jueves, 26 de junio de 2025

¿Netanyahu tenía el visto bueno de Trump para atacar Irán?:

¿Netanyahu tenía el visto bueno de Trump para atacar Irán?:  


Netanyahu afirmo: “Primero viene la fuerza y luego la paz” ¡De los cementerios” nazisionistas, genocida, fugitivo de la Corte Penal Internacional...

Por: German Gorraiz

El 12 de abril, Trump dio a Irán un ultimátum de 60 días para llegar a un acuerdo sobre su programa nuclear y en el día 61, Israel ha atacado a Irán.

AIPAC presiona a Trump 

Tras la llegada a la Casa Blanca de Trump, se ha producido el aumento de la presión del lobby pro-israelí de EE.UU. (AIPAC) para proceder a la desestabilización de Irán por métodos expeditivos. Así, según The New York Times, en su visita a la Casa Blanca, Netanyahu exigió a Trump empezar el ataque a Irán el próximo mes de mayo, pero Trump le pidió que esperara a junio pues confiaba antes en alcanzar un acuerdo que de facto supondría la rendición incondicional de Irán.

Así, el negociador estadounidense Steve Witkoff declaró que «Irán debe detener y desmantelar su programa de enriquecimiento nuclear y militarización», mientras Teherán consideraba inaceptable el cese total de sus actividades nucleares, incluido el ámbito civil, lo que hacía prácticamente imposible alcanzar un acuerdo de mínimos que evitara la escalada militar.

Trump y la estrategia de «máxima presión 2.0»

La estrategia de Trump hacia Irán, conocido como «máxima presión 2.0», se basaría en las políticas de su primer mandato pero ahora buscaría no solo frenar el programa nuclear iraní, sino también desmantelar su influencia regional y sus capacidades militares.

Así, Trump dirigió una carta al líder supremo iraní, Alí Jamenei, exigiendo «el desmantelamiento completo de los misiles balísticos de largo alcance, el cese total de su programa nuclear y el cese del apoyo a los hutíes de Yemen». Dicha misiva finaliza con la amenaza de que «si Irán no acepta un acuerdo nuclear, podría enfrentar bombardeos como nunca antes han visto» y por su parte, Alí Jamenei le advirtió que «cualquier ataque desencadenaría una respuesta devastadora».

Ataque de Israel a Irán

Israel ha realizado un ataque selectivo contra cerca de 20 objetivos relacionados con el programa nuclear de Irán y otros puntos militares y según la agencia estatal IRNA, en dicho ataque, el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán, el general Hosein Salamí, y otros altos cargos iraníes habrían muerto.

El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, aseguró este jueves que «Israel tomó medidas unilaterales contra Irán», que Jerusalén considera necesarios «para su propia defensa». Sin embargo, el ejército iraní afirmó que algunos de los aviones israelíes habrían cruzado el espacio aéreo de Irak, donde Estados Unidos mantiene tropas como parte de una coalición internacional antiyihadista.

Irak condenó «la flagrante violación del espacio aéreo y la soberanía de Irak por parte de la entidad sionista colonialista israelí al utilizar el espacio aéreo iraquí para llevar a cabo un ataque contra la República Islámica de Irán.

Operación Persia

La Operación Persia diseñada por el Mosad y el Pentágono constaría de un inicial ataque quirúrgico para neutralizar los radares y los sistemas de defensa aérea iraníes, utilizando misiles de precisión desde fuera del espacio aéreo iraní y así evitar las defensas antiaéreas y drones. Asimismo, otros objetivos eran instalaciones relacionadas con el programa nuclear iraní (como Natanz o Fordow), así como bases de drones y misiles balísticos y centros de mando de la Guardia Revolucionaria Iraní.

Así, EEUU le proporciono a Israel bombas B61-13 con más capacidad contra instalaciones especialmente reforzadas como centros de control y comandos estratégicos subterráneos, así como contra objetivos militares que ocupen grandes áreas, como Parchin, centro del programa nuclear militar iraní, los reactores experimentales de Teherán, Bonab y Ramsar, y grandes instalaciones como Bushehr, Natanz, Isfahán y Ferdows.

En una segunda fase, tras la previsible contrarréplica iraní, la CIA y el Mossad israelí prepararían atentados de falsa bandera en el Golfo Pérsico similares al del acorazado Maine de 1848, y tras atribuir su autoría a los iraníes, el Congreso estadounidense declararía el Estado de Guerra. Este proceso es conocido como «autorización estatutaria» y es un requisito imprescindible para que el presidente Trump pueda aplicar la Ley de Poderes de Guerra de 1973 que le faculta para enviar tropas al extranjero.

¿Nueva Crisis del Petróleo?

Las fuerzas navales de la Guardia Revolucionaria, que operan en el Golfo Pérsico podrían llegar a superar las defensas de la V flota de Estados Unidos si se lanzaran como un enjambre así como sembrar de minas el estrecho de Ormuz con el objetivo de interrumpir el flujo del 20% de las exportaciones mundiales de petróleo. Ello podría reeditar la Crisis del Petróleo de 1973 y la ruina económica de los países occidentales, así como de América Latina y Asia, quedando China e India gravitando en la ruso dependencia energética y Europa totalmente crudo dependiente de EEUU.

Contra el show de los bombardeos de los medios mediáticos de la prensa capitalista: televisión/internet.

Por prof. Fernando Buen Abad/académico, analista internacional/ADDHEE.ONG:

Organizan su re-manida moraleja visual bajo la regla de exhibir el disparo y el destrozo. Saben que cuando una bomba cae, no sólo se despedaza la materia: se fractura el sentido. La guerra, hoy más que nunca, es una operación semiótico-financiera total que excede los campos de batalla. Es una mercancía para invadir al imaginario, a la memoria y a la percepción. Las bombas no sólo buscan destruir cuerpos sino producir narrativas: instaurar significados prefabricados por el poder plutocrático, empresarial imperialista para justificar la barbarie, para mantener intacta su dominación. Y obtener ganancias. Por eso, nuestra Filosofía de la Semiosis no puede ni debe limitarse al análisis académico o a la contemplación teórica. Hoy más que nunca, debe ser una trinchera epistemológica en la defensa cognitiva y praxis emancipadora de nuestros pueblos. Ya lo había avisado el Dr. Marx.

Ha desarrollado una semiótica del negocio militar: un arte de guerra simbólica y audiovisual muy rentable que prepara, acompaña y perpetúa los crímenes del imperialismo. Esa semiótica organiza el odio, estetiza la destrucción, edulcora la ocupación y convierte a las víctimas en culpables. Con un arsenal mediático sin precedentes —pantallas, redes, titulares y algoritmos— se produce un sentido teledirigido: selectivo, encubridor, alienante. En este contexto, la semiosis se vuelve un campo de lucha entre clases sociales. No hay neutralidad posible. Cada signo entra al conflicto como un proyectil: puede ser de emancipación o de sometimiento.

Esa semiótica plutócrata empresarial imperialista de los bombardeos, construye un sentido de la subordinación que funciona como dispositivo integral de anestesia. El plan es el vaciamiento del sentido, los cuerpos mutilados son transformados en abstracciones, las ciudades arrasadas en “objetivos estratégicos”, y los niños asesinados en “daños colaterales”. Todo el aparato mediático se conjuga para limpiar la sangre con eufemismos y encubrimientos técnicos. Se trata de una semiótica del borramiento: borrar las huellas de la injusticia, borrar los nombres propios, borrar la historia real de los pueblos agredidos. Cada misil lanzado es acompañado por un torrente de justificaciones visuales y lingüísticas que pretenden blindar la conciencia pública frente al horror. Después del bombardeo pasaremos unos avisos comerciales.

Contra eso, proponemos una semiótica crítica, de raíz y objetivos humanistas, como una Filosofía de la Semiosis activada para ser un sistema de alerta temprana, una crítica radical al modo en que se produce y manipula el sentido, también, en condiciones de guerra. Exhibir, bajo denuncia, las cadenas de sentido que se articulan desde los cuarteles mediáticos de las potencias y sus monopolios “informativos”. No es suficiente desenmascarar una mentira: es urgente transparentar el régimen entero que financia sus signos y hace posible que las distorsiones y desfiguraciones más inhumanas se impongan como verdad. Hay que leer los bombardeos no sólo como hechos materiales, sino como mensajes codificados, programados para generar terror, resignación y vaciamiento de sentido. La bomba no es sólo un proyectil: es un relato.

