Contrato leonino: Tierras raras, hombres raros saqueadores al servicio del nuevo orden mundial capitalista determinista estadounidense/yanqui, globalizado/hegemónico:
- Una apuesta camuflada de inversión, ¿el
acuerdo de minerales traerá la libertad y la seguridad para Ucrania? ¡NO¡
- ¿Quién no aprende las lecciones que le da
la historia está condenado a repetirlas? La historia oficial en el sistema capitalista determinista se repite como farsa y luego
como tragedia.
Prolegómeno:
Contrato leonino:
tierras raras y hombres raros saqueadores al servicio del nuevo orden mundial capitalista
determinista estadounidense/yanqui. ¿Qué se esperaba, una vez más, del
régimen que impone la plutocracia
oligarca empresarial, financiera-bancaria/agiotista, agrícola monopolista, y de
su testaferra la clase burguesa politicastra castrense corrupta?
- El imperialismo estadounidense/yanqui, un
sistema determinista mundial de
interdependencia bajo su
hegemonía ávido e insaciable por riquezas, regido por una oligarquía
empresarial plutócrata que tiene como
base el capital financiero producto de la función de los capitales
bancarios, industriales, agrícolas
monopolistas y el narcotráfico...
Hasta cuando el
género humano, la Humanidad seguirá soportando las malditas guerras
capitalistas imperialistas, sus insolencias, sus impudicias, su insania y su
telebasura internet.
Es imprescindible
acabar ya con la infausta tragedia
orwelliana del sistema capitalista
determinista para alcanzar la felicidad del género humano.
“Cuando la
ignorancia y la prepotencia de los dueños de la celestina universal pretenden
convertirlas en Derecho, la idea, el desafío de cambiar el mundo, no es una
locura, ni una utopía, sino Justicia Plena “...
Con esperanza y
memoria, “Luz, más luz”, atrévete a
pensar/ Sapere aude
Prof. Moreno
Peralta/IWA. Secretario Ejecutivo Addhee. Ong.
Tierras raras, hombres raros saqueadores...
Por Andrés Tudares* – Mundiario/ Escritor,periodista y analista
internacional.
La firma del acuerdo entre EE.UU y Ucrania para la
explotación conjunta de minerales estratégicos representa un hito trascendental
que no puede entenderse únicamente en términos económicos. En realidad, es una
jugada geopolítica de largo alcance que moldea el equilibrio de poder en Europa
del Este, redefine la postura negociadora de Kiev frente a Moscú y busca anclar
a Washington en el futuro postbélico de Ucrania. Es, también, un acto de
pragmatismo que evidencia hasta qué punto Kiev está dispuesta a sacrificar
privilegios soberanos a cambio de la libertad y la seguridad implícita.
Difícil elección: satrapía rusa o satrapía
estadounidense/yanqui.
En tiempos normales, Kiev no habría firmado un
acuerdo de estas características. Pero Ucrania no vive una normalidad desde
2014, y mucho menos desde el 24 de febrero de 2022, cuando Vladimir Putin lanzó
una ofensiva a gran escala con el objetivo de subyugar definitivamente al país
vecino. La ambición del Kremlin no se limita a ocupar territorios: quiere
reconstruir el ‘Mundo Ruso’ y convertir a Ucrania en una suerte de Bielorrusia
bajo control indirecto. El sátrapa estadounidense/yanqui le gano la primera
jugada: en pleno siglo XXI, los rusos ya deberían haber aprendido que el
imperio estadounidense no tiene amigos sino intereses. “Que ser enemigo es
peligroso y ser amigo también” Henry Kissinger.
El pacto de minerales estratégicos y tierras raras
llega en un momento de desgaste político y militar para ambos bandos.
Washington, frustrado por el estancamiento diplomático y los costes de una
guerra que parece interminable, ha optado por afianzar su presencia a través de
una vía menos visible: la inversión directa.
El acuerdo, que otorga un reparto del 50 % del
fondo inversor a cada parte y mantiene los recursos bajo soberanía ucraniana,
no implica pago alguno por la ayuda militar pasada ni condiciona la entrada de
Ucrania en la Unión Europea. Tampoco concede a EE UU el control de activos
estratégicos ya existentes. En cambio, sienta las bases para que Kiev reciba
financiación, tecnología y respaldo político a medio plazo: “Nuestra
experiencia nos indica que no es sabio, no es inteligente, no es honorable,
negociar con el régimen estadounidense. Cuando se alcanza un acuerdo, Estados
Unidos no cumple con lo establecido” Ayatolá Jamenei.
Zelenski blinda su alianza con EE UU
Para Kiev, el acuerdo representa mucho más que un
mecanismo de atracción de capital. Es una señal clara a Moscú: EE UU no se irá.
La alianza con Washington —y, por extensión, con una futura administración
Trump— se convierte así en un escudo indirecto, una especie de seguro político
ante una posible retirada del apoyo militar explícito. Volodímir Zelenski ha
preferido blindar esta alianza, aunque el pacto no incluya las ansiadas
garantías de seguridad. La lectura desde el Kremlin es evidente: con empresas estadounidenses
instaladas en territorio ucraniano, cualquier avance militar ruso tendría ahora
consecuencias económicas para Washington.
Este nuevo marco introduce un matiz importante en
las negociaciones de paz, que siguen sin visos de avance. Al incluir intereses
empresariales estratégicos, el conflicto adquiere un nuevo actor implícito: el
capital estadounidense. Cualquier acuerdo de alto el fuego o resolución deberá
tener en cuenta que parte del subsuelo ucraniano está codificado en términos de
inversión bilateral. El exasesor del Kremlin, Serguei Markov, lo expresó con
crudeza: Trump se asegura con este acuerdo un argumento para seguir gastando en
la guerra, si así lo decide. Y en paralelo, crea una plataforma desde la cual
negociar con Moscú desde una posición más sólida.
El acuerdo de Zelenski con el sátrapa Trump no
compromete garantías de defensa activa...
El temor en Kiev es comprensible. Aunque el pacto
con EE UU implica oportunidades de crecimiento económico y reconstrucción, no
sustituye el suministro urgente de armas, inteligencia y ayuda logística.
Ucrania ha ganado un respaldo económico, pero no ha amarrado lo más apremiante:
garantías de defensa activa. Sin embargo, en el tablero internacional, este
acuerdo podría dificultar que Rusia logre sus objetivos sin antes sentarse a
negociar en condiciones que ya no son exclusivamente militares.
El pacto no compromete la soberanía de Ucrania
También hay un factor electoral en juego. Con
Donald Trump emergiendo como figura dominante en la política estadounidense,
Kiev necesita demostrar que puede colaborar con cualquier inquilino de la Casa
Blanca, incluso uno más volcado en los negocios que en la geopolítica clásica.
El acuerdo permite a Trump vender internamente la narrativa de que ha
conseguido que Ucrania “pague” por la ayuda, aunque esta versión distorsione la
realidad. Para Zelenski, mientras tanto, el acuerdo es una forma de comprar
tiempo y evitar que Ucrania vuelva a ser percibida como un gasto sin retorno.
A la luz de los hechos, el acuerdo es tan simbólico
como estratégico. Representa una cesión forzada, pero también una reafirmación
de soberanía: Ucrania elige con quién comparte sus recursos y bajo qué
condiciones. Y al hacerlo, demuestra que, en plena guerra, la diplomacia de la
inversión puede ser una herramienta tan poderosa como los tanques.
El acuerdo sobre minerales entre EE UU y Ucrania no
solo fortalece los lazos económicos entre ambos países, sino que redefine el
marco político del conflicto. Implica un nuevo tipo de disuasión frente a
Rusia, condiciona las futuras negociaciones de paz y convierte al capital
estadounidense en una nueva línea del frente. Mientras las bombas siguen
cayendo, Kiev juega con inteligencia sus cartas: mantener a Estados Unidos
dentro del tablero es, por ahora, la mejor garantía de supervivencia.
Lo subrayado
/interpolado es nuestro




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