jueves, 10 de agosto de 2023

NEGACIONISMO O EL MIEDO A LA VERDAD: ¿Y LA ALEGRIA?.

 

NEGACIONISMO O EL MIEDO A LA VERDAD: ¿Y LA ALEGRIA?.

Por Hervi Lara B./El ciudadano/ADDHEE.ONG:

En una de sus últimas consultas a la ciudadanía y sobre una muestra de 1.000 personas, la encuestadora CERC-MORI concluyó que un 36% de los encuestados respondió que las FFAA “tuvieron razón al dar el golpe de Estado” de 1973.  Esto expresa que aún después de 50 años se justifican el bombardeo de La Moneda, el asesinato del Presidente de la República y de sus colabores cercanos, la detención por años de miembros del gabinete y de dirigentes de la Unidad Popular, también años de Estado de Sitio, allanamientos de poblaciones, torturas, desapariciones, exilios, cesantía generalizada, destrucción de familias, etc…, etc…, etc…  Ello, porque Pinochet “liberó a Chile del marxismo” - ¿y la estatua cuando? , a tal punto que,  en la misma encuesta, un 47% de chilenos  ha afirmado que el dictador “hizo cosas tanto buenas como cosas malas”.  Se han olvidado que, hasta el presente, hay 1.469 detenidos desaparecidos desde aquellos años.

En el mismo contexto, Verónica de  Negri, cuyo hijo murió quemado vivo tras haber sido rociado con bencina por una patrulla militar,  sobre el negacionismo ha señalado que éste se debe a que “no hay política de derechos  humanos”.  Agregando que en esta ausencia han jugado un rol decisivo los medios mediáticos mercuriales de (in)comunicación, los libros ausentes y la educación anodina por y para el lucro, porque el objetivo ha sido borrar la historia de la Unidad Popular.   “Es así, porque la memoria histórica es colectiva, constituye un juicio ético, permite seguir actuando de manera activa, transformadora, al punto  de permitir la superación de los estados de suspensión y de amnesia paralizante. Recordemos al presidente mártir Dr. Allende Gossens al respecto: “Un Pueblo sin memoria histórica nada significa ni nada vale. Hay que honrar a aquellos seres humanos que dieron sus vidas y su existencia por dar contenido, forma, y perfil a nuestra nacionalidades” Dr. Salvador Allende Gossens, presidente de Chile, Congreso de la Unión, México, 1/12/1972.

De manera cínica, Cristián Warken, otrora connotado humanista y hoy convertido en uno de los tantos sicarios de la oligarquía mercurial, ha manifestado la “necesidad de cerrar el duelo”.  Al mismo tiempo, diversos representantes de la derecha  han tenido la insolencia de enaltecer la figura de Pinochet y  los diecisiete años de dictadura civico militar, a fin de “legitimar el olvido y cubrirlo con narrativas que distorsionan los hechos”.

Todo esto no es nuevo.  La oligarquía empresarial, financiera-bancaria, agiotista, agrícola monopolista siempre ha utilizado como mecanismo de dominación (además de la opresión económica), la astucia y la mentira que le ha permitido ocultar su tiranía y sus masacres con “su educación y su cultura”.  Primero, no permitía que el pueblo se educara.  Cuando la presión del pueblo rompió los diques que lo mantenían en la ignorancia, los miembros de la clase dominante crearon una mitología de “dioses” a quienes adorar:  esos “dioses” eran ellos mismos, los triunfadores en mil combates.  Y así el pueblo aprendió en sus primeras letras  que pertenecía a “clases inferiores” y quienes las componían eran “flojos, borrachos, incapaces”.  Los señores eran amos, respetables, honorables, distinguidos, caballeros, magnánimos, generosos.  Sólo ellos escribían la historia oficial de una clase que se ensalza a sí misma, se reproduce y se niega a desenmascararse.

