PAULO FREIRE EN PARAGUAY Y LAS TERRIBLES CONSECUENCIAS: Mis vigilias carcelarias
(*) Por Martín Almada/
Escritor/ADDHEE.ONG:
En 1972 fui director del Instituto “Juan
Bautista Alberdi” en la ciudad de San Lorenzo, en Paraguay. El centro educativo
contaba con 44 profesores, 25 de los cuales compartían conmigo el mensaje de la
Iglesia Católica lanzado en la Ciudad de Medellín en 1968 y que se resumía en
estas palabras: “LA EDUCACIÓN EN TODOS SUS NIVELES DEBE LLEGAR A SER
CREADORA Y HA DE ANTICIPAR EL NUEVO TIPO DE SOCIEDAD EN AMÉRICA LATINA.
Pero el momento político que vivía el Paraguay no
era precisamente el más propicio para recoger y poner en práctica mensajes de
esta naturaleza. En aquel tiempo, y desde 1954, mi país estaba bajo el yugo de
la dictadura militar del general Alfredo Stroessner, en la que no cabían
experiencias educativas como las que se podían inspirar en el mensaje de
Medellín, ni tampoco cabía la experiencia autogestionaria que intentábamos
establecer en nuestro Instituto. Un ejemplo de la orientación educativa del
gobierno de entonces lo tenemos en el hecho que el Ministerio de Educación, un
apéndice de la Honorable Junta de Gobierno del Partido Colorado (ANR),
distribuyó en la primera etapa a todas las escuelas de primaria y secundaria
borradores del tristemente célebre “Decálogo Anticomunista” (1) en
el que se ponía en guardia a todos los maestros contra los supuestos peligros
de la ideología marxista.
Conscientes de la situación y de los riesgos que
implicaba el desarrollar una pedagogía progresista sin apoyo local, nos
vinculamos con una serie de organizaciones pedagógicas nacionales e
internacionales como la Asociación de Educadores de San Lorenzo, la Federación
de Educadores del Paraguay (FEP), la Universidad Católica y la Confederación
Mundial de Profesionales de la Enseñanza, CMOPE, cuya sede se encontraba
en la ciudad suiza de Morges.
Para definir las grandes orientaciones de nuestra
futura acción pedagógica nos reunimos en varias jornadas de reflexión un grupo
de profesores/as, en su mayoría de creencias cristianas y unidos por una
afinidad ideológica progresista en mayor o menor intensidad. Estábamos influidos
por el mensaje de Medellín y por los acontecimientos de mayo de 1968 en
Francia. Pensábamos ingenuamente que se podía cambiar la institución educativa
en un país con sistema de gobierno represivo y retrogrado. Con este objetivo
acordamos llevar cabo determinadas acciones tendentes a democratizar nuestro
sistema de enseñanza. Esto significaba que la comunidad educativa participase
en la toma de decisiones.
Los sanlorenzanos ya no estaban al margen de la
escuela a mi cargo. Ellos eran los auténticos protagonistas de la historia.
Con el objetivo de terminar con las viejas
prácticas verticalistas y autoritarias, decidimos proceder a un cuestionamiento
periódico tanto del director como de los profesores y estudiantes.
El primero era evaluado por sus colegas y los estudiantes en asambleas; los
segundos eran evaluados por sus colegas y sus estudiantes y en cuanto a estos,
tratamos de habituarlos a prácticas de autocrítica sumamente rigurosa que
prepararan luego la autogestión personal y comunitaria. Los estudiantes
valoraban las prácticas de sus profesores de acuerdo con una serie de
parámetros tales como la competencia, solidaridad, la capacidad de
diálogo, el desarrollo de la imaginación y la creatividad para vincularse con
la comunidad, entre diversos ítems.
