Perú: todo está en la historia:
“Los espíritus de Tupac Amaru y del general Juan Velazco Alvarado no descansan en paz”…
Escritor,
analista internacional/Addhee.Ong
La
clase política peruana ha sido desde siempre poseedora de una intrínseca doblez
que la caracteriza y la modela. La traición están en sus genes desde tiempos
inmemoriales. Ya en la época de la conquista y la colonia se comenzó a verificar
la felonía que aún hoy es parte de su cotidianidad.
Francisco
de Pizarro, el que traicionó a Atahualpa, a su vez fue burlado por su secuaz
Diego de Almagro, el padre, cuyo vástago del mismo nombre, fue vendido a su vez
por Cristóbal Vaca de Castro en 1541. Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco
llegó incluso a rebelarse contra la corona española que lo cobijaba,
desarrollando una guerra de 4 años contra sus monarcas.
A
comienzos del siglo XIX, tras el desembarco del General Libertador José
de San Martín Matorras en el sur del país en septiembre de 1820, el jefe
español, general José de la Serna traicionó al virrey Joaquín de la Pezuela
derrocándolo y auto designándose virrey del Perú. El propio San Martín fue intrigado
por la clase política limeña que llegó incluso a cometer el abominable
asesinato de su lugarteniente Bernardo de Monteagudo.
Tras
la retirada de San Martín Matorras ante la imposibilidad de concretar la
independencia de la provincia por la pérdida del apoyo de los gobiernos que lo
sustentaban, en el año 1823, ante las continuas derrotas militares del ejército
peruano, un gobierno y un Congreso totalmente desprestigiados por su
incapacidad de dar continuidad a las luchas a favor de la independencia, se vieron
obligados a llamar al libertador Simón Bolívar Palacios y Blanco para
que asumiera la conducción de la guerra. Antes,
el ejército se movilizó para derrocar al gobierno en lo que es
considerado como el primer golpe de Estado de la historia de ese país. Durante
el denominado “Motín de Balconcillo” fue impuesto como nuevo jefe de Estado el
coronel José de la Riva Agüero, lo cual no fue aceptado por un sector de la
élite que nombró como presidente al marqués de Torre Tagle.
La
existencia de dos gobiernos en el país sembrarían las raíces de una
inestabilidad política que ha persistido a lo largo de la historia. Riva Agüero
se retiró a la ciudad de Trujillo al norte del país donde instaló su gobierno,
pero una vez más fue traicionado por sus oficiales. Sólo la llegada del
General Simón Bolívar Palacios y Blanco al país en septiembre de
1823 y la autorización del Congreso para que gobernara por decreto, pudieron
dar la estabilidad mínima necesaria para permitir la organización de las
batallas finales en pro de la independencia.
La
emancipación definitiva del Perú y de toda América del Sur se concretó en la
Batalla de Ayacucho en diciembre de 1824 pero, como dijo el ex presidente Alan
García en el video de una conferencia impartida en 2003 a jóvenes militantes de
su partido APRA y que ha comenzado a
circular por estos días, en Ayacucho el ejército español estaba compuesto en su
mayoría por peruanos, mientras que el patriota estaba constituido por soldados
rioplatenses, chilenos, colombianos, ecuatorianos, venezolanos y “solo un 20%
de peruanos”, la mayoría indígenas y campesinos de la sierra. Los peruanos de
Lima y de la costa lucharon a favor de los españoles, dando indicios de que no
querían la concreción de la independencia. Las evidencias, dan cuenta de que
durante las luchas emancipatorias, la oligarquía y la élite peruana traicionaron
primero al general San Martín Matorras y luego al general
libertador Simón Bolívar Palacios y Blanco.
Años
después, cuando en Lima gobernaba Felipe Salaverry, los generales Agustín
Gamarra y Luis de Orbegoso se unieron para derrocarlo. El entonces presidente
de Bolivia Andrés de Santa Cruz que ambicionaba crear una confederación
peruano-boliviana que reuniera al Alto y al Bajo Perú, pactó con Gamarra con
ese objetivo. Pero, a pesar de su común rechazo hacia Salaverry, ambos
generales se distanciaron, siendo ahora Orbegoso el que se alió con Santa Cruz
mientras que Gamarra concordó con Salaverry para luchar contra ellos.
Solo
unos años después, en 1837, cuando Chile invadió la Confederación Perú-Boliviana,
exiliados peruanos apoyaron a Chile y lucharon en contra de su país de origen.
Así mismo, a mediados de ese siglo, Perú fue objeto de una de las pocas
incursiones militares propiciadas por España tras su derrota en América. En
1862, una flota al mando del almirante Luis Hernández Pinzón ocupó territorio
bajo soberanía peruana para exigir que el gobierno cumpliera ciertas demandas
de ciudadanos españoles que habitaban en el país. El Almirante José Manuel
Pareja enviado a sustituir a Hernández Pinzón impuso condiciones humillantes al
Perú a cambio de devolver el territorio ocupado lo cual fue aceptado por el
gobierno en 1865, a pesar que hubo un sector de la sociedad que se opuso al
acuerdo asumido por el régimen.
El
único período de gloria del Perú en el siglo XX se vivió durante el gobierno
del general Juan Velasco Alvarado que inauguró una etapa de transformaciones
profundas de la sociedad y el Estado llevando adelante reformas a favor de los
sectores más excluidos y recuperando para el Estado, empresas transnacionales
de la minería y la energía que esquilmaban al Perú, llevándose al extranjero la
gran riqueza del país. Así mismo, Velasco desarrolló una profunda reforma
agraria que se hundió como una daga en el corazón de la tradicional propiedad
latifundista, primero en la costa y después en la sierra, instando a los
campesinos a no crear pequeñas propiedades agrícolas minifundistas, sino
avanzar en la creación de asociaciones comunitarias para trabajar la tierra.
Velasco
Alvarado enfermó gravemente en 1973 y en 1975 fue traicionado por su
segundo al mando, el también general Francisco Morales Bermúdez que lo derrocó,
comenzando un proceso de regresión de todas las medidas populares tomadas por
su antecesor.
…Y
así llegamos al pasado reciente y al presente: seis presidentes electos desde el año 1990 que
hicieron campaña por un proyecto y gobernaron con otro: Alberto Fujimori, Alejandro
Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Pedro Castillo. Si
a ellos le sumamos los sucesores constitucionales Martín Vizcarra y Manuel
Merino, tenemos ocho mandatarios que tras el fin de sus gestiones (algunos
finalizadas antes del tiempo reglamentario) han sido investigados por la
justicia por corrupcion, en algunos casos juzgados, Toledo detenido y
protegido por Estados Unidos, e incluso el caso extremo de Alan García quien prefirió
recurrir al suicidio a fin de evitar enfrentar la justicia.
Pedro
Castillo ha sido el primero y el único entre todos ellos que emergió de ese
Perú profundo, excluido y marginado por siglos, que ha sido objeto primordial
de las consecuencias nefastas de la traición de las élites. Nunca lo dejaron
gobernar, desde el primer momento el fujimorismo y el establishment limeño se
confabularon para hacer inviable su gestión. Nunca pudieron comprobar sus actos
de corrupción. Un destacado abogado peruano que dista mucho de ser su adepto me
confesó que el más mediocre de sus colegas hubiera podido desmontar cada una de
las acusaciones que se le hicieron. Se violentó “legalmente” el estado de
derecho sobre la base de una constitución elaborada y aprobada por una
dictadura cívico militar.
