Al cumplirse un año de la ocupación militar del territorio ancestral mapuche.
Hector LLaitul Carrillanca/ Vocero
Coordinadora Arauco Malleco-CAM.
“Hoy el estado de excepción significa mayor contingente de militares, más armamento letal, más vehículos blindados y helicópteros, más tecnología para la vigilancia y control, en definitiva, una realidad de militarización como no se había visto desde los tiempos de la dictadura cívico militar de Pinochet”.
Ahora vivimos una nueva invasión
que pretende ser definitiva. Si nos remontamos a la historia, contuvimos al
Imperio Inca, resistimos a la corona española, tuvimos después una derrota
parcial frente a los estados nación argentino y chileno. Sin embargo, en la actualidad
hemos de sufrir la peor de las invasiones, la del sistema capitalista
globalizado que arremete con toda su fuerza en nuestro Wallmapu histórico.
La nueva ocupación militar del Wallmapu es parte de la ofensiva neofascista, hoy de manos de la ultraderecha chilena que tiene subordinada a la actual gobernanza neoliberal.
Hoy el Estado de excepción
significa mayor contingente de militares, más armamento letal, más vehículos
blindados y helicópteros, más tecnología para la vigilancia y control, en
definitiva, una realidad de militarización como no se había visto desde los
tiempos de la dictadura cívico militar de Pinochet. Intentan crea sitios
militares en la territorialidad ancestral, como se hizo en el pasado con las
líneas fronterizas, polarizando la relación con las comunidades.
El Estado Chileno ha tomado la
decisión de imponer el uso de la fuerza en el conflicto, desplazando así otras
vías políticas y de solución con el solo objeto de proteger los intereses de
los grupos económicos, evitando abordar el origen y causas del conflicto de modo
estructural y que dice relación con la territorialidad usurpada. Con el estado
de excepción se consolida el discurso y la lógica de seguridad que ha impuesto
la derecha fascista. El estado de excepción en el Wallmapu significa un portazo
al dialogo, un fracaso a la vía política y de propuestas hipócritas como el
plan buen vivir. Constituye en el fondo, una declaración de guerra al pueblo
mapuche movilizado por territorio y autonomía.
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