CON EL PAPA FRANCISCO TERMINA LA IGLESIA
OCCIDENTAL Y
COMIENZA LA IGLESIA UNIVERSAL
Prof. Dr.
Leonardo Boff / Promoviert und Habilitiert, Universität München/ Deutschland.
Han pasado ya cinco años del
papado de Francisco, obispo de Roma y Papa de la Iglesia Universal. Muchos han
hecho balances minuciosos y brillantes sobre esta nueva primavera que ha
irrumpido en la Iglesia Católica. Por mi parte enfatizo solo algunos puntos que
interesan a nuestra realidad latinoamericana.
El primero es la revolución hecha
en la figura del papado, vivida en persona por él mismo. Ya no es el Papa
imperial con todos los símbolos heredados de los emperadores romanos. El Papa
Francisco se presenta como simple persona, como quien viene del pueblo. Sus
primeras palabras de saludo fueron decir a los fieles “buona sera”: buenas noches. “Yo
vengo del fin del mundo” A
continuación, se presentó como obispo de Roma, llamado a dirigir en el amor a
la Iglesia que está en el mundo entero. Antes de dar él la bendición oficial,
pidió al pueblo que rezara por él y lo
bendijera. Se fue a vivir no a un palacio –lo que habría hecho llorar a
Francisco de Asís–, sino a una casa de huéspedes. Y come allí con ellos.
El segundo punto importante es
anunciar el Evangelio de Cristo, como la doctrina social de Iglesia, como
superabundancia de sentido de vivir y menos como doctrina de los catecismos. No
se trata de llevar a Cristo al mundo secularizado, sino de descubrir su
presencia en él por la sed de espiritualidad con los marginados sin voz ni
justicia, que se nota en todas partes.
El tercer punto es colocar en el
centro de su actividad tres polos: el encuentro con Cristo vivo, el amor
apasionado por los pobres y el cuidado de la Madre Tierra. El centro es Cristo,
no el Papa. El encuentro vivo con Cristo tiene primacía en el marco de la doctrina social de la Iglesia.
En vez de la ley anuncia
incansablemente la solidaridad con los marginados del mundo, y la revolución de
la ternura, como lo dijo a los obispos brasileños en el viaje a nuestro país.
El amor a los pobres, los marginados,
los sin voz ni justicia, lo expresó en su primera intervención oficial: “cómo me gustaría que la Iglesia fuese la
Iglesia de los pobres”. Fue al encuentro de los refugiados que llegan a la
isla de Lampedusa en el sur de Italia, huyendo de la maldita guerra y la
miseria. Allí dijo palabras duras contra cierto tipo de “civilización moderna” carente de todo sentido de solidaridad humana
y que el sufrimiento de sus semejantes
no les interesa.
El Papa Francisco
Ecologista
Suscitó la alarma ecológica con
su encíclica Laudato Si: sobre el cuidado de la Casa Común, la Madre Tierra,
dirigida a toda la Humanidad. Muestra clara conciencia de los peligros que
corren el sistema-vida y el sistema-Tierra. Por eso expande el discurso
ecológico más allá del ambientalismo. Dice enfáticamente que debemos hacer una
revolución ecológica global. La ecología es integral y no solo verde, pues
involucra a la sociedad, la política, la cultura, la educación, la vida
cotidiana y la espiritualidad. Une el grito de los pobres, de los marginados
con el grito de la Madre Tierra. Nos invita a sentir como nuestro el dolor de
la Madre Naturaleza, pues todos estamos interligados y envueltos en un tejido
de relaciones. Nos pide «alimentar una
pasión por el cuidado del mundo… una mística que nos anime, unos móviles
interiores que impulsen, motiven, alienten y den sentido a la acción personal y
comunitaria».
El cuarto punto significativo ha
sido presentar a la Iglesia Católica, no como un castillo cerrado y cercado de
enemigos, sino como un hospital de campaña que acoge a todos sin reparar en su
extracción de clase, de color o de religión. Una Iglesia en permanente salida
hacia los otros, especialmente hacia las periferias existenciales que abundan
en todo el mundo. Ella debe servir de aliento, infundir esperanza y mostrar a
un Cristo que vino a enseñarnos a vivir como hermanos y hermanas, en el amor,
la igualdad, la justicia, abiertos al Padre que tiene características de Madre
de misericordia y de bondad.
Por último, muestra clara
conciencia de que el Evangelio de Cristo se opone a las potencias económicas
desarrolladas, de un mundo que acumula riqueza absurdamente, dejando en la
miseria a gran parte de la Humanidad. Vivimos bajo un sistema que coloca el
dinero en el centro de la actividad humana de sus dueños, los propietarios de
empresas multinacionales y de bancos, que es asesino de los pobres y depredador
de los bienes y servicios de la Madre Naturaleza. Contra ellos tiene las
palabras más duras. Dialoga con todas las tradiciones religiosas y
espirituales. En el lavatorio de los pies del Jueves Santo estuvo una niña
musulmana.
Quiere a las Iglesias, con sus
diferencias, unidas en el servicio al mundo, a la Humanidad, especialmente a los más desamparados,
marginados. Es el verdadero ecumenismo de misión.
Con este Papa que “viene del fin del mundo” termina una
Iglesia occidental y comienza una Iglesia universal, adecuada a la fase
planetaria de la Humanidad, llamada a encarnarse en las distintas culturas y
construir ahí un nuevo rostro a partir de la riqueza inagotable del Evangelio
de Cristo.
Con
esperanza y memoria
Prof. Dr. Leonardo Boff.
PS:
Lo subrayado es nuestro.
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