Tamaña
presión, a la que no estaba acostumbrado ni preparado para enfrentar, lo llevó
a cometer errores, el peor de ellos, no confiar en el pueblo ni convocar a una
Asamblea Constituyente para que fueran los peruanos en la calle quienes
defendieran su derecho a construir un país mejor. Lo cierto es que la tercera
solicitud de vacancia no iba a conseguir los 87 votos necesarios para
derrocarlo
Visto
en perspectiva, fue mucho más honorable la salida de Manuel Zelaya por
intentarlo que la de Pedro Castillo por su parálisis. Castillo no midió la
correlación de fuerzas e incluso debió haber pensado que el instrumento
decisivo para controlar del poder, que son las fuerzas armadas, lo apoyaban. Aunque
tal vez, ni le pasó por la cabeza darse cuenta que no era así.
Dina
Boluarte, gobernando en absoluta orfandad, ha tenido que ir reculando en sus
objetivos. De afirmar que había sido elegida por el pueblo para gobernar hasta
2026, ha tenido que aceptar un adelanto de elecciones para 2024, aunque ya le
ha hecho saber a algunos de sus partidarios más cercanos que tal vez esa fecha
sea muy lejana. Fuentes amigas en Lima que han consultado a los magistrados de
la Junta Nacional de Elecciones me han informado que ellos han comentado que
estarán listos para que, sin violar la ley y tras una reforma constitucional,
las elecciones puedan realizarse en julio-agosto de 2023.
Boluarte
debería aceptar esta posibilidad, proponérsela a la clase política y esperar su
respuesta. Los escenarios son dos: que la propuesta sea aceptada, tras lo cual
seguramente se desactivarán transitoriamente las manifestaciones y el
escalamiento de la violencia, aunque sin solución definitiva porque ella
provendrá solo de la realización de una Asamblea Constituyente que cambie las
reglas y genere condiciones para la gobernabilidad y la estabilidad política.
Pero,
en caso que las élites representadas en el Congreso no acepten el adelanto de
elecciones para 2023, se estará echando “gasolina al fuego” y habrá que
prepararse para lo peor, incluyendo una guerra civil.
Un
diplomático amigo acreditado en el Perú me ha dicho que las manifestaciones,
más que apoyo a Castillo, son expresión del hartazgo del pueblo por el
desprecio, la humillación, la marginación y el racismo de parte de la
oligarquía limeña y el Congreso hacia los sectores humildes de la sociedad, en
particular los del interior del país, de la sierra y de la selva.
Boluarte
no tiene posibilidades de gobernar, no posee fuerza política o social alguna
que la apoye, es una rehén del establishment, de la derecha representada en el
Congreso y de las fuerzas armadas. Intentó apaciguar la situación nombrando un
gabinete tecnocrático de tercer nivel que no tiene experiencia, capacidad ni
manejo político para enfrentar una crisis de las dimensiones del conflicto que vive
el Perú. Si las protestas siguen y escalan, el país va a ser militarizado, lo cual
conducirá a la “legalización” de la represión sin que sea posible medir las
consecuencias que ello tenga
En
el plano internacional se ha manifestado la incapacidad de la embajada de
Estados Unidos para dar una respuesta a la situación, dándose la paradoja de que no se sabe si su
inmovilidad es positiva o no. La declaración de 4 presidentes latinoamericanos
solo se puede comprender como una manifestación de voluntades a partir de la
obsesiva idea del presidente Gustavo Petro de considerar a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como la sacro santa instancia que
solucionará todos los problemas de la región.
Alberto
Fernández, por su parte, ha pasado de llamar por teléfono primero y dar su
apoyo a Boluarte, para ahora reconocer a Pedro Castillo a través de la declaración
de los 4 presidentes. Un verdadero desatino, sobre todo cuando él, como
presidente pro tempore de la CELAC debió haber convocado a la institución para buscar
un punto de vista común respecto de la crisis peruana, de la misma forma como
lo hizo Néstor Kirchner quien como secretario general de Unasur convocó de
inmediato a los mandatarios regionales a reunirse el 30 de septiembre de 2010
cuando se intentó dar un golpe de Estado contra el presidente Rafael Correa.
Los jefes de Estado de la región acudieron a Buenos Aires esa misma noche
ejerciendo una fuerte presión que jugó un papel importante en la resolución del
conflicto en Ecuador.
Finalmente,
dos actores decisivos de cara al conflicto se encuentras agazapados en medio de
sus contradicciones. Esto se manifiesta sobre todo al interior de la iglesia
católica en la que obispos “anti francisquistas” y “francisquistas” se debaten
en la dicotomía de apoyar al gobierno y a los golpistas del Congreso o ejercer
una fuerte presión hacia una solución más profunda y permanente del conflicto.
Por
su parte, las fuerzas armadas conservan la tradicional posición golpista y
reaccionaria de los últimos 50 años, pero un sector minoritario del ejército,
heredero de la tradición velasquista se encuentra agazapado esperando un mejor
momento -que no se sabe si se va a producir y cuándo- para ponerse una vez más,
como hace 54 años, al lado del pueblo peruano y en defensa de sus intereses.
Lo subrayado/interpolado es
nuestro.
Perú: todo está en la historia:
“Los espíritus de Tupac Amaru y del general Juan
Velazco Alvarado no descansan en paz”…
“La
lucha de los Pueblos latinoamericanos con Dignidad, Libertad, Democracia
mayoritaria, educación/cultura, Soberanía, Solidaridad y Justicia Plena. Su gloriosa
aurora por construir, la Patria Continente América Latina y el Caribe”. Prof.
Moreno Peralta.
Estimados
amigos asociados:
Los
Pueblos Latinoamericanos luchan por su sagrado derecho de realizar este desafío
histórico más arriba señalado, construir la Patria Continente América Latina y
el Caribe. ¿Por qué han fracasado? No se ha entendido o no se quiere entender
que “La historia de todas las sociedades que han existido y existen hasta
nuestros días es la Historia de la lucha de clases. Hombres y mujeres libres, y
esclavos, opresores y oprimidos se han enfrentado siempre, han mantenido una
lucha constante”.
El
fracaso de los Pueblos Latinoamericanos viene y seguirá viviendo de error de
creer que el cambio estructural pasa por el camino intermedio, “la antesala de
la traición”, controlado por la clase oligarca empresarial, financiera-
bancaria/agiotista, agrícola monopolista y su clase burguesa testaferra politicastra/castrense
corrupta.
Como
colofón no ha socialismo marxista sin lucha de clases, no confundirlo con la social
democracia o la democraciacristiana, “dos cadáveres putrefactos”, dos atajos
oportunistas, pragmáticos contemporizadores, sin salida. Los Pueblos Latinoamericanos
y Caribeños han sido traicionados desde el comienzo de su lucha por la independencia
del maldito colonialismo español, pasando al maldito colonialismo Estadounidense/yanqui,
“América para los Americanos/yanquis”. La “historia oficial” – que impone y
financia la oligarquía empresarial antes señaladas y el capital buitre foráneo –
se repite como farsa y luego como tragedia”…
Basta
ya de eufemismos, ninguna convergencia histórica, el ideal bolivariano de
unidad en la diversidad de los Pueblos Latinoamericanos,
desde Rio Bravo a los territorios Antárticos, por ejemplo, parece lo más natural:
Disgregados, incomunicados, explotados, enajenados y colonizados. Este desafío histórico
vigente debe asumirse como un ideal común, pues son comunes a todos los Pueblos
Dignos, Libres, Soberanos y Solidarios la esperanza de progresos y los peligros
de vasallaje. Hora es de repetir que, si no llegara a cumplirse tal destino sería
inevitable, su nueva colonización, como pérfidamente lo plantea la monarquía franquista
sibarita corrupta española y su régimen testaferro social demócrata con su maquiavélico,
hipócrita proyecto, “Una nueva cumbre americana
sin exclusiones, Comunidad Europea/Latinoamérica”, con el apoyo del régimen
de Estados Unidos y los cómplices regímenes burgueses corruptos latinoamericanos
actuales, cautivados por la diplomacia del dólar.
Frente a las fuerzas inmorales
del paso y del presente la esperanza de lograr La Gloriosa Aurora Latinoamericana,
por los Pueblos de América Latina y el Caribe con la construcción de la Patria Continente
de América Latina y el Caribe, en el marco del legado del General Libertador Simón
Bolívar Palacios y Blanco.
Es
la hora de Latinoamérica, los Movimiento Populares Revolucionarios y sus
vanguardias la Clase Trabajadora y su juventud han entendido como lo están haciendo
con su lucha el Pueblo Peruano de Tupac Amaru y del general Juan Velazco Alvarado
que “solo merecen la Libertad y la Vida quienes cada día las conquistan”. La verdadera
historia la hacen los Pueblos luchando por la realización de su Gloriosa Aurora
Latinoamericana, su Razón Rebelde del ser humano latinoamericano, su Derecho natural.
Prof.
Moreno Peralta/IWA.
Secretario
Ejecutivo ADDHEE.ONG
______________________________________________________
Perú: ¡Todo el
apoyo y solidaridad a las movilizaciones de las y los trabajadores y
campesinos!
Tras
la destitución por “vacancia” y detención de Pedro Castillo y la asunción de la
vicepresidenta Dina Boularte, el Perú está cruzado por manifestaciones, paros
regionales, cortes de rutas y tomas de tierras, aeropuertos y universidades.
Las
acciones van claramente contra el régimen de Boularte, que se ha rodeado
de dirigentes derechistas, partidos patronales corruptos y grandes empresarios
y ratificado el rumbo económico de hambre y saqueo impuesto desde la dictadura
fujimorista y continuado por todos los gobiernos. Al mismo tiempo ha decretado
el estado de emergencia para reprimir las protestas, apoyándose en las Fuerzas
Armadas y la PNP (Policía Nacional del Perú).
Decenas
de miles están saliendo a la calle en estos días. Esto se masifica con acciones
masivas en 20 de las 24 regiones del país. La represión también está en
ascenso: ya se registran, desde el domingo pasado, más de 20 muertos y 200
heridos, sumado a miles de detenidos.
La
presidenta Dina Boularte, que en un principio había expresado su intención de
permanecer en el poder hasta 2026, ahora habla de adelantar las elecciones a
2024 y luego incluso a 2023. La crisis por arriba sigue. Dos ministros ya
renunciaron por los crímenes de la represión.
Pero
la movilización no se detiene, reclamando que se vaya ya mismo el gobierno, los
parlamentarios y elecciones libres.
Desde
la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional
(UIT-CI) damos todo nuestro apoyo a las manifestaciones, cortes de rutas y
tomas que se están registrando en todo el país. Repudiamos la represión y
acompañamos el reclamo de que se vaya el régimen de Dina Boularte y el
congreso corrupto. Que se vayan todos es el grito popular. Exigimos la libertad
de Pedro Castillo, sin que esto implique ningún apoyo político a su figura ni a
su gobierno. Por comités de lucha unitarios y democráticos, junto a los comités
de defensa y las organizaciones sociales y políticas en lucha para desarrollar
la movilización y por su coordinación nacional. Llamamos a unir todas las
luchas para avanzar hacia una huelga nacional por los siguientes puntos:
¡Fuera
el régimen de Dina Boularte! ¡Qué se vayan todos!
Basta
de represión. Abajo el estado de emergencia. Castigo a los responsables de los
muertos y heridos.
Exigimos
la libertad de Pedro Castillo y demás presos políticos.
Abajo
la constitución fujimorista. Por elecciones ya a una Asamblea Constituyente
libre y soberana.
Por
un gobierno de las y los trabajadores y el pueblo para lograr los cambios de
fondo que necesita el pueblo trabajador con un plan económico alternativo
obrero y popular.
Desde
la UIT-CI llamamos a la más amplia solidaridad internacional en apoyo de la
lucha del pueblo trabajador, campesino e indígena peruano. Llamamos a marchar y
realizar acciones unitarias frente a embajadas y consulados en todo el mundo.
Unidad
Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI)
Lo
subrayado/interpolado es nuestro.
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