A esta altura de los acontecimientos, muchos eran
los que querían conocer el verdadero rostro del Paraguay en tiempo de
dictadura. Varios alumnos y docentes se enjuiciaban entre ellos mismos y a
otros. Asumieron su realidad arduamente y nuestra Escuela de San Lorenzo se
convirtió en un laboratorio para despertar a los dormidos. La participación en
las más variadas acciones se fue ampliando hacia los restantes niveles y llegó
incluso hasta el cuarto grado de la educación primaria. Un clima distinto coloreaba
su desempeño
Con el método de Paulo Freire fuimos avanzando en
la convicción de que era necesario llegar a la hondura misma del problema de la
educación. Había que criticar, desmenuzar la cultura transmitida por la escuela
para poder recrearla a la luz de nuestros valores. La pregunta fundamental
apuntaba hacia la creatividad y el compromiso para el cambio. Y de este modo
llegamos a elaborar un instrumento de evaluación al que denominamos “TERMOMETRO
ESCOLAR” y al que los estudiantes de secundaria llamaban “COMO ATRAVESAR EL
TUNEL DEL TIEMPO”
La aplicación de este instrumento de evaluación iba
precedida de un esquema de la historia social y de la estructura de dominación
y dependencia de cada estadio. Le seguía una descripción del hombre y su
desarrollo bio-psico-social y concluía con la presentación de tres tipos de
educadores que derivan de concepciones diferentes del hombre y la educación.
Estos educadores correspondían a la escuela “tradicional” (
neoliberal/conservadora), a la simplemente “progresista” y a la “nueva”,
abierta, basada en el dialogo, en la facilitación del aprendizaje para la
autoconducción personal y social.
Pusimos a prueba este instrumento de evaluación al
comienzo con los grados superiores de la Primaria. Su manejo resultaba fácil
por su estructura esquemática y permitía detectar la “temperatura” de cada
situación en el aula, según su maestro fuese un conductor autoritario,
permisivo o democrático. Para el efecto, la evaluación comenzaba trazando, por
ejemplo, una raya horizontal cortada por una vertical. Al comienzo de la
horizontal colocamos el año en que fue “descubierta” América Latina por los
españoles, 1492. Justo en el cruce con la raya vertical colocamos el año de la
experiencia, 1971 y en el otro extremo derecho de la raya horizontal, el año
2000.
En el transcurso de una reunión de trabajo, en
1972, con un miembro del Jurado de mi tesis de grado en la Universidad Nacional
de La Plata, profesor de Sociología de la Educación Guillermo Savloff, expuse
nuestra experiencia paraguaya en el Instituto Alberdi. Savloff me señaló que la
marcha de los tiempos no es lineal sino circular ascendente (ciclo histórico) y
que la historia se repite en espirales,las idas y vueltas,las vueltas y
revueltas de la vida de los pueblos.La historia personal y colectiva se repite
en diferentes momentos . También me aconsejó leer y releer, en la rica
biblioteca de la Facultad, al filósofo e historiador italiano Juan Bautista
Vico (1668-1744), lo que hice de inmediato. Además, a su recomendación
recurrí al argentino Aníbal Ponce (1898-1938) autor del libro “Educación
y lucha de clases”. Asimismo, me inspiré en las producciones
intelectuales del peruano Carlos Mariátegui (1894-1930) y en algunos documentos
del proceso de la reforma educativa realizada en Perú en 1970 por el gobierno
progresista del general Juan Velasco Alvarado (1910-1977), que
además también realizó al mismo tiempo la reforma agraria. Savloff me aconsejó
incluir en mi repertorio los “Cuadernos de la Cárcel”, del
político italiano e ideólogo de la educación, Antonio Gramsci, publicados por
primera vez entre 1948 y 1951. En su obra Gramsci analiza las dificultades que
se plantean en las sociedades avanzadas y cambiantes en las que la clase
dominante ejerce no sólo el poder político y militar sino también la hegemonía
intelectual y cultural.
Volviendo al Instituto Alberdi, entiendo que el más
importante beneficio de nuestra práctica educativa fue, sin duda, el despertar
de la conciencia, el conocimiento de la realidad concreta por parte de
profesores y alumnos y las riquísimas inferencias que surgían de la
circunstancia paraguaya. ¿Dónde estamos? ¿Por qué estamos donde estamos? ¿Cómo
vivimos? ¿Que pensamos?, fueron los principales interrogantes.
La discusión llegaba al consenso general: la
sociedad en el Paraguay tenía un fuerte
rasgo feudal. Las
relaciones de poder eran de señor a siervo. La educación oficial reproducía
simplemente el sistema dominante (manteniendo el statu quo) y llegamos también
a la conclusión de que el combustible de la dictadura era la ignorancia y el
miedo, favoreciendo el individualismo/consumismo y la indiferencia.
Pero intuíamos que la dictadura militar llevaba en
su seno su propia crisis, su propia destrucción, aunque por el momento impedía
acceder a la conciencia social y a la participación. Por otra parte, frenaba el
aprendizaje de resolución de los problemas y de la creatividad. Los jóvenes
egresan de la escuela a una sociedad para la que no están preparados y sin
resolver naturalmente la identidad propia y menos aún la de su tierra.
El empleo del citado “TERMOMETRO ESCOLAR” se fue
generalizando en manos especialmente de educadores sin formación didáctica pero
inquietos y abiertos al cambio. Con ellos había una corriente de fácil entendimiento.
Con los llamados “profesionales” de la educación en cambio las cosas eran
diferentes, no en lo formal, pero si en las actitudes. Los institutos
profesionales no trabajan generalmente la pedagogía de las actitudes, más bien
privilegian las técnicas curriculares recomendadas por el Banco Interamericano
o el Banco Mundial, defensores de los grandes intereses transnacionales y que
preconizan siempre una ideología claramente conservadora/neoliberal. Ello hizo
que el miedo al cambio condicionara su conducta y los llevara a actuar, directa
o indirectamente, siguiendo las orientaciones de estas instituciones
internacionales.
Por nuestra parte continuamos adelante con el
proyecto. El Lic. Lino Trinidad Sanabria, con un comité de profesores, se
encargó de preparar la transformación del establecimiento en una cooperativa de
profesores y padres de familia. En ese contexto y con el nuevo clima pedagógico
constatábamos con alegría el deseo de aprender que animaba a nuestros
estudiantes y, sobre todo, la voluntad de compartir las luchas de nuestro
pueblo.
En los pizarrones habíamos escrito el siguiente
mensaje:
“El hombre y la sociedad nueva serán el fruto
de la solidaridad fraterna, con el pueblo que surge en la convivencia, en el
esfuerzo compartido”.
Se rompieron múltiples barreras y se avizoraban
nuevos horizontes.
Lógicamente no todos los profesores del Instituto
compartían nuestras inquietudes. El llamado “grupo reaccionario stronista”,
protestó vivamente cuando solicité que las hojas
de exámenes de ciencias exactas (Aritmética Geometría, Trigonometría, etc.)
fueran entregadas a los estudiantes después de las correcciones pertinentes.
Argumentaban que tal medida podría ocasionar un grave daño a la autoridad del
docente, quien sería controlado tanto por los estudiantes como por sus padres
incapaces, según su opinión, de un juicio competente en la materia.
Sabíamos perfectamente el riesgo que estábamos
corriendo, pero estábamos convencidos de la justeza de nuestra experiencia y de
nuestros sueños. El compromiso de trabajar por nuestra juventud y por nuestra
patria, nos impulsaba a seguir la estrella que guiaba nuestros pasos. Teníamos
muy en cuenta el mensaje que nos dejó Cervantes: “Cambiar el mundo
no es una locura ni utopía sino JUSTICIA”.
Cierto día, en presencia de los estudiantes del 5º
curso del Ciclo Bachillerato sección mañana, el joven profesor Roberto León
Reyes, graduado en el marco de la educación brasileña pro-militar/dictatorial
de la época, me exigió que detuviera urgentemente el proceso de renovación pues
según él desembocaría de manera inexorable en el caos total. Sus advertencias
no me amedrentaron: la confianza de la mayoría de los padres organizados en el
Club de Padres y de los estudiantes organizados en el Centro de Estudiantes del
Alberdi era la mejor prueba de que nuestra acción pedagógica respondía a las
aspiraciones de la comunidad educativa.
Pero el grupo de recalcitrantes stronistas no cejó
en su empeño y denunció en el Ministerio de Educación la “experiencia
comunista” que según ellos estábamos desarrollando. Con la denuncia, el
entonces ministro al servicio de la policía secreta de Stroessner, Raúl Peña,
ordenó mi secuestro y tortura ejemplar. Mi esposa, la educadora CELESTINA
PEREZ, quedó detenida en el local escolar “Juan Bautista Alberdi”, donde sufrió
tortura psicológica que le ocasionó la muerte por infarto cardiaco el 5 de
diciembre de 1974. La hacían escuchar los gritos y alaridos que yo pronunciaba
debido a las torturas que estaba padeciendo en la sala del tormento en
Asunción.
Era evidente que nuestra experiencia innovadora
estaba condenada. Apuntes, anotaciones, cómputos, datos de la misma, fueron
destruidos por la dictadura en la época de la feroz persecución
policial/militar que bajo el lema de “Paz y Progreso sin comunismo” el general
Alfredo Stroessner desató contra todo lo que podía amenazar el régimen.
Recuerdo que cuando llegaron al local escolar el 26 de noviembre de 1974 los
“perros rabiosos” me conminaron que les entregara el aparato
diabólico/subversivo que supuestamente inventé. Se referían increíblemente al
“TERMOMETRO ESCOLAR”....
La represión de Stroessner terminó por el momento
con aquel proyecto innovador e ilusionante, pero más allá de la interpretación
científica de aquella memorable experiencia queda la aseveración de Paulo
Freire que nosotros hicimos nuestra
“La educación en un acto de amor, por lo tanto,
un acto de valor.
No puede temer al debate, al análisis de la
realidad,
No puede huir de la discusión creadora, bajo
pena de ser una farsa”.
Para el régimen dictatorial yo había cometido
diversas faltas gravísimas en los planos político, sindical y pedagógico. Las pruebas más contundentes fueron
presentadas al Tribunal Militar en la sala del tormento. El
Tribunal Militar estaba integrado por militares de Argentina, Brasil, Bolivia,
Chile, Paraguay y Uruguay, auténtica representación del PLAN CONDOR. Dichas
pruebas hacían referencia a:
- La experiencia de autogestión educativa en el
Instituto “Juan Bautista Alberdi”, en la perspectiva de la educación liberadora
de Paulo Freire.
- La tesis con la que aprobé mi doctorado en
Ciencias de la Educación, en la Universidad Nacional de La Plata, en la que
sostenía que, por una parte, “en Paraguay la educación cumple el papel
legitimador del sistema imperante y está organizada para el subdesarrollo y la
dependencia”. Pero de la DEPENDENCIA se pasó hoy a la PRESCINDENCIA, es
decir, los pobres producen poco y no consumen casi nada porque son pobres.
Paraguay es un simple socio agregado de los países vecinos y países ricos
proveyendo de carne y de soja para beneficio exclusivo de la atrasada elite
terrateniente y empresarial.
- Por otra parte, en la tesis denuncié la “primera vigilancia masiva norteamericana,
conocida más bien como el PLAN CAMELOT (espionaje
socio-político) en 1970” (2)
- Finalmente había llegado a la conclusión
que el marxismo no es un dogma sino un método de pensamiento que se aplica a
los problemas sociales en el proceso de la transformación social. Así como
Darwin descubrió la ley de la evolución de la naturaleza, Marx descubrió la ley
de la evolución de la historia
- Mas
adelante, ya en la cárcel, agravé mi situación al alfabetizar con la
metodología de Freire a compañeros prisioneros en el campo de
concentración de “Emboscada”. Allí el reloj se detuvo porque la cárcel militar
fue diseñada para romper el espíritu y la dignidad humana de cualquier edad.
Allí se encontraba conmigo Celeste, mi hija huérfana de 7 años edad que en vez
de estar en una escuela pública sufría las penurias de la cárcel con los otros
niños y más de 400 prisioneros políticos. El campo estaba a cargo del coronel
José Félix Grau, un perro rabioso egresado de la Escuela de las América, Zona
del Canal de Panamá.
Las consecuencias personales de todo ello fueron
para mi muy duras. Además de la muerte de mi esposa, tuve que soportar
torturas, mas de tres años de cárcel y mas de 10 de exilio, que
pase en Panamá y París. En definitiva, había cometido el más
terrible crimen contra la tiranía; había colocado una estrella libertaria en el
corazón de nuestra juventud estudiosa.
(*) PREMIO NOBEL ALTERNATIVO
2002,SUECIA Y RECIBIO LA CONDECORACION FRANCESA DE LA
LEGION DE HONOR 2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario