Política Exterior Estadounidense y
Grupos de Presión
Por: Pablo
Jofre Leal
Con respecto
a Palestina, la ocupación, colonización y exterminio de su tierra y pueblo,
estamos en un proceso de genocidio, que no cesa y que se ha incrementado desde
el 7 de octubre del año 2023.
En un mundo
surcado de conflictos en diversos ámbitos, principalmente económicos y
militares, el régimen estadounidense se caracteriza por llevar adelante una
agresiva política exterior destinada, esencialmente, a mantener una hegemonía,
aunque a la baja, sigue siendo peligrosa, desestabilizadora y la gran
responsable de gran parte de las guerras de agresión, ocupación, colonización y
procesos de guerras híbridas y proxis que vive el planeta. En esta
“misión” el sionismo cumple un papel relevante.
Según la
Constitución de Estados Unidos, el presidente de este país es quien determina
la política exterior – que en general suele ser un asunto de Estado más que de
administraciones sean estas demócratas o republicanas – Por su parte, es el
secretario de Estado, equivalente a los ministros de Relaciones Exteriores, el
principal directivo en materia de asuntos externos. Es designado en este cargo
por el presidente y cuenta con el asesoramiento y consentimiento del Senado en
su gestión. Esto último en teoría pues, en general, las decisiones ejecutivas a
la par de las influencias política recibidas concretan líneas de acción, que
suelen confrontarse con la Cámara alta.
La política
exterior de Estados Unidos, en la actualidad, no está controlada por el
gobierno de este país. Eso es mera quimera. Ni el gobierno federal, ni
autoridades estaduales, ni locales. Ese control está dirigido por
representantes de comunidades de negocios, círculos de negocios, conglomerados
ligados a la industria de las armas, grupos de presión afines a comunidades que
representan intereses de países como Arabia Saudí, al régimen sionista.
Asociaciones de poseedores de armas, entre otros grupos.
El analista
estadounidense Michel Klare, profesor de paz y seguridad mundial en el
Hampshire College, de los Estados Unidos en un interesante artículo escrito ya
hace tres lustros que “Desde el final de la Guerra Fría y la caída de la Unión
Soviética, la política exterior de Estados Unidos ha tenido un objetivo
primordial: mantenerse como la única potencia dominante a escala mundial. Ser
la única superpotencia mundial” (1)
Claramente un
objetivo, desarrollado al amparo del departamento de defensa de USA, elaborado
con el nombre de “Guía de Planificación de la Defensa” que salió a la luz el
año 1992, a pocos meses del fin de la ex Unión Soviética URSS). Paul
Wolfowitz ex subsecretario de defensa bajo el primer gobierno George W.
Bush, fue el responsable último de la Guía de Planificación de la Defensa de
Estados Unidos en los años 90. Wolfowitz desarrolló un proyecto que contenía la
política exterior de defensa entre los años 1994 a 1999 (2)
Meta que no ha
cambiado un ápice y que se ha incrementado con la intervención de Washington y
sus aliados más recalcitrantes, en diversos países del mundo, desde el derrumbe
de la ex URSS: Irak (en dos ocasiones), Somalia, Serbia, Afganistán, Siria,
Libia. Procesos de desestabilización contra Rusia, Irán, Yemen, Corea del
Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua, entre otros.
Los objetivos
estratégicos de la política estadounidense, sin mirar en ello diferencias
partidarias, entre demócratas y republicanos, muestra la absoluta coherencia en
el marco del concepto y práctica de megalomanía de dominio mundial. Pero… así
como lo mencionado es una realidad innegable, lo es también el hecho que detrás
de esa estrategia de señorío se encuentran los denominados grupos de presión,
que defienden intereses diversos, pero, complementarios en el área de la
defensa a través del complejo militar industrial, en lo doméstico la Asociación
Nacional del Rifle (ANR), el campo energético, farmacéutico, la alianza con el
sionismo y la monarquía saudí. Grupos que marcan el derrotero de la política
interna y externa de la nación del norte de América y donde los medios de
comunicación, controlados por el sionismo, permiten ese imperio de dominio.
