones sexuales a
mujeres y hombres a manos de estos “héroes navales”. Entre los
asesinados en ese barco se cuenta el sacerdote católico
chileno-británico, Miguel R. Woodward, en el mes de septiembre de 1973
quien falleció a consecuencia de las tortura, de hecho le reventaron sus
órganos a golpes. La Iglesia Católica reclamó su cuerpo pero nunca le fue
entregado y se lo sepultó en una fosa común sobre la cual posteriormente se
construyó un camino.
El caso
del sacerdote es uno entre centenares; son estremecedores los testimonios de
los prisioneros de la “gloriosa” Armada chilena. Padres torturados en frente de
sus hijos. Hijos torturados frente a sus padres. ¿Qué les diría el abogado
Arturo Prat Chacón a estos verdaderos chacales?
Y este es el mismo barco que los mandos de la Armada
chilena llevan en visita anual por distintos puertos de todo el mundo en donde
se habla de su “glorias navales”.
La cobardía moral de los mandos
de las FFAA y de buena parte de aquellos sectores políticos nacionales
autoproclamados como “democráticos” no tiene límites. Ni siquiera colaboraron
en entregar información respecto de los crímenes de lesa humanidad perpetrados
en sus naves ni mucho menos han pedido perdón.
“Los denominados ejercicios Unita de los Estados Unidos”
Resulta
simbólico de la estrecha relación de dependencia de los mandos de las FFAA
chilenas con el gobierno norteamericano, el hecho que aquel 11 de septiembre
nuestros marinos se encontraban junto a los barcos de guerra estadounidenses
participantes en los denominados ejercicios UNITAS. Al fin y al cabo el crimen
había sido organizado en los Estados Unidos en aquella reunión -reconocida por Agustín
Edwards Eastman en su careo con
el investigador norteamericano Peter Kornbluh en el expediente judicial chileno
ya citado- que el empresario golpista sostuvo con la CIA.
Tal ha
sido la participación de la Armada en los crímenes de lesa humanidad cometidos
en Chile y no sirven los falsos desmentidos de personajes como el almirante
Jorge Arancibia, ex jefe de la Armada que sostiene que “jamás se torturó a
nadie” y que los “gloriosos” barcos sólo constituyeron instancias de tránsito
para albergar prisioneros.
Basta ya
de tanta hipocresía. El Pueblo Chileno tiene todo el derecho a exigir el
rescate fiel de la memoria histórica,
en el marco de una nueva Constitución sancionada soberanamente por el Pueblo
Chileno que ponga fin a la Constitución/artilugio de 1980, impuesta por la dictadura fascista cívico
militar, sin lo cual, el futuro
democrático seguirá esperando.
Lo subrayado
es nuestro.
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