Los Brics y su influencia para el establecimiento de un nuevo mapa geopolítico mundial
Por: Manuel F. Díaz
El momento de la expansión de los Brics, el severo discurso político de sus miembros, miembros potenciales y aliados, las repetidas visitas de altos diplomáticos rusos y chinos a África y otras regiones del Sur global, etc., indican que estos se han convertido en los nuevos países del Sur, plataforma de geopolítica, economía y diplomacia.
Hace 30 años la pluripolaridad
distaba de ser una realidad en el mundo, bajo la hegemonía estadounidense desde
el colapso de la Unión Soviética a principio de la década de 1990. Sin embargo,
hasta la actualidad la humanidad ha dado importantes pasos hacia una
geopolítica plural, teniendo como protagonistas a estados con economías
emergentes que desafían al poder occidental.
Desde 2009, cuando se realizó la
primera cumbre del grupo BRIC, entonces integrado por Brasil, Rusia, India y
China, el mundo comenzó el tránsito hacia una forma de integración que apunta a
un verdadero equilibrio político mundial.
Ahora como Brics, tras la
incorporación de Sudáfrica en 2010, este grupo ha generado perspectivas tan
reales que ya otras naciones con capacidad productiva y economías
diversificadas han expresado el interés de unírsele, entre ellas Arabia
Saudita, Argelia, Argentina, Emiratos Árabes Unidos y México.
De acuerdo con el periodista
palestino-estadounidense Ramzy Baroud, en su artículo ¿Pueden los Brics
triunfar sobre el FMI y el Banco Mundial?, “una de las mayores
oportunidades y desafíos que enfrentan los BRICS ahora es su capacidad para
expandir su base de miembros mientras mantienen su crecimiento actual”.
Baroud señala que informes
financieros recientes revelan que el grupo de los Brics ya es el bloque de
producto interno bruto (PIB) más grande del mundo, ya que actualmente
contribuye con el 31,5 por ciento del PIB mundial, por delante del G7, que
aporta el 30,7 por ciento.
El Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Banco Mundial (BM) son conocidos por estipular su apoyo monetario a
los países, especialmente en el Sur global, siempre con condiciones políticas
justificadas bajo el pretexto de los derechos humanos y la democracia, aunque
está completamente relacionado con la privatización y la apertura de mercados
para inversores extranjeros, occidentales.
Entonces, bajo estas
circunstancias, la lucha por instrumentos alternativos al FMI y el BM es
política, entendiendo que el Sur global requiere de una agenda política
desinteresada en cuanto a manipular y/o controlar indirectamente las economías
locales.
Es el llamado a que los Brics
derive en un esquema integrador que vaya más allá de lo exclusivamente
económico, aunque en la base esté el principio de una alternativa económica
frente a instituciones de corte hegemónico.
Recientemente, los Brics lanzaron
su Nuevo Banco de Desarrollo con un capital inicial de 50.000 millones y que es
presidido por la exmandataria brasileña, Dilma Rousseff, pero al mismo tiempo
los presidentes de China, Xi Jinping, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva,
han dejado ver su interés común por tener un grado de influencia en torno a la
solución del conflicto en Ucrania.
Argumentar que los Brics son un
grupo puramente económico, según Baroud, “es ignorar gran parte de la historia.
El momento de la expansión de los Brics, el severo discurso político de sus
miembros, miembros potenciales y aliados, las repetidas visitas de altos
diplomáticos rusos y chinos a África y otras regiones del Sur global, etc.,
indican que los Brics se han convertido en los nuevos países del Sur,
plataforma de geopolítica, economía y diplomacia”.
Mientras, desde Occidente, cuyas
economías pujan por mantenerse a flote, se sigue de cerca y con recelo los
cambios que se están produciendo en el Sur global, de la mano de los Brics.
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