Nada se decide
ni se lleva a cabo en Estados Unidos, sin el beneplácito, el apoyo y el empuje
de estos grupos de presión, que tienen a gran parte del Congreso a su favor,
gracias a las cuantiosas “donaciones” para sus campañas políticas. La ANR
tiene entre sus protegidos a republicanos y demócratas, que sólo en la elección
del año 2020 entregó cuantiosos apoyos tanto a la candidatura de Joe Biden como
a Donald Trump, pero volcados, preferentemente al sector más conservador de la
política estadounidenses. Sus 19 millones de socios lo hacen un grupo de
presión al cual no se le puede desechar tomando en cuenta, además, que Estados
Unidos es el país con más armas en manos de la población del mundo: 393
millones de armas de fuego para 330 millones de habitantes de un total mundial
de armas domésticas de 900 millones (3)
En el plano de
los grupos de presión más activos en la actualidad se encuentran dos
absolutamente imbricados: el Complejo militar Industrial (CMI) y el lobby
sionista, sobre todo a través del llamado Comité de Asuntos Públicos
estadounidenses – israelí (American Israel Public Affairs Committee AIPAC por
sus siglas en inglés). Un concubinato profundamente funesto para millones de
seres humanos, principalmente en el levante mediterráneo entre el CMI, el
sionismo y al cual hay que sumar la influencia con relación a monarquías árabes
como la Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, que implica no sólo la venta
multimillonaria de armas al régimen sionista y países árabes, sino que el
concretar una alianza de dominio que se extiende ya por 76 años, desde la
creación del ente israelí el año 1948.
“Cada bomba que
lanza Israel; cada misil que dispara Estados Unidos, cada país musulmán que
invade Washington y sus aliados genera dinero para el CMI. Recordemos que, a
cifras actuales, el régimen nazi sionista israelí recibe anualmente, para libre
disposición, 4 mil millones de dólares en ayuda militar de Washington cada año.
“La mayor parte de este dinero regresa inmediatamente a las corporaciones
militares estadounidenses para comprar armas. Son socios económicos en el
crimen” (4)
Un documento muy
clarificador respecto a la alianza Washington, el CMI y el sionismo (con sus
grupos de presión) es el elaborado por el analista José Oro quien en un
material de archivo publicado en Prensa Latina titulado El Lobby
pro- israelí en Estados Unidos y el Complejo Militar Industrial señala
una idea central, que nos permite entender la actual situación en Asia
occidental y su extensión a Asia central y el Cáucaso Sur e incluso más al
extremo oriente, teniendo en cuenta la disputa con la República Popular China.
Sionistas y
neoconservadores “Consideraban que un Israel fuerte y poderoso era esencial
para sus planes de dominación estadounidense de la región y el mundo. Después
del colapso de la Unión Soviética en 1989, el gasto militar cayó, amenazando
las ganancias del CMI. Necesitaban nuevos enemigos para reemplazar a la URSS, e
Israel se sentía feliz de proporcionar los suyos. Se establecieron y designaron
nuevos enemigos por los “think tanks” neoconservadores que incluyen: JINSA
(Instituto Judío de Asuntos de Seguridad Nacional) AEI (Instituto Americano de
Empresas) WINEP (Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente)
FDD (Fundación para la Defensa de las Democracias) y una docena más. Estos
grupos colaboran con otros de apoyo al régimen sionista de más larga data como
el mencionado AIPAC y Stand with Us. Aliados, además, con el llamado grupo
Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, PNAC por sus siglas en inglés “(5)
El mencionado
trabajo de Oro nos señala una serie de ideas indiscutibles, que relacionan el
trabajo en la política interna estadounidense con la influencia innegable del
CMI y los grupos de presión sionistas con relación a la visión hegemónica del
mundo de ese Estados Unidos post Guerra Fría. En esencia, dicha idea consigna
que “Mientras que la estabilidad internacional había sido considerada uno de
los objetivos más elevados en asuntos exteriores (al menos de la boca para
afuera), defendida incluso por criminales de guerra como Henry Kissinger, los
neoconservadores promovieron el caos y la destrucción. Michael Ledeen,
historiador, analista y catalizador de la política de intervención y
desestabilización a través de las llamadas revoluciones de Colores, impulsadas
por Washington tras la caída de la ex URSS tenía su opinión sobre Asia
occidental “hay que convertir Oriente Medio en una caldera”.
Los gobiernos
del régimen nacionalsionista y estadounidense han tomado como suyas este
objetivo, aunque fuese falso, desde el nacimiento de Estados unidos y el propio
Israel. Un eje central: que la estabilidad fuese parte de su norte político
exterior. Estabilidad, tanto para el CMI y el lobby sionista y por extensión
sus respectivos gobiernos a los cuales le son fieles nunca existieron. La
actual realidad en el Levante Mediterráneo, con una política de exterminio del
pueblo Palestino y del Líbano muestra que los objetivos de hegemonía
estadounidense se han incrementado, ya sea a través de guerras híbridas o
aquellas que le son más cómodas como son las guerras proxy. Un tipo de
conflagración donde el testaferro israelí, como también la monarquía saudí, los
Emiratos Árabes Unidos, la Monarquía Jordana y la dictadura egipcia le son
instrumentales.
Con respecto a
Palestina la ocupación, colonización y exterminio de su tierra y pueblo,
estamos en un proceso de genocidio, que no cesa y que se ha incrementado desde
el 7 de octubre del año 2023. Una muestra de los resultados de la política de
Estados Unidos, sus aliados europeos y el impulso de los grupos de presión
estadounidense donde no ha faltado la influencia del complejo energético
estadounidense y sus afanes de dominio de los yacimientos y explotaciones de
petróleo y gas en Asia occidental, junto al control de las rutas marítimas como
son el estrecho de Ormuz y el estrecho Bab el Mandeb.
Una política de
los grupos de presión energéticas, que también tiene sus líneas de estrecho
contacto con el CMI y el lobby sionista con el objetivo de garantizar el
control y suministro de los recursos de petróleo y gas, sobre todo de la zona
del Asia Occidental, que incluye los recursos gasíferos frente a las costas de
Gaza y El Líbano.
El lobby
prosionista, que bajo la actual administración de Joe Biden tiene en su seno
dos tercios de cargos como secretarios de Estado vinculados a los grupos
sionistas – miembros de la comunidad judía estadounidense – como también enorme
influencia en materia financiera, fondos de inversión, medios de comunicación,
redes sociales, entre otras. El imperio del mundo a través de este prisma
neoconservador estadounidense, en estrecha alianza con el sionismo, ha sido una
realidad férrea al cual se ciñe toda la política estadounidense y por extensión
la política de sus socios de la OTAN. Una realidad en dura pugna con aquella
política multilateral que países como Rusia, China e Irán están impulsando
fuertemente.
Artículo
publicado en Hispantv.
1.- Este
objetivo se articuló por primera vez en un documento realizado por el
Departamento de Defensa de Estados Unidos conocido con el nombre de Guía de
Planificación de la Defensa (1994-1999), hecho público en 1992, el año
posterior a la caída de la Unión Soviética. Fue el secretario de Defensa, Dick
Cheney, quien promovió su realización con la idea de disponer de una guía para
el desarrollo del ejército estadounidense en la época de la Posguerra Fría.
Esta guía exponía de manera muy clara el objetivo predominante de mantener a
cualquier precio el papel de Estados Unidos como única superpotencia mundial.
El texto señalaba que la principal prioridad del ejército estadounidense era
evitar la emergencia de un rival en el territorio de la antigua Unión Soviética,
o en cualquier otro lugar, que supusiera una amenaza al orden estadounidense.
Este documento tenía que funcionar como una guía de estrategia militar para el
establecimiento de su superioridad sin ningún rival y contra cualquier posible
potencia para dominar la zona atlántica y la región del Golfo.
https://centredelas.org/actualitat/continuidad-y-cambio-en-la-politica-exterior-de-estados-unidos/?lang=es
2.- La
«Doctrina Wolfowitz» tenía como primer y principal objetivo evitar la
reaparición de un nuevo rival, ya fuese en el territorio de la antigua Unión
Soviética o en cualquier otro
lugarhttps://www.eldebate.com/internacional/20230320/doctrina-wolfowitz-vision-hegemonia-estadounidense_101945.html
3.- https://cnnespanol.cnn.com/2024/02/15/cultura-armas-estados-unidos-mundo-trax#:~:text=Aunque%20el%20n%C3%BAmero%20exacto%20de,de%20armas%20civiles%20disponibles%2C%20lo
4.- https://archivo.prensa-latina.cu/2023/12/02/el-lobby-pro-israeli-en-eeuu-y-el-complejo-militar-industrial
5.- La
idea central de este organismo nos muestra que el 11 de septiembre del 2001 no
es más que el catalizador de una Gran Estrategia cuyo desarrollo conceptual se
inició en la era Reagan. Los neoconservadores, en ese marco, aportan
esencialmente el sustrato ideológico y una retórica preñada de nacionalismo y
religiosidad. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1312405
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