Porque el poder de fuego de la semiótica plutócrata empresarial imperialista no es invencible. Así como se fabrica una gramática de la opresión, también es posible construir una semiótica para la transformación de los medios, los modos y las relaciones de producción de sentido. Cada imagen contra-hegemónica, cada palabra que denuncia el exterminio, cada símbolo que calma el dolor concreto de los pueblos, es una forma de contraataque. Contra el genocidio perpetrado al Pueblo Palestino, en la ofensiva del genocida nazisionista Netanyahu contra le pueblo de Irán, hay que desplegar las contraofensivas semióticas que nos defiendan de la moralina perversa del bombardeo. Oponerle una semiosis de dignidad contra el control de los fabricantes de sentido dominante. Se trata de signos insurgentes, grietas en la hegemonía, que pueden y deben ser fortalecidas desde una praxis comunicacional revolucionaria. Frecuentemente la luz de alcoba es una luz macabra parida por los bombardeos, incluso ideológicos.

La defensa cognitiva no es una metáfora. Es una necesidad política, científica, ética. Se trata de articular una pedagogía crítica de los tiempos de guerra, producir con los pueblos un escudo contra los signos del terror. Traducir las imágenes oficiales en su reverso verídico es un acto de desobediencia cognitiva que puede salvar vidas. Los medios que celebran los bombardeos —como si fuesen cirugías clínicas— no hacen sólo propaganda: configuran el marco epistemológico en el que se inscriben las decisiones políticas globales. De ahí la importancia de combatir su sintaxis. Todo relato que legitima el ataque sobre un pueblo necesita ser desmontada, transparentada, y vuelta contra su emisor. Cada titular que habla de “conflictos” cuando hay genocidios, cada mapa que esconde la ocupación, cada gráfico que normaliza el saqueo, es una pieza de la arquitectura semiótica del poder. Una Filosofía de la Semiosis para intervenir ahí, como una crítica materialista de los signos.

No se puede ser neutral. Necesitamos una teoría de la producción de sentido situada, históricamente determinada por las luchas de clases. Y en tiempos de guerra, la lucha de clases se intensifica también en el plano simbólico. ¿Qué sentido tiene la palabra “democracia” cuando se usa para justificar el bombardeo de civiles, especialmente mujeres y niños? ¿Qué sentido tiene la palabra “paz” cuando se utiliza para exigir la rendición incondicional de los pueblos agredidos? La semiosis revolucionaria no puede permitir que los enemigos de la humanidad monopolicen el diccionario. Hay que reapropiarse del lenguaje y re-semantizarlo desde abajo, con las voces silenciadas, con las palabras prohibidas.

Defenderse cognitivamente es una forma de autodefensa popular. Es construir un escudo crítico frente a los embates de la propaganda plutócrata empresarial imperialista. Es levantar una muralla de conciencia frente al aluvión de desinformación planificada. No se trata sólo de decir la verdad: se trata de crear las condiciones sociales para que esa verdad se escuche, se entienda y se transforme en acción colectiva organizada. Se trata de construir, con rigurosidad científica y compromiso ético, una alternativa semiótica que no se limite a denunciar, sino que organice, eduque y movilice. En última instancia, la Filosofía de la Semiosis es una filosofía del sentido como campo de batalla. No hay signo inocente en tiempos de guerra. Cada palabra, cada imagen, cada silencio incluso, es parte de un sistema de posicionamientos. El desafío es enorme: hacer de la semiosis un instrumento para la emancipación, para la paz con justicia, para la reconstrucción del sentido común desde el humanismo de nuevo género. Un humanismo que no pacta con los verdugos ni se arrodilla ante las bombas. Un humanismo que lee, que piensa, que lucha. “Luchar es vivir, solo merecen la libertad y la vida quienes cada día las conquistan”...

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

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