El Professor Noam Chomsky y la España profunda fascista franquista
La caída de Barcelona en manos del
ejército de la dictadura fascista franquista
En una reciente entrevista con
Amy Goodman, ésta le preguntó al Prof. Noam Chomsky si es cierto que su primer
artículo político lo publicó a la pasmosa edad de 10 años. Chomsky, con su
acostumbrada bonhomía y modestia, lo confirmó.
Lo confirmó, y explicó que el
acontecimiento que lo movió a escribirlo fue la caída de Barcelona en manos del
ejército de la dictadura fascista franquista, por lo que el artículo debió de
publicarse a comienzos de 1939. En él expresaba su angustia y desasosiego por
lo que en esos momentos parecía una imparable expansión del fascismo en Europa,
poniendo como ejemplos no solo la conquista de Barcelona, sino también los
Acuerdos de Múnich y la situación de Checoslovaquia, la cual, tras el Anschluss
de 1938, parecía ser el próximo objetivo de las hordas nazis.
El artículo fue publicado en una
revista de su escuela, la Oak Lane Country Day School, en Filadelfia
(Pensilvania), institución de la que siempre ha guardado un sereno recuerdo por
tener como principio educativo fundamental el permitir a sus alumnos/
estudiantes centrarse en lo que más le interesara a cada uno, todo
en un ambiente donde la competencia, los exámenes y las calificaciones eran
inexistentes, lo cual hoy nos puede sonar a quimérica ensoñación.
Hoy, hablar de sociedad en la
sociedad capitalista consumista y globalizada, es hablar de un ben de consumo
por y para el lucro, de los mercachifles del negocio de la educación privada.
Todo parece indicar, y así lo
confirman los estudiosos de su vida y las personas que lo han tratado, que fue
la caída de Barcelona en concreto lo que estimuló a un jovencísimo Noam Chomsky
a empezar a interesarse ávidamente por el pensamiento político y la realidad
social. Y digo «ávidamente» porque antes de tan infausto acontecimiento ya
mostraba un cierto interés por los hechos que marcarían los convulsos años 30
del siglo pasado: la Gran Depresión, la Guerra Civil española, la expansión del
nazismo e incluso el propio antijudaísmo existente entonces en Estados Unidos,
el cual padeció en su infancia. Como él mismo ha relatado en algunas
entrevistas, en su mismo barrio, siendo un niño, tenía que vivir continuamente
con la zozobra de tener que caminar por la calle siempre alerta, huyendo de los
niños alemanes e irlandeses, que lo vejaban por su condición de judío, y él
mismo ha declarado que creció «con una especie de terror visceral hacia los
católicos».
La importancia de España en su
desarrollo como intelectual fue tan decisiva que, sin el trauma que le supuso
la victoria del bando fascista en la Guerra Civil, es probable que su vida no
hubiera tomado el curso que tomó. Esto lo pudo confirmar hace más de 40 años el
primer y más notorio admirador y conocedor de Prof. Chomsky en España, el
lingüísta Carlos Peregrín Otero, a la sazón profesor de Lingüística en la
Universidad de Berkeley, y que se dedicó con incansables entrega y ardor a
traducir al español y a difundir por Latinoamérica y España parte de su obra,
tanto política como lingüística, llegando a publicar en 1984, el libro La
Revolución de Chomsky, hoy difícil de encontrar.
Pero alguien podría preguntarse:
«¿ Y qué hizo que tan sorprendentemente joven, antes del mencionado trauma, ya
se interesara por cuestiones políticas?». O mejor dicho, ¿qué hizo que el
funesto final de infausta guerra civil española franquista llegara a sus oídos
y le afectara tanto? Por lo visto, tenía algunos familiares que eran adeptos o
pertenecían a algunos movimientos de izquierdas, en especial al anarquismo, y el
mismo Professor Chomsky ha contado cómo se embarcaba en el tren algunos fines
de semana camino a Nueva York –curiosamente dejaban viajar solos a niños de tan
corta edad– para visitar a algunos tíos suyos e ir en busca de librerías que
ofrecían un extenso catálogo de libros y textos sobre anarquismo. Fue entonces
cuando empezó a entrar en contacto con anarquistas españoles, catalanes y
vascos, exiliados en Nueva York que se reunían en estos lugares, y empezó a
leer vorazmente todo lo concerniente a anarquismo y anarcosindicalismo.
Fruto de esta fascinación por el
anarquismo español fue el libro y catalán en especial, del Prof. Chomsky y el Anarquismo, (Chomsky
on Anarchism, AK Press, 2005), en cuya edición en inglés las palabras Spain y
Spanish aparecen más de doscientas veces. Más que un libro sobre anarquismo, se
podría decir que es un libro sobre la historia política de la España profunda
franquista de los años 30 del siglo pasado, a partir de la cual teoriza sobre
la viabilidad de un sistema anarcosindicalista como medio de organización
social, con las experiencias colectivizadoras del 36 y el 37 haciendo de firme noray al que poder asirse en la
figuración de que, en un ambiente sin hostilidad ni beligerancia a todas luces
asfixiantes, tal sistema podría haber triunfado o podría llegar a hacerlo en el
futuro en cualquier otro lugar.
En ese libro, el cual está
compuesto tanto por escritos suyos como por entrevistas concedidas a lo largo
de décadas, el profesor Chomsky insiste en la idea de que, para él, «la Guerra
Civil española es uno de los eventos cruciales de la historia moderna, y uno de
los más extensamente estudiados. En él encontramos la interacción de fuerzas e
ideas que han dominado la historia europea desde la Revolución Industrial»,
demostrando así la enorme importancia que siempre le ha dado al estudio y
reflexión sobre nuestro periodo histórico más funesto del último siglo. A lo
largo de sus páginas disecciona las obras de célebres autores estadounidenses
sobre el conflicto y la revolución social del 36, expresando siempre su
discrepancia en lo que se refiere a las causas del fracaso de dicha revolución
y a la victoria final fascista franquista con el apoyo del nacismo alemán y del
fascismo italiano, pues lo que para algunos autores fue un inexorable desenlace
a causa de una revolución inoportunamente concebida, para el prof. Chomsky fue
el resultado de un interesado contubernio entre fascistas, republicanos y soviéticos para
sofocar una revolución que aspiraba a construir una sociedad fundada en los
valores del anarcosindicalismo español de entonces: colectivismo agrario e
industrial, solidaridad, feminismo, educación racionalista, mejora de las
condiciones de vida y respeto al medio ambiente, entre otros.
Rudolf Rocker (1.873 – 1.958), historiador
alemán del anarcosindicalismo, autor de la obra La Tragedia de España y figura
sumamente influyente en el pensamiento del prof. Chomsky, es citado por éste al
tratar el asunto de la responsabilidad de la URSS y el Partido Comunista
español en el aplastamiento de la revolución:
«…el pueblo español se ha visto
involucrado en una lucha desesperada contra un enemigo inmisericorde y han sido
expuestos además a las intrigas secretas de los grandes poderes imperialistas
de Europa. A pesar de esto, los revolucionarios españoles no se han aferrado
desesperadamente al desastroso recurso de una dictadura fascista, sino que se
han mantenido fieles a sus honestas convicciones. A cualquiera que hubiera
visitado Barcelona/ cataluña tras las batallas de julio, fuera amigo o enemigo
de la Confederación Nacional del Trabajo,
le
habría sorprendido ver tanta libertad en la vida pública y una total ausencia
de planes tendentes a suprimir la libertad de expresión. Durante dos
décadas los partidarios del stalinismo se han dedicado machaconamente a tratar
de convencer a las gentes de que una dictadura es una necesidad vital para la
defensa de los llamados intereses proletarios contra los asaltos de la
contrarrevolución y para despejarle el camino al socialismo. No han hecho
avanzar la causa del socialismo mediante esta propaganda, sino que simplemente le han dado
vía libre al fascismo en Italia, Alemania y Austria, provocando que millones de
personas olviden que una dictadura militar fascista, la forma más extrema de
tiranía, nunca podrá llevar a la liberación de la sociedad. En Rusia,
la denominada dictadura del proletariado no ha llevado al socialismo, sino a
que una nueva burocracia stalinista subyugue al proletariado y a toda la
población. Lo que más temían los autócratas soviético y sus secuaces es que el
éxito del socialismo libertario en España acabe haciendo patente que la tan
ensalzada necesidad de una dictadura del proletariado no es más que un vasto
fraude que en Rusia ha conducido al despotismo de José Stalin , ayudando a la contrarrevolución
a vencer a los trabajadores y campesinos».
La enorme sugestión que le
produjeron a Chomsky una revolución tan sorprendentemente espontánea, las
muchedumbres que la secundaron, la súbita transformación de las condiciones
económicas y sociales hasta su aplastamiento final, fijó para siempre su
actitud ante el mundo, la cual no ha cambiado sustancialmente en sus casi 90
años. Pero tampoco es ajeno al tratamiento que en la España profunda franquista
se le suele dar a este trascendental acontecimiento político y social, desde la
enseñanza de Historia en las aulas hasta los debates intelectuales más
rigurosos, en que se lo presenta como una especie de aberración, como un
abominable obstáculo en el camino a la victoria en la maldita Guerra Civil para
salvar al régimen burgués de las garras de la dictadura fascista franquista.
Chomsky y la España fascista franquista
No solo fue la revolución social
durante la Guerra Civil lo que siempre ha unido a Chomsky con la historia de
España. Es conocida su admiración por el complejo industrial de Mondragón (la
Corporación Mondragón, en Guipúzcoa/ país Vasco) como ejemplo de que el
colectivismo autogestionario es perfectamente viable. Dijo una vez en una
entrevista hace más de 20 años: «Consideremos, por ejemplo, una de las instalaciones
comerciales e industriales más exitosas en el país Vasco, bastante grande, de
hecho, Mondragón. Es un importante conjunto de industrias, escuelas, servicios
sociales, sistema sanitario, de inmenso valor, muy exitoso, uno de los pocos
sectores de la economía española que es competitivo internacionalmente incluso
después de la adhesión a la Unión Europea. Es propiedad de los trabajadores, y tiene
algo de socialismo libertario. Los trabajadores son los dueños, pero la
corporación es dirigida por unos directores o gerentes. Los trabajadores eligen
a los directores, pero al menos se puede decir que en teoría los controlan.
¿Cuánto lo controlan? Es discutible, pero no hay inversores de fuera que
lleguen y digan lo que hay que hacer. Tienen sus propios bancos, bancos de
desarrollo, tienen sus propios servicios sociales y demás. Y ha sido
francamente exitosa. Son porciones de sociedades más libres y democráticas,
solo porciones, dado que los trabajadores no participan directamente en la
gestión, se limitan a elegir a alguien que les diga qué hay que hacer. Al menos
tienen capacidad de elección, y tienen la última palabra. Esto es un ejemplo de
porción de sociedad realmente democrática, y podemos encontrar casos así por
todas partes y lugares, con bastante frecuencia en periodos revolucionarios.
Comunidades verdaderamente democráticas surgieron rápida y espontáneamente,
como los consejos obreros. Éstos se empezaron a desarrollar y aparecieron antes
de la revolución bolchevique, pero luego, tras el triunfo de ésta, fueron
inmediatamente aplastados por José Stalin. En Italia, al mismo tiempo, se
desarrollaron grupos similares, tras la revolución húngara de 1919, así como en
España. De hecho, cosas así están ocurriendo constantemente de manera
espontánea, y la razón es que se trata de algo natural. No necesitas leer
grandes libros para pensar que los trabajadores de una fábrica deberían unirse
y dirigirla ellos mismos. Si vamos atrás en el tiempo, a los Estados Unidos del
siglo XIX, los trabajadores de las ciudades eran plenamente conscientes de que
lo razonable era que los diversos centros de producción (granjas, talleres,
molinos,…) fueran poseídos y dirigidos por los mismos trabajadores. Es de
sentido común; es como decir que la gente debería votar a sus propios
representantes políticos en el Congreso. Bien, estas ideas tan naturales son
constantemente aplastadas, pero no hay ninguna razón por la que no puedan
llegar a ser realizadas alguna vez».
El gran Porfessor Noam Chomsky,
con su genialidad, carácter cordial, su
afabilidad e insobornable corrección, su admirable integridad moral e
infatigable lucha en pro de un mundo mejor, ha sido y seguirá siendo una gran
inspiración intelectual y moral para la Humanidad. Cerca de cumplir 90 años,
sigue estudiando, interesándose por el mundo, concediendo entrevistas, e
incluso yendo a su despacho del Massachusetts
Institute of Technology, en Boston. Su figura contrasta enormemente con la
del intelectual burgués a que estamos
acostumbrados; es el reverso de la medalla, lo opuesto a los eruditos a los
epígonos que abarrotan los medios mediáticos de (in)comunicación y los debates
públicos, entre paniaguados de los partidos de la clase politicastra, de turno de
la ideología imperante capitalista salvaje globalizada, prevaricadores de la
palabra y mistificadores de la verdad, los cuales solo buscan desesperadamente
aumentar su nómina de aduladores . Al professor Chomsky nunca lo ha espoleado
el afán de notoriedad, no digamos el afán de lucro, ni el congraciarse con tal
o cual tendencia o escuela. Solo movido por el amor a la verdad y una
desinteresada fe en una supuestamente intrínseca bondad humana, ha caminado por
el mundo y la vida derrochando sabiduría, aun a riesgo de no caer en gracia a
nadie.
PS: Presentación y preparación del Prof. Galvarino Jaramillo Pflucker /Vicepresidente
ADDHEE.ONG
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