Es éste el negacionismo que siempre ha vivido Chile, país donde pareciera que el pueblo no  existiera, excepto cuando ha sido utilizado como “carne de cañón” o cuando obligatoriamente vota. Aún así, la historia no le pertenece.  Al mirar a los campesinos con sus largas jornadas de trabajo: ¿dónde está su historia?  ¿Quién conoce la historia de sus antepasados?  ¿Acaso no era el trigo que ellos cultivaban para ser descargado en California, en Australia, en Inglaterra?  ¿No ha sido el sudor de su trabajo lo que ha permitido el ocio del Club de la Unión y otros clubes o centros exclusivos,  o las “cocinas” para los Ministerios o el Congreso?  ¿Quiénes producen las riquezas, sino las temporeras de la fruta, los pescadores artesanales, las madres que dejan a sus hijos para trabajar en las salmoneras? ¿Acaso no han sido los padres de familia en las plantaciones de árboles y en las empresas subcontratistas mineras y constructoras quienes han producido  para el acrecentamiento del poder de los grupos económicos, de las familias Matte, Luksic, Angelini, Paulman y otras, amparadas   en la CMPC, o la SOFOFA, o la Cámara Chilena de la Construcción?  En los discursos sobre la “libertad y la democracia”,  los trabajadores no aparecen, aunque su trabajo es el que ha permitido el enriquecimiento de unos pocos.  ¿Dónde están los hombres que producían en las “oficinas” salitreras?   Hoy son pueblos enterrados por la arena, el viento y el silencio.  ¿Y los pueblos originarios?  Sus sobrevivientes son perseguidos y caminan hacia el exterminio.  No tienen historia.  Todo les ha sido negado.

Pero el silencio, la negación, la mentira, el ocultamiento limitan con la memoria  y la conciencia del pueblo cuando éste aprende a decir su palabra y escribir la historia.  Porque “estamos hechos de palabras.  Hasta el silencio necesita la palabra que lo diga.  Rompemos el silencio del cerebro con las primeras palabras que pronunciamos.  Después las recreamos usándolas.  Luego, en el papel, queda la sombra de ellas, y sólo mucho más tarde descubriremos que las palabras son en sí mismas, música”. (1).

El negacionismo sobre la dictadura cívico militar , las violaciones de derechos humanos, el engaño y el robo institucionalizados se deben y se pueden superar asumiendo y diciendo la verdad sin temor ni eufemismos.  No es posible validar la banalización de las palabras y de las ideas, porque  de esa manera la oligarquía y sus sicarios amplían el límite de lo que parece moralmente aceptable.  Además, es la  forma de normalización del fascismo, que busca no ser penalizado moral y socialmente, “ablandando” los crímenes de la dictadura civico militar, separando el momento del golpe de Estado de las violaciones de derechos humanos durante diecisiete años. (2)  La memoria, que comprende un juicio ético frente al negacionismo, significa establecer un compromiso con la democracia.  No es posible ni aceptable negar los hechos que se han vivido, porque son muchos quienes han sido y siguen siendo testigos y protagonistas.  Son muchos los que   “hicimos resistencia con la palabra.  Aprendimos a escribir entre líneas, a avisar con la mirada”.  (…) “Nos robaron el futuro y nos pisotearon el pasado.  (…) Fui lentamente quitándome las arañas del silencio”. (3).  Es imposible negar que la historia la hacen los pueblos y,   por tanto, “somos responsables de forjar nuestra vida con aquello que hicieron de nosotros.  Asumirnos libres significa asumir la responsabilidad personal sobre ello”.  (4).

Nuestro colofón:

¡Chilenos con visas waiver no coman ansias, “La alegría ya viene”, con “El Acuerdo por Chile” y la segunda reforma de la constitución/artilugio de 1980, de la CMPC/SOFOFA!

 


La alegría ya viene, a seguir saqueando las riquezas naturales y las arcas fiscales y consumiendo con el “Mercado Libre”, la telebasura/internet, el peloteo, las drogas del narcotráfico, la prostitución infantil, la pornografía, etc. Gracias al patriotismo de las fuerzas armadas “jamás vencidas” otros 50 años de libertad, de democracia y de justica en la medida de lo posible, están garantizados.

Cuando las miserias morales asolan a un país, culpa es de todos lo que por falta de educación, cultura e ideales no han sabido amarlo como patria, de todos los que han vivido por ella, sin trabajar por y para ella.

 

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

 

NOTAS.-

(1)  José Saramago, en homenaje a José Donoso.  (Santiago de Chile, octubre de 1994).

(2)  Cfr: Alba Sidera, “Fascismo persistente”.   Dice: “Los medios ayudan a formar los marcos mentales de la ciudadanía, la forma en que la sociedad se percibe a sí misma”.  En entrevista de Sebastiaan Faber, en “Other news” – 20-7-23).

(3)  Odette Magnet, escritora y periodista durante la dictadura civico militar.  Texto de homenaje y recuerdo de su hermana y de su cuñado, ambos víctimas de la Operación Cóndor.

(4)  Jean-Paul Sartre, “Las palabras”.  (Editorial Losada, Décima edición, Buenos Aires, 